Capítulo dedicado al sexy cumpleañero (sí, hacer esto es muy carrot. A quien le importa, yo soy feliz) porque se merece todos los capítulos del mundo (en realidad no, no le haría sufrir teniendo que leer todo esto) y porque se merece todo lo mejor que hay en esta vida :')
·Feliz cumpleaños Daddy·
--------------------------------------
Narra Ed.
Cabeceo de manera inconsciente, despertándome al segundo por ello. Empiezo a sentir como si las cervicales me estuvieran gritando que pare de hacer eso, porque alguna se va a romper. Llevo la mano derecha a la parte trasera del cuello y lo acaricio en lo que trato de mantener mis ojos abiertos. Un bostezo sale de mis labios sin que yo pueda evitarlo. Son las tres de la madrugada, está claro que no puedo evitar bostezar.
--¿Por qué no vuelves a casa?-el rubio me pregunta, con esa sonrisa amigable que he decidido que no debe de parecerse a la de nadie en concreto, porque no he dado con la persona a la que me recuerda.
Palmea mi hombro con compañerismo antes de sentarse junto a mí. Bebe de la botella de agua que tiene en la mano y se dispone a mirar el interesante mundo que hay frente a nuestros ojos: una sala de espera vacía. Y sin embargo, a él parece convencerle, ya que se pasa unos minutos observando todo a su alrededor, con ojo crítico, como si fuera a encontrar algo sorprendente en estas cuatro paredes, algo que en los tres días que llevamos aquí no ha encontrado.
Bella aún no se encuentra muy estable que digamos. Viene, se va, se queda por unas horas, vuelve a darnos un susto, vuelve con nosotros. No sé cuánto tiempo va a durar, pero James no parece muy preocupado al respecto.
Por lo que me ha ido contando a lo largo de estos tres días, solo tiene veinticinco, pero el estrés, el trabajo, la vida con Bella, su propia vida...., le desgastan, le hacen ver cansado y le echan una buena cantidad de años encima. Trabaja allí donde le pueden necesitar: centros cívicos para terapias grupales, acerca de temas de drogas, alcohol, ludopatismo, acerca de cualquier tema de adicción; para ayudar a personas con discapacidad a encontrar un empleo; a la reinserción de exconvitos en la vida social y profesional; en hospitales para animar y sacar una sonrisa a todos los que aquí se encuentran, en especial a los niños. Empezó a dedicarse a esa clase de cosas por su hermano -el padre de Bella- que tuvo problemas con las drogas, con el alcohol y con la ley. Su otro hermano se encuentra en paradero desconocido; no me ha contado mucho más acerca de él, tan solo que el tal Will fue a por la chica que menos le convenía.
Se desvive por su sobrina, que es casi como su hija, y trata de ayudarla cuanto puede. Empleando todo su tiempo y más en que deje las adicciones, pero a la vista está que no es suficiente, o que ella está ya demasiado enganchada. Por eso hay días en los que ella se pone mal, muy mal, con el mono o simplemente estando en todo lo alto, que se pone a chillar, a ver cosas que no son, a golpear sillas y tirar cosas que rompen ventanas, a llorar, y a culpar de todo a la única persona que está con ella: a él. James se ve obligado a controlarla, a frenarla de alguna manera, al principio con cuidado y delicadeza, pero conforme pasan los minutos, parece que ella pierde por completo la cabeza y él se ve obligado a gritarla y a decir que pare, pero nunca, nunca la haría daño, nunca la pegaría, en sus ojos preocupados se puede ver que nunca levantaría ni media voz si no fuera estrictamente necesario.
Se casó hace un año, con un chico al que saca un par de años, por lo que cuando se casaron -a espaldas de ambas familias- ambos solo tenían dieciocho y veintidós años. Una locura, la mayor de sus vidas, ya que solo llevaban once meses saliendo, pero después de un año pasado del enlace, no parece que haya problemas entre ellos, pese a la diferencia de edad, que en este caso, puede causar muchos problemas. James es adulto, tanto mental como físicamente, Byron -su marido- solo tiene diecinueve, aún es un adolescente con la cabeza vacía que quiere irse de fiesta cada cinco minutos. Es sorprendente que se casaran, que aceptaran tal cosa, ya que es algo muy grande, muy importante, y que aún sigan en pie.
En definitiva, este chico que hay sentado junto a mí, ese al que yo había tachado de maltratador, de borracho, de inhumano, es posiblemente, una de las mejores personas que este mundo ha podido dar. Que graciosas son las apariencias, como les gusta engañar a la gente.
--No quiero irme sabiendo que se encuentra mal-respondo encogiéndome de hombros.
--Una vez estuvo de esta manera por más de una semana-responde con tono sombrío, pero tratando de mantener la sonrisa, con la mirada puesta en el final de la sala blanca y vacía-Deberías irte a casa, dormir un poco. No creo que sea sano mantenerse despierto tanto tiempo.
--Estoy bien, de verdad, solo...necesito café-digo mientras me levanto de la silla azul marino de metal.
Me estiro de manera disimulada, sintiendo como todos y cada uno de los huesos de mi torso hacen un "clack" en cadena, que me indican que llevo aquí sentado demasiado tiempo.
No me he movido de aquí en tres días, tan solo para ir a casa, ducharme, cambiarme de ropa y comer algo, el resto del tiempo aquí, con el chico rubio, a veces con el marido que viene con frecuencia para saber de la chica, y de su propia pareja, claro. He estado llamando a Taylor y a Harry varias veces al día. Él dice que se encuentra bien, que solo está cansado. Ella, que piensa que está deprimido, pero no de la manera en la que uno piensa que está deprimido el primer día de clase después de las vacaciones, no, deprimido de verdad. No quiere salir de la cama. Solo duerme y duerme, a veces llora y luego duerme de nuevo. Apenas somos capaces de que coma más de dos bocados Taylor me informo con voz temblorosa cada vez que la llamo. Y yo, solo suspiro antes de llamar al chico en cuestión, notando su voz apagada, pero en un visible intento de mostrar que está bien. Louis a veces también me llama, solo para pedirme que hable con él, ya que parece ser que soy al único al que escucha. Todos están bastante desesperados con su situación.
