lunes, 25 de mayo de 2015

Capítulo 52. Abrazos.

Narra Niall.
No hace falta decir que la habitación se ha quedado completamente en silencio. Tampoco hace falta mencionar que no podemos enfadarnos con Louis por haber actuado así. Ni mucho menos hace falta decir que Harry de inmediato trata de levantarse para ir tras él y hablar las cosas, pero como todo esto, tampoco es necesario decir que ni Ane ni yo le dejamos que lo haga.

--¡Pero está enfadado conmigo!-se queja Harry en voz tan alta como su debilidad y los calmantes que recorren su sangre le permiten-¡No puedo simplemente dejar que se vaya!
--No puedes moverte de aquí, Harry-habla Ane en tono tranquilo mientras coloca las sábanas que su hermano se había apartado-Ahora vamos a hablar con él ¿vale?
--Per...-trata de añadir, pero le interrumpo.
--Tienes que quedarte en la cama para que te recuperes y así podamos patearte el culo por gilipollas-bromeo alborotando sus rizos un poco más.
--No quiero que nadie me patee nada-se queja en un bufido mientras deja caer su cabeza contra la almohada-Ni siquiera me pareció que estuviera haciendo algo tan horrible-añade alzando sus brazos hasta que sus manos llegan a su cabeza para acariciarse el pelo, frustrado-¿Tan mal estoy?

Clava sus ojos verdes primero
en mí, pero yo solo puedo mantenerme callado, con el rostro ya sin aspecto de broma, devolviéndole la mirada pero sin responderle.
Está mucho más que mal. Está destrozado. Le falta piel de los brazos, piel que él solo se ha quitado. Toda su cara está rasguñada, y por lo que sé, esos arañazos bajan por su cuello hasta llegar a su pecho, sus costados, su estómago y la parte exterior de sus muslos.
Está claro que bien no está, y ya no hablando de manera física, sino mental.
Harry aprieta sus labios hasta que quedan en un línea, mirándome serio antes de girarse hacia su hermana para que le dé esa respuesta que yo no he podido darle.
Ane se aparta nuevas lágrimas que sus verdes ojos dejan caer. Trata de sonreír, pero de sus labios solo sale una mueca que expresa la preocupación y el miedo hacia su hermano.

--Te vas a poner bien-es lo único que ella es capaz de decir. Su voz apenas audible por el nudo en su garganta.

Harry asiente con la cabeza no muy convencido antes de apretar la mano de  la chica que se la sujeta con fuerza y cariño.

--¿Por qué tanta venda?-pregunta él de nuevo, sonando curioso mientras lleva su mano libre a los vendajes que cubren su brazo derecho, el menos perjudicado, pero aún así perjudicado gravemente.
--No lo toques-Ane responde cogiendo la mano de éste con rapidez-Es para que se cure y no se infecte.
--Los arañazos no hace falta que se venden-se burla él con una ligera risa.

De nuevo, la sala se queda en silencio, salvando su débil risa que también acaba por apagarse.
El médico ya lo ha dicho: en el estado en el que se encontraba no era plenamente consciente de sus actos ni mucho menos del daño que él mismo se estaba causando. Y debo admitir, que eso me acojona bastante, ya que si ha llegado al punto de provocarse heridas, tales como para hacer que le ingresen en un hospital sin darse cuenta, no quiero saber todo a  lo que podría llegar.

--¿Qué pasa?-pregunta ciertamente extrañado mirando a su hermana, quien trata de frenar más lágrimas que se avecinan-¿Por qué el silencio?-esta vez sus verdes ojos llegan a mí, pero yo solo aparto su mirada sin saber qué responder.
--No son simples arañazos, Hazz-digo con la mirada puesta en la pared.
--¿Cómo que no?
--Te has hecho mucho daño-habla su hermana, con voz quebrada y ahogada.
--¿De qué me estás hablando?-la confusión tiñe su grave voz-No entiendo nada. Ni siquiera entiendo por qué estoy en el hospital. No me siento mal.

Escucho como Ane suspira de manera entrecortada, haciendo que la mire para ver como ella acaricia con su pulgar por encima de la venda que cubre la muñeca izquierda de Harry.
Ella se mueve hasta que sus manos llegan al antebrazo, y tanto ella como yo sabemos que no debería estar haciendo lo que está haciendo, pero ni ella deja de hacerlo, ni yo hago intento de que pare, porque ambos sabemos que Harry tiene que ver lo que realmente se ha causado y no lo que cree recordar.
Mi triste y rota prometida desenrolla con cuidado la parte del codo hasta que se empieza a ver la carnicería en la que se ha convertido el brazo de Harry. Apenas quedan descubiertos tres dedos de distancia desde el codo, y ya se puede ver como ha sido necesario poner algunos puntos para que una de tantas heridas pueda cicatrizar, alrededor de esa gran herida que podemos ver, hay otras más pequeñas que siguen soltando algo de sangre. Toda la piel está rasguñada e irritada, rojiza por esos otros intentos de hacer más heridas, que por debilidad, espacio o tiempo no se llegaron a producir, junto con grandes y preocupantes cardenales de un color morado oscuro para nada saludable.
Retiro la mirada para dirigirla a Ane, que no puede dejar de mirar ese principio de la herida mientras que las lágrimas recorren sus mejillas de manera lenta pero constante hasta que su pierden al precipitarse contra la sábana de la cama. Y sé, que ella no va a poder soportar mucho más tiempo en esta habitación por mucho que quiera estar con su hermano para comprobar que está bien. Es precisamente por todo lo que le quiere que no va a poder soportar el verle así, con los brazos en un estado lamentable y para nada normal. En un estado que indica el nivel de desesperación al que ha llegado su querido hermano.
Me muevo con rapidez, del lado derecho hasta el izquierdo de la cama, con mis ojos solo puestos en ella y su manera de sollozar lo más bajo que puede. Hago que ella suelte tanto el vendaje como el brazo de Harry. Cojo sus manos temblorosas, dejo un beso sobre ellas y las dejo pegadas a mi pecho, junto con ella, quien finalmente deja salir su fuerte llanto contra mi pecho.

--Creo que es hora de que otros le vean-murmuro con mis manos en la parte baja de su espalda, moviéndome con tranquilidad su cuerpo, como si fuera el de un bebé, para que se tranquilice.

