jueves, 28 de julio de 2016

Capítulo 82. Ámsterdam.

Narra Louis.
Llevo contados tres días sin salir de casa. Tres días encerrado en la habitación. Tres días asustado como un niño, o más bien como un imbécil. Tres días evitando a Harry.
Miro el reloj de la mesilla, encontrando así con que son casi las cinco de la mañana. He intentado dormir cuanto me es posible durante estos últimos días, aunque solo sea para dejar de pensar, para dejar de sentir ese miedo irracional. No es exactamente miedo a Harry. No le temo a él, sino a lo que pueda pasarle. Y en el fondo, es una estupidez, porque no va a pasarle nada malo, mucho menos a manos de mi padre. Pero aunque sepa que es una tontería...me cuesta evitar el pensamiento de que en cualquier momento puede aparecer y matarle a golpes, como un día quiso hacer conmigo.
Aprieto mis brazos alrededor de mi estómago al sentir algo apretarse, ante la simple idea de alguien haciéndole daño. Ante el pensamiento de que un día pueda no estar a mi lado, y que eso sea por mi culpa.
He intentado olvidarlo. Olvidar todos y cada uno de esos recuerdos, que hasta hace bien poco estaban en un lugar muy apartado de mi mente, pero es imposible. Cada vez que recuerdo el beso de Harry... Todavía siento la suavidad de sus labios sobre los míos. Inconscientemente, vuelvo a llevar mis dedos a ellos, acariciándolos con cuidado. Quiero sonreír de pura dicha, porque sí, sí que me hizo feliz ese beso, y sí que me sigue haciendo feliz el recuerdo. Pero de nuevo aparece su imagen rota, ensangrentada, desmadejada como si fuera un muñeco de trapo, en el suelo de mi antigua cocina, y de nuevo tengo que apretar los brazos contra mi estómago.
Por otra parte, Harry y el hecho de mantenerle a salvo de un peligro inexistente, no es mi única preocupación. Me ha tomado muy poco tiempo darme cuenta de lo que significó el beso, puede que porque siempre hubiera estado ahí, porque siempre hubiera sido obvio, puede que porque ya lo supiera, aunque me prohibía a mí mismo pensar en ello. Pero sí, así están las cosas, me gusta Harry y no puedo hacer nada por cambiarlo. Y con ello, llega mi segunda preocupación: Lucía.
No es que haya dejado de quererla, ni de preocuparme por ella. No quiero que la pase nada malo tampoco, eso está demás. Pero durante todo este tiempo que he estado sin verla, unos cuatro días si no me equivoco...no he tenido ninguna necesidad e ir a verla, de ver su sonrisa, o de sentir sus labios, mucho menos de acariciarla y llegar a mayores. No he sentido la necesidad de estar con ella de ninguna forma. Y sin embargo, me estoy desquiciando solo de saber que Harry está en la habitación de al lado, y no puedo dirigirle una simple mirada. No es que haya dejado de quererla, es que puede que nunca llegara a hacerlo. No al menos con la misma intensidad que con Harry. Y está claro, que seguir haciéndola creer eso, no es justo. Ni para ella ni para mí.
Me levanto de la cama con cuidado, asegurándome de que el colchón no haga ningún ruido. Por descontado, no paso por la ducha. Cualquiera de esas cosas podría despertar a Harry, y no tengo la más mínima necesidad de tener un ataque de miedo absurdo a estas horas, no cuando me dispongo a ir a ver a Lucía, y puede que a romper con ella. Ante ese último pensamiento sí que siento algo de tristeza, aunque no tengo claro si es una tristeza causada por perder el derecho a quererla, o por el daño que voy a hacerle.
Apenas abro el grifo del baño. Solo lo justo y necesario para lavarme la cara y los dientes. Camino tanto por mi habitación como por el pasillo de puntillas, sabiendo qué zonas hacen ruido y debo evitar. Lo mismo me pasa al bajar las escaleras.
Pienso en dejarle una nota a Harry, quien no ha dejado de roncar con suavidad durante todo el tiempo, pero tengo la idea de volver antes de que se despierte, así que lo dejo pasar. Me pongo el abrigo y salgo de casa.
De inmediato el frío corta mis mejillas. Saco el móvil de mi bolsillo, viendo cómo está a punto de morir a causa de la baja batería, aunque tampoco me preocupa dada la hora que es. 24 de Noviembre de 2012. 5:58 a.m me informa la pantalla. A estas horas no me va a llamar nadie.
Sé que a Lucía le debe de quedar una media hora para levantarse. Puede incluso que ya esté despierta, esperando a que aparezca en su jardín. La culpabilidad me golpea con más fuerza aún que el frío en mi cara. No he ido a verla en cuatro días, y ni siquiera la he enviado una mensaje con una explicación o una disculpa. Una parte de mí casi parece aliviada ante el pensamiento de que ella ya debe de estar sospechando lo que pasa entre nosotros, o más bien lo que no pasa. Puede que ella misma haya llegado a la conclusión de que lo nuestro está muriendo, y de que más vale quitarse la tirita, el trozo de cera caliente, rápido, antes de que sigamos engañándonos y acabemos peor.
No tardo más de veinte minutos en llegar a su casa, pese a que mi paso haya sido lento. Una parte de mí no quería llegar, todavía no quiere hacerlo, pero ya no hay vuelta atrás. No puedo seguir engañándola. No puedo seguir mintiéndola.
El jardín está tan oscuro, frío y vacío como lo está el resto de la calle. Con la poca esperanza de que me siga esperando, me acerco hasta quedar bajo su ventana. La luz de su cuarto está encendida, aunque no está abierta la ventana. No sé qué significa eso realmente, si sigue o no esperando por mí, pero decido no darle más vueltas.
Empiezo a chistar en bajo, esperando que eso sea suficiente, ya que eso de tirar piedrecitas a la ventana podría acabar en desastre y en una ventana rota, mucho más con estas temperaturas que hacen que sienta mi dedos completamente agarrotados. Veo su sombra al otro lado de la cortina, moviéndose con lentitud, como si no supiera si realmente alguien la está llamando desde fuera.

--Lu, soy yo-susurro, y de inmediato me muerdo la lengua. No debería haberla llamado Lu, no cuando estoy apunto de hacerla trizas sentimentalmente, pero es demasiado tarde para arrepentirse. Sobretodo cuando la cortina se mueve y la ventana se abre.

Pese a la escasa y mala luz que hay, puedo ver que algo falla. Tiene unas ojeras inhumanas, que parecen haber crecido en apenas cuatro días. No hay una sonrisa radiante como suele haber en ella, sino una mueca que me resulta difícil tanto explicar como comprender. Sus cejas están algo fruncidas, confusas.

--¿Qué haces aquí, Louis?-su voz suave débil, desgastada, completamente ronca. La culpabilidad me vuelve a golpear con fuerza.
--Necesito hablar contigo-confieso, tratando de no fijarme en el mal aspecto que tiene. Cualquiera diría que sigue viva.

Veo como sus delgados dedos se aprietan en el marco de la ventana. Su mandíbula también se endurece y un suspiro que se convierte en vaho ante la diferencia de temperatura, sale de sus delgados labios. Gira la cabeza hacia dentro de su casa, asegurándose de que no hay nadie cerca que pueda escucharla, y de nuevo la dirige a mí.

--No puedes subir-dice finalmente.
--No es necesario-respondo, todavía en un susurro.


Ella mantiene los labios apretados y en su mirada hay cierta lástima. Asiente con la cabeza, como si esperara a que yo siga hablando. Cojo aire y pienso en el discurso que llevo creando en mi cabeza desde que he salido de casa. Suspiro y me recuerdo que cuanto más rápido sea, mejor.

--Mira Lucía-me aseguro de no llamarla de forma cariñosa para no hacerla aún más daño-Sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad? Te quiero más que a nada y siempre lo he hecho, siempre lo has sido todo para mí.
--Louis, lo nuestro se ha acabado-me interrumpe de forma abrupta.

Abro los ojos sorprendido, sorprendido de que ella haya sido capaz de decirlo, de hacerlo con más rapidez que yo. En efecto ha sido indoloro, sobretodo por el hecho de que no te puede doler algo que ya no te importa, o que al menos no te importa como antes. Por unos segundos mantengo mis ojos como platos en ella, sin saber qué decir ahora. Su pálido y demacrado rostro cambia con rapidez en este corto periodo de tiempo, convirtiéndose en una mueca triste.

--¿Estás bien?-apenas murmura, mientras yo todavía sigo sin saber cómo reaccionar. Finalmente asiento con lentitud, sin apartar mis ojos de ella-Has sido muy importante para mí. Sigues siéndolo y siempre lo serás, pero...creo que no quiero seguir teniendo novio. No quiero estar con nadie ahora mismo ¿sabes? No es por ti, es por mí, y no lo digo como excusa, es enserio-el tono de su voz no cambia: se mantiene bajo, ronco y calmado.

Sé que debe de estar esperando alguna clase de reacción (exagerada o no) por mi parte. Que llore, que me enfade, que le pregunte por qué, aunque ya me lo haya explicado. Su rostro compungido y frustrado me indica que no debe de estar siendo fácil para ella. Mucho menos, cuando ve que empiezo a sonreír de lado a lado. Sus cejas casi se juntan al fruncirse, confundidas.

--Eso es genial, Lu-de nuevo no puedo evitar el apodo, pero esta vez ya no importa. Respondo con una gran sonrisa y sintiendo el alivio llenar mi pecho-Eso es...maravilloso.

Esta vez, los ojos como platos los tiene ella. Esa oscuridad en su mirada es similar a la de la noche que lentamente se está acabando. Puedo ver cómo a lo lejos empieza a llegar la claridad de un nuevo día.

--Louis, estoy rompiendo contigo-me repite con lentitud, me intenta aclarar, como si no la hubiese entendido. Esas palabras ya no solo me llenan de alivio, sino de felicidad.
--Y es lo mejor que podías hacer-confirmo, intentando evitar la risa que quiere salir de mí.
--¿Se te está yendo la olla o es que no escuchas bien? ¡Que te estoy dejando!-ahora parece casi más frustrada que antes, y eso es lo que finalmente causa que mi risa salga.
--¡Yo venía a romper contigo!-respondo entre medias de mi carcajada.
--¿Qué?-en su voz se aprecia la extrañeza y la misma diversión que en la mía-¿Cómo que venías a romper conmigo?
--Pues eso-me encojo de hombros, divertido. Veo como ella niega con la cabeza, sonriente, apartando su mirada de mí por un momento.

Sin decir nada, se mete a su cuarto, dejándome aquí solo y perplejo. Al menos se podría haber despedido o algo ¿no? Espero durante unos segundos, haciéndome a la idea de que no va a salir. Finalmente me doy media vuelta, dispuesto a volver a casa, ya sin ese miedo ni esa preocupación por haber hecho daño a Lucía.

--Espera, Lou-escucho su voz a mis espaldas cuando apenas he llegado a la calle. Me giro sobre mí mismo, todavía confuso.

Lleva un pijama de monos que le llega hasta los pies y un abrigo cubriendo su torso. Todavía conserva el moño mal hecho, la palidez y las ojeras violáceas preocupantes, pero al menos ahora, tiene una gran sonrisa en la cara. Supongo que también debía de haberla preocupado el hecho de hacerme daño, pero al ver que no es el caso, toda su posible dolencia ha desaparecido.
Por un segundo pienso en su madre, en que pueda ver que ella no está en la habitación, y en ganarme una última regañina antes de volver a casa. Sería una manera muy original de despedirme también de ella. Por otro lado, me gustaría ver a Ben, su padre, una última vez, aunque solo sea para decirle que ha sido un placer tenerle como yerno temporal.

--Yo te he dicho mis motivos-comenta sin más, sin borrar su sonrisa-No quiero tener un novio, no hasta que pueda entenderme con mi madre. ¿Cuáles son los tuyos?

Arrugo la nariz al darme cuenta de mis motivos, de mi motivo: Harry es mi motivo, y no tengo muy claro que eso vaya a sentarle bien. De todas formas, ella ha sido sincera conmigo, lo menos que puedo hacer es devolverle el favor.

--Me gusta...otra persona-evito un pronombre o palabra que indique que no es una chica. Ella de nuevo abre los ojos, algo sorprendida, aunque tampoco parece dolida esta vez.
--Está bien-responde finalmente, de nuevo con una sonrisa sincera-¿Puedo saber quién es? Solo por curiosidad.
--Eh...
--Vamos, confía en mí, no voy a ir detrás de ella como una psicópata-ríe entre dientes, divertida-¿Estáis en una relación secreta o algo? ¿Es famosa? ¿La conozco? Dime que no es Elena, por favor-por un momento hace una mueca de asco, a la que yo no puedo evitar reír.
--No estamos en una relación, técnicamente-ahora mismo no sé ni siquiera si seguimos siendo amigos, la verdad sea dicha-Sí que es famoso y sí que le conoces-muerdo el interior de mi mejilla al darme cuenta de que no me he seguido refiriendo a "esa persona" como una chica. Lucía se da cuenta, y alza una ceja, sin perder la sonrisa.
--Le conozco...-remarca el pronombre masculino, y yo solo asiento con la cabeza, sintiendo mis mejillas coger color-Ya me parecía muy difícil que no pasara nada entre vosotros... Marta me debe quince pavos, esté donde esté.
--¿Cómo?-pregunto, algo desorientado. Me alegra saber que no se molesta, ni se enfada ni nada, pero...es como si ella lo tuviera más asumido que yo ¿es eso posible?
--Creo, creo firmemente, que no debería decirte esto...-se lleva un dedo a la boca, dando toques en su labio, como si realmente se estuviera pensando si debe decírmelo o no. Ya ha conseguido mi plena atención y mi total curiosidad, así que más le vale seguir hablando-Siempre he shippeado Larry-dice finalmente, mordiendo su labio superior, para evitar reír.

Me tengo que parar un momento a pensar en sus palabras. Shippea Larry, cree en Larry como pareja, cree que Harry y yo realmente somos una pareja, y no se aleja de la realidad, pero...