--Ed, enserio, vete a casa, duerme un poco-escucho que dice James a mis espaldas, con cierta pesadez ya de decírmelo cada hora-Ella va a estar bien. Si pasa cualquier cosa te llamaré, te lo prometo-dice con tono solemne.
Dejo salir un bufido, también cansado de escuchar lo mismo durante horas. Acaricio mi pelo, revolviéndolo un poco más de lo normal y pienso en la posibilidad de ir a casa, de dormir un poco y dejar de sentir como si cada célula en mi cuerpo pesara tres toneladas. De verdad que lo pienso, me lo planteo, pero no puedo, simplemente no puedo irme a casa -que no es que esté muy lejos, apenas a quince minutos en coche- y simplemente dormir, pensando en que ella podría necesitarme, que podría estar mal, que podría irse de nuevo, sin saber que yo estoy aquí. Que no necesita toda esa mierda para sentirse bien. Que le queda la música. Que le quedo yo: yo como Ed, como si amigo y vecino detrás de una valla; y como Ed Sheeran, el cantante, su ídolo.
Simplemente no puedo irme ahora.
Me doy media vuelta para decirle una última vez a James que no voy a irme, cuando una enfermera, bastante familiar entra en la sala. Ni siquiera me molesto en pensar de qué la conozco, porque parece que últimamente todo el mundo se me recuerda a alguien, pero podría jurar que he visto a esta chica en el hospital de Londres, en el que Harry estuvo ingresado. Pero no, no importa, no cuando nos mira con esos grandes ojos y pregunta:
--¿Familiares de Isabella Turner?
Unos finos labios acarician mi nariz de manera corta, acto seguido, mi mejilla izquierda, luego la derecha, la frente, la barbilla, recorren mi mandíbula y se extienden por mi cuello, todo ello de manera fugaz, creándome un cosquilleo que me hace sonreír perezoso. De inmediato pienso que es Ale quien me está brindando los suaves besos mañaneros, pero luego me doy cuenta, de que en la semana que lleva aquí, no ha estado por la mañana.
Llega en la madrugada y se va antes de que me despierte, lo sé, la he escuchado algunas noches, a veces incluso mañanas. Una nota siempre reposa en la almohada, al lado de mi cabeza, diciéndome que ha tenido que ir a ver a alguien, que ha salido a comprar, que no tardará en volver, pese a que no vuelva hasta pasada la medianoche. No sé a dónde, con quién, lo que hace o por qué, y me preocupa, pero me preocupa mucho más que no me lo cuente, y claro está, que pueda ser dañada de alguna manera.
Por mi parte, me he pasado los últimos días en casa, hablando de vez en cuando con Cassie -siempre manteniendo las distancias, solo por si acaso, aunque no creo que sea peligrosa ni nada de lo que Ale piensa- visitando a Harry, quien parece envuelto en algo que, si no es depresión, se le parece mucho, todo porque Marta apareció de la nada. Zayn fue el que me lo contó, ya que nosotros dos estábamos juntos mientras todo pasó, el moreno parecía algo molesto mientras me lo contaba, aunque yo molestia, lo que se dice molestia, no he llegado a sentir, pasó todo muy rápido por lo que tengo entendido, es normal que no llamaran. Pero Zayn no lo ve así. Igualmente, hemos ido a visitar a Harry todos los días, y cuando ya sentimos que está harto de nosotros, Zayn se acerca a casa o yo me voy a la suya, dejando que nuestros hijos "jueguen", o al menos así lo llama Malcom, también conocido como "El niño con poderes mentales ocultos a su padre", aunque creo que son ocultos para todo el mundo, salvo para mí. Sea como fuere, lo único que hago es mantenerme ocupado, con la mente en otra cosa, que no sea Ale y sus escapadas durante casi veinte horas al día.
Hace un par de noches, escuché como si alguien corriera escaleras arriba por la casa. Algo asustado, cogí a Matt -que anteriormente dormía sobre mi pecho, como siempre-, lo envolví en una manta y lo dejé en la bañera, con la puerta cerrada, solo por si alguien había entrado en casa, haciendo huir a mi novia. Al salir de la habitación, lo único que pude ver fue la puerta de Cassandra cerrarse con velocidad y quizás, demasiada fuerza. Era una mala señal, sin duda, pero aún así, bajé las escaleras, encontrándome con que la causante del supuesto miedo de la otra muchacha, no era otra que Alejandra, quien en ese momento, estaba viendo un canal extranjero de televisión, que supe de inmediato, hablaban en el mismo en el que sé que ella lo hace. Negué con la cabeza, pensando en que tan solo le habría dicho algo que la había preocupado, que habrían discutido, y me dispuse a darme media vuelta hacia la habitación, cuando su móvil empezó a sonar. Tuve de nuevo la intención de volver a la cama, pero el ver cómo ella parecía ponerse nerviosa mientras hablaba en ese extraño idioma -con quien fuera que hablase- no me dejó lo suficientemente tranquilo, mucho menos escuchar mi nombre y el de mi hijo salir entre millones de palabras incomprensibles. La conversación se extendió por cerca de una hora, conmigo desde las escaleras, oculto a sus ojos, escuchando una discusión en una lengua extranjera, discusión, que ella pareció perder, o que más bien se dejó vencer, ya que acabó colgando después de sisear entre dientes algunas palabras, seguidas del nombre "Blazhe". Finalizada la llamada, ella tiró el teléfono móvil hacia un sofá cualquiera, mascullando aún en ese otro idioma, con furia, con rabia, incluso con dolor. Algunas lágrimas rodaban por sus mejillas, mientras se alejaba del salón, supuse que para ir a la cocina, por lo que no tuve más opción que volver definitivamente a la cama, esperando porque ella apareciera en poco tiempo, dispuesta a explicarme de qué iba todo aquello. Buscándome como refugio, como persona en la que confiar, pero pasaron horas antes de que ella volviera. Cuando lo hizo, pude sentir sus labios sobre los míos por una fracción de segundo, transmitiéndome un sabor amargo, desagradable a esas horas de la madrugada -casi las cuatro- o puede, que a cualquier hora, ya que sabía a whisky en concentración muy alta. Cogió a Matt de mi pecho, con todo el cuidado del mundo, apenas despertándole, apoyándole contra su pecho, cantándole una canción desconocida, pero claramente de cuna, una nana. Parecía de alguna manera aliviada, tranquila pese a su anterior arrebato de ira, pude verlo con los ojos entrecerrados. Posiblemente ella supiera que estaba despierto, pero no dijo nada, no hizo nada que no fuera acunar a nuestro hijos entre sus brazos, con lágrimas en los ojos y una sonrisa en la cara. Para cuando desperté de nuevo, habían pasado seis horas, quizás siete, y de nuevo me encontraba con el pequeño contra mi pecho, y una nota en la almohada:
--No..., no me acuerdo-admite dudoso-¿Cuándo fue eso?-pregunta extrañado.