Ella asiente con la cabeza, aún llorando de manera desastrosa. Se separa de mí con cuidado, dejándome ver sus grandes ojos verdes llenos de lágrimas saliendo de ellos, mostrándome todo el dolor y el sufrimiento, la desesperación y la frustración que hay dentro y que no tiene ni la mínima idea de como controlar.
Agacha la mirada mientras parece tratar de limpiarse las lágrimas y acto seguido se da media vuelta para poder despedirse de un más que atónito, asustado y dolido Harry.
Se acerca a él con lentitud y yo me alejo un poco para que tengan algo más de espacio e intimidad, pero eso no quita que pueda ver por el rabillo del ojo como se despiden.
Él dice en voz agitada e inestable que lo siente, que no quiere que llore, que él no sabía que estaba tan mal. Ella solo niega con la cabeza mientras trata de sonreír y le dice que no se preocupe, que lo único que realmente importa es que él esté bien, antes de ponerse a darle besos cortos pero llenos de cariño y dulzura por todas partes de su rasguñado rostro. Sus labios se pasean por las marcas rojizas con delicadeza. Por sus mejillas, por su barbilla, por su frente, por sus párpados, por sus labios. Y sí, mi sentido común me dice que haga algo, que diga algo, que les separe, que me cabree, pero rápido, me doy cuenta de que ese beso no significa más que otros besos en otras partes de su rostro, porque es eso, solo otro pequeño y dulce beso entre hermanos. Porque sí, porque vuelvo a confiar en ella, porque sé que no significa nada que no sea cariño de hermanos, porque ella ya no siente nada, porque ella me prometió que ya no había nada entre ellos.
Finalmente se separa de él con lentitud, recolocando las sábanas que hay sobre su hermano aunque no sea necesario hacerlo. Me mira momentáneamente, esperando a que yo me despida de él también para salir junto a ella, pero yo niego con la cabeza ligeramente, indicándole que me quiero quedar un segundo para hablar a solas con él. Ane comprende de inmediato, deja un corto beso en la comisura de mis labios, que me hace sentir algo violento al darme cuenta de que me ha besado justo después de haber besado a Harry, pero tampoco siento que sea exactamente igual, o al menos esa sensación me da.
La habitación se queda en silencio en cuanto ella sale. Siento como Harry trata de evitar que salga una lágrima de arrepentimiento, acariciando sus ojos cerca del lacrimal.
Me acerco a él hasta quedar donde estaba antes mi prometida, viendo como él no quiere encontrar mi mirada por vergüenza absoluta. Por arrepentimiento. Por pena.

--Incluso cuando está a miles de kilómetros hace que te descontroles-murmuro mientras llevo las manos a los vendajes para ponérselos de nuevo.
--Ni siquiera recuerdo que fuera tan grave-responde en voz baja. Su mirada en sus piernas.
--¿Podrías al menos intentar olvidarte de ella?-le pregunto con tono neutral, con la atención puesta en que sus heridas queden cubiertas.
--Lo llevo intentando desde que se fue.
--No pienses que soy imbécil, por favor-digo algo molesto, llevando mi mirada a él para ver como su cabeza sigue gacha-Sé que no lo has hecho, no lo niegues.
--Lo he hech...
--¡No lo has hecho Harry!-exclamo apartando mis manos de su brazo ya vendado-Lo único que has hecho ha sido...regodearte en tu dolor, cubrirte con ello, recordar una y otra vez lo que te hizo, ¿eres masoca o simplemente imbécil? Tienes que asumir que ella ya se ha ido y no va a volver-digo contundente.

Y aunque sé que le duele, aunque sé que quizás no es lo más recomendable que podría decirle, sé que es lo que tiene que oír, porque si ha llegado al extremo de intentar matarse solo por hablar con ella por teléfono, es que ni siquiera ha intentado pasar de página, y eso es algo que no puede ser bueno, porque ella ya no siente nada por él. A ella le da igual él. Le da igual como o con quien esté. Simplemente le da igual.

--Lo sé, ¿vale?-responde tratando de sonar duro, pero solo se escucha una voz que trata de frenar un sollozo-Lo sé y lo entiendo, lo acepto y lo he superado. Ya no la quiero.
--Está claro que no la quieres-bufo señalando sus brazos-Harry, de verdad que tienes que olvidarla, no te está haciendo nada bien.

Esta vez asiente con la cabeza, supongo que sin fuerzas o ganas de hablar. Sus ojos todavía lejos de los míos.
Resoplo antes de abrazarle como puedo, sintiendo como trata de devolvérmelo, pero se queja con tan solo mover sus brazos, supongo que los calmantes empiezan a dejar de hacer efecto.

--No hagas más estupideces, por favor-le pido antes de dejar un beso en su mejilla-Y abstente de ver porno-bromeo mientras me aparto de él, para ver una ceja fruncida por la confusión-¿Para qué verlo si no puedes mover los brazos?-pregunto antes de echarme a reír, provocando que él ría por lo bajo, con sus mejillas sonrojadas.
--Lo recordaré.

Y con una última y amable sonrisa salgo de la habitación, dejando dentro al destrozado de mi casi hermano.
En cuanto pongo un pie fuera de la habitación, todas las miradas se ponen en mí, desde las lloronas de Ane y Anne hasta las serias y preocupadas de Zayn y Liam.

--¿Qué ha pasado?-me pregunta con rapidez Ane mientras se acerca a mí con rapidez.
--Nada, solo hemos hablado-contesto con tranquilidad, llevando mis manos a su cintura para poder abrazarla.
--¿Pero está bien?-pregunta Des rápidamente.
--Está bien-respondo.
--¿Qué os ha dicho?-pregunta Liam.

Abro la boca para hablar de ello, cuando veo como por el pasillo se acercan un pelirrojo colorado, una rubia a punto de ahogarse, y detrás de ellos, a una gran distancia, un castaño de ojos azules con el rostro serio.

--¿Cómo está?-pregunta Ed agitado.
--¿Podemos pasar a verle?-pregunta esta vez...Taylor, sí, es Taylor Swift, esforzándose por respirar, pero es ella, y por algún motivo, esta interesada en la salud de Harry.
--Niall y yo acabamos de salir-Ane habla en tono bajo, abrazando mi torso con sus brazos y escondiendo su cara en mi cuello-Creo que ahora deberíais entrar vosotros-añade mirando a sus padres.

Éstos asienten con la cabeza antes de entrar en la habitación para ver a su malherido hijo.

--Luego podríais entrar vosotros-comento, mirando sobre todo a la rubia-Sea cual sea vuestra relación...
--Le considero mi amigo-contesta ella al ver que la frase era básicamente para ella-No sé lo que él pensará que soy...-añade algo confusa.

-Moments-
Después de muchas discusiones acerca de quien va a ser el que se quede esta noche con Harry, Anne, Des y Louis ganan la discusión, y el resto nos vemos obligados a volver a nuestras casas, para descansar, cenar, ducharnos, dormir y volver mañana en cuanto podamos.