--Lucía. Hemos follado-suelto sin más, todavía sorprendido-Hemos follado mucho, en muchas partes. Nos hemos besado, hemos dormido juntos, tu madre por poco me mata al pensar que estabas embarazada. Nos hemos dicho "Te quiero". T-te pedí matrimonio...-siento un escalofrío recorrer mi espalda al pensar lo cerca que estuvimos de liarla, pero de liarla mucho.
--¡Lo sé!-exclama ella, todavía intentando no reír-Al principio me parecía extraño. Pensaba que...no sé, te obligaban a salir con una chica o algo así. Después simplemente pensé que te habías peleado con Harry y lo hacías para fastidiarle. Luego llegué a la conclusión de que lo mismo eras bi y por eso...pues eso, sentías cosas por mí...-acaba diciendo lo último en voz baja. Doy por hecho que mi cara de sorpresa debe de haber frenado su diversión-¿Estás...enfadado?

Parpadeo un par de veces, todavía alucinado, con mis ojos puestos en ella. ¿Enfadado? ¿Cómo voy a estar enfadado? ¿Cómo voy a estar enfadado con ella por algo así? El que estalla a reír soy yo, y antes de que pueda decir nada, me acerco a ella y la abrazo con fuerza.

--Eres la mejor novia, exnovia, amiga y ser humano en este puto planeta, Lucía Gagslow-la digo con toda la sinceridad del mundo, apretándola entre mis brazos hasta el punto de levantarla del suelo. Ella como respuesta me acompaña en las risas, enganchando sus piernas a mi cintura como tenemos, o teníamos, la manía de hacer.

Acabamos como tantas otras veces lo hemos hecho: ella en mis brazos, con los suyos en mi cuello, sonriéndonos, mirándonos como si no hubiera más en el mundo...y sin embargo los sentimientos, el contexto de la situación, ha cambiado tanto... Ella deja un beso en mi frente, antes de llevar una de sus manos a mi flequillo, peinándolo para que no se me meta en los ojos.

--¿Por qué Marta te debe quince libras?-pregunto, todavía sin bajarla al suelo.
--Tampoco debería decírtelo...-comenta mientras peina mi pelo con suavidad. Siento la necesidad de cerrar los ojos ante su caricia, pero me lo prohíbo, al menos hasta saber qué habían apostado sobre mí, o sobre nosotros.
--Vamos, no puede ser tan malo...-la animo.
--No es que sea malo, es...-tuerce sus labios, creando una mueca extraña que me hace sonreír-...es brusco.
--¿Brusco?-frunzo ligeramente el ceño, sin seguir el hilo de sus pensamientos. Ella mantiene la mueca por unos instantes antes de responder.
--Le dije que follábais más entre vosotros que con nosotras.
--¡Lucía!-exclamo, sintiendo mis mejillas coger color.
--¡Te dije que era brusco!
--Eso no es ser brusco, eso es ser una cerda integral-ruedo los ojos, de nuevo sonriente pese a mis mejillas rojas-Y no, no te los debe porque no es cierto. Entre Harry y yo solo pasó eso una vez...y fue mucho antes de conoceros.
--¿Tú arriba?-alza de nuevo una ceja, inquisitiva.
--¿Para qué demonios quieres saber eso?-pregunto tratando de no reír. Si fuera posible, me pondría aún más rojo de lo que ya estoy.
--Tú solo dímelo, por favor...-hace un puchero, batiendo sus pestañas en un intento (muy conseguido) de parecer adorable.
--Yo arriba-confirmo, negando con la cabeza débilmente-¿Es que ahora te va el porno gay o algo? ¿Quieres que convenza a Harry de que te hagamos un vídeo dedicado?
--No lo rechazaría...-contesta, con una gran sonrisa divertida. Y lo peor es, que sé que habla enserio-Y Marta me debe otras quince libras-añade antes de dejar otro beso en mi frente, para acto seguido saltar fuera de mis brazos.
--Estás muy salida. Pero que muy, muy salida.
--¿Acaso puedes culparme?-se encoge de hombros.
--Supongo que no-resoplo, llevando una mano a mi nuca.

Nos quedamos mirando el uno al otro durante un momento, antes de que una voz grave se escuche desde la puerta de su casa. Ambos dos nos giramos para ver a su padre.

--Tu madre se acaba de despertar-susurra con voz preocupada-Será mejor que lo dejéis para otro momento...

Poso mi mirada en Lucía, al igual que ella lo hace en mí. Dudo de que vaya a haber otro momento, pero de todas formas, nos acercamos para despedirnos, solo por si acaso. Poso mis labios sobre los suyos con brevedad, siendo así nuestro último beso. Ella lleva una mano a mi mejilla, que se mantiene ahí aunque nos separemos.

--Ya nos veremos-susurra, todavía cerca de mí.
--Ni lo dudes-confirmo sonriente.

Lucía me devuelve la sonrisa, antes de darse media vuelta, dispuesta a entrar en su casa antes de que su madre me proclame la guerra. Entonces me doy cuenta de algo que quizás debí haber pensado antes. Algo más que importante, no solo para ella, sino para mí...y para Harry. Corro apenas tres pasos para coger su mano, haciendo que ella se dé media vuelta, confusa.

--Nadie puede saberlo-digo con rapidez-Ni Larry ni...ni nada de eso. Por favor-mi voz suena repentinamente temblorosa y preocupada.

No sé hasta qué punto debe de hacerles gracia a nuestros managers el tema, pero prefiero no comprobarlo. Además de que todavía no soy capaz e hablar con Harry, por lo que no sería lo idóneo que se enterase de que...me gusta, por culpas de las redes sociales. Y por encima de todo, si las redes sociales estuvieran llenas de Larry...mi padre lo sabría, sabría que su intento por hacerme "normal" ha fracasado después de todo,  y...siento cómo la sangre debe de haber huido de mi rostro de una manera drástica, ya que en sus oscuros ojos de nuevo hay preocupación.

--No se lo voy a decir a nadie, Lou. Puedes confiar en mí-dice con voz muy segura-Nunca te haría algo así. Nunca os haría algo así.

Un suspiro de alivio se queda atrancado en mi garganta. Asiento con la cabeza, agradecido aunque todavía preocupado, y dejo un último beso en su frente, antes de dejarla marchar, susurrando un "Gracias". Espero a que ella se meta en casa y me despido con la mano de ella una última vez, al tiempo que de su padre, quien me sonríe desde la distancia. Le devuelvo la sonrisa antes de que ambos dos cierren la puerta tras de sí.
La vuelta a casa se me hace mucho más rápida, sobretodo por el hecho de que esta vez no quiero evitar mi llegada. Lucía no está enfadada, ni mucho menos dolida, está bien con el tema, con que hayamos roto, y con que sigamos siendo amigos. No ha habido lloros ni gritos, solo risas, como siempre ha habido entre nosotros. Además, cree en Larry, le gusta Larry, le gustamos como pareja... No me doy cuenta de la sonrisa boba que tengo en mi cara hasta que llego a casa, donde se borra de inmediato.
El grande cuerpo de Harry casi me placa, y por muy poco no me tira al suelo. Sus brazos me rodean con fuerza, y mi cuerpo se tensa de inmediato. De nuevo intento pensar en que nadie nos ve, en que nadie, y menos mi padre, sabe que nos estamos abrazando, que nadie sabe que...nos queremos de alguna forma, más que Lucía, quien ha prometido mantener el secreto. Pero ninguno de mis pensamientos me convence, y acabo sintiendo mis lágrimas rodar por mis mejillas. De nuevo el pensamiento, la posibilidad de que le hagan daño, por mi culpa.
Sé que me está diciendo algo, pero no soy capaz de escucharle. Llego a la conclusión de que está llorando por algo, y eso solo me provoca más lágrimas. Le estoy haciendo llorar, le estoy haciendo daño...

--Harry...-dudo de que mi voz haya sido audible, pero es todo lo que el nudo en mi garganta me permite-Por favor, aléjate...Apártate...-casi le suplico.

Él no tarda en reaccionar, dejándome mi espacio, lo cual agradezco. Me mira a un par de pasos, con esos grandes ojos verdes suyos, llenos de lágrimas que rebosan al igual que las mías.

--Perdona-balbucea de manera torpe y ronca-¿Estás...estás bien? ¿D-dónde estabas? Pensé...pensé que te habías ido y que...me habías dejado solo-su voz se rompe y sube casi una octava, doy por hecho que el causante es el mismo nudo en la garganta que apenas me deja respirar. Ni siquiera intenta disimularlo.
--Estoy bien-susurro, alejando mi mirada de la suya.

No añado nada más y le esquivo con facilidad, para llegar a las escaleras. Una vez allí, corro hasta llegar al piso de arriba, y me encierro en mi cuarto una vez más, como todo un niño asustado. Me siento contra la puerta, con las rodillas contra mi pecho, y las manos en mi cara, intentando frenar las lágrimas de alguna manera.

--Nunca te dejaría solo, nunca te dejaría-no sé si tan siquiera digo en voz alta. De lo que sí estoy seguro es de que no me oye, pero necesito de alguna manera o por algún motivo, decirlo, dejarlo bien en claro-Ni aunque eso fuera lo mejor para ti...


Narra Zayn.
--El móvil está localizado en Spijkenisse, es una pequeña ciudad a veinte kilómetros de Róterdam-en la ronca voz de Tanner se puede apreciar la excitación, la emoción que le está provocando todo este rastreo.

No sé si es por el hecho de que le encanta esta parte de su trabajo, o porque después, Malcom será parte de su grupo. Un escalofrío me recorre de arriba abajo solo de recordarlo.
Me giro instintivamente hacia la puerta, la puerta de una sala cualquiera de este extraño hospital. Pienso que en cualquier momento María va a atravesar esta puerta, que va a venir con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su torso, pero que se va a quedar, dispuesta a ayudar y a apoyarnos. Pero después de tres días...después de tres días sin habernos intercambio más que unas cuantas palabras, empiezo a dudar de que vaya a volver.
Sé que no le hace gracia que Malcom esté metido en esto, pero él lo ha decidido, él sabe que no le va a pasar nada malo. No se puede luchar contra el destino, ya está escrito, y M estaba dentro de esta organización, en las oficinas o en los laboratorios, por supuesto, no en misiones con armas y malvados de película. Nunca permitiría algo así, que le pasara algo malo, por mi culpa.
Pese a los tres días que llevamos viniendo aquí, este es el primero en el que realmente nos dicen algo. Antes teníamos que arreglar no sé qué papeles para asegurar que no intentaríamos huir una vez Liam estuviera a salvo. Han sido muchos folios que leer, qué duda cabe, pero una parte de mí sigue sin fiarse de ellos, y por tanto, me veo obligado a leer cada palabra del contrato. Malcom me repitió una y otra vez que es todo seguro, que se limitará a estar a cubierto y fuera de la acción, que no trabajará más de dos horas al día, porque al fin y al cabo, sigue siendo un niño, y que con su persona aquí, podrá salvar a muchas persona. Aún así me fijé en cada letra de aquellos papeles, para asegurarme de que no hubiera letra pequeña.

--Vale, han pasado por Los Países Bajos-resuelvo con rapidez-¿Y qué pasa con eso? ¿Alguien los ha visto? ¿Han dejado una nota o algo?
--Solo una mujer ha comentado que vio pasar a un coche negro, a juzgar por la descripción un Renault Mégane-hago una mueca al no tener ni la más mínima idea de cómo es un coche así. Malcom no tarda en hacerme llegar una imagen del dicho coche.
--No me suena de nada-murmuro, haciendo que Tanner asienta con la cabeza-Salieron de aquí con...con uno granate-añado, tratando de recordar algún rasgo más de aquel vehículo, pero lo vi hace más de una semana, en la madrugada, con los ojos llenos de lágrimas, y la mente ocupada con la idea de que mi mejor amiga se iba a enfrentar a la propia muerte.
--Un Citroën C4-Malcom dice con rapidez, con nerviosismo incluso, aunque rápidamente ese sentimiento desaparece de él.
--¿Visteis la matrícula por algún casual?

Mi respuesta es una negativa con la cabeza. Mi pequeño tarda más en responder, supongo que esforzándose en sobrepasar el punto ciego, que ya les cubría desde ese momento.

--Era...era una matrícula inglesa-murmura, y aunque no puedo verle, sé que está arrugando el ceño-No...no era de Londres. Tal vez...¿de Kent? Llevaba una G al principio y...llevaba un once, así que...de Marzo del 2011...-casi parece que se pelea con su propia mente, con su propia boca para poder volver.

A nuestro alrededor, hay una serie de...agentes, científicos o simples apuntadores, que recogen cada dato que sale de la boca de mi pequeño. Yo le aprieto un poco contra mí, con suavidad y subo una mano hasta su mejilla, para acariciar de la misma manera.

--Tranquilo...-susurro-No te fuerces demasiado a ti mismo...

Puedo ver en la mirada grisácea que hay tras la mesa, que no está de acuerdo en mis palabras. Claro está, que él no es padre, sino, tal vez tendría un mínimo de compasión y comprensión. Me gustaba más la acompañante, la mujer morena. Tenía cierto toque maternal, y no era para nada fría.

--Está bien, supongo que con eso será suficiente para localizarlo-dice sin más, todavía con frialdad y cierta hostilidad.
--Lo has hecho muy bien, cielo-le arrullo con cariño, aunque solo sea para hacer contrapeso a la indiferencia del caballero de pelo cano.

Malcom no se gira para sonreírme o tan siquiera para mirarme, supongo que porque no quiere perderse detalle de lo que nos están diciendo. Sin embargo, sí que coloca una mano sobre la mía, haciéndome saber que me agradece sus ánimos.

--Nos han permitido revisar las cámaras de seguridad de una de las casas que hay por allí-según habla, una pantalla se ilumina a su espalda, mostrándonos la grabación.

El coche negro que han dicho, parado en un lugar cualquiera, sin el menor atisbo de sospecha. Los cristales están tintados, así que no se puede ver lo que está ocurriendo dentro del coche. A los pocos segundos, sale una figura alta, con ropas de abrigo y una bufanda que cubre la mitad de su rostro.

--¡Es Cassandra!-exclama Malcom de inmediato.
--Sí, es la señorita Heilch-confirma Tanner, con el ceño algo fruncido.
--Espere..-le interrumpo-¿Heilch? ¿Como...como los Heilch? ¿Los multimillonarios relacionados con la Familia Real?-mi voz se va haciendo más aguda cuanto más asombrado me encuentro.
--La antigua heredera-confirma él, lanzándome una mirada chispeante-Pensé que ya sabía que era ella-añade encogiéndose levemente de hombros.
--No, no, yo no...no tenía ni idea-admito en un murmullo. No hace falta que mire a mi hijo para llegar a la conclusión de que él ya lo sabía. Decido pasar por alto el tema de que me lo haya ocultado, ya que supongo que tendrá sus motivos, personales o simplemente relacionados con su pasado o su futuro.