--Me diste un puñetazo en la nariz-le recuerdo con nerviosismo-me empujaste contra la pared y me gritaste que te jurara que la protegería.
--Oh, sí, me acuerdo-admite asintiendo con la cabeza, con una risa floja-Siento el golpe, pero habías dejado embarazada a mi hermana, entiende que me enfadara. Aunque claro, el resultado ha sido precioso ¿no es así?-dice con tono ñoño mirando al pequeño entre mis brazos.
Abro los ojos algo sorprendido. Definitivamente, yo no tenía entendido que fuese ese el porqué, no fue lo que Alejandra me dijo. Ni siquiera yo sabía que ella estaba embarazada entonces...ella lo supo prácticamente desde el principio, desde mucho antes que pensáramos que le habíamos perdido.
Agacho la mirada hacia el pequeño, que ya no se muestra tan revoltoso, pero que aún no está tranquilo. Sus grandes ojos castaños me observan, con un ceño fruncido y un puchero, envuelto en esta manta que le mantiene caliente por el momento.
Sacudo la cabeza, sin querer pensar en cuánto tiempo ella supo que estaba embarazada, y cómo nunca me lo dijo, aunque lo sospechara, aunque dudara, aunque lo supiera.
--Sí, sí, lo entiendo-contesto con rapidez-Ahora yo necesito que me lo jures a mí-le pido aún angustiado. La mueca de extrañeza todavía en su rostro, por lo que sigo hablando-Necesito que me jures que la vas a proteger. Sé que tampoco tienes ni idea de dónde te estás metiendo, probablemente sepas menos que yo, pero sea lo que sea que ella pretende hacer y con quien, no dejes que nada malo la pase ¿vale?
El gesto de confusión es sustituido por una sonrisa tierna que no comprendo, pero que tampoco me importa. Este no es un momento tierno, esto es muy serio.
--Tranquilo, Liam. Te juro que nada malo va a pasarla mientras yo viva-dice con seguridad mientras palmea mi hombro con cariño.
Yo asiento con la cabeza, sintiendo como todo mi cuerpo tiembla, sintiendo ese mal sabor de boca, ese pálpito fuera de lugar, ese nudo en el estómago, que me dice que algo malo va a pasar, y que no puedo hacer nada por evitarlo.
Mi amigo se aleja de mí, volviendo al coche, parece que cargando la maleta de Ale en ese coche con el que nunca le había visto, porque está claro que no es el suyo, a Josh le gustan los coches más ostentosos -Ferrari, Lamborghini...-coches rápidos, de esos que te quedas mirando con la boca abierta, de ninguna manera su estilo es un coche tan grande.
Suspiro, viendo como se van a marchar, viendo como parece que se van a ir definitivamente. Solo una semana, Solo se va una semana me recuerdo a mí mismo. Además, se va con Joshn, seguro que es algún tema familiar, por eso Ale está tan nerviosa: no tiene aprecio a su familia. Sí, es eso. Nada más, no hay de qué preocuparse.
Para mi sorpresa, Ale se acerca una última vez a mí, resoplando, parece que todavía poco convencida, aunque de ninguna manera asustada o preocupada. Me dedica una sonrisa cansada, una que no me esperaba, ya que pensé que estaba enfadada conmigo por hacerle tantas preguntas, pero por la manera que comienza a besarme, descarto esa posibilidad. Entre beso y beso, escucho como susurra cosas, cosas del idioma X, cosa que no sé lo que significan, hasta que reconozco algo, no porque sepa su significado, sino porque lo he oído antes. Es algo que le dijo a Josh, algo que he oído que le dice a Matt de manera regular.
--Obicham te. Obicham te-murmura sobre mis labios.
Llega en la madrugada y se va antes de que me despierte, lo sé, la he escuchado algunas noches, a veces incluso mañanas. Una nota siempre reposa en la almohada, al lado de mi cabeza, diciéndome que ha tenido que ir a ver a alguien, que ha salido a comprar, que no tardará en volver, pese a que no vuelva hasta pasada la medianoche. No sé a dónde, con quién, lo que hace o por qué, y me preocupa, pero me preocupa mucho más que no me lo cuente, y claro está, que pueda ser dañada de alguna manera.
Por mi parte, me he pasado los últimos días en casa, hablando de vez en cuando con Cassie -siempre manteniendo las distancias, solo por si acaso, aunque no creo que sea peligrosa ni nada de lo que Ale piensa- visitando a Harry, quien parece envuelto en algo que, si no es depresión, se le parece mucho, todo porque Marta apareció de la nada. Zayn fue el que me lo contó, ya que nosotros dos estábamos juntos mientras todo pasó, el moreno parecía algo molesto mientras me lo contaba, aunque yo molestia, lo que se dice molestia, no he llegado a sentir, pasó todo muy rápido por lo que tengo entendido, es normal que no llamaran. Pero Zayn no lo ve así. Igualmente, hemos ido a visitar a Harry todos los días, y cuando ya sentimos que está harto de nosotros, Zayn se acerca a casa o yo me voy a la suya, dejando que nuestros hijos "jueguen", o al menos así lo llama Malcom, también conocido como "El niño con poderes mentales ocultos a su padre", aunque creo que son ocultos para todo el mundo, salvo para mí. Sea como fuere, lo único que hago es mantenerme ocupado, con la mente en otra cosa, que no sea Ale y sus escapadas durante casi veinte horas al día.