--Aún no me creo que se encuentre tan mal como para no poder volver a casa esta noche-Ane dice con un suspiro mientras entra en la habitación-Me parece...tan irreal...
--Estará bien-respondo con tranquilidad mientras camino hasta quedar tras ella-Es fuerte, superará todo esto-practicamente la prometo mientras dejo un beso en su hombro izquierdo con ternura.
--Lo sé...-murmura apoyando su cabeza en mí-Pero me preocupa.
--A mí también, pero no sirve de nada estar preocupados si ya no se puede hacer nada por evitarlo...Solo hará que te sientas peor...

Nos quedamos un hermoso momento en silencio, ella apoyada sobre mí, respirando con tranquilidad, con los ojos cerrados y aspecto sereno. Mis dedos acariciando con cuidado su vientre por debajo de su camiseta holgada, sintiendo como su piel se pone de gallina con mi dulce tacto. Y yo, sin poder evitarlo, también cierro los ojos, apoyándome en ella, sintiendo como su corazón palpita con tranquilidad pegado a mi pecho, con su respiración acompasada. La mezcla entre su champú y su aroma natural se cuela por mis fosas nasales.
Es uno de esos momentos que me gustaría poder guardar de alguna manera, para poder rememorarlo y vivirlo una y otra vez.

--Niall...-susurra con tranquilidad.
--¿Si?
--No quiero sentirme peor...-dice en tono bajo mientras acaricia mis manos con las yemas de sus dedos.
--Entonces no pienses más en ello-contesto antes de dejar otro pequeño beso en su cuello, solo que un poco más abajo, en su clavícula izquierda.
--Quiero sentirme bien-añade ladeando su cuello, invitandome a repartir más besos por esa zona tan delicada.

Y entonces entiendo a qué se refiere con eso de "sentirse bien", y no puedo estar más aliviado y nervioso al mismo tiempo. Aliviado porque es otra manera de saber que la relación ha sido retomada y no ha sido un empezar de cero. Nervioso porque hace unos tres meses que esto no pasa, y después de todo lo ocurrido, siento como si realmente fuera nuestra primera vez.
Otra vez.

--¿Puedo hacer algo para que te sientas bien?-murmuro con mis labios sobre su piel.

Su piel se eriza de nuevo. Sus manos cogen las mías y siento como hace que acaricien su estómago de manera más constante.
Se da media vuelta con cuidado, mis manos ahora se encuentran en la parte baja de su espalda.
Mis ojos se encuentran con los suyos, dejandome ver como su anterior preocupación se va escondiendo tras ese increíble y poderoso sentimiento que hace que ella se vea incluso más hermosa de lo que ya es: amor. Amor puro y real. Amor por mí. Amor absoluto por mí.

--Hazme el amor...-susurra sin separar sus ojos de los míos.

Trago saliva algo nervioso antes de asentir con la cabeza con lentitud. Ella sonríe mostrándome los dientes, deslumbrándome por completo, tal y como siempre hace.
Se acerca un poco más a mí, haciendo que sienta mi corazón acelerarse.
Sus labios se unen a los míos, primero con un sutil y ligero toque, pero lentamente se torna algo más salvaje y necesitado, bailando una danza sincronizada bajo un ritmo nunca marcado. Los "Te quiero" resbalan de nuestros labios cada pocos segundos. Nuestras manos acarician el cuerpo del otro con cuidado, intentando tocar cada trozo de piel expuesta que hay a nuestro alcance.
Caminamos con pasos torpes hasta llegar al borde de la cama. Hago que ella se tumbe quedando boca arriba, conmigo sobre ella. Mis rodillas apoyadas a ambos lados de su cadera mientras que mis manos se apoyan a la altura de su cabeza.
Siento como sus manos tantean con el borde de mi camiseta hasta que decide sacarla de mi cuerpo con suavidad, entre beso y beso.
Decido meter mi mano izquierda bajo su camiseta, acariciando con las yemas de mis dedos desde su caderas hasta que me topo con su sujetador, deteniendome por un momento, antes de deslizar mi mano por encima de éste, acariciando uno de sus senos con gentileza.
Ella gruñe bajo mi tacto antes de morder mi labio inferior de manera juguetona, provocando que yo sonría, bajando mi mano para poder quitar su camiseta de un movimiento rápido.
Sus manos pasan de arriba a bajo de mi torso, acompañado de sus labios, los cuales besan desde mi mandíbula hasta mi pecho, dejando alguna que otra ligera mordida en mi cuello.
Siento esos nervios histéricos de la primera vez que me besó de esta manera, de esa primera vez que me acarició con ese cariño, de esa primera vez que yo me atreví a hacerlo. Simplemente estoy nervioso como esa primera y estrepitosa vez.

--Eres tan...increíble-murmuro aprovechando un segundo de su despiste para ser yo el que bese con necesidad, también dejando alguna marca que demuestre mi amor hacia ella en estos momentos.
--Eres tan...perfecto-ella responde con un ligero jadeo, causado por mis besos.

Mis labios continúan bajando por su torso, pasando por el centro de su sujetador hasta llegar a su ombligo, haciendo que en ese momento ella arquee su espalda, tratando de que mis besos prosigan. No puedo frenar una sonrisa sobre su piel. Mis manos llegan a sus caderas, acariciándolas con las palmas de mis manos, hasta que llego a sus pantalones de chándal. Los bajo con lentitud junto con mis besos, los cuales pasan por su ropa interior, haciendo que ella suelte un gemido, esta vez alzando sus caderas contra mi boca.
No detengo mis labios hasta que sus pantalones están fuera de sus piernas, besando cada centímetro de sus piernas hasta llegar a sus pies, sacando así del todo los pantalones.
Recuerdos llegan a mí de cuándo éramos jóvenes e inexpertos, es decir, de hace ocho meses. Esta vez no hay golpes, ni caídas, no hay vergüenza ni preguntas, no hay miedo ni mucho menos nervios. Tan solo hay roces y caricias, besos, toques y sobretodo, te quieros.

--Yo arriba-murmura en cuanto me coloco sobre ella.

De un giro más esperado que inesperado, acabo debajo de ella, riendo ligeramente puesto que la mitad de las veces (más de la mitad, más bien) hace eso, y acaba sobre mí. ¿Obsesiva del control dónde?
Ella sonríe de igual manera antes de inclinarse hasta llegar a mis labios y poder dejar un ligero beso en ellos.
Va bajando sus labios por mi torso, prácticamente recorriendo el mismo camino que yo he hecho por su cuerpo, solo que ella aprovecha para quitar toda mi ropa, mientras que ella sigue en la suya interior, cosa de lo que me voy a ocupar de aquí a unos segundos en los que voy a cambiar las cosas.

--Hoy no, cariño-digo con una sonrisa.