La grabación continúa, dejando ver cómo Cassandra tira algo a una basura cercana. Está en una bolsa, por lo tanto no podemos ver lo que es. Acto seguido, se mete de nuevo en el asiento del copiloto, o...tal vez sea un coche europeo, así que seguramente sea el asiento del piloto. De cualquier forma, se marcha de allí.

--Al menos sabemos que han...han llegado allí bien ¿no?-me apresuro a preguntar, al ver que ninguno de mis acompañantes responde.
--No exactamente-Tanner de nuevo habla-Ella ha pasado por Ámsterdam. No sabemos si iba acompañada o si se ha quedado allí.
--Pero...pero también estaba el móvil de Liam ¿verdad?
--Podría habérselo llevado ella, sabiendo que intentaríamos seguirles.
--¿Cómo iba a saber ella que les íbamos a seguir?
--¿Por qué iba a tirar los móviles entonces?

Me callo ante la respuesta, más que válida y lógica. Todavía no entiendo cómo es que sabían, o ella más bien, sabía que les íbamos a seguir.

--El coche se encuentra abandonado en un pueblo alemán que hace frontera prácticamente con Dinamarca.

Imágenes del coche negro en medio de un paraje verde pasan por la pantalla que hay a sus espaldas.

--Enviamos un pequeño equipo de rastreo para que fuera a verlo. En estos momentos deben de estar desmantelándolo para encontrar alguna clase de ADN y confirmar quienes eran sus ocupantes.
--Entonces...entonces estarán en Dinamarca ¿no?
--Tal vez-se encoge de hombros, todavía con una arruga en el ceño de concentración-Quizás solo hayan intentado despistarnos y ahora mismo estén en algún lugar de Canadá.
--¿Para qué harían eso?-pregunto confuso.
--Para despistar, papá-Malcom me repite las palabras anteriores, como si fuera lo más obvio del mundo-No quieren que les encontremos-añade en voz más baja.
--Eso tampoco tendría sentido-añado con rapidez-No están huyendo de nosotros.
--¿Y de quién se supone que están huyendo?-la mirada fría de Tanner se clava en mí, dudoso, de nuevo con la emoción de seguir con todo este plan-No me había dicho que estuvieran huyendo de nadie.
--No...no estoy seguro de que estén huyendo-respondo con cautela-Sé que se fue muy rápido, sin decir a dónde, ni cómo, ni si alguien iba con él. Simplemente...se fue.
--La gente no se va sin más-responde él, encogiéndose de hombros-¿Tendría algún sentido que su amigo se fuera sin más, sin darle una localización aproximada y dejando atrás su teléfono móvil?-alza una ceja, astuto, sabiendo la respuesta a esa pregunta.
--No.
--Entonces están huyendo de algo o de alguien.
--O están buscando a alguien-la aguda voz de mi pequeño interrumpe nuestra conversación. Todos los que nos encontramos en esta sala le miramos con atención. Tanner incluso le mira con sorpresa, como si no se esperara esa posibilidad-Vi a Ale...pero ella se había ido antes, a lo mejor la están buscando.
--¿Quién es esa tal Alejandra?
--Su novia, la madre del niño-respondo sin dudarlo-Era...un tanto extraña. Aparecía y desaparecía sin dar muchos datos acerca de ello. Se fue...hace muchísimos meses, plantando a Liam en el altar, estando embarazada y...volvió a principios de mes, con el bebé en brazos-el resto de personas que hay a nuestro alrededor siguen escribiendo como locos cada cosa que decimos. Empieza a resultar agobiante.
--No parece una buena madre, ni una buena esposa-comenta asintiendo con la cabeza-¿Descripción física?
--Diecisiete años. No superaba el metro setenta. Delgada. Piel más pálida que la mía. Pelo castaño y largo, ondulado. Ojos...castaños si no recuerdo mal-enumero las pocas cosas que recuerdo de, la nuevamente desaparecida, Ale.
--¿Algún rasgo que la haga distinta del resto? Esos no son datos muy útiles.
--No era destacable, a decir verdad-respondo de la misma manera cortante y desagradable que él. Ni siquiera se molesta por ello: mantiene la mirada fría puesta en nosotros. De vez en cuanto mira a aquellos que están tomando nota-No tenía piercings, ni tatuajes que yo sepa, tampoco ninguna cicatriz visible, aunque...una vez la apuñalaron-Tanner se envara en un segundo ante la palabra. Sus ojos se abren con curiosidad y algo de sorpresa-así que...tendrá una cicatriz en el costado.
--¿La apuñalaron?
--Sí, en su antiguo barrio. No era un muy seguro.
--Tottenham Hale-M añade con rapidez. Me gustaría decir que me sorprende que lo sepa, ya que en ningún momento se ha mencionado tal lugar...luego recuerdo que no hace falta que alguien lo diga para que él lo sepa.
--Un mal barrio, sin duda. ¿Tenía problemas?
--Siempre lo sospechamos. Tuvo una pelea con una banda rival y...algunos no le tenían mucho aprecio, pero dudo que sea tanto el odio como para huir del país.
--Hay algunas bandas callejeras muy...digamos que concienzudas en su trabajo-Tanner me informa. Aparentemente no descarga la posibilidad de que dos bandas callejeras de poca monta, con algo de droga y prostitución de por medio, sean capaces de hacer huir a toda una familia de Londres-¿Algo más sobre tal joya?
--Tiene un hermano, Josh Devine. Él está adoptado, por eso lo del apellido. Creo que ella no se apellidaba así.
--¿Descripción?
--Metro setenta y cinco. Le gusta el gimnasio, así que no está delgado precisamente. Mucho más pálido que su hermana. Pelo negro y corto. Ojos castaños. Tiene...un piercing en una oreja y...creo que un par de dilataciones. Un tatuaje en su brazo derecho.
--Parece que le conoce bien-de nuevo ya está su delgada y cana ceja arqueándose, mirándome con curiosidad. Otra cosa que empieza a sacarme de mis casillas.
--Es el batería del grupo. He pasado mucho tiempo con él-hace una mueca que no sé descifrar, pero que tampoco hace que gane puntos en cuanto mi amistad hacia él.
--¿Le ha visto últimamente?
--La verdad es que no-admito con sinceridad-Pero en Febrero empezamos la nueva gira, así que el mes que viene tendremos que empezar los ensayos, por lo que le veré.
--¿Podría especificar dónde se encuentra él ahora?
--Pues no-respondo con una ceja fruncida-Pero puedo llamarle.
--Hágalo.

Un por favor y un gracias no hacen daño a nadie pienso con cierta molestia. Escucho una risa baja provenir de Mlaocm, por lo que supongo que le ha hecho gracia mi pensamiento. Tanner mantiene su rostro serio, a la espera de que llame a Josh. Saco el teléfono de mis pantalones y sin dudar marco su número. De inmediato me informa de que el número al que llamo, no existe. Miro confundido la pantalla, sin entender cómo es eso posible.

--¿No está localizable?-inquiere, de nuevo con sus cejas alzadas.
--No parece-respondo dudoso. Hago otro intento para llamarle, pero me responde lo mismo. ¿Eso quiere decir que Josh está con Ale, esté dónde esté?
--Tampoco veo a Josh-Malcom murmura-Están...todos cerca del punto ciego.
--¿A cuántas personas has dejado de ver, Malcom?-esta vez el hombre tras la mesa se dirige a mi pequeño.
--Liam, Matt, Cassandra, Alejandra y Josh-enumera sin dudar.
--¿No creen que es un poco sospechoso? Me refiero, son todos de la misma familia, a salvedad de la señorita Heilch, claro.

Me quedo con las ganas de preguntarle qué es lo que está insinuando con eso, ya que Malcom se tensa de inmediato. De nuevo todos los ojos están puestos en él, y sin embargo, los suyos están puestos en la nada. Empieza a mover la mano como si estuviera dibujando algo. Antes de que pueda pedir lápiz y papel, alguien ha colocado ambas cosas a su alcance. Coloco el lápiz en su mano, y aún con la mirada perdida, empieza a dibujar.
Ante nuestros ojos curiosos (los de Tanner, más bien asombrados), no tardan en aparecer objetos reconocibles. Una carretera no demasiado bien pavimentada. A ambos lados, se puede ver un bosque denso, de árboles increíblemente altos. En primera plana, lo que parece ser un cartel, escrito en otro idioma, pero en nuestro alfabeto: "Velkommen til  Kornsjø". Todo ello da la sensación de estar cubierto por nieve.
Malcom suelta el lápiz contra la mesa, sobre el dibujo, y se gira para mirarme con ojos abiertos como platos.

--Kornsjø-murmura él, como si yo pudiera seguir la conversación a la misma velocidad que él.
--¿Kornsjø?
--Noruega, Señor Malik-Tanner capta mi atención lo suficiente como para que deje de mirar a mi hijo. Hay una gran sonrisa de satisfacción en su rostro y detrás de él, la pantalla muestra un mapa en el que se ve Noruega y Suecia, con un punto marcado en la línea de ambos países-Han pasado por Noruega.

viernes, 22 de julio de 2016

Capítulo 81. Oscuridad.

Narra Ed.
Intento sonreír de alguna manera, pero siento cómo mis labios también tiemblan, por lo que supongo que estoy haciendo más una mueca que otra cosa. Carraspeo, esperando que o bien ella o bien su tío digan algo, pero éste se ha retirado silenciosamente, en un intento de darnos privacidad. No quiero privacidad ahora, quiero a alguien que me diga lo que tengo que hacer, lo que tengo que decir, o cómo tengo que tratar con ella en general.
Opto por aprovechar su primera y única palabra, en continuar con la conversación, de una forma desenfadada.

--Sí, Ed. Ese soy yo.

Pero ella no reacciona a mi intento de sonar divertido. Solo se me queda mirando con los ojos muy abiertos, de arriba  bajo, como si estuviera comprobando que soy yo. Aparto la mirada de ella, buscando algo en la habitación que me dé una idea sobre lo que hablar, que pueda sacar un tema de conversación. Pero no soy capaz de discurrir nada en estos momentos.

--Veo que te encuentras mejor-continúo mi patético intento de parecer amigable y tranquilo, cuando solo soy un gran y tembloroso flan.

Bella sigue sin decir palabra. Mi primer pensamiento es llamar a James, preguntarle si es normal que ella no diga palabra, que se quede así mirándome sin más. Pero de mi boca no salen más palabras. Decido devolverle las miradas, inspeccionándola al igual que ella lo hace conmigo.
Está claro que las perspectivas de una persona cambian completamente cuando no están tiradas en el suelo sufriendo una sobredosis, o en el hospital recuperándose de ello. Su piel tiene algo más de color, de vida en general. Su pelo cae en ondas rubias hasta su pecho. Lleva ropa de invierno, cómoda y cálida, bajo la cual doy por hecho que debe de haber una cantidad indecentes de marcas de aguja. Un mal escalofrío me recorre, y decido dejar eso a un lado. Me centro en cosas, como en sus ojos castañas, tan poco interesantes para muchas personas, y tan atrayentes para mí; también me paro a mirar el color de sus uñas, moradas, un color demasiado oscuro, pero que no la queda del todo mal; su pijama tiene dibujos adorables de gatitos que me hacen sonreír.

--¿Eres...eres tú de verdad?-pregunta en un tono de voz apenas audible, ganándose mi atención de nuevo.
--¿A qué te refieres?-pregunto, sin estar seguro de si se refiere a que si de verdad soy Ed Sheeran, o a si soy el vecino.
--El que canta...el que siempre canta en el jardín de al lado-murmura, sin apartar sus ojos de los míos. Yo asiento con la cabeza.

En mi mente había imaginado cosas como que se enfadara conmigo, por no habérselo dicho antes; que me pidiera que la dé entradas para mis próximos conciertos, o que le firme un disco o un póster o algo así. Me había imaginado muchas cosas...salvo que me abrazara de la manera en la que ahora lo está haciendo. La miro sorprendido, y de la misma manera la rodeo con mis brazos. Ninguno de los dos dice nada. Al poco tiempo, comienzo a sentir unas tibias gotas mojar mi cuello, y de inmediato sé que está llorando.

--No....no llores-susurro, sin estar muy seguro de qué decir en estos casos. Me tomo la confianza como para llevar una mano a su pelo, acariciando con cuidado.
--Lo siento. Lo siento mucho-apenas consigo entenderla, con la voz rota y contra mi cuello.
--¿Qué es lo que sientes?
--No haber salido a cantar contigo.

Esa respuesta me pilla más que por sorpresa. De todas formas, no detengo mis movimientos en su pelo, cuidadosos. Bella se aprieta contra mí de manera más fuerte, con un ligero temblor que me preocupa que desencadene de nuevo en algo mucho peor, pero por el momento no digo nada.

--No te disculpes. Estabas molesta, es normal que no quisieras salir-contesto con franqueza, ya que entiendo que no se sintiera a gusto después de todo.
--Lo siento-repite, y yo sonrío con debilidad.
--No importa. No hay nada que perdonar.

Siento cómo ella asiente con la cabeza, todavía contra mí. Yo lo la suelto ni por un segundo, agradecido y aliviado ante su compañía.
Al final voy a tener que agradecérselo a Taylor y todo... aunque creo que no lo voy a hacer, solo por lo mal que me lo ha hecho pasar.
Suspiro, apoyando mi mejilla en su cabeza. No sé cómo ha pasado ni cuándo ha empezado, pero ambos dos nos movemos de un lado a otro, nos balanceamos, como si estuviéramos bailando. Más bien parece que nos estamos acunando mutuamente, pero eso no es lo importante.
Veo cómo James asoma apenas la cabeza desde la cocina, con una gran sonrisa en el rostro y ojos vidriosos. Le devuelvo la sonrisa con debilidad, antes de cerrar los ojos, disfrutando de esta repentina calma.
Nos mantenemos en silencio por unos minutos, sin dejar de balancearnos con suavidad. Bella ha dejado de llorar, pero no ha separado. Mantiene la mejilla apoyada contra mi hombro, y de alguna manera sé que tiene los ojos cerrados, al igual que yo. De repente, la sala se llena de una suave melodía de guitarra. Doy por hecho que ha sido James, quien al ver el momento, ha decidido que era la ocasión idónea como para poner pasteloso y todo romanticón el asunto. Me gustaría carraspear y pedirle que parase, ya que creo que se está precipitando, no por mí, sino por ella. Aunque a Bella no parece preocuparle. Se mantiene tranquila contra mí.
Me gustaría decir que no reconozco la canción, pero para mi suerte o mi desgracia, es una canción mía. Más aún, es la canción con la que nos conocimos. ¿Estaría él por allí cuando ocurrió? ¿Se lo habrá contado ella? ¿O ha sido simple casualidad? Sea como sea, ella también se da cuenta, ya que se separa de mí con cuidado. Y más allá de parecer feliz, solo está terriblemente avergonzada. Sus mejillas sonrojadas me lo confirman.