Hace un par de noches, escuché como si alguien corriera escaleras arriba por la casa. Algo asustado, cogí a Matt -que anteriormente dormía sobre mi pecho, como siempre-, lo envolví en una manta y lo dejé en la bañera, con la puerta cerrada, solo por si alguien había entrado en casa, haciendo huir a mi novia. Al salir de la habitación, lo único que pude ver fue la puerta de Cassandra cerrarse con velocidad y quizás, demasiada fuerza. Era una mala señal, sin duda, pero aún así, bajé las escaleras, encontrándome con que la causante del supuesto miedo de la otra muchacha, no era otra que Alejandra, quien en ese momento, estaba viendo un canal extranjero de televisión, que supe de inmediato, hablaban en el mismo en el que sé que ella lo hace. Negué con la cabeza, pensando en que tan solo le habría dicho algo que la había preocupado, que habrían discutido, y me dispuse a darme media vuelta hacia la habitación, cuando su móvil empezó a sonar. Tuve de nuevo la intención de volver a la cama, pero el ver cómo ella parecía ponerse nerviosa mientras hablaba en ese extraño idioma -con quien fuera que hablase- no me dejó lo suficientemente tranquilo, mucho menos escuchar mi nombre y el de mi hijo salir entre millones de palabras incomprensibles. La conversación se extendió por cerca de una hora, conmigo desde las escaleras, oculto a sus ojos, escuchando una discusión en una lengua extranjera, discusión, que ella pareció perder, o que más bien se dejó vencer, ya que acabó colgando después de sisear entre dientes algunas palabras, seguidas del nombre "Blazhe". Finalizada la llamada, ella tiró el teléfono móvil hacia un sofá cualquiera, mascullando aún en ese otro idioma, con furia, con rabia, incluso con dolor. Algunas lágrimas rodaban por sus mejillas, mientras se alejaba del salón, supuse que para ir a la cocina, por lo que no tuve más opción que volver definitivamente a la cama, esperando porque ella apareciera en poco tiempo, dispuesta a explicarme de qué iba todo aquello. Buscándome como refugio, como persona en la que confiar, pero pasaron horas antes de que ella volviera. Cuando lo hizo, pude sentir sus labios sobre los míos por una fracción de segundo, transmitiéndome un sabor amargo, desagradable a esas horas de la madrugada -casi las cuatro- o puede, que a cualquier hora, ya que sabía a whisky en concentración muy alta. Cogió a Matt de mi pecho, con todo el cuidado del mundo, apenas despertándole, apoyándole contra su pecho, cantándole una canción desconocida, pero claramente de cuna, una nana. Parecía de alguna manera aliviada, tranquila pese a su anterior arrebato de ira, pude verlo con los ojos entrecerrados. Posiblemente ella supiera que estaba despierto, pero no dijo nada, no hizo nada que no fuera acunar a nuestro hijos entre sus brazos, con lágrimas en los ojos y una sonrisa en la cara. Para cuando desperté de nuevo, habían pasado seis horas, quizás siete, y de nuevo me encontraba con el pequeño contra mi pecho, y una nota en la almohada:
He ido a ver a unos amigos.
Volveré tarde.
No dejes que Alexia se acerque a Matt.
Te quiere.
Ale.
Clara. Concisa. Sin dar detalles. Ya sin mentirme en cuanto a la hora en la que volvería. Tan solo recordándome que Cassandra es "peligrosa", o al menos, lo es a sus ojos. Eso es todo lo que supe de ella, hasta las dos de la siguiente madrugada.
Así se ha repetido durante el resto de la semana, salvando el día de hoy, por lo que parece, ya que dudo mucho que Cassie se tome estas confianzas, que sí, que la aprecio, pero ella no me besaría de esa manera, ni mucho menos cogería, o tan siquiera miraría a Matt.
Entreabro mis ojos para confirmar que, en efecto, por primera vez desde que volvió, Ale está en la cama, junto a mí, con una brillante sonrisa, que se amplia en cuanto ve que mis ojos se abren. Su pelo cae por un lado de su cara, castaño, arreglado, al igual que el maquillaje en su rostro. ¿Acabará de volver o estará a punto de irse?
--Buenos días-susurro sin poder reprimir la sonrisa, pese a la preocupación y el misterio que rodean a la chica que amo.
--Buenos días-contesta ella sin dudar, antes de besar mis labios con habilidad, pues agarra a Matt con un solo brazo, para apoyarse en el otro sobre la cama.
--¿Qué hora es?-me atrevo a preguntar mientras me incorporo en la cama sobre mis codos.
--Las siete.
Y es en su sonrisa tensa, donde veo que algo va mal, pero no mal como cuando se fue sin razón, ni mal de cuando se pasa el día fuera sin dar señales de vida, sino mal de verdad.
Me despejo de un golpe, haciendo que el cansancio de haber dormir siete horas mal dormidas solo por esperarla, se esfume. Todo mi cuerpo está en tensión, preparado para salir huyendo, si es lo que ella me pide; preparado para sacar dinero del banco; preparado para sacar a alguien de la cárcel; preparado para todo, para todo, dentro de las posibilidades que su persona me ofrece.
Ella se da cuenta de mi nerviosismo, y deja caer su sonrisa junto con su mirada, hasta que llega a nuestro pequeño, quien ríe alegre, ajeno a lo que le rodea, puede que tan ajeno como yo mismo.
--¿Qué pasa?-pregunto con rapidez.
Me acerco a ellos dos hasta que mi mano llega a acariciar su mejilla, mientras la otra está puesta en su mano, con la que parece arropar a Matt.
Apenas se toma unos segundos para suspirar y, acto seguido, responderme. Sus ojos puestos en los míos, nerviosos, temblorosos, podría incluso decir que cansados y rojizos bajo todo el maquillaje.
--Nos tenemos que ir.
Su voz suena mucho más fuerte de lo que aparenta. Sus ojos buscan en los míos alguna señal de miedo o incluso negación a su propuesta, pero no, nunca le negaría nada, mucho menos el que nos vayamos a donde quiera que sea.