Ella me devuelve la sonrisa, pero con un gesto confuso. Para cuando se quiere dar cuenta, está debajo de nuevo.
Un gruñido felino sale de su garganta, claramente a disgusto porque haya cambiado las cosas. Pero eso parece que se le olvida cuando meto mi mano izquierda en su ropa interior, acariciando con cuidado su zona más delicada mientras me desprendo de lo que queda de ropa.
Un gemido resbala de sus labios antes de que éstos sean capturados por los míos en un beso cálido, de esos que te quitan el aire dada su magnitud.
Ella lleva sus dos manos a mi cuello, acariciándolo antes de bajar a mi pecho, dejando ahí las palmas y apretando. Me cuesta entender que lo que quiere es que deje de besarla por un momento.
Cuando me aparto de sus labios, ya rojos e hinchados de ser besados, ella jadea de manera exagerada, con la mirada puesta en el techo.

--¿Qué pasa?-pregunto preocupado-¿Te encuentras mal?
--¿Cómo...cómo...-jadea tratando de controlar su respiración-cómo piensas que puedo...respirar...si me tocas...y me besas así?

Yo río entre dientes antes de inclinarme para besar su nariz.

--Tal vez sea que hemos perdido entrenamiento...sobre todo tú-digo con diversión.

Beso sus mejillas con ternura, pero una sonrisa en mi cara llena de diversión. Siento como un puño impacta en el centro de mi pecho de manera débil, lo cual hace que se me escape una carcajada.

--¿Yo? ¿Poco entrenada? ¿Me estás diciendo que estoy poco entrenada?-la falsa indignación en su voz.
--A la vista está-contesto antes de dejar un beso en su cuello.

Y digo uno, porque solo me da tiempo a darle uno, ya que sus labios atrapan los míos con violencia, mordiendo el inferior con insistencia.
Por unos minutos, nuestros besos son lo único que se escucha en toda la habitación, acompañados de algunos jadeos.
Y todo se siente tanto de libro de Nicholas Sparks. Todo es suave, y tranquilo después de toda la tormenta que pasa sobre nuestras vidas. El cuerpo del otro sirve como ese techado pequeño que te encuentras de repente cuando vas por la calle, lloviendo a cantaros y sin paraguas o algo con lo que cubrirte; ya estás mojado, tiritando, ya piensas que vas a constiparte y que no importa mojarse un poco más que un poco menos, pero sin embargo, siempre te detendrás en ese saliente, para apoyarte en la pared, ver como todo el mundo también corre de un lado para otro para librarse de la lluvia, y mientras tú, respiras tranquilo.
En este instante, ambos respiramos, sin importar nada que no sea cubrirse con el otro, refugiarse en el otro, sentir al otro.
De repente, Ane alarga un brazo, tocando la mesilla de noche con los dedos, moviéndola de un lado al otro, como si buscara algo de lo que ya tengo conciencia, pero sin embargo yo no paro de besarla por cada parte que puedo, con una mano apoyada en la cama y la otra sobre su pecho.

--Niall...-se medio queja, medio gime.
--Ya lo sé-respondo interrumpiéndola, llevando los besos a su hombro.
--Pues entonces dame un poco de espacio o cogelo tú-dice con algo de diversión, aunque entre tantos jadeos, ya no sé ni en qué tono lo dice.
--Es que no sé si tengo...-murmuro mientras dejo su pecho y llevo mi mano a su espalda para desabrochar su sujetador-y quiero aprovechar antes de que me frenes-añado mientras lo saco con cuidado de su cuerpo.

Mis labios ahora cambian su rumbo hasta sus pechos. Y sé que va a decir algo, o más bien se va a quejar de algo, pero lo único que salen de ella son gemidos agudos al meter uno de sus pezones en mi boca.

--Eres un maldito hijo de tu santa madre-consigo entender entre el desastre de gemidos que es.
--No metas a mi madre en la conversación-digo con mis labios contra su piel-no creo que sea buena idea hablar de ello mientras hacemos estas cosas-añado con una sonrisa.

Decido seguir con la ronda de besos para llevarlos hasta su ombligo, repartiendo varios húmedos alrededor. Trato de seguir bajando, pero ella me interrumpe.

--Más te vale encontrar un condón si vas por ese camino, Horan-parece que me advierte.
--¿Por qué?-pregunto alzando la cabeza hasta que mis ojos encuentran los suyos-Eso no es justo.
--Sabes que así el único que llegas eres tú. Eso sí que no es justo-se queja aún con la respiración jadeante.
--¿Y un poquito solo?-pregunto con voz de niño bueno mientras me agacho de nuevo.
--Nop.
--¡Pero si te gusta!-exclamo a disgusto.
--Me gustan otras cosas más que tu lengua y para usarlas es necesario algo para evitar un embarazo no deseado.
--Pero Ane...-me quejo como un niño al que le han quitado un caramelo-Yo quiero seguir con esto...
--Y yo quiero...bueno, iba a decir una burrada, pero me voy a callar porque no estoy en condiciones de hablar-dice mientras se abanica con las manos.

Eso hace que yo alce ambas cejas con sorpresa y una sonrisa en mi cara.
Me muevo hasta quedar sobre ella de nuevo, encontrándome así con una pequeña sonrisa también cubriendo su rostro.

--¿Vas a pensártelo mejor y ayudarme a buscar uno?-pregunta divertida.

Niego con la cabeza. Aún sonriente. Mis labios de nuevo casi rozando los suyos.

--Quiero saber lo que ibas a decir.

Eso hace que ella suelte una sonora carcajada que retumba en mi pecho gracias a la cercanía entre nuestros cuerpos.

--Creo que nos estamos desviando del tema-dice aún con diversión. Sus ojos fijos en los míos.
--Dímelo-la pido de nuevo antes de capturar sus labios en un corto pero hambriento beso-Por favor-añado de la misma manera.
--Niall-jadea con los ojos cerrados, esperando el siguiente beso que no tarda en llegar.
--Vamos...-susurro antes de bajar hasta su oído-Sé una niña buena solo por hoy-murmuro contra la piel de su oreja, sintiendo como mis labios rozan con gentileza su piel y con ello, que ésta se ponga de gallina.
--Ni-Niall, por favo-or-balbucea.

Parece realmente abrumada por las sensaciones que le provoco, aunque no haga nada en especial, pero supongo que la abstinencia también tiene algo que ver, ya que ella nunca me ha pedido de la manera en la que lo hace ahora.
Y debo admitir que no me disgusta, ya que por una vez, yo tengo el control de la situación.
Sonrío sobre su piel antes de hablar de nuevo.

--¿Qué ocurre?-pregunto en tono inocente. Mis labios aún apenas rozando su piel.
--Deja de hacer el idiota y busca un condón-parece que trata de ordenarme, pero no funciona, ya que su respiración sigue estando entrecortada y jadeante.
--Dime lo que ibas a decirme-insisto con ello, más por terquedad que por interés.
--Eres un imbécil-dice con el ceño fruncido.