--James, por favor-masculla ella. Como respuesta se escucha una risa desde la sala de al lado.

 La música no se detiene y sus ojos castaños se posan en mí, arrepentidos. Se separa de mí con cautela, apartando sus ojos momentáneamente de mí. Se da media vuelta y es ella misma la que apaga la música con rapidez.

--Lo siento, mi tío no sabe cuando no debe meterse donde no le llaman-está claro que está dirigiéndose más al rubio que a mí.
--¡Estaba intentando ayudar!-éste reprocha, todavía desde la otra sala.

Muerdo mi labio inferior en un intento de no echarme a reír ante la situación. Mis mejillas también están rojas de vergüenza, pero claro está que no puedo evitar verle la gracia a la situación. Me alegra ver que más que tío y sobrina parecen hermanos. Dada la juventud de James, casi podrían serlo.

--¿Y a ti quien te ha dicho que necesitamos ayuda?-tanto la expresión de su rostro como el tono de su voz cambian tan drásticamente, que de inmediato dejo de sonreír.
--Tranquila, no importa-intervengo, con la ligera sospecha de que no debería hacerlo.

Sus ojos vuelven a los míos, y no veo más allá de la disculpa y la vergüenza en ellos. Niega con la cabeza débilmente, suspirando. Escucho que murmura un "Lo siento" más, antes de salir del salón. Frunzo el ceño confundido, sin saber qué es lo que acaba de pasar. Escucho una puerta cerrarse en el piso de arriba, y doy por hecho de inmediato que se ha encerrado en su habitación, lo cual provoca que frunza aún más el ceño. Giro sobre mis propios pies, todavía alucinado y sin saber qué pensar, en busca de James. El rubio aparece por la puerta por la que antes se había asomado, manteniendo la sonrisa, pero también mirándome con disculpa.

--No te preocupes, está bien-se apresura a decir-No está en uno de sus mejores días. Se altera con facilidad.
--¿Es por mi culpa?-pregunto sin poder ocultar la preocupación en mi voz.
--No, no, que va.  He sido yo el que ha estirado demasiado del hilo. De verdad que solo quería ayudar, pensé que lo estaba haciendo, pero...-suspira, llevándose una mano a la frente-Hay veces que no sé ni por donde cogerla...

Llevo la mirada a la puerta por la que se ha ido, sabiendo que no creo que vaya a verla ya más. Al menos no hoy. Acto seguido la vuelvo a los ojos azules de mi acompañante, que siguen pareciendo dulces y comprensivos, sin el menor atisbo de enfado hacia Bella por su comportamiento.

--Entonces...no está enfadada conmigo, ¿verdad?-me atrevo a preguntar.
--No, no lo creo-su sonrisa se ensancha un poco más. Le creo sin dudarlo, sintiéndome aliviado al instante.
--La otra vez...-intento decir, de nuevo recordando que ella no quería ni verme en pintura.
--La otra vez, ya es pasado-me interrumpe-No merece la pena que sigas pensando en eso. Ella no está enfadada contigo y estoy seguro de que quiere seguir en contacto contigo. Solo que hoy no es el día, tal vez mañana.
--¿Mañana?
--O bueno, tal vez pasado...o cuando te apetezca-contesta sin perder un ápice de alegría en su voz-o cuando puedas, claro. Esta casa siempre va a estar abierta para ti.
--También podéis...no sé, venir a mi casa. También está abierta para vosotros, cuando queráis-digo, todavía con la confusión y la preocupación atrancadas en mi garganta. De todas formas intento sonar tan entusiasta como él, aunque no creo que eso sea posible.
--¡Eso es una idea genial!-exclama, lleno de júbilo. A esto me refiero con lo de que es imposible ser tan entusiasta como él-En cuanto se encuentre un poco mejor nos acercamos ¿te parece?
--Claro-confío con debilidad-Pero antes avísame, porque tengo que ir a Londres esta semana, y no me gustaría que fuerais y no estuviera en casa.
--Sin problema.

Me acompaña hasta la puerta, después de haberme ofrecido tomar algo. Me he visto obligado a rechazarlo, ya que no me parecía del todo correcto, aunque de todas formas se lo he agradecido. Antes de que me dé tiempo a despedirme de él, me da un abrazo que no me esperaba. Me rodea casi por completo y me aprieta contra él con fuerza, con tanta que por poco no tengo que decirle que no  puedo respirar.

--Muchas gracias-escucho que susurra, casi contra mi oído-Muchas gracias por venir.
--No hay problema-respondo algo confuso, devolviéndole el abrazo con torpeza.

Se separa de mí con cuidado, palmeando mi espalda con suavidad. Todavía está sonriendo cuando cierra la puerta.
Me doy media vuelta con un suspiro y me dirijo a casa. En los pocos pasos que me lleva ir de una casa a otra, me fijo en el cielo. No hay una razón aparente, simplemente me paro a ver la noche tanm oscura y vacía. No soy capaz de ver la luna, por lo que tal vez haya una Luna Nueva. Las estrllas tampoco brillan con demasiada intensidad, supongo que eso es por culpa de la contaminación lumínica que hay en el pueblo, pese a que sea uno pequeño.
No tengo ni siquiera que preocuparme porque Taylor no vaya a dejarme entrar, ya que se encuentra en el marco de la puerta, esperándome. Sus cejas están arqueadas, esperando que le cuente una gran historia de amor, de un primer encuentro, de la reacción de Bella al verme demás. Me encojo de hombros como si tal cosa y paso por su lado para entrar en casa. Dejo el abrigo en el perchero mientras escucho cómo la puerta se cierra. Camino hacia el salón, escuchando como ella viene corriendo detrás de mí, todavía esperando que hable. Al ver que no empiezo a contarle nada, y simplemente me siento en el sofá, ella decide empezar la conversación.

--¿Y bien?
--Hemos hablado un poco-resumo los minutos escasos que hemos estado juntos.
--Y tan poco, no te ha llevado mi veinte minutos.
--¿Ya? ¿Eso es todo? ¿Qué ha pasado? ¡Cuéntame algo!-exclama, histérica perdida.

Suspiro, girando mi cabeza hacia ella. En sus ojos azules puedo ver más curiosidad junta de la que he visto en mi vida.

--No estaba en uno de sus mejores días-contesto en un suspiro, negando con la cabeza-Solo...se ha disculpado conmigo por no salir a cantar al jardín y...se ha ido a su habitación.
--¿Y ya?-de nuevo pregunta sorprendida-¿No habéis...no sé, hablado de vosotros?
--No estaba en uno de sus mejores días-repito, antes de girar la cabeza de nuevo hacia la televisión-Al menos no está enfadada conmigo, ni...ha perdido la cabeza con eso de que soy su ídolo-añado en voz baja.
--¿Cómo puedes ser capaz de confortarte con tan poco?

Y algo en el tono de su voz hace que la vuelva a mirar. Veo como hay algo de molestia ahora en su rostro, y en el mío de inmediato se instala un ceño fruncido. No me ha gustado nada cómo lo ha dicho, como...ha sido como si la hubiera insultado.

--Es suficiente para mí. Y suficiente para ella. No se encuentra bien y no quiere hablar conmigo, ni con nadie. No voy a obligarla a hacer algo que no quiere.Ya sabe quien soy y sabe que me preocupo por ella. Si quiere hablar conmigo me lo hará saber de una manera u otra. No me estoy conformando, estoy al tanto de que no está bien y me adapto a ella y a sus necesidades para que no se sienta peor. Eso es todo.

Taylor no responde. Se limita a girar la cabeza hacia la pantalla, sabiendo que no debe de pinchar más en el tema. No a menos que quiera empezar una discusión.


Narra Harry.
Muevo de un lado al otro los pocos trozos que quedan de mi cena en el plato. Dirijo mis ojos al reloj para ver cómo son casi las nueve, y acto seguido los llevo al plato de enfrente. Louis ni siquiera ha bajado para cenar, y eso que le he llamado desde el otro lado de la puerta, sin irrumpir en su espacio vital. Incluso le he pasado una nota por debajo de la puerta, solo por si no quería hablar conmigo directamente. No me ha llegado a devolver la nota, así que doy por hecho que quizás ni la haya visto.
Me meto en la boca lo que queda de pescado del plato y me levanto para llevarlo al lavavajillas. Cojo el de Louis, le pongo encima un papel de film transparente, y lo meto en el frigorífico, con la esperanza de que en algún momento baje a la cocina (posiblemente mientras yo esté durmiendo) y coma algo.
Salgo de la cocina, dejando la luz apagada tras de mí, y todo se sume en la negrura a mi alrededor. No hay ni un solo ruido en toda la casa, todo es silencio y oscuridad. Algo empieza a trepar por mi pecho al encontrarme tan solo, en medio de mi recibidor, que dada la poca luz se ha convertido en la nada. Tanteo con mis manos por la pared, cerca del marco de la puerta, sabiendo que tiene que haber un interruptor de la luz, pero por algún motivo no lo encuentro, y empiezo a sentir como eso que trepa por mi pecho, no es otra cosa que histeria.
Para cuando consigo encontrar el dichoso interruptor, me encuentro sudando y jadeando, asustado como un niño por un poco de oscuridad. Pero el problema no es la oscuridad, es el sentimiento de vacío, el recuerdo del vacío, de la nada, de la soledad. Por eso le pedí a Louis que viviera conmigo: para no estar solo, para que siempre hubiera alguien que hiciera ruido en la casa. Pero ahora es como si él no estuviera, y el sentimiento que me produce no me gusta en lo más mínimo.
Apoyo mi espalda contra la pared, recordándome que soy estúpido, que me estoy asustando por una chiquillada. Para cuando me convenzo de eso y creo estar más tranquilo, el timbre de la casa suena repentinamente, y yo tengo que taparme la boca para no soltar un chillido histérico. Recuerdo la hora que es, y pienso en que no es excesivamente tarde, aunque sí lo suficiente como para andar haciendo visitas. Bien podría ser una emergencia, que a alguien se le hubiera parado el coche en medio de la calle y haya decidido acercarse a preguntar si pueden usar mi teléfono. También podría ser Anne, o sea, mamá, que necesita hablar conmigo, al fin y al cabo también está sola en casa ahora. O incluso alguno de los chicos solo por hacer una visita. Quizás hasta sea mi hermana, que ha decidido volver pese a que le haya dicho que no se preocupara, ahora me estoy arrepintiendo de no haberla pedido que se quedara conmigo. Pero ya puestos a mencionar todas las posibilidades, podría ser un maníaco peligroso, un asesino en serie, un secuestrador... y yo aquí solo, sabiendo que a Louis no se le ocurrirá salir de su habitación pese a que esté pidiendo auxilio.
No, está claro que no debería abrir la puerta, solo por mi propia seguridad. El timbre suena de nuevo, esta vez acompañado por un toque en la puerta. No, no voy a abrir, no sin saber quien es. Y como si lo hubiera dicho en voz alta, escucho una aguda voz al otro lado de la puerta.

--¿Hola? ¿Hay alguien? Soy Lida.

Lida. Ella siempre me hace sentir mejor. Seguro que es capaz de rellenar el silencio y el vacío que Louis ha provocado, al menos durante unos minutos. Ni siquiera echo un vistazo por la mirilla para comprobar que es ella. Abro la puerta de un tirón, sintiendo como ya debo de estar sonriendo como un idiota.
Pese a que la única iluminación que hay es la del pasillo, puedo ver cómo sus ojos ahora están completamente grises, y su pelo hoy tira más hacia el castaño que hacia el pelirrojo, además de estar revuelto, como de costumbre. Me río entre dientes al pensar cómo me recuerda a una de esas brujas buenas de los cuentos, que viven en el bosque entre flores y hadas, y al mismo tiempo, me sorprendo de lo rápido que puede cambiar mi miedo por la ilusión, por la felicidad que me causa verla.
Veo cómo frunce el ceño ligeramente, dudosa, y antes de ser capaz de decir nada, la rodeo con mis brazos, pegándola a mí. Siento cómo me devuelve el abrazo lentamente, con inseguridad, pero de ninguna manera se separa de mí, lo cual agradezco. Sé que rompemos el tiempo que hay limitado entre un abrazo normal, o un abrazo de saludo, y uno que ya tiende a ser raro y preocupante, pero tampoco me importa, no mientras a ella no le moleste.

--¿Harry?-su voz resuena en mi pecho. Me veo obligado a romper el abrazo para dejarla hablar. Repentinamente la vergüenza sube a mis mejillas, ya que no tenía derecho ninguno a abrazarla así sin más, pero está claro que no he podido evitarlo.
--Lo-lo siento-respondo y me aparto de ella un pie más hacia atrás, solo por darle espacio, por no hacerla sentir incómoda-Es que...me alegro de verte-admito sin mirarla a los ojos. Tarda unos segundos en responder, segundos en los que yo me planteo disculparme de nuevo, o al menos mirarla a la cara, para saber qué expresión tiene.
--Estás bien-no es una pregunta, sino una afirmación, llena de sorpresa. Sonrío débilmente, todavía con mis ojos puestos en el suelo, y asiento con la cabeza.

Entonces es cuando sus brazos me rodean a mí de improvisto. La miro algo sorprendido, encontrando poco más que pelo rizado, ya que su mejilla está colocada contra mi pecho, de todas formas sonrío, de nuevo devolviéndola el abrazo.

--Estoy bien-confirmo en voz baja, aprovechando para colocar mi mejilla en la cima de su cabeza. Resulta sorprendentemente cómoda la postura, puesto que sale de forma natural gracias a nuestros respectivos tamaños.
--Me alegro de que lo estés...-susurra, todavía sin despegarse de mí, lo cual agradezco.