Técnicamente estoy de vacaciones, por lo que me puedo ir, al menos hasta un par de días después de año nuevo, que empezaré con los ensayos, pero hasta entonces, podremos irnos.
No pregunto a dónde, no pregunto por qué, tan solo veo duda y nervios en sus ojos, preocupación, miedo, y sé que tengo que hacerlo, por ella, por nuestro hijo, por nosotros. Si ella necesita irse, nosotros lo haremos con ella.
Sonrío de manera débil, pensando en dónde es donde nos estamos metiendo. Acaricio su mejilla con cuidado, antes de dejar mi mano junto a la otra, para apretar la suya y dejarle en claro que sí, que está bien, que nos iremos cuando y a donde quiera. Beso sus labios de manera corta, sintiendo el sabor del pintalabios mezclado con su natural aroma. Beso la cabeza de mi hijo con cariño, y con un suspiro, me levanto de la cama. Al hacerlo, veo su maleta, su gran maleta, llena, cerrada, apoyada contra la cama con su abrigo encima.
Me giro para mirarla algo confundido, sorprendido. No pensé que el "Nos tenemos que ir" fuera inmediato, pero si ella lo pide, por algo ha de ser. En sus ojos veo la disculpa, aún mezclados con algo de miedo y preocupación.
--¿Ahora?-me atrevo a preguntar con voz pausada.
Ella asiente con la cabeza de manera débil, con una sonrisa tensa y torcida en su rostro, aún acunando en su pecho a Matt con suavidad, con este sacudiendo de manera tranquila su pequeño peluche.
Miro la maleta, acto seguido mi armario y suspiro de nuevo.
--Está bien-contesto mientras me acerco a la cómoda, sacando un taco de ropa interior-Solo...solo déjame ducharme, desayunar algo y coger ropa-añado dirigiéndome al armario-¿Vamos a un lugar cálido? ¿Frío? ¿Ciudad? ¿Campo? Ni siquiera sé si Matt tiene ropa de abrigo suficiente...
Silenciosa y sin que me dé cuenta -como siempre- aparece a mi derecha, con gesto compungido, colocando su mano izquierda sobre la mía con suavidad. Dejo de sacar ropa para mirarla, extrañado. Su ceño está visiblemente fruncido, su pelo aún cae por un lado de su rostro de manera suave. Niega con la cabeza de manera casi inapreciable, antes de alzar su vista hasta que encuentra a la mía.
--Yo me voy, Liam-habla con tono firme, casi demandante, sin embargo, aparta a Matt de su pecho con cuidado y cariño, para dejarle pegado a mí. De inmediato yo cojo a mi hijo, todavía sin comprender-Yo me voy-repite solemne, con su mano izquierda agarrada a la de nuestro pequeño-Tú te quedas aquí, con Matt.
Siento la necesidad de preguntar. De saber a dónde se va, de con quien, de por qué no podemos ir con ella, pero sobre todo, siento un gran "¿Cuándo vas a volver?" atrancarse en mi garganta, evitándome preguntar nada.
Ella no puede irse de nuevo, prometió que se quedaría, que nunca más se iría, que estaríamos los tres juntos, como una familia, y -por alguna razón- también dijo que a salvo.
Ale se da cuenta de mi duda, de mi miedo, sé que se da cuenta por la cálida sonrisa que me dedica, acercándose un paso a mí para poder acariciar mi mejilla con el dorso de su mano.
--Liam-de nuevo la voz firme, pero cálida-Sé que no te fías, que sabes que algo va mal, que piensas que todo lo que sale de mi boca es mentira, pero tienes que confiar en mí ¿vale?-quiero decir que sí, que vale, que lo entiendo y que, en efecto, sé que me oculta cosas, pero de mis labios solo sale un balbuceo difuso que ella corta-Lo hago por vosotros-dice con seguridad.
Une sus labios a los míos antes de que pueda decir nada. Sus labios dulces y suaves, algo bruscos, necesitados, preocupados, atemorizados. Nuestro hijo entre nosotros, guardando silencio, como si supiera que este momento es importante para nosotros.
Las mismas preguntas no dejan de repetirse en mi cabeza una y otra vez. ¿A dónde vas? ¿Por qué? ¿Con quien? ¿Cuándo vuelves? ¿Estarás bien? ¿Por qué no podemos ir contigo? Pero ninguna sale de mis labios, pues están unidos a los suyos. Cuando se separan, siento como jadea, con la mirada baja, con su frente apoyada en mi barbilla, ya que esa es la distancia que nos separa cuando no lleva zapato de tacón. Ninguno dice nada durante un minuto.
Por mi parte, pienso en todas esas preguntas. Me gustaría saber qué ocurre, qué tiene ella que ver, pero sé que si no me lo cuenta, que si no responde a mis preguntas, es por una buena razón.
Deja un beso en la cabeza de mi niño y una última caricia en mi rostro, dispuesta a darse media vuelta, coger su maleta e irse a donde sea que tiene que ir, pero un impulso inconsciente hace que agarre su mano con suavidad, evitando que se aleje de mí. Sus ojos me miran suplicantes, pidiéndome, rogándome porque no le haga esto más difícil, pero necesito tener respuesta a alguna pregunta, a las que menos puedan entorpecerla en su propósito, las que menos les cueste responder.
--¿Cuándo vas a volver?
Su mirada denota cierto pánico, nerviosismo, mientras echa una mirada rápida a sus espaldas, doy por supuesto que al reloj. La estoy entorpeciendo, la estoy quitando tiempo, pero al menos necesito saber eso. Necesito saber cuánto tiempo voy a estar sin ella, otra vez.
Ale resopla, mirándome aún con cierta súplica, pero al bajar la vista a nuestras manos unidas, parece cambiar de opinión, ya que relaja su postura y me responde, aunque sea con sencillez.
--En una semana.
--¿Una semana?-la sorpresa visible en mi voz. Yo ya estaba dando por supuesto que se iba a ir de nuevo durante meses, pero una semana puedo aguantarlo.
--Sí Liam, una semana, siete días ¿vale?-dice lo más suave que puede-Ahora tengo que irme, de verdad.