Al ver su "molestia" por lo que está pasando; que yo sea el que mande y el que tenga el control, y ella la que obedece, bajo mi lengua, desde el comienzo de su cuello hasta volver a sus senos, esta vez dando un breve momento de placer al contrario que mis movimientos anteriores insistentes sobre esa zona.
Ella deja salir otro gemido, aunque esta vez suena más a disgusto.

--Soy tu imbécil favorito-murmuro antes de dejar un beso en el centro de su pecho-Soy tu imbécil olvidadizo favorito-añado entre besos que suben desde el centro de su pecho hasta su cuello y finalmente llegando a sus labios.
--S-sí...-admite jadeando-pero haz algo...y haz algo ya.

Y yo como un buen chico, hago algo y hago algo ya. Sin previo aviso me meto en ella haciendo que suelte un largo gemido en el que yo la acompaño, pero rápidamente abre los ojos para mirarme asombrada. Yo sonrío con diversión, esperando que ella también lo haga, pero por el contrario me llevo otro golpe en el pecho.

--¡Apártate!
--Pero Ane...-me quejo fingiendo gimotear.
--¿Es que quieres un bebé? ¿Es lo que quieres? ¿Te apetece estar cuidado de un ser que solo llora, come y hace popo? ¿Quieres eso? ¿¡Lo quieres?!-me recrimina con cierto aire de histeria.
--No, no lo quiero...-murmuro besando sus labios con necesidad mientras salgo de ella para volver a entrar con algo de fuerza.

Se derrite en gemidos bajo mi cuerpo, aún quejándose, pero ya no tratando de frenarme, es más, solo me dice que siga y que ya nos preocuparemos cuando haya que preocuparse, y sí, estoy de acuerdo con ella, pero lo que tengo claro es que ahora no quiero un niño, por lo que le planteo otra cosa entre embestida y embestida.

--Voy a parar a tiempo. Te lo prometo-digo con un susurro ronco en su oído que solo provoca más gemidos agudos que buscan más y más.

Y aunque el término acordado ha sido "hacer el amor", lo que hacemos es bastante desastroso pero aún así placentero: nuestros labios se sienten descordinados y no atinan a los del otro en la mitad de las ocasiones. Siento más saliva fuera de mi boca que dentro de ella o de la suya. La calefacción, puesta indudablemente demasiado alta solo para ella, ya que siempre tiene frío, ahora provoca que estemos sudando lo que no hemos sudado en todo el año.
Y sin embargo nos da igual, no nos importa, solo nos dejamos llevar entre movimientos que se turnan entre suaves y precisos a rápidos y descontrolados, todos ellos acompañados de gemidos, gritos, jadeos y te quieros.
Quizás es lo bien que se siente que hace que no sea consciente del tiempo que pasa, puede que solo haya sido por la falta de hacerlo, o tal vez solo sea el hecho de que ella es lo más excitante con lo que me he podido encontrar en mucho tiempo, pero la cosa es que mucho antes de lo que espero o de lo que quiero, siento como ese dichosos cosquilleo comienza a recorrer cada centímetro de mi piel, quemando, devastando de una placentera manera, siempre comenzando desde mis extremos para acabar concentrándose en un único punto.
Me maldigo, me maldigo un millón de veces por no tener condones, maldigo al tiempo por haber pasado tan rápido y maldigo a mi cuerpo por querer acabar con esto ya. Maldeciría su cuerpo, al sentir que también está tan cerca de esto como yo, pero sin embargo no puedo, porque si lo hiciera sería un hipócrita.
Beso sus labios con insistencia, casi con agresividad mientras mis movimientos siguen produciéndose. Acaricio su cuerpo tanto como puedo, buscando que al menos ella acabe con esto.

--Amor-gruño entre beso y beso-date prisa, por Dios...

Ella trata de decir algo, pero no salen palabras con sentido de su boca, por lo que continúo besando, succionando su labio inferior, lamiendo la sensible piel de su cuello y marcándola de la manera más sutil que puedo mientras que mis manos viajan de sus senos a su caderas para agarrarlas y así poder hacer más profundos mis embestidas, incrementando así el volumen de sus gemidos y palabras incomprensibles.
Para cuando pienso que o acabamos teniendo un accidente y ninguno de los dos se queda sin su querido orgasmo, siento como ella aprieta sus dedos en mi espalda y acto seguido suelta un largo gemido que apuesto todo lo que tengo a que se ha oído en la casa de al lado.
Sus ojos se mantienen cerrados. Su cara está completamente sonrojada. Sus labios están hinchados de ser besados. Su pelo es todo un lío contra la almohada. Su pecho sube y baja, cansado, agitado, mientras hace todo lo posible para que llegue oxígeno a sus pulmones, lo cual provoca que ella jadee.
Gimoteo claramente a disgusto al no poder acabar, no dentro de ella, no con la excitante vista que tengo ante mis ojos, y con todo el dolor de mi corazón me veo obligado a apartarme de ella, lo cual hace que ella jadee de nuevo, esta vez por la pérdida de mi cuerpo.
Me coloco a su lado, aún con una dolorosa erección en mi cuerpo, mientras observo cómo ella se recupera.
Y pensar que nuestra primera vez fue lo más desastroso, nervioso e inexperto que haya podido pasar nunca, y que ahora simplemente surja y ocurra de la mejor manera que existe; es decir, a nuestra manera.
Pasados unos minutos siento como su respiración se torna más calmada y normal, y cómo gira su cabeza hacia mí para por fin abrir los ojos y mirarme con una gran sonrisa satisfecha, aunque esa sonrisa se amplía cuando baja la mirada por mi cuerpo.
Cómo no, ella tiene que ser la que mande, al menos por unos minutos. Se coloca de manera que yo estoy sobre mi espalda, y ella sobre mí. Esa amplia sonrisa aún en su rostro mientras besa mi torso con insistencia, ahora dudo que con mucho gusto, ya que estoy sudado, pero eso a ella no le parece dar igual, ya que continúa los besos hasta llegar a mi erección.
Dejo salir una especie de entre siseo y gruñido al sentir como solo deja besos superficiales, lo cual no ayuda mucho a liberarme.

--Cari...

Y mis palabras quedan olvidadas cuando siento como su lengua recorre mi longitud con habilidad. Las cosas cambian y soy yo el que se encuentra gimiendo y jadeando bajo su toque, aunque tampoco es que dure mucho, ya que sin previo aviso me dejo ir con un gemido gutural que también puedo asegurar que ha llegado hasta los vecinos.
Sé que no me encuentro en el Cielo, básicamente porque no me he muerto y porque dudo que un orgasmo se pueda comparar, pero me siento entre nubes, absolutamente entre nubes, en lo más alto y poco a poco descendiendo con suavidad hasta que vuelvo a la realidad de la situación, donde preveo que me van a regañar.
Abro los ojos aún jadeando para ver una imagen de mi prometida entre cómica y excitante: ojos cerrados con fuerza, nariz arrugada y boca abierta, pero no por un gemido o estar jadeando, no, su boca está abierta como señal de sorpresa. Ni que decir tiene que su cara está manchada, de lo que esté lo dejo a la imaginación de cada uno.
Trato de no reír, pero fallo en el intento, con lo que me gano un golpe en la pierna.