De nuevo nos pasamos los límites de un abrazo normal, y nos quedamos largos minutos de esa manera: en la puerta de mi casa, rodeándonos, sin decir nada. Tampoco hay necesidad de romper el momento con palabras sin sentido.
El sonido de una puerta es lo que me hace reaccionar. Me doy media vuelta, quizás de forma demasiado brusca para estar abrazando a alguien. Louis está en lo alto de las escaleras, mirándonos con los ojos muy abiertos. Esos mismo ojos ya no solo muestran el pánico y el cansancio de hace horas, sino también cierta dolencia que contrasta con el miedo a estar cerca de mí. Por lo que creo entender, no quiere estar cerca de mí, pero tampoco quiere que otros lo estén. No es justo para mí, pero lo entiendo, y entiendo que le duele encontrarme así.

--Lou, no es lo que pa-

No me da tiempo a terminar la frase, ya que se da media vuelta y se vuelve a la habitación.
Genial. Sale por la razón que sea, puede que porque ha escuchado la puerta abrirse y no cerrarse, y lo que se encuentra es conmigo abrazando a Lida. Insisto en que no tiene derecho a molestarse, pero aún así me preocupa haberle hecho daño.
Muerdo mi labio inferior, cerrando los ojos por un segundo, antes de girarme hacia mi acompañante. Sus ojos grisáceos ahora están llenos de confusión de nuevo, antes de dirigirlos a mí. Siento la imperiosa necesidad de apartar la mirada, ya que no me resulta de lo más cómodo mirarle a los ojos a alguien, mucho menos a esa distancia, pero de alguna forma, no puedo dejar de hacerlo. Es terriblemente contradictorio y placentero.

--¿Qué le ocurre?
--Nada. No es nada-respondo tratando de no parecer tan nervioso como lo estoy.
--¿Estás seguro?-arquea una de sus cejas, haciéndome saber que no se ha tragado mi respuesta. Me limito a encogerme de hombros como si eso fuera a quitarle importancia al asunto.

Antes de que me pregunte de nuevo, hago que pase, cerrando la puerta detrás de ella. Llegamos al salón, y después de ofrecerle algo de comer o de beber, y de preparar un té para ella, nos sentamos en el sofá. Trato de mantener una conversación banal y sin sentido durante todo el tiempo que me es posible, pero los temas se me acaban y finalmente es ella la que habla. Para mi sorpresa, no es acerca de mi repentina recuperación, lo cual en el fondo agradezco: temo que si hablo mucho de ello, vuelva a encontrarme en una cama, luchando contra mi propio cuerpo.

--Louis sigue celoso, ¿verdad?-pregunta antes de darle un sorbo a su bebida caliente. Pese a sus movimientos, sigue manteniendo la mirada en mí.
--Algo así-murmuro. Ahora lo que se me hace difícil es dejar de mirarle directamente.
--¿Y tú?-esta vez el que arquea una ceja soy yo, confundido por esa pregunta tan ambigua a la que no sé qué espera que responda.
--¿Yo qué?
--Que si sientes algo por él, ya sabes-lo dice como si tal cosa, dejando la taza en la mesita del salón.

Mis mejillas empiezan a sentirse cálidas de nuevo, y finalmente aparto mis ojos de los suyos, sintiendo cómo la vergüenza ya es insoportable. Carraspeo un poco y cambio mi posición en el sofá, buscando tiempo para responder, buscando una respuesta clara que darle. Ella espera con paciencia, sin una sola mueca que me indique que debo de darme prisa en responder.

--Eh...sí, creo...supongo que sí-apenas susurro. Lida no parece ni siquiera sorprendida, sino más bien orgullosa de sí misma.
--Te dije que hacíais una pareja súper mona.
--Seguimos siendo solo amigos-me apresuro a decir, antes de que se apunte un tanto que todavía está a medio camino (si es que así puede decirse).
--¿Y eso por qué?
--Tiene bastante miedo.

Miro hacia otro lado, con una mueca de sorpresa y extrañeza. ¿Por qué le estoy contando todo esto? ¿Cómo es que me infunde tanta confianza si solo me está preguntando como cualquier otro podría hacerlo? Niego ligeramente con la cabeza, todavía confuso, para volver a dirigirme a ella.

--Es normal que lo tenga, ¿no crees?-su tono de voz es tan comprensivo, como si entendiera a la perfección la mente de Louis, que me hace olvidar lo joven que es y me hace pensar de inmediato en Ally. Es como si estuviera hablando con ella de alguna forma... De todas formas tendría que llamarla para hacerle saber que ya me encuentro bien.
--Supongo-admito en un suspiro.
--¿Acaso tú no lo tienes?
--He pasado por muchas crisis de identidad a lo largo de este último año, acompañadas de experimentos con mi sexualidad-respondo de nuevo como si tal cosa, sin saber qué me empuja a decirle esas cosas con una tranquilidad similar a que si le estuviera hablando del tiempo. Aún así, me encojo de hombros, quitándole importancia-Ya me espero de mí mismo y de mis inclinaciones cualquier cosa-añado con una sonrisa, que rápidamente le contagio.
--Eso está bien-confirma con un asentimiento de cabeza, antes de inclinarse a coger su taza de nuevo.
--Me toca preguntar-digo con seguridad, aprovechando que está bebiendo-¿Qué haces aquí tan tarde?
--Venía a ver cómo estabas-responde sin dudarlo, una vez ha dado otro sorbo a la bebida.
--Pero es tardísimo.
--Bueno, tengo una vida ¿sabes?-ríe bajito, antes de dar otro sorbo y acto seguido volver a colocar la taza en la mesa-Ya sabes, estudios, familia, amigos, una vida personal...

Me gustaría poder decir lo contrario, pero el término "vida personal" me ha llevado directamente al término "Novio" y a su vez, a un sentimiento de celos que, al igual que los de Louis, son injustificables e injustos, en este caso para ella.
Lida es solo mi amiga, y tal y como están las cosas con Louis, casi que mejor que solo lo sea, a fin de cuentas, no sé cuándo voy a ser capaz de hablar con él. Bien podría ser dentro de una semana, o bien mañana mismo. Sea cuando sea, de alguna forma podríamos debilitar su miedo hacia mí y lo que sea que le preocupa, hasta que vuelva a sentirse cómodo conmigo y...bueno, lo que tenga que ocurrir ocurrirá.
Y por mucho que lo piense, sigo sintiéndome engañado de alguna forma por ella. Nunca ha hecho ningún movimiento ni ningún comentario que me haga pensar que es una muy clara indirecta, aunque claro está, que en mi cabeza o bien todo son indirectas, o nada lo son, por lo que tampoco puedo fiarme de mí mismo. En cualquier caso, no tengo derecho a sentirme dolido porque tenga una vida aparte de mí, una vida íntima y amorosa con otra persona. Sé que nunca llegaré a creerme algo así.

--¿Pasa algo?-pregunta extrañada, sacándome de mis mil y un pensamientos enrevesados.
--No, no-sonrío de forma que parezca convincente-¿Por qué lo dices?
--No lo sé... te has quedado muy quieto y...muy callado. Pensé que...te habías ido de nuevo-dice lo último casi en un susurro, como si tuviera el mismo miedo que yo a que a fuerza de hablar de ello, vuelva a aparecer. Niego con la cabeza, todavía sonriente, haciéndole saber que sigo aquí.
--Estoy bien.
--Me alegro-de nuevo repite, con un tono lleno de sinceridad.

De alguna manera, el tiempo pasa lo suficientemente rápido como para que, lo que a mí me han parecido minutos, se conviertan en más de una hora. Ella también parece darse cuenta de ello, ya que mira el móvil y frunce levemente el ceño.

--Puedes quedarte a dormir, si quieres-ofrezco con amabilidad.

En mi cabeza me voy haciendo a la idea de dormir en el sofá, ya que Louis no va a estar dispuesto a abrirme la puerta, mucho menos a dormir conmigo, y no me parece correcto dormir con ella. Sé que lo ha hecho con anterioridad, pero no era la misma situación: ella lo hacía porque sabía que me hacía sentir bien. Ahora ya sabe que estoy bien, por lo que no habría excusa para dormir juntos, aunque solo fuera cosa de amigos.
Ella niega con la cabeza, sonriente, mientras se levanta del sofá. Yo imito sus movimientos.

--No te preocupes, todavía pasan autobuses.
--Puedo llevarte a casa en coche-insisto en no dejarla ir, no tan rápido. No quiero quedarme solo de nuevo.
--Muchas gracias, pero de verdad que no hace falta. No quiero molestarte.
--De verdad que no es molestia-y sé que mi voz ha sonado más desesperada de lo esperaba, ya que me mira algo dudosa. De alguna manera, ella sabe lo que debe de estar pasando por mi cabeza como para que insista tanto.
--Bueno, está bien...Puedes llevarme en coche.

Muerdo mi labio de nuevo y asiento con la cabeza. Me trago la vergüenza y el sentimiento de patetismo que me inunda. Ahora sabe lo desesperado que estoy por estar junto a ella. Perfecto.
Escribo una nota rápida en un papel cualquier y la meto por debajo de la puerta de Louis, haciéndole saber que no tardaré en volver. Cojo las llaves del coche y con una sonrisa lo más estable que puedo mantener, le abro la puerta para que salga. Realizo el mismo movimiento en la puerta del coche, y a ambas cosas ella me sonríe mínimamente, susurrando un gracias.

--¿Estás bien?-pregunta de repente, entre indicaciones de como llegar a su casa.
--Sí, ¿por qué?-digo sin apartar la mirada de la carretera, sabiendo perfectamente la respuesta.
--Me ha sorprendido la insistencia en acompañarme-contesta ella-He pensado que tal vez querías hacer tiempo para hablar conmigo de algo.
--No, no-digo con rapidez-¿Giro por aquí?
--Sí, por aquí-confirma ella, antes de volver al otro tema-Está bien si quieres hablar conmigo, de lo que sea, a mí no me molesta. Me gusta saber que puedo ayudarte-de nuevo el tono de su voz es increíblemente sincero.
--Me gusta hablar contigo-confieso-Me hace sentir mejor. Me haces sentir mejor.
--Entonces puedes hacerlo, no hay problema. Me gusta hablar contigo-confirma, esta vez con voz alegre, que por alguna razón a mí no me contagia. Me veo obligado a forzar una sonrisa de nuevo.

Minutos después estamos en la puerta de su casa. Se despide de mí con un "Hasta mañana" y un beso en mi mejilla, y sale del coche. Espero hasta ver cómo se mete en casa, y se despide de mí con la mano una última vez antes de desaparecer tras esa puerta. El sentimiento de soledad vuelve a mí me inmediato.
Dejo caer la cabeza contra el volante, asegurándome de no apoyarme en el claxon y despertar a medio vecindario.

--¿Qué se supone que estoy haciendo?-me pregunto a mí mismo, con los ojos cerrados-¿En qué te estás metiendo ahora, Harry Styles? Eres todo un imán para los problemas. Eres el mayor creador de problemas de la historia. Están los creadores de la bomba nuclear y después tú-me regaño a mí mismo, sin moverme de mi posición.

Finalmente cojo aire y separo la cabeza del nombrado volante. Enciendo la radio para así sentir que hay ruido a mi alrededor, que hay alguien a mi alrededor, aunque solo sea un programa de bromas de mal gusto. De esa manera vuelvo a casa, donde me espera otro problema, otro problema con nombres y apellidos.


lunes, 11 de julio de 2016

Capítulo 80. Asustado.

Narra Ane.
Miro con cierta preocupación la puerta del salón, al ver como ni Niall ni Harry vuelven. No puedo evitar pensar en lo peor, en que justo en el momento en el que Harry se recupera, viene ella y lo estropea todo. En que ahora mismo Harry está teniendo otro de sus ataques en los que se va a la nada, en que está intentando quitarse la piel a tiras y Niall intenta evitarlo. Me tranquilizo al pensar que si eso estuviera pasando, Niall me estaría llamando a gritos.
¿Entonces qué están haciendo? ¿Qué están hablando tanto Harry y Marta? ¿Qué está haciendo Niall que no vuelve? Si es que tendría que haberme quedado yo para poder pararla los pies. Seguro que ya le ha convencido de que el niño realmente es suyo y Harry como tonto va a empezar a soltar billetes como si no hubiera mañana.

--No pares...-un murmullo agudo hace que me dé cuenta de que he dejado de peinarle.

Louis se encuentra sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en el sofá, justo entre mis piernas, mientras yo le peino con suavidad. Le hago mínimas trenzas que se deshacen solas ya que no tiene el pelo lo suficientemente largo ni rizado como para que se queden sin una goma del pelo.
Al parecer, el único al que no quiere tener cerca es a Harry. No se lo he preguntado, pero tampoco es necesario ser Doctor Honoris Causa.
No tengo ni idea de cómo van a arreglar esto si Louis no quiere saber nada de él. Ni siquiera sé cómo van a seguir viviendo juntos si no se pueden ni ver, si Louis no quiere verle más bien.
Me centro en seguir acariciando su cuero cabelludo. Él hace un sonido de satisfacción y deja caer su cabeza contra mi muslo.
Nunca en la vida me imaginé que a Louis le gustara tanto que le acariciaran el pelo, no como para que se quede en este estado. Casi puedo asegurar que se está durmiendo.
Entonces me topo con una irregularidad en su cabeza, a un lado de ésta, cerca de la oreja. Justo donde se acariciaba como un loco hace apenas unas horas. Él se pone tenso de inmediato.

--¿Te he hecho daño?-pregunto dudosa.
--No-apenas dice en un susurro.

Muevo mis manos hacia el otro lado, buscando los mechones más largos para poder intentar hacer más trenzas pequeñitas. Todo su cuerpo se relaja otra vez. Lo único que se escucha a nuestro alrededor es el sonido de la televisión. A Richard Castle intentando resolver otro asesinato con su perspicacia y sentido del humor tan infantil. Louis ríe bajito ante una de sus ocurrencias, mientras yo sigo peinándole.
Al escuchar a alguien venir hacia aquí, giro mi cabeza cual búho, esperando que no sea Andrew, porque como lo sea, no creo que vaya a tener paciencia como para escucharle decir tonterías. Para mi profundo alivio, no es otro que mi rubio prometido.
Niall nos mira algo confusos, supongo que porque nunca nadie se habría esperando encontrar a su amigo siendo peinado por su prometida. Me limito a encogerme de hombros, antes de preguntarle ansiosa con la mirada si Harry está bien. Él asiente con la cabeza como respuesta.