Suelta mi mano dejando un pequeño apretón. Yo dejo caer mi mano, viendo como ella atraviesa la habitación. Agarra el abrigo y parece dispuesta a mover la maleta, la enorme maleta que pesa más de quince kilos y que no sé cómo va a pasar por un aeropuerto -si es que viaja en avión, claro-. La coge del asa y la arrastra con habilidad, mientras se despide de nosotros una última vez con un movimiento de mano y un "Os quiero", pero yo todavía no me siento tranquilo, aunque en el fondo sé que nunca voy a sentirme de esa manera, no hasta que ella me aclare lo que pasa a su extraño y misterioso alrededor.
Salgo detrás de ella, pensando en la excusa de ayudarla a bajar esa enorme maleta por las escaleras, pero para mi sorpresa, ella no detiene su paso rápido y silencioso, cargando la maleta solo con un brazo, mientras que en el otro lleva colgando su abrigo. Aún así la sigo, pensando en otra cosa más que decirle, en qué preguntarle, en si debería pedir que se fuera.
--Ale-la llamo cuando aún estoy a unos cuantos escalones de la escaleras. Ella ya se encuentra abriendo la puerta de casa. Ni siquiera se gira para contestarme.
--Tengo que irme, Liam-su voz es escucha entrecortada, ahogada, como si llorara.
Y a pesar de sus palabras, no se mueve. Se queda en la puerta, con la mano en el pomo, dispuesta a salir.
Yo bajo los últimos escalones de la escalera con lentitud, como si dudara de su próximo movimiento -como siempre- y me dispongo a seguir preguntando. Esta vez, algo que sí que necesito saber.
--¿Estás metida en problemas?
Su respuesta tarda en llegar. Aún me da la espalda y mantiene su mano en el pomo cuando me responde, todavía con voz llorosa.
--Un poco. Nada fuera de lo habitual.
Y eso es lo que desata el resto de preguntas, las que no debería preguntar porque sé que ella ni quiere, ni puede responder.
--¿A dónde vas?
--No puedo decírtelo.
--¿Por qué te vas?
--No puedo decírtelo.
--¿Me prometes que vas a volver?
Y de nuevo hay un silencio, un incómodo, uno angustioso que quita el aire y te hace sentir los latidos de tu corazón en la sien.
--Lo voy a intentar-apenas susurra.
--¿Qué quieres decir con eso?-pregunto precavido, extrañado.
Si ha dicho que va a volver en una semana, ¿por qué ahora no puede prometerme que va a volver?
Veo como la mano derecha, la que agarra la maleta de ruedas, está agarrando con fuerza el asa del dicho objeto, con tanta, que sus nudillos comienzan a ponerse blancos.
No es una buena señal, definitivamente no es una buena señal. El ambiente es tenso, incluso Matt lo nota, ya que comienza a mover sus brazos con rapidez, con brusquedad, como si estuviera intentando moverse, levantarse y saber qué es lo que va mal.
--¿Ale?-pregunto con un ligero temblor en la voz.
--Me tengo que...-intenta decir de nuevo, pero no dejo que termine la frase.
--¿Estás en peligro?
De nuevo silencio. Silencio que no quiero sentir una vez más.
Entonces entiendo: no se va por gusto, sino por necesidad. Está huyendo, de algo o alguien. Se siente insegura. Necesita salir de aquí.
--¿Tienes problemas con la policía?-pregunto mientras me acerco más a ella. Su posición ni siquiera varía, es como si se hubiera quedado helada-¿Te han pillado haciendo...algo? ¿Quieren encerrarte? Sabes que sea lo que sea pueden defendernos, tenemos buenos abogados y...
--La policía no tiene nada que ver. No estoy en peligro-esta vez me interrumpe ella a mí.
Para mi sorpresa, se gira, dejándome ver su rostro afligido, preocupado. De nuevo me mira con súplica, como si solo estuviera agravando las cosas, pero ni una lágrima cae de sus ojos.
Me mira con fijación, pidiéndome porque no pregunte más, porque la deje ir, ya que la estoy retrasando. Sus ojos caen hacia el pequeño, que aún se revuelve nervioso. Un balde de agua fría cae sobre mí.
No, ella no está en peligro, ella nunca podría estar en peligro. Sea quien sea, sea lo que sea lo que la está presionando irse, nunca la atacará de frente, nunca nadie se atrevería a atacarla de frente, menos con la de gente que hay en su barrio que la protegería -ya que supongo que todo esto tiene que ver con ese barrio peligroso-. De ninguna manera, nadie tan siquiera la miraría de mala manera, sino que atacaría lo que ella quiere: a Matt. A mí. A nosotros. A su familia. Somos nosotros los que corremos peligro.
Y definitivamente, las ganas de preguntar se me quitan. Un nudo en mi estómago me presiona y siento la angustia en mi pecho. Ella se da cuenta de que he caído en un punto clave de todo esto.
--Si me voy ahora, no va a pasar nada. Los dos estaréis a salvo-parece que me promete, que nos promete, pero precisamente esa frase no me deja más tranquilo.
--¿Y tú? ¿Tú estarás a salvo?-fracaso estrepitosamente en mi intento de no parece preocupado, desesperado.
Esta vez no es el silencio lo que la impide contestar de inmediato, sino el sonido de su teléfono móvil. Ella no contesta, ni siquiera se preocupa en buscarlo, tan solo sisea algo en la lengua desconocida antes de dirigirse a mí de nuevo, sin contestar a mi pregunta acerca de su seguridad.
--Me tengo que ir-es lo único que responde mientras abre la puerta.
--¿Con quién vas?-pregunto desesperado, atravesando el hall en tres zancadas-Antes dijiste "Nos tenemos que ir"-la recuerdo mientras salgo de casa.
El frío de la acera incrustándose en mis pies descalzos, en mi pecho apenas cubierto por una camiseta de manga corta, en mi pobre niño, que solo tiene su ropita y una manta rodeándole. Le aprieto sobre mi pecho mientras sigo de cerca a Alejandra, la cual se detiene frente a un coche desconocido, un todoterreno negro, grande, amenazante, caro, pero sin llegar a ser destacable. Ella se gira de golpe, ya sin aparente rastro de duda o miedo en su cara, aunque sí en sus ojos. Me mira con detenimiento y abre la boca para responderme, pero la respuesta sale por la puerta de piloto del coche, con una gran sonrisa, si el más ligero atisbo de preocupación.