--Eres asqueroso-es lo único que dice ella mientras se limpia con las manos-Simplemente asqueroso.
--Y yo que pensé que la que tenía semen en la cara eras tú...-aún tengo el valor de vacilar, pero bueno, de nuevo me golpea y de nuevo río escandalosamente.
--La última vez. Juro que esta ha sido la última vez-confirma aún en un intento de dejar su cara limpia, no con mucho éxito.
--¿La última vez que lo hacemos, la última vez que lo hacemos sin condón o la última vez que me vas a dar un mamada?-pregunto todavía divertido mientras cojo la sábana para poder limpiar su rostro con cuidado.
--Las tres cosas-dice en un bufido mientras se deja limpiar por mí-Podrías al menos haber avisado.
--¿Te hubieras apartado?-pregunto extrañado.
--Posiblemente.
--Mentirosa.
--Verdadosa.
--Esa palabras no existe.
--¿Y a quién le importa? Te has corrido en mi cara, cerdo de mierda.
--Te ha encantado.
--Sí, ha sido mi mayor sueño por fin cumplido-la ironía rebosante en sus palabras mientras rueda los ojos, pero aún así, yo solo me mantengo frente a ella, a una pequeña distancia, con mi mano acariciando su mejilla derecha, ya limpia, todo hay que decirlo.
--Te quiero-digo en un susurro, mirando como sus ojos verdes muestran algo de enfado, pero al dejar salir esas dos palabras, parece esfumarse.
--Y yo a ti-contesta con una dulce sonrisa antes de dejar un corto beso en mis labios y apartarse de mí para poder dormir-aunque me des asco ahora mismo-añade cuando se está tumbando.
--No te doy asco-contesto divertido mientras me coloco tumbado tras ella, con su espalda pegada a mi pecho.
--Lo haces-contraataca ella, sin girarse si quiera para mirarme.
--No.
--Sí.
--No.
--Vale no-finalmente cede mientras se da media vuelta.

Su pecho algo más bajo que el mío, pero aún así pegado a mí, su rostro también algo más bajo, haciendo así que tenga que agachar mi cabeza para poder ver sus ojos y observar cómo éstos están fijos en mí. Sus brazos colocados bajo los míos, abrazando mi torso, al igual que yo abrazando el suyo con uno de mis brazos, mientras que con el otro trato de taparnos con una de las mantas que ahora están arrugadas en alguna parte de la cama o del suelo.

--Pero sí que eres asqueroso.
--Me vas a querer igual aunque lo sea-no puedo evitar decir con una gran sonrisa que rápidamente se contagia a ella.
--Sabes que sí.


Narra Lucía.
Creo que hace mucho que no lloraba de la manera en la que lo he hecho todo el día de hoy, o al menos desde que Louis me avisó de lo que había pasado con Harry.
Le quiero como amigo, como familia, y puede que aún un poco (mucho, bastante, demasiado para no ser enfermizo) como ídolo. Y la verdad, es que duele demasiado saber cómo se siente respecto a él mismo.
Cuando no le conocía personalmente, creía -al igual que todas- lo que ellos creían o dejaban que creyéramos; que son de tal manera u otra, que les gusta un color, un animal o una clase de chica por encima de otra, pero ya está, no expresan mucho más al mundo, salvo la manera en la que actúan sobre el escenario o en una entrevista, que, por experiencia, ya sé que no siempre están tan alegres o tranquilos como siempre, sino que saben actuar bastante bien en ese aspecto. También sé desde que estoy con ellos, que es precisamente, cuando no se ven tan resplandecientes y tranquilos como siempre, es que algo grave les ocurre.
Puede que el tener esa idea preconcebida de Harry, de chico alegre y tranquilo, calmo y sereno, sin ninguna clase de problemas, es precisamente lo que más me ha hundido al saber el cómo y el porqué de su estancia en el hospital.
Ahogo otro sollozo contra la almohada, abrazándome a mí misma con fuerza. Simplemente este dolor me supera, y por encima de todo, la frustración dirigida a una única persona.
Cojo el teléfono móvil de la mesilla y marco de nuevo el número que me pasó Louis antes de que tuviera que irme -después de insistirle mucho- y espero a que alguien lo coja, sin esperanzas de ninguna clase, ya que Louis lleva llamando todo el día y ni siquiera daba señal por lo que me ha dicho. Para mi sorpresa a mí sí que me da que está llamando.

--¿Si?-esa voz aguda de niña buena que nunca ha roto un plato en su vida, se escucha al otro lado de la línea.
--Casi se mata por tu culpa y tú ni siquiera te has atrevido a hablar con Louis-reprocho de inmediato-Era tu todo y ahora es la última mierda, tanto, que si se muere hablando contigo por teléfono ni siquiera te molestas en saber si ha sobrevivido.
>>Si en algún momento de la vida lo quisiste como pareja, amigo o tan solo como una persona a la que admirar por su talento, que sepas que lo has hecho de puta pena.
>>¿A caso es que te da igual porque ya estás con otro? ¿O es simplemente que no tienes corazón? Porque nadie con el mínimo de sentimientos se atrevería a hacer lo que tú estás haciendo, así que piensate muy bien eso de si tu inteligencia supera tanto a la del resto que tu mente ha sobrepasado a tu corazón y lo único que puedes ver en tu vida son conocimientos y más conocimientos sin pararte a pensar ni cinco segundos en las personas que te rodean, que te rodeaban, o que en algún momento te quisieron.
--Las cosas no han sido así-tiene el valor de defenderse, y encima, de hacerlo con todo de cabreo.
--Me importa una puta mierda tu punto de vista, yo soy la que he estado con él, en el hospital, con sus extremidades vendadas y todo lleno de puntos y restos de sangre, así que no me vengas con que las cosas no son así ¡porque sé lo que he visto!
--¿¡ME LLAMAS DESPUÉS DE TODO ESTE TIEMPO PARA GRITARME GILIPOLLECES?! ¿¡QUIÉN COÑO TE CREES QUE ERES LUCÍA?!-me chilla cual histérica haciendo que la poca paciencia que conservaba.