--¿Y ella? ¿Se ha ido?-no puedo evitar preguntar, en voz no demasiado alta.
--Se ha ido.
--¿Quién se ha ido?-Louis interviene, sin dejar de mirar la pantalla. Mueve un poco su cara contra mi pierna, recordándome que le estaba peinando. Sin dudarlo vuelvo a mover mis dedos por su pelo.

Miro a Niall y veo cómo él tiene la misma expresión de duda que puedo tener yo. Si Louis no quiere saber nada de Harry...¿tampoco querrá saber que ha estado con Marta? Al castaño tampoco le cae como para tirar cohetes Marta, no por nada, sino porque hizo daño a su...bueno, a Harry. Quizás hacerle saber que ella ha vuelto para hablar con Harry, saca al Louis protector de siempre y hace que se le olvide por completo lo de beso y ese venazo homófobo sin sentido. Por otro lado, ¿quién puede asegurar que en vez de eso, no va a ir tras Marta y a irse con ella, a apoyar todas sus decisiones (seas cuales sean) porque son básicamente en contra de Harry?
Ninguno de los dos sabe qué hacer. El chico sentado en el suelo se gira para mirar al rubio, esperando una respuesta.

--Marta-respondo sin tapujos.

Louis de nuevo se queda tenso. No puedo ver su expresión, pero dada su respuesta y su tono de voz, puedo imaginármelo.

--¿Y a qué se supone que ha venido?-su voz es baja y cortante, para nada contenta al saber las noticias. Eso es algo bueno ¿no? Significa que se preocupa por Harry y por lo que pueda hacerle ¿verdad?
--Quería...hablar con Harry-responde Niall con cautela, bajando un poco el tono de voz al pronunciar el nombre de Harry.

Detengo a propósito esta vez las caricias, esperando su respuesta, su reacción. Tan solo se mantiene con los ojos fijos en la pantalla, tan tenso que cualquiera podría notarlo. Siento cómo se mueve hacia un lado, incómodo, casi parece que se va a levantar, y por un segundo tengo la certeza de que va a ir a enfrentar a Marta si fuera necesario, a estar con Harry. Pero algo parece impedírselo, y se queda sentado en el suelo.

--¿Está...está bien?-susurra con voz temblorosa, y no hace falta saber que está hablando del chico de rizos.

Su mirada está gacha, puesta en el suelo. Está claro que no es el Louis de siempre...pero no es el desquiciado. No quiere ver a Harry, pero no puede evitar preocuparse por él. Es como...si intentara alejarse de él, poner una distancia entre ellos...para no lanzarse a sus brazos.

--Sí, creo que...se han despedido para siempre. Harry está en el recibidor.

Louis asiente con la cabeza débilmente, antes de volverla hacia la televisión. Sube una de sus manos hasta el sofá, tanteando en busca de algo. Cuando encuentra mi mano, la coge con cuidado y la vuelve a poner en su cabeza, mientras la apoya en mi pierna una vez más. Empiezo a hacer círculos en su pelo, pero mis ojos están puestos en Niall. En sus ojos azules puedo ver la lástima y la duda que Louis le provoca. No tarda en subir su mirada hasta la mía.
De nuevo nos preguntamos mutuamente qué hacer. Si quedarnos, si irnos. Si decirle a Harry que se quede con él o que se meta en su habitación y no salga si no es estrictamente necesario. Si llamar a María, por si acaso sabe algo, por si esto le ha ocurrido más veces a Louis; a Lucía, por la misma razón, aunque sabemos que no va a sernos de ayuda; a su madre incluso, que seguro tiene que tener una mínima idea de qué es lo que le pasa a su hijo...
Y la verdad es que no nos queda otra que no sea experimentar con la situación.

--Dile que entre-le susurro, casi sólo articulo los labios, para que Niall entienda qué es lo que pretendo hacer. Su respuesta es fruncir el ceño, confuso, y negar con la cabeza.
--No creo que sea buena idea...
--No lo sabremos si no lo intentamos-pero en sus ojos todavía se muestra la duda, y sé que si lo hace, que si llama a Harry para que entre, no lo va a hacer porque realmente piense que es una buena idea, sino porque yo se lo he pedido.

Creo que más bien decide que no merece la pena discutir en estos momentos y se levanta sin más, dejando un beso en mi mejilla y una caricia en el hombro de Louis. Éste no parece enterarse, o si lo hace, prefiere ignorarlo.
Niall sale de la habitación, mirándome todavía dudoso, poco convencido. Yo me limito a seguir acariciando a Louis, como si eso pudiera arreglar algo si de repente, vuelve a su preocupante estado anterior.
Mientras, pienso en si vamos a tener un solo día en el que no nos pase nada a ninguno. La verdad es que parece que, en efecto, no hay día que no nos pase algo preocupante...salvo tal vez a Liam y Alejandra. Deben estar tan acaramelados y tontos con su bebé, que ni siquiera se acuerdan de que tienen unos amigos.
Se escucha un murmullo fuera de la habitación y acto seguido, unos pasos tranquilos caminar hacia nosotros. Ya no son solo los de Niall, y Louis se da cuenta. Siento como una de sus manos llega hasta mi pierna, como si estuviera agarrándose a ella. Como si eso fuera a sacarle esos contradictorios pensamientos de la cabeza.
Tanto Harry como Niall aparecen en la habitación. Mi mirada viaja a mi hermano de inmediato, comprobando que se encuentra bien, tal y como me había dicho Niall. No parece que nada haya cambiado en él, no parece hecho polvo, cansado ni decaído. Todo exteriormente se ve bien, salvo que su sonrisa está desaparecida. Sus ojos están clavados en el chico pequeño que está casi acurrucado junto a mí, al igual que los de Niall, esperando a que diga algo, a que haga algo.
Ninguno de los cuatro decimos nada. El único ruido sigue siendo el de la televisión, mas el añadido que cada uno debe de sentir de sus propios corazones más o menos frenéticos, y el de nuestras respiraciones, más o menos alteradas.
Mantengo tanto mis caricias como mis ojos en Harry. Él me devuelve la mirada, y parece como si me estuviera pidiendo una solución, como si estuviera esperando a que yo le dijera lo que tiene que hacer. Como si yo supiera tan siquiera lo que le pasa a Louis. No me queda otra que retirar la mirada lentamente, indicándole que todo queda en sus manos.

--Hola, Lou-dice en un tono bajo, tranquilo, tan dócil que casi parece irreal.

Y aún así, Louis se asusta. Sé que se asusta y que no se enfada porque aprieta su mano en mi pierna, pegándose más a mí, igual que hacen los niños con sus padres cuando algo les atemoriza. Y está claro que Louis está terriblemente asustado de Harry por alguna razón que aún desconocemos. Está de más decir que ni siquiera responde.
Sé que no debería meterme, que si lo hago, puede que solo lo fastidie más, pero ver a Louis, al vivaracho de Louis, al alegre de Louis, al...al fuerte de Louis... en este estado de temor, de vulnerabilidad, me está haciendo tanto daño como pudiera hacérmelo el ver a mi propio hermano así. Parece tan pequeño en estos instantes...

--Está bien, Lou-susurro tranquila, bajando una de mis manos a su mejilla-No pasa nada...

Ante mis palabras, siento cómo sus dedos se aflojan un poco de mi pierna. Puedo jurar que no sé por qué funcionan mis palabras, mis caricias, y no las de Niall, quien estoy segura que ha intentado tranquilizarle de la misma manera, y sin embargo solo ha conseguido ponerle más nervioso. Niall es increíble consolando, tiene muchísima paciencia y da unos abrazos tan tiernos que te dan ganas de no soltarle nunca, porque consigue hacerte sentir seguro, aunque fuera se esté desatando una guerra nuclear. Yo por el contrario, sé decir poco más que "No pasa nada", "Todo está bien" y "No te preocupes", por no decir que ni siquiera sé cuando una persona necesita o no un abrazo, una caricia o simplemente silencio. Yo soy pésima ayudando a la gente...y eso es lo que parece estar ayudando a Louis.
Ninguno de los dos chicos que están en la puerta del salón dicen una palabra, se mantienen callados y quietos, como estatuas, una vez más esperando a que yo haga algo.
Para mi sorpresa, es el mismo Louis el que nos da la solución. El único problema, es que lo dice tan bajo que apenas puedo escucharle.

--No te entiendo, cielo-le digo con toda la calma del mundo.
--Que se vaya...-esta vez alza un poco más la voz, esa aguda y temblorosa voz. Por la mirada afligida de Harry, sé que también lo ha escuchado.
--Louis, por favor-la desesperación es palpable en la voz de mi hermano, y le lleva a dejar su intento de ser cuidadoso y tranquilo-solo explícamelo. Déjame entenderte-avanza dos pasos demasiado rápidos hacia nosotros, y eso es todo lo que Louis necesita para romper su calma.

Se levanta de un salto, y se aleja hasta casi tocar la pared opuesta a la que ahora mismo está Niall. Lágrimas recorren sus mejillas, y de inmediato se lleva una mano a la cicatriz que apenas acabo de descubrir en su cabeza.

--¡DÉJAME!-chilla con voz rota.
--¡Louis por favor!-Harry le pide y me sorprende escuchar como su voz también se entrecorta. Dirijo la mirada hacia mi hermano para ver sus ojos vidriosos, aunque todavía no se derramen las lágrimas. El rechazo, la repulsión de Louis, le está haciendo pedazos. Espero y deseo con todas mis fuerzas, que no le vaya a causar lo mismo que la última que le hizo daño.
--No. Te acerques. A mí-el más bajo habla con la espalda pegada a la pared. Sus ojos de nuevo se mueven rápido de unos a otros, vigilando que ninguno se mueva de su sitio, que avance hacia él.
--No voy a hacerte daño...-la voz de mi hermano sube una octava, y sé perfectamente que es a causa del nudo que debe de estar formándose en su garganta-Nunca te haría daño...

Louis sacude su cabeza, no sé si negando las palabras de Harry o tratando de apartarse algún pensamiento de la cabeza. A ninguno nos da tiempo a reaccionar cuando sale corriendo de la sala, esquivando tanto a Harry como a Niall. Se escucha como sube las escaleras y acto seguido un portazo.
Por un segundo ninguno de los tres se atreve a respirar.
Yo miro a Harry. Harry mantiene la mirada en la pared en la que Louis estaba apoyado. Niall me mira a mí, sorprendido, confundido, y acto seguido a Harry. Harry ahora posa su mirada en mí, completamente roto, perdido, pero no de una manera que pueda haber visto durante su tiempo en cama sin reaccionar. Eso me tranquiliza más de lo que debería.
Me levanto con cuidado del sofá, sin querer alterar el extraño silencio. Al ver que me muevo, Harry también lo hace, y sin dudarlo se da media vuelta y parece dispuesto a subir.

--Harry, no-respondo con la voz más contundente de lo que me esperaba. Él se detiene de inmediato y se gira para mirarme, totalmente perdido-No quiere verte...
--Pero yo...yo solo quiero hablar con él y...
--No quiere-le interrumpo-Está asustado.
--Yo nunca le haría daño-insiste en ello, cada vez más descompuesto, sin saber qué más decir, qué más hacer para arreglar esto.
--Lo sé, Harry. Sé que nunca le harías daño, pero...ahora no quiere hablar contigo.
--¿Y qué hago?-susurra, tembloroso de nuevo. Puedo ver como se cruza de brazos y más bien acaba por abrazarse a sí mismo.
--No lo sé-confieso-No sé qué le pasa. Tan solo...déjale su espacio, ¿está bien? No te acerques si él no lo hace...
--Pero...
--No le presiones.

Acaba por rendirse, agachando la cabeza y dejando caer sus hombros. Me acerco a él con paso cauteloso y de inmediato le abrazo, consolándolo sin saber si es lo que realmente quiere, si lo que realmente necesita es que le abrace. Al parecer acierto esta vez, ya que me devuelve el abrazo con fuerza, pegándose a mí de la misma manera.

--¿Quieres que nos quedemos aquí contigo?-le ofrezco sin dudarlo. Él niega con la cabeza como respuesta-¿Estás seguro de que quieres quedarte a solas con él?-esta vez asiente. Yo paso una de mis manos de arriba  bajo de su espalda-Entonces prométeme que no vas a hablar con él otra vez si él no lo quiere-no hay respuesta verbal ni no verbal-Harry...has visto lo que ha pasado cuando lo has intentado, ¿crees que te merece la pena? Le hace daño que le presiones...
--Yo solo quiero que esté bien conmigo...otra vez-susurra en un hilo ahogado de voz.
--Lo sé, pequeño, pero ahora necesita su espacio, ¿está bien?-de nuevo asiente con la cabeza-Bien... Entonces llámame si necesitas algo, si pasa algo, si le pasa algo a él o...tú te empiezas a sentir mal de nuevo...
--Vale...-sus brazos dejan de apretarme poco a poco, hasta que caen a ambos lados de su cuerpo.
--¿Estás seguro de que no quieres que nos quedemos? Sabes que no nos importa-hablo en plural, ya que Niall no parece tener claro qué decir.
--Estoy bien-responde con la voz lo más estable que puede. Intenta sonreír de nuevo, y lo consigue aunque sea con debilidad.

Nos acompaña a la puerta sin decir nada más. Abraza a Niall, quien le susurra algo que no llego a comprender, haciendo que él asienta con la cabeza. Me abraza a mí, dejando un beso en mi mejilla, y agradeciéndome entre susurros tantas cosas que no merece que me agradezca... Yo le respondo con un "Te quiero" antes de finalmente separarnos, y dejar que cierre la puerta. Ya empiezo a arrepentirme de no haber insistido más en quedarnos con él.
Miro a Niall mientras dejo salir un suspiro. Él se acerca a mí y deja un corto beso en mis labios, antes de subirlos hasta mi frente.