--Hola Liam-saluda con voz alegre-¿Estás lista para irnos? Vamos a perder el vuelo a esta paso-añade con todo divertido.
--Sí, podemos irnos-contesta ella con tono firme, cortante, que me atraviesa el pecho como si solo fuera una hoja de papel.
--Bien, entonces vamos-contesta él mucho más amigable-Nos vemos en unos días, Liam-añade mirándome con una sonrisa.
--¿Puedo hablar contigo, Josh?
Veo como frunce una ceja, extrañado.
Él. Él es el que está extrañado. Él, que sabe de qué va todo esto. Él, el que parece que es quien la va a acompañar. Él, que no tiene nada que ver con su antiguo barrio, con su antigua vida. Él es el que se muestra confundido porque yo, el que no sabe nada, el que puede estar en peligro, el que tiene un niño que también puede estar en peligro, parece confundido con el hecho de quiera hablar con él.
--Claro-responde sin más, echando un pie hacia mi dirección para hablar más cerca de mí, pero ella le agarra de un brazo con fuerza, sus finos dedos apretando la pálida piel de mi amigo, de su hermano, sin ninguna clase de arrepentimiento.
Él se detiene, de nuevo mostrándose extrañado con lo que se desarrolla ante sus ojos. Ale sisea algo, algo que no entenderé nunca, con los dientes apretados y casi saliendo en un silbido. Josh como respuesta rueda los ojos, provocando un bufido por parte de ella, mientras responde en voz algo más alta, en el idioma X -ya que he decidido que por mucho que me esfuerce, no voy a saber qué idioma es. Podría saberlo si en el momento de tener la nota entre las manos, me hubiera ido a Google Traductor, pero ya no hay rastro de la nota ensangrentada-.
El castaño se acerca a mí, con su sonrisa amigable y su rostro de niño inocente. Algo dentro de mí me dice que él tampoco sabe nada de esto, de lo que va a hacer su hermana, de a dónde se va o por qué, de si está en peligro, de quién es el tal Blazhe. Está claro que él no sabe dónde se está metiendo, pero lo está haciendo por ella, porque la quiere, igual que yo voy a dejarla marchar: porque es lo que ella desea, porque la quiero.
Nos quedamos uno frente al otro, con Ale observándonos a una distancia prudente, como si estuviera asegurándose de que no hay nadie observando.
--¿Recuerdas cuando encontraste a Ale de nuevo?-pregunto sin más.
--Sí, claro-responde aún sonriente, pero extrañado-¿Por qué?
--Te acuerdas de que te metiste en mi cuarto echo una furia, porque Ale te había dicho que...bueno, teníamos relaciones, ya sabes de lo que hablo. ¿Lo recuerdas?
Él parece pensárselo un momento, con el ceño fruncido, pensando en lo que ocurrió, en cuándo ocurrió y el porqué.
--¡DIME QUE LA CUIDARÁS!-gritaba con fuerza, con furia, empujándome contra la pared de mi propia habitación. Mi nariz sangrando.
--Jo-Josh... ¿de...de qué me hablas?-fue mi pregunta, asustado, sorprendido porque él, porque Josh, alguien que nunca había levantado la voz, se pusiera así conmigo, justo después de haberme golpeado.
--¡SOLO JÚRAMELO! ¡JÚRAME QUE NUNCA LA DEJARÁS! ¡QUE SIEMPRE ESTARÁS CON ELLA Y LA PROTEGERÁS!
--L-lo juro, te lo juro.
El castaño se acerca a mí, con su sonrisa amigable y su rostro de niño inocente. Algo dentro de mí me dice que él tampoco sabe nada de esto, de lo que va a hacer su hermana, de a dónde se va o por qué, de si está en peligro, de quién es el tal Blazhe. Está claro que él no sabe dónde se está metiendo, pero lo está haciendo por ella, porque la quiere, igual que yo voy a dejarla marchar: porque es lo que ella desea, porque la quiero.
Nos quedamos uno frente al otro, con Ale observándonos a una distancia prudente, como si estuviera asegurándose de que no hay nadie observando.
--¿Recuerdas cuando encontraste a Ale de nuevo?-pregunto sin más.
--Sí, claro-responde aún sonriente, pero extrañado-¿Por qué?
--Te acuerdas de que te metiste en mi cuarto echo una furia, porque Ale te había dicho que...bueno, teníamos relaciones, ya sabes de lo que hablo. ¿Lo recuerdas?
Él parece pensárselo un momento, con el ceño fruncido, pensando en lo que ocurrió, en cuándo ocurrió y el porqué.
--Jo-Josh... ¿de...de qué me hablas?-fue mi pregunta, asustado, sorprendido porque él, porque Josh, alguien que nunca había levantado la voz, se pusiera así conmigo, justo después de haberme golpeado.
--¡SOLO JÚRAMELO! ¡JÚRAME QUE NUNCA LA DEJARÁS! ¡QUE SIEMPRE ESTARÁS CON ELLA Y LA PROTEGERÁS!
--L-lo juro, te lo juro.
No es que no fuera hacerlo de igual manera, pero, el hecho de que se pusiera así solo para asegurarse de que nunca la haría daño, me hizo saber cuan importante es para ella, lo que la quiere, lo mucho que él también ansía protegerla, que es lo que ahora mismo siento que ella necesita: protección.
--No..., no me acuerdo-admite dudoso-¿Cuándo fue eso?-pregunta extrañado.
--Me diste un puñetazo en la nariz-le recuerdo con nerviosismo-me empujaste contra la pared y me gritaste que te jurara que la protegería.
--Oh, sí, me acuerdo-admite asintiendo con la cabeza, con una risa floja-Siento el golpe, pero habías dejado embarazada a mi hermana, entiende que me enfadara. Aunque claro, el resultado ha sido precioso ¿no es así?-dice con tono ñoño mirando al pequeño entre mis brazos.