Me levanto de la cama hasta quedarme sentada en la cama. Me limpio las lágrimas con la mano libre mientras cojo aire para seguir con esta estúpida discusión con mi amiga, de la cual no sé nada desde hace cinco meses por lo menos.
Pero ni la distancia, ni el tiempo ni la amistad van a evitar que la reproche lo que ha hecho, porque no, no es su culpa la baja autoestima de Harry, tampoco es su culpa que Harry lo pague automutilandose, pero sí es su completa culpa el haberse ido, el haber dejado a Harry por una estúpida universidad que podría haberse financiado con una beca, tal como la que le dieron, pero en la ciudad, porque estoy segura de que se la habrían dado si la hubiera pedido, y sobre todo, es su culpa haber dicho que Harry arruinaba su vida, porque aunque Harry no hubiera visto el mensaje, eso no es algo que se dice de una persona que te quiso con toda su alma, su vida y su fuerza.

--Te estás quejando de que estoy enfadada y te estoy gritando... Eres tú la que ha causado toda esta mierda...¿te das cuenta?-hablo lo más tranquila que puedo.
--He causado toda esta vida...-murmura bajando el tono hasta llegar al mío-No es mi culpa que él no haya sabido olvidarme. Lo hice por su bien y lo sabes.
--¿Qué bien?-pregunto con todo el sarcasmo propio de Louis-Que tú pienses que salir de su vida para que la fama no te afecte a ti, no significa que sea un bien necesario para él. Él preferiría que te hubieras quedado. Hubiera dejado su fama por ti. Hubiera dejado su sueño por ti. Y ¿tú qué haces? Te vas a la mínima ocasión posible. Eres una mierda de novia, Marta.
--Si me llamas para insultarme puedes irte un poco a la mierda.
--Entonces me voy bastante a la mierda.

Y eso es lo último que tanto ella como yo escuchamos de la conversación, puesto que cuelgo de golpe.
Lanzo el móvil al otro lado de la cama. Cojo mi almohada, la coloco sobre mis rodillas dobladas y dejo caer mi cabeza con fuerza antes de soltar un gran grito de frustración que queda ahogado contra la tela.
No me puedo creer que sea así. No me puedo creer que lo único que la moleste sea mi enfado. Ni siquiera me puedo creer que no le haya cogido las llamadas a Louis, cuando sabe perfectamente que éste le llama para informarle acerca de Harry, pero está más que claro, que para ella ninguno de nosotros somos ya importantes.
Parece que ella sola se está ganando el asco de la gente, incluido el mío, pese a que siempre la defendí y estuve de su lado, ¡incluso la llevé al aeropuerto! ¡siempre la apoyé! ¡y ahora se escandaliza porque me enfado!
Ane ya lo dijo, ya nos advirtió, y nadie la hicimos caso, nadie pensó que ella pudiera llegar a causar tanto dolor en Harry, pero la ojiverde sabía perfectamente lo que acabaría pasando.
Escucho unos pequeños toques en mi puerta, que hacen que levante la cabeza, acariciando mis mejillas con las manos para apartar las lágrimas. Veo como mi padre asoma la cabeza y me mira con clara preocupación, a lo que yo solo puedo contestar con una débil sonrisa, aún apartándome las lágrimas.

--¿Qué ocurre, cielo?-pregunta en un tono suave.
--Nada papá, no importa-contesto rápidamente, negando con la cabeza, tratando de parecer convincente, aunque sé perfectamente que no es así. Las cejas fruncidas de mi padre me lo confirman.
--¿Te ha pasado algo con Louis?-pregunta, y muy al contrario que otros padres podrían hacer, él no lo dice con enfado o con tono victorioso, como si mi dulce y atento novio hubiera tenido algo que ver, sino que se muestra confuso y puede que algo dolido, ya que Louis y él se llevan bastante bien.
--No papá, no me ha pasado nada con él-contesto en un suspiro.
--Está bien, cariño-contesta sin más, sabiendo que por muy buena que mi relación sea con él, no siempre le cuento todo-¿Puedo hacer algo por ti?
--No, gracias, pero no puedes hacer nada-contesto mientras trato de formar una sonrisa en mis labios para dejarle más tranquilo.
--Como quieras, cielo-dice con tono vencido, haciéndome saber que mi sonrisa no ha salido tan bien como planeaba-Tienes visita-añade sin más.
--¿Visita?-digo con clara confusión, ya que no esperaba visitas hoy. No un domingo a las once de la noche.

Él asiente con la cabeza y una sonrisa en la boca. Sale por la puerta sin decirme quien es mi extraña visita.
Por un momento pienso que tal vez mi padre solo esté gastándome una broma, pero la duda acaba por vencerme y la curiosidad hace que me levante de un salto de la cama.
Arreglo un poco el desastre que se ha organizado en mi cara por tanta lágrima, solo por si es una visita que merezca todo mi mejor aspecto, y decido bajar las escaleras con algo de rapidez.
En cuanto mis pies tocan el piso de abajo, puedo ver a esa pequeña y delgada figura que apenas unas horas atrás he visto, y que por tanto, no esperaba que volviera esta noche.
Su deslumbrante sonrisa ilumina la pálida piel, ahora con un tono algo preocupante, ya que no me había dado cuenta debida la rabia y la tristeza, pero está diluviando ahí afuera.
Su respingada nariz se encoge, parece que tratando de frenar un estornudo que acaba por salir sin evitarlo.
Sus pequeños ojos azules, hacen que el tiempo ahí afuera se vea mucho más oscuro y tétrico, pues la mirada del chico que hay delante de mí se ve tan calma y serena como un día de verano.
Su castaño pelo cae mojado por su frente, escurriendo por debajo de esa sudadera azul marino que por alguna razón, solo parece ponerse si llueve,  aunque no sea impermeable ni le evite mojarse de alguna manera.

--Hola otra vez, Lulu-saluda con cierta diversión.

Yo tan solo dejo que un puchero se forme en mis labios y me lanzo a él. Éste, de manera extraña, parece apartarse con rapidez, mas no con brusquedad, aunque eso no quita que me duela el que haya rechazado mi abrazo.
Sus cejas se fruncen con preocupación y me mira entristecido. Coloca su mano derecha sobre mi mejilla y se queda muy cerca de mí, mientras que con la izquierda parece estar sujetándose el pecho, como si le doliera.

--¿Qué te ocurre, pequeña?-pregunta con suavidad muy cerca de mí.
--Nada-contesto tratando de sonar convincente, pero mi voz no deja de ser gangosa y llena de lágrimas que Louis aparta con cuidado y ternura.
--Vamos, dime lo que te ocurre-insiste aún en un tono suave-Sabes que puedes contármelo todo-añade muy seguro.
--Lo sé-contesto aún sin entablar una conexión entre nuestras miradas-pero ahora no...
--Como quieras, enana-contesta antes de dejar un beso en mi frente que dura más de lo que dura uno normal.