--A mi tatarabuela debió de mirarle un tuerto mientras rompía un espejo y abría un paraguas dentro de la casa-me quejo en apenas un susurro, todavía en el caminito de piedra que lleva de la casa de Harry a la acera.
--No seas tonta. Solo son causalidades...
--No he podido ver a mi hermano en quince años. Cuando le encuentro...mi madre no quiere que le vea, peleamos hasta que me lo cuenta...Un momento de relativa paz y...me peleo contigo, me dejas, se me va la olla... A Harry le deja Marta, le deja aún peor, casi se mata. Ahora resulta que le gusta Louis y...a Louis se le va la cabeza por completo sin motivo aparente, haciéndole daño a Harry de nuevo... ¿a ti te parece medio normal?
--Casualidades-insiste mientras lleva sus manos a mi cintura-Tú y yo estamos bien. Nos queremos mucho. Nos vamos a casar-me recuerda, bajando su mirada hasta que de nuevo llega a la mía-A menos que te arrepientas antes-sonríe de medio lado y lleva una mano a mi mejilla, acariciando con suavidad-Harry ha arreglado las cosas con Marta, y no parece que vayan a volverse a ver en mucho tiempo. Y con Louis...-esta vez el que suspira es él-solo me queda pensar que se va a arreglar. No sé por qué reacciona así, nunca ha reaccionado así.
--Todo ha sido por...un beso-muevo mi cara hasta que queda apoyada en su hombro. Sus brazos me rodean con más fuerza.
--Así que lo del beso sí que es cierto...
--Más o menos. Lo que pasa es que no fue obligado como Louis dice. Fue...mutuo y parecía todo que todo iba bien... No lo entiendo.
--Creo que nadie lo entiende-confirma acariciando mi espalda con las yemas de mis dedos-Será mejor que volvamos a casa... Nos damos un baño calentito, nos acurrucamos un rato en el sofá-enumera mientras reparte besos por mis mejillas y va bajando a mi cuello-pedimos pizza, nos acurrucamos otro rato ¿cómo lo ves?
--Casi imposible-lloriqueo, sabiendo que tantas cosas buenas juntas no pueden ser ciertas-Pero podemos intentarlo.
--Podemos intentarlo-asegura, con una pequeña sonrisa, antes de dejar sus labios sobre los míos una última vez.

Sonrío vagamente en cuanto nos separamos, sintiendo como los labios me cosquillean ante su beso. Hace tanto tiempo que no he podido estar tranquila con Niall, a solas, sin pensar en que algo malo pudiera estar ocurriéndole a Harry... Ni siquiera tengo claro cuántas veces hemos dormido juntos en la última semana: si no era yo la que estaba en casa de Harry, era él, y si no los dos...
Aunque parece que tampoco va a ser esta noche.
Su móvil suena, y de inmediato gruño, apoyando de nuevo mi frente contra su hombro.

--Que no sea nada malo. Por favor...-pido, suplico, imploro.
--Seguro que no es nada-responde con una seguridad y un optimismo que a mí me encantaría tener-¿Ves? Es solo mi hermano-confirma cuando parece haberse sacado el móvil de los vaqueros. Yo me mantengo en mi posición, abrazada a él, todavía suplicando que nos pase una cosa buena sin que una horrible venga detrás-Greg, ¿qué hay?-pregunta con una alegría...que para mi sorpresa no se esfuma. Bien, de momento bien-Espera...-se está riendo. Hasta se está riendo. Esto tiene que ser una buena señal. Me separo ligeramente de él para poder verle la cara. Está intentando con todas sus fuerzas no estallar a reír-¿Cómo se te ha ocurrido? A mamá se le va a ir la olla por completo ... Ah, no, es tu culpa, tío. A mí no me metas .... ¡y a mi novia menos!-exclama divertido y yo le miro algo confundida. Desde que nos prometimos no habla de mí como "la novia", aunque ahora que lo pienso, hace mucho que no le escucho hablar con su familia-Vale, vale, relájate. Iré. Intentaré calmar las cosas ... No-ahora frunce el ceño-No puedo prometerte algo así, Greg. No puedo...secuestrarla y llevarla a donde a mí me apetezca cuando quiera. Tiene una vida-sus ojos se encuentran con los míos, y yo solo puedo mirarle cada vez más estupefacta.
--Irnos a dónde-susurro, pero me hace un gesto de que me calle un momento.
--Bueno, lo intento, pero no te prometo nada, ¿vale? ...  Sí, sí ... Nos veremos cuanto antes, campeón-y por alguna razón estalla a reír, con tanta fuerza que toda la calle nos mira, como es costumbre que pase cuando Niall ríe-¡No me insultes! ¡Soy tu hermano pequeño! ¿¡Así es como me agradeces que vaya a salvar tu culo?! Pienso contarle todo a mamá, que lo sepas. Adiós. Adiósadiósadiósadiós. No se te escucha. Te quiero. Chao-y parece que cuelga.

Le sostengo la mirada, sin entender una mierda de lo que acaba de pasar frente a mis ojos. Él suspira, con una sonrisa divertida, que pronto se convierte en risa floja, lo cual me confunde aún más, aunque de todas formas, me alegra saber que es algo bueno al fin y al cabo. Al menos de momento. Aún así empieza a hablar.

--Mi hermano se ha metido en un lío enorme-dice sin dejar la risa boba a un lado.
--¿Y eso es gracioso?-pregunto confusa.
--No tienes ni idea de cuánto-responde sin dudar-Y lo peor es que tengo que ir yo cuando le dé la noticia a mis padres, porque piensa que yo voy a suavizar las cosas, pero no va a ser así. Aún más, quiere que vengas conmigo porque mis padres te adoran y da por hecho que no se van a enfadar si tú estás presente.
--Bueno, vale...Vamos a Irlanda, me parece...justo, ¿pero qué le pasa como para que haya que suavizar las cosas?
--Espera, espera-responde, pero está claro que no a mi pregunta-¿Quieres ir?
--Claro, soy tu prometida. Es tu familia. No les hemos visto desde antes que me lo pidieras-alzo la mano para mostrarle el anillo, como si lo hubiera olvidado. Es entonces cuando su sonrisa se borra ligeramente y mi tediosa mente no hace otra cosa que empezar a pensar en cosas horribles en cuanto al tema.
--Ah, sí...-muerde su labio, mirándome con una sonrisa torcida.
--¿Ah, sí...qué? ¿Qué pasa?-pregunto, todavía extrañada, preocupada.
--Pues que...um...esto...
--Niall, si es algo malo, dilo ya, porque estoy empezando a ponerme nerviosa-le pido.
--No les he dicho que...estamos prometidos-su sonrisa se amplia, aunque sé que es una nerviosa, forzada.

Me separo de él un paso para así poder mirarle de arriba a bajo. Parpadeo un par de veces, recopilando las palabras, su significado. Que no se lo ha dicho...

--¿Que no les has dicho...qué?-pregunto estupefacta-¿Cómo que no se lo has dicho, Niall Horan?-mi voz va cambiando gradualmente al enfado-Me hiciste decírselo a mi madre porque debía saberlo, ¿y tú no se lo has dicho a los tuyos?
--Puedo explicarlo-responde con rapidez. Su sonrisa nerviosa empieza a ser sustituida por una de diversión otra vez.
--Pues más te vale que empieces porque sino ten por seguro que no entras en casa-digo con más seguridad de la que debería, ya que es él quien tiene coche...y las llaves de casa. No puedo evitar dirigir mi mirada a su automóvil para ver que el de Andrew ya no está. Esta vez sí que ha desaparecido (otra vez)
--¿Me estás amenazando?-Niall pregunta con una ceja alzada, divertido.
--¿Por qué no les has dicho a tus padres que nos vamos a casar?-pregunto sin hacer caso a su cuestión.

Es entonces cuando llego a una respuesta más que válida: no está seguro. No está seguro de que quiera hacerlo, o de que realmente vayamos a hacerlo. Aunque si eso fuera así...él no se preocuparía tanto porque sea yo la que me eche atrás. ¿Y si el problema son sus padres? Él dice que me adoran, pero...pero puede no ser verdad. ¿Qué pasa si en realidad no les caigo tan bien como parece? Su madre es tan tierna y tan buena conmigo que me cuesta creerlo, pero...pero podría ser ¿no?
Una de sus cuidadosas manos llega a mi barbilla, alzando mi rostro hasta que nuestros ojos se encuentran de nuevo. Puedo ver la preocupación de nuevo en sus orbes azules.

--¿Y esa cara triste de repente? ¿Ya estás pensando cosas feas otra vez?-pregunta con tono suave, subiendo su mano hasta llegar a mi mejilla.
--¿Por qué no se lo has dicho?-insisto en ello-¿Es acaso...que no les caigo bien? ¿Crees que no les va a gustar saberlo?
--No, no, no es eso...-niega con la cabeza y una leve sonrisa, que como siempre, me tranquiliza al instante-Mis padres te adoran. Creo que te quieren más que a mí-bromea, pero esa diversión no se me contagia-Estaba esperando un buen momento para decírselo...y al parecer, creo que este va a ser dentro de una semana y para salvar a Greg.
--¿Por qué para salvar a Greg?
--¿Recuerdas que ellos van a casarse? En Marzo, con todo el frío-sonríe todavía tranquilizador. Yo asiento con la cabeza-Pues parece que no han tenido una idea mejor que...tener un hijo antes de que llegue el día.
--¿Qué?-pregunto sorprendida. Él amplia su sonrisa, tratando de no reír una vez más.
--Denise está embarazada.


Narra Zayn.

--Es muy tarde-Mary habla en voz baja mientras baja del coche.
--Es un hospital-respondo imitando sus gestos. Dejo la puerta cerrada tras de mí y llevo mi vista al cielo. Las estrellas apenas se ven a causa de la contaminación-Los hospitales siempre están abiertos, cielo, no lo olvides-añado tratando de sonar gracioso, o algo parecido, pero los motivos que pueden llevarte a un hospital a estas horas no son como para bromear. Los que nos traen a nosotros menos aún.
--¿Y si no están?-pregunta mientras se dirige a la parte trasera del coche. Abre la puerta y para cuando la cierra, lleva a Malcom enganchado a ella-No van a estar despiertos toda la noche.
--Es el Servicio de Inteligencia Secreto. No van a irse a dormir. Los malos no se van a dormir-respondo con toda la obviedad del mundo, aunque debo admitir que en mi cabeza sonaba mejor (y más maduro) ese argumento.

Ella resopla, todavía sin creerse que sea buena idea. En el fondo, razón no le falta. No sabemos cómo llegar a ellos, solo que la última vez parecían estar en algún lugar de este hospital, pero nadie puede asegurarnos que sigan allí, ni que vayamos a encontrarles, ni que vayan a acceder a hablar con nosotros, mucho menos que vayan a ayudarnos a encontrar a Liam y a su familia.
Empezamos a andar en dirección al hospital, a la zona de urgencias con la intención de poder hablar con el doctor Smile...y que él sea el que nos ayude.

--¿Y qué le decimos al recepcionista...o a como se les llame?-María pregunta entre dientes apretados en cuanto atravesamos las puertas-Hola, venimos a ver si pueden salvar la vida de un amigo ¿Que dónde está? Pues no sabemos, para eso necesitamos hablar con los agentes del MI6 que hay en algún lugar de este puto hospital-la irritación y la frustración Tomlinson salen a relucir en ella. Está claro que la paciencia o la tranquilidad no son parte de esos genes.
--No se dicen palabrotas-M la regaña como todo niño haría, aunque rápidamente cambia el tema de la conversación. Nunca dejará de sorprenderme por ello-Están aquí y están esperándonos-dice con un tono firme, buscando con la mirada algo que posiblemente el resto no lograríamos nunca ver-Allí. A la ventanilla seis-habla en tono bajo-Ella está metida en todo el asunto.

Miro al pequeño, que solo mantiene sus ojos fijos en esa mujer de pelo rojo teñido y corto. Hay una mujer con una niña también en brazos, la pequeña se debe de haber pillado los dedos con una puerta y está sangrando entre llantos. Alzo la mirada hasta llegar a María, quien mantiene el ceño fruncido. Al darse cuenta de que la estoy mirando, lo relaja visiblemente y suspira antes de ponerse tras la madre con la niña en brazos.
En cuanto nos ponemos para que nos atiendan, la mujer que está al lado, en la ventanilla contigua, nos ofrece su atención. Yo niego con la cabeza y le hago saber que preferimos esta ventanilla.

--Somos muy supersticiosos-interviene María, con una ancha y falsa sonrisa que debe de haberla costado toda su fuerza de voluntad.
--¿Pero no es el seis un número que da mala suerte?-pregunta confundida.
--Supersticiosos y temerarios-insiste María-Esperemos que no nos atropellen al salir-añade con fingido entusiasmo, que no hace más que descolocar a la pobre mujer. Yo siento mis mejillas encenderse por la vergüenza, ya que es la mentira más gorda y poco creíble de la historia. Malcom también está sonrojado, pero parece que él intenta no reírse ante la cara estupefacta de la señora, quien se da por vencida con nosotros.

Acerco a Mary a mí con un brazo, pegándola a mi costado de inmediato. Llevo mis labios a su oreja, todavía sintiéndome abochornado.

--Sé que puedes mentir mucho mejor, ¿por qué le has dicho eso?-pregunto en un susurro. Ella se gira a mirarme, todavía con esa sonrisa forzada.
--Porque nos van a pillar y nos van a tomar por locos, eso si es que no conseguimos llegar hasta ellos para así, mandarnos a la mierda, así que me da igual lo que piense esa mujer de nosotros.
--Funcionará-M interviene sin la menor duda en su voz.

Se llevan a la niña que había delante de nosotros, junto a la madre, por una puerta que debe llevarla a un doctor de urgencia. Yo cojo aire y tiro de Mary conmigo para acercarnos los tres a la ventanilla. La mujer de pelo rojo nos dedica una amplia sonrisa.

--¿En qué puedo ayudarles?

Trago saliva nervioso, asustado. ¿Qué deseamos? ¿No debería ella saberlo? Debería saber lo qué queremos, o al menos a quien queremos ver. Ese era el plan. Llevo mi mirada a Malcom, pensando en la posibilidad e que se haya podido equivocar esta vez. Pero eso no es posible. No puede serlo. Alzo la mirada hasta que llega a  a Mary, quien solo tiene una expresión confusa, también sin saber qué responder. Para mi profundo alivio, Malcom es quien contesta sin dudar.

--Tanner y Messervy-responde con voz aguda, sonriente. Son los apellidos del hombre y de la mujer de la otra vez-Necesitamos verlos.
--¿Quienes?-la expresión de la mujer intenta ser confusa, pero no puede borrar la sonrisa de su rostro.

Pese a la pregunta de la mujer, a que esté dando por hecho que nos estamos equivocando, Malcom sabe que no es así. Amplía su sonrisa, como si fuera un juego, como si tuviera que adivinar un código o una clave para poder llegar hasta ellos.