Abro los ojos algo sorprendido. Definitivamente, yo no tenía entendido que fuese ese el porqué, no fue lo que Alejandra me dijo. Ni siquiera yo sabía que ella estaba embarazada entonces...ella lo supo prácticamente desde el principio, desde mucho antes que pensáramos que le habíamos perdido.
Agacho la mirada hacia el pequeño, que ya no se muestra tan revoltoso, pero que aún no está tranquilo. Sus grandes ojos castaños me observan, con un ceño fruncido y un puchero, envuelto en esta manta que le mantiene caliente por el momento.
Sacudo la cabeza, sin querer pensar en cuánto tiempo ella supo que estaba embarazada, y cómo nunca me lo dijo, aunque lo sospechara, aunque dudara, aunque lo supiera.
--Sí, sí, lo entiendo-contesto con rapidez-Ahora yo necesito que me lo jures a mí-le pido aún angustiado. La mueca de extrañeza todavía en su rostro, por lo que sigo hablando-Necesito que me jures que la vas a proteger. Sé que tampoco tienes ni idea de dónde te estás metiendo, probablemente sepas menos que yo, pero sea lo que sea que ella pretende hacer y con quien, no dejes que nada malo la pase ¿vale?
El gesto de confusión es sustituido por una sonrisa tierna que no comprendo, pero que tampoco me importa. Este no es un momento tierno, esto es muy serio.
--Tranquilo, Liam. Te juro que nada malo va a pasarla mientras yo viva-dice con seguridad mientras palmea mi hombro con cariño.
Yo asiento con la cabeza, sintiendo como todo mi cuerpo tiembla, sintiendo ese mal sabor de boca, ese pálpito fuera de lugar, ese nudo en el estómago, que me dice que algo malo va a pasar, y que no puedo hacer nada por evitarlo.
Mi amigo se aleja de mí, volviendo al coche, parece que cargando la maleta de Ale en ese coche con el que nunca le había visto, porque está claro que no es el suyo, a Josh le gustan los coches más ostentosos -Ferrari, Lamborghini...-coches rápidos, de esos que te quedas mirando con la boca abierta, de ninguna manera su estilo es un coche tan grande.
Suspiro, viendo como se van a marchar, viendo como parece que se van a ir definitivamente. Solo una semana, Solo se va una semana me recuerdo a mí mismo. Además, se va con Joshn, seguro que es algún tema familiar, por eso Ale está tan nerviosa: no tiene aprecio a su familia. Sí, es eso. Nada más, no hay de qué preocuparse.
Para mi sorpresa, Ale se acerca una última vez a mí, resoplando, parece que todavía poco convencida, aunque de ninguna manera asustada o preocupada. Me dedica una sonrisa cansada, una que no me esperaba, ya que pensé que estaba enfadada conmigo por hacerle tantas preguntas, pero por la manera que comienza a besarme, descarto esa posibilidad. Entre beso y beso, escucho como susurra cosas, cosas del idioma X, cosa que no sé lo que significan, hasta que reconozco algo, no porque sepa su significado, sino porque lo he oído antes. Es algo que le dijo a Josh, algo que he oído que le dice a Matt de manera regular.
--Obicham te. Obicham te-murmura sobre mis labios.
--¿Obikam teh?-pregunto tratando de sonar igual que ella, pero por su suave risa sobre mí, doy por hecho que no está bien.
--Obicham te-repite de manera más lenta, clavando sus ojos en mí, sonriendo de esa manera que no está llena de picardía, pero tampoco es plenamente inocente.
--Obi...obicham te-balbuceo sintiéndome algo estúpido por el sonido que me cuesta pronunciar.
Ella asiente con la cabeza, conforme con mi pronunciación, parece que incluso ilusionada con la idea de que sepa decir algo en esa lengua.
Murmura un par de cosas más sobre mis labios, antes de dejar un ultimo beso en la cabeza de nuestro hijo, y ya sí, meterse en el coche. Se despide con un movimiento de mano asomando por la ventanilla y desaparece al girar la calle, yéndose a algún lugar al que no puedo ir, a algún lugar aparentemente peligroso.
Bajo la mirada de nuevo hacia Matt, quien vuelve a sonreír sin ese ceño fruncido. Suspiro y le devuelvo la sonrisa.
--Vamos dentro, que hace frío y aún nos quedan unas cuantas horas de sueño antes de tener que ir a ver a tío Harry.
----------------------------------
*susurra* ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? ¿Habéis muerto todos? Bueno, parece que sí, ya que hasta Bea me ha abandonado T-T, que triste todo.
Como sea, disfrutad del capítulo.
Voy a intentar subir todos los capítulos que pueda porque en Mayo me propuse terminar la fic en Julio, al llegar a Julio y ver que no iba ni por la mitad, dije que al menos acabarla en Septiembre, o quedarme cerca. Ahora...bueno, voy a intentar subir hasta el 70 antes de que empiecen las clases.
Queeestion!!
(para los pocos que quedéis por aquí)
¿Quién ha atado cabos y sabe ya quien es James y que tiene que ver con la fic?
-¿Alguien se acuerda de quién era Byron? La verdad es que lo dudo bastante, porque apenas se le menciona en dos capítulos y es en el principio de la primera fic, pero oye, todo es posible xD.
-¿Quién no se ha dado cuenta todavía (aparte de Liam, obvio) de quién es Blazhe?
-¿Hay odio hacia Alejandra? ¿Pensáis que es mala gente y que van a matar a todos por su culpa? -
Queeestion!!
(para los pocos que quedéis por aquí)
¿Quién ha atado cabos y sabe ya quien es James y que tiene que ver con la fic?
-¿Alguien se acuerda de quién era Byron? La verdad es que lo dudo bastante, porque apenas se le menciona en dos capítulos y es en el principio de la primera fic, pero oye, todo es posible xD.
-¿Quién no se ha dado cuenta todavía (aparte de Liam, obvio) de quién es Blazhe?
-¿Hay odio hacia Alejandra? ¿Pensáis que es mala gente y que van a matar a todos por su culpa? -
Disfrutad de lo que queda de verano ^^.
Love you all xxoo.