--¿Me deja un folio y un bolígrafo, Amanda?-pregunta M con total educación. Miro hacia la mujer, quien tiene un identificador con su nombre puesto en su uniforme de trabajo, y en el que pone Melany. Miro confuso a mi hijo, pero la mujer solo ríe entre dientes mientras le ofrece lo que le ha pedido-Muchas gracias...Mary-la mira con una sonrisa, todavía divertido. Al parecer los únicos que no entienden de qué va esto somos María y yo, y ni siquiera me sorprendo por ello-¿Me bajas por fa?

Ella hace lo que le pide y el pequeño de inmediato se coloca sobre sus rodillas en el suelo. Sin detenerse un segundo a pensar en ello, comienza a dibujar. Apenas dos minutos después y bajo la atenta mirada de la mujer, parece terminar un retrato con todo lujo de detalles de un par de niños que no reconozco. Solo lo ha hecho con un bolígrafo cualquiera de publicidad. Malcom alza los brazos hacia mí, con su obra y el boli en una de ellas y yo le cojo.

--Da igual lo que Danny diga-comenta mientras se estira aún en mis brazos para dejar ambas cosas sobre el pequeño mostrador-Va a ser abogado, uno muy bueno de hecho.

La mujer, Amanda al parecer, ríe de nuevo en bajo y asiente por la cabeza. Sin decir nada, coge el teléfono blanco que tiene al lado y pulsa un único botón.

--Catherine, el señor Malik y la señorita Tomlinson han venido con su pequeño-puedo escuchar que dice, rebajando su tono hasta que casi roza la seriedad. Un mal esscalofrío me recorre al darme cuenta de que en ningún momento le hemos dicho nuestro nombres.

Apenas segundos después aparece esa chica joven y morena a la que María zarandeó y empujó contra una pared. Esta vez también lleva una bata blanca de médico y una sonrisa amable en su rostro. Con un brazo nos indica que la sigamos.
Caminamos entre pasillos de consultas de nuevo, como si tal cosa, como si fuéramos a ver a un médico. La chica no nos dirige palabra mientras camina con paso firme delante de nosotros. Por el rabillo del ojo veo a Mary, que lleva de nuevo un ceño fruncido a causa de la molestia, de la duda incluso. No le cae bien esta chica, y parece que tampoco la idea de ver a ese hombre que la rebajó intelectualmente, por no decir que confía en ellos entre poco y nada. La verdad es que a mí tampoco me hace demasiada gracia tener que encontrarme con ese hombre estirado de marcado acento inglés, el mismo que nos metió en aquella sala, que hizo que mi hijo se pusiera en peligro, solo por una de sus estúpidas pruebas. Pero es literalmente el único que puede ayudarnos.
Malcom sin embargo parece tranquilo. ¿Quién no lo estaría sabiendo lo que va a ocurrir, sabiendo lo que piensan todas las persona a su alrededor? Me tranquilizo al ver que él no está asustado ni preocupado. Doy por hecho que significa que nos van a ayudar a encontrar a Liam, a Alejandra, a Cassandra...y a Matt, a avisarles si están peligro como suponemos.
La chica morena pasa una tarjeta por delante de los botones que hay junto a un ascensor. Éste de inmediato se abre y nos permite entrar dando con que tiene toda la pinta de uno normal y corriente de hospital. Ella pulsa varios botones del mencionado objeto como si fuera un panel, y éstos de quedan encendidos, antes de apagarse al mismo tiempo. No sé si subimos o bajamos, ya que no se siente que tan siquiera nos estemos moviendo. Al salir, estamos en uno de esos pasillos blancos de la última vez. Con algunas de sus puertas casi imposibles de ver, mientras que otras parecen ser el paso a un refugio nuclear.
Aprieto contra mi pecho a M de manera inconsciente, solo de recordar lo que ocurrió la última vez que estuvo metido en una de esas salas. Él como respuesta apoya su rostro en mi hombro, como si así quisiera decirme que todo va bien, aunque conforme nos adentramos más en este sitio, menos confianza tengo a las pocas personas con las que nos cruzamos; a las puertas de aspecto pesado e irrompible, a las blancas que se camuflan con la pared; a la chica que nos guía, todavía sin dirigirnos la palabra; a mis propios pasos.
Alargo uno de mis brazos para poder coger la mano de María. Ésta me agarra de inmediato, tan preocupada como puedo estarlo yo, pero en su rostro solo hay molestia. Sabe perfectamente que alguien debe de ser el duro, el de las respuestas mordaces, el que no se deje avasallar, y también sabe perfectamente, que eso le toca a ella.
Nos detenemos de golpe y sin previo aviso frente a una puerta completamente distinta a las demás: de madera, de aspecto antiguo y frágil, que definitivamente desentona con el aspecto futurista de esta zona del hospital. Todavía dudo de que esto siga siendo el hospital y no otro edificio invisible al exterior o algo por el estilo. Más tarde le preguntaré a M, ya que seguro que es el único que puede responder a esa pregunta.
La joven nos hace un gesto con la mano para que pasemos. Todavía nos sonríe, aunque ni siquiera se despide cuando traspasamos la puerta.
Ante mis ojos hay, lo que a simple vista, parece un despacho. Uno muy normal, como el de un abogado del siglo pasado. Las paredes están recubiertas de paneles de madera antigua, al igual que la puerta. Una de las paredes es un inmenso cristal que nos deja las vistas de toda la ciudad de Londres en medio de la noche. De inmediato llego a la conclusión de que el ascensor nos ha llevado a uno de los últimos pisos. La pared situada a nuestra derecha es una inmensa estantería repleta de libros, mientras que en la que está a la izquierda se pueden ver diversos diplomas, recortes de periódicos antiguos enmarcados, incluso alguna carta. Justo en paralelo a la gran cristalera, hay una mesa grande, del mismo material y color que las paredes de la sala, y tras la mesa, una de esas sillas de ejecutivo, que gira sobre sí misma hasta quedar frente a nosotros.
El señor Tanner nos mira desde detrás de sus gafas con esa fría mirada de ojos grises. Una gran y escalofriante sonrisa se extiende por su rostro marcado por las arrugas en cuanto clava su mirada en Malcom. El niño ni se inmuta, aunque siento como tanto María como yo nos tensamos.

--Pensé que habían declinado mi oferta...-comenta como si tal cosa-Por favor, siéntense, ¿quieren tomar algo?
--La oferta sigue rechazada-responde María sin dudarlo-No quiero que metan a mi hijo en un laboratorio como a un conejillo de indias-ninguno nos movemos de nuestra posición pese a su cortés invitación.
--Parece que todavía no comprende que lo que pretendemos no es explotar su capacidad, sino aprender de ella-sus cejas se alzan, casi con sorpresa-Pero si no están aquí para aceptar tal privilegio como es asegurar la seguridad de su país, a cambio de que su hijo expanda su potencial...¿qué es lo que quieren?
--Necesitamos su ayuda-esta vez soy yo el que responde. Las cejas del hombre de cabello cano se elevan aún más, al tiempo que su sonrisa se hace más grande si cabe.
--¿Mi ayuda? ¿Para qué si puede saberse?
--Un amigo ha desaparecido.
--Llamen a la policía, seguro que solo está de vacaciones-resuelve con simpleza.
--Algo o alguien ha causado un punto ciego en Malcom-insisto, ganándome su atención de nuevo.
--¿Cómo que un punto ciego?

Bajo mi mirada hasta M, quien me la devuelve. Tiene el ceño levemente fruncido, aunque dudo mucho que sea por molestia o enfado. Sé que lo que le voy a pedir a mi hijo no está bien, pero...me recuerdo una y otra vez que solo él, su equipo, puede ayudarnos en estos momentos.

--Enséñaselo-apenas murmuro, pero sé que él me ha entendido.

Dirige su mirada al señor Tanner, quien nos mira perplejos, todavía esperando una respuesta. Mi pequeño mantiene los ojos en él por un segundo, haciendo que el hombre de avanzada edad se quede rígido. Sus ojos están fijos en algún punto de la habitación hasta que por delante de éstos pasa toda la información que Malcom quiere que vea. Cuando vuelve la mirada a nosotros, está pálido y estupefacto, aunque no tarda en sonreírnos, de nuevo con amplitud.

--Sabía que este niño era lo que necesitaba esta organización...-balbucea atónito.
--No estamos accediendo, Tanner-María habla de nuevo.
--Maldita sea, deberían hacerlo-da un golpe contra la mesa de madera que hasta a Malcom le sorprende. Acaba de romper toda su aura de tranquilidad y supuesta superioridad.
--Ahora que lo ha visto, necesitamos que nos ayude a ver lo que hay tras ese punto ciego-hablo, haciendo como si su gesto no me hubiera pillado por sorpresa.
--¿Qué le hace pensar que le voy a ayudar?-pregunta, y de nuevo está ahí su apariencia fría, y hasta cierta punto cruel.
--Hay cuatro ciudadanos ingleses perdidos en algún páramo helado. Hay algo, superior a sus fuerzas, a su organización, a sus inventos y máquinas, que hace que la persona con más conocimientos del mundo, no pueda verlo. ¿No le parece suficiente?

Su rostro cambia al mencionar el tema de que hay alguien mejor que él y que toda su organización que puede frenar a Malcom. Escucho cómo murmura algo por lo bajo, negando con la cabeza, antes de volver a enfocarse en nosotros. Ya no nos sonríe como si estuviera en un pedestal y nosotros a metros bajo él.

--No puedo ofrecerles mi ayuda a cambio de nada. Por mucho que sean ciudadanos ingleses...y por mucho que sea una tecnología increíblemente avanzada.

Me giro para ver a María, y ver cómo tiene la mandíbula apretada. Le falta bien poco para dejar de soportar a este hombre. También gira su cabeza para mirarme, esta vez sin relajar su postura al encontrase con mis ojos. Ambos dos sabemos qué es lo que quiere, y qué es lo que va a conseguir su ayuda. Ambos dos estamos en contra de ello, en contra de dejarle a Malcom, para que experimenten con él, para hacerlo trabajar de Sol a Sol, como si no fuera más que un niño de cuatro años.

--Acepto-la aguda voz de mi hijo llena la habitación. Causa que un escalofrío me recorra y que la gran sonrisa de Tanner se amplíe.
--De eso nada. No aceptamos-María se apresura a responder.
--Es la única manera de encontrar a Liam, de saber si está bien, Matt, Cassandra, Alejandra y él. Acepto-Malcom insiste, sin intenciones de rendirse, de marcharse a casa sin la seguridad de que ellos están bien.
--No acepta-María habla de nuevo, casi cortante-Zayn, di algo-masculla. Yo suspiro antes de dirigirme a mi hijo.
--Malcom...-le llamo en voz baja, no como un aviso ni como una advertencia a estar llevándole la contraria a su madre, sino más bien con preocupación. No quiero que le exploten, que hagan con él lo que quieran, que le agoten de manera física y mental solo por tener más conocimientos de vete tú a saber qué cosa.
--No me importa-responde en voz alta a mis pensamientos-Merece la pena. Merece la pena si ellos están bien.

Él me mira a los ojos, todavía con el ceño algo fruncido, sin duda alguna de que sabe a lo que se está ofreciendo. De inmediato empiezan a llegar imágenes de Liam y de Matt a mi cabeza, sé perfectamente que causada por mi propio hijo, intentando convencerme, intentando que me ponga de su lado. Yo solo puedo apretar los ojos y suspirar, tratando de evitar que las lágrimas lleguen a mis ojos al pensar en que tal vez no vaya a ver a mi mejor amigo ni a ningún miembro de su extraña y nueva familia, si no accedo. Las imágenes dejan de sucederse en mi cabeza. Nadie habla en la sala durante un largo minuto.

--Acepto-apenas susurro.
--¿¡QUÉ?!-María pierde los nervios como ya me esperaba.. Ni siquiera me sobresalto. Ni Malcom ni Tanner reaccionan-¿¡SE TE ACABA DE IR LA PUTA OLLA, MALIK?! ¡ES TU HIJO!

No respondo. Mantengo la cabeza gacha, con los ojos entrecerrados. María continúa gritando, pero decido ignorarlo por el momento, sabiendo que me va a costar una buena discusión más tarde. Al ver que no me defiendo, que no cambio de parecer, ella cierra la boca. Sin decir nada más que un "Estás loco", sale por la puerta, cerrando tras de sí con fuerza.
Se hace el silencio de nuevo, al menos en la sala, ya que dentro de mi cabeza puedo escuchar un "Gracias" que sé que se trata de Malcom. El niño se abraza a mi cuello, agradecido al ponerme de su parte.
Entonces es cuando Tanner habla, con voz extasiada.

--Bienvenidos al MI6.


--------------------------------------------------
¡Hola gentecilla guapa! :3
Pensaba que la fic se estaba muriendo, pero resulta que de nuevo están empezando a llegar visitas, así que eso significa una Ane contenta, y una Ane contenta escribe mejor y más rápido (lo de mejor, es un poco relativo). Además he visto que la mayoría de las visitas vienen ni más ni menos que de Portugal. Y me sorprende mucho porque del portugués al castellano hay un paso, así que no sé si es gente española que vive en Portugal, gente portuguesa que sabe castellano o simplemente portugueses que han estudiado el idioma. Sea como sea MUITO OBRIGADO!! 

Obviamente, también os lo agradezco a todos los que seguís aquí después del parón que hice , a los que habéis llegado nuevos, a los que os quedásteis en la primera parte, hasta a los que no saben que hay una primera parte (que la hay, si dais"ver versión web" os salen todos los enlaces a un lado ¬¬). Muchísimas gracias por estar todos por aquí aunque (obviamente) no sea la mejor fanfic del mundo ni de lejos.

Bueno, otra cosa que os quería decir (más bien recordar) es que estoy reescribiendo mis otras dos fics, y las estoy subiendo a Wattpad, así que si queréis pasaros por allí y darme algún voto os lo agradecería miles. No he cambiado muchísimas cosas, pero se nota que poco a poco voy mejorando en esto de escribir, porque tela las cosas que ponía xD. Mi user de wattpad es Elizabeth_Wardebroke, si queréis que os siga de vuelta mandarme un MD y yo os sigo, sin problema alguno ^^. 
Y por último, que si os apetece dejar por aquí algún comentario tampoco me enfado ni nada, que echo mucho de menos todos vuestros comentarios, vuestras teorías, incluso vuestros insultos a personajes :c

Bueno, que me enrollo como las persianas.
That's all xxoo