Louis nunca me presiona a hacer nada. Nunca insiste más de lo debido. Nunca da por supuesto que yo quiero que insista. Siempre sabe cuando debe y cuando no preguntar. Siempre sabe lo que decir o hacer cuando no me encuentro bien.
Es como si hubiera un manual escrito de cómo soy y como deben ser conmigo, y él lo llevara grabado a fuego en cada lugar que acaricia mi anatomía, con esa delicadeza tan suprema.
Trato de abrazarme a él de nuevo, pero otra vez se aparta. Mis ojos vuelan directamente a los suyos, esperando una explicación, pero él me da una gran sonrisa que no comprendo, ya que a mí no me está haciendo la mínima gracia que me esté rechazando los abrazos.

--¿Qué ocurre?-pregunto ciertamente asustada.

Aunque no lo parezca, él es realmente cariñoso y muy, muy mimoso con respecto a los abrazos. Le encantan los abrazos, desde esos pequeños, que ni siquiera sé si se cuentan como abrazos, cuando vamos caminando con los brazos rodeando la cintura del otro, a esos fuertes que algunas personas dan y que tienes la sensación de que piensas que te vas a quedar sin respiración. Pasando claramente por los abrazos con caricias en la cama, o los abrazos al acurrucarse en el sofá.
Parece que vive abrazando a la gente, abrazándome a mí, pero parece que algo pasa como para que no quiera hacerlo.

--¿Te acuerdas de que no pude regalarte nada por tu cumpleaños porque me dejaron encerrado en un armario?-pregunta de repente.

Esa gran sonrisa que muestra los dientes en su rostro, junto con la emoción y la ilusión llenando sus pequeños ojos.

--Sí-respondo con el celo fruncido por la confusión-Pero ya te dije que no me importaba. No tienes por qué regalarme nada-le recuerdo.
--Pero realmente quiero regalarte algo-dice mordiendo su labio con diversión.
--¿Y qué es lo que quieres regalarme?-pregunto algo curiosa.

Eso solo hace que su sonrisa se ensanche más si cabe.

--¿Te acuerdas de que siempre me dices que me echas de menos cuando me voy de gira?-pregunta de nuevo, otra vez cambiando de tema de manera radical y por consiguiente, perdiéndome un poco más en la conversación.
--¿Si?-contesto ya sin saber si es la respuesta correcta.

Él coge una gran bocanada de aire. Su sonrisa ya imposible de definir, ya que parece que va a romper su cara de tanto que su piel se estira.
Yo no puedo evitar sentirme nerviosa por tantos preámbulos y tanta tensión que él mismo está provocando.

--Quiero regalarte un bebé.


-------------------------------------
¿Echábais de menos el sexo Aniall? Yo personalmente sí, porque siempre me resulta divertido de escribir. Siempre les pasa algo, nunca se lo toman en serio ni lo hacen así en plan película xD.
La verdad es que se me da bastante mal escribir esas escenas, porque no soy muy gráfica así que no sé si se sobreentiende lo que van haciendo y tal, no sé, darme una opinión acerca de eso y me decís si cambiaríais algo a la hora de escribir esas escenas ;3

¡No os volváis locas con Louis sin saber a qué se refiere! 

Queeeestions!

--¿QUE PIENSAS SOBRE LO QUE HA DICHO ZAYN? (Anónima gritona :3)
En realidad no es que ahora odie a Zayn o algo de eso. Está claro que no puedo "ponerme de su parte" cuando le ha dicho algo así a Louis, cuando es obvio que Louis no estaba tratando de ofenderle a él, sino de picar a Naughty Boy, lo cual se tiene bastante merecido, ya que es una persona que no sé si tendrá algún talento, pero fama, lo que se dice fama, la está consiguiendo ahora mayormente, y no por el talento musical o lo que sea, sino por haber metido mierda dentro de One Direction y ahora andar con Zayn. Aparte, se supone que ahora las canciones de Zayn van a ser hechas por Naughty Boy o algo de eso, cosa que le va a dar mucha más fama con una sola canción que con todo el trabajo de su vida, así que me parece bastante lamentable que haya hecho lo que se suponga que haya hecho para que Zayn se vaya con él, o para convencerle simplemente de que lo haga, no sé.

De todas maneras la manera en la que Zayn contestó no me pareció que sonara muy a Zayn, porque él no es así, él no es de pelear por pelear, y mucho menos sabiendo que Louis no iba con esas intenciones, porque joder, han estado juntos por más de cuatro años, se conocen lo suficiente como para saber cuando uno busca ofender al otro, y realmente no creo que Louis pretendiera molestar a Zayn.

La verdad es que todo este tema me parece bastante extraño, no sé.

--Preguntaaa : Va a volver a salir la vecina de Ed ?Me dejo realmente intrigada y seguro que harian una pareja cute. (Maria Pitu ^^)

Yo no puedo asegurar 100% que un personaje vaya a volver, pero tened siempre en cuenta que a mí no me gusta eso de meter un personaje, que tenga importancia por cinco segundos y luego borrarle del mapa, no, si hay algún personaje del que ya he hablado y del que he sacado algo misterioso que adivinar de él, siempre va a volver a la historia :3.


¡PREGUNTA PARA VOSOTROS!

1. ¿Pareja de la fic favorita? 
Creo que esta pregunta ya la hice en la otra parte de la historia, pero siempre está bien saber vuestra opinión :'3 
(Con pareja me refiero a pareja de cualquier clase: pareja amorosa, pareja amistosa, pareja ship raro que queráis que ocurra...)

2. Personaje favorito de TODA LA HISTORIA, no solo de esta segunda parte.
(Si no habéis leído la primera parte, pues es obvio que no vais a saber más personajes que no sean estos x'D)

La verdad es que me molesta bastante hacer preguntas de estas masivas, pero como ahora la mayoría de la gente lee desde móvil, esas queridas "encuestas" que se podían poner, al igual que se ponen las fotos, pues son bastante ignoradas, así que las pongo por aquí.

3. ¿Cómo os habéis tomado y qué pensáis de todo lo que ha pasado con Naughty Boy, Zayn y Louis?

4. ¿Cómo van los exámenes de tercera evaluación/finales? :3

Yo creo que me va a quedar Historia (otra vez), pero bueno, no pasa nada xD.


¡Último dato importante!
No sé si lo habréis visto (me imagino que no) pero he cambiado la cuenta de twitter, así que ya no es la de @elizabeth_d_w que esa la he dejado de free follow y tal, solo por el hecho de que me daba penita borrarla, así que ahora si queréis contactar conmigo por cualquier cosa, para comentar algo de la fic, alguna pregunta que no queráis preguntar por aquí, que se os avise de cuando suba, si queréis usarme como pañuelo de mocos en el que llorar vuestra penas o si queréis contarme que tenéis un unicornio, podéis hacerlo por el tablón de Wattpad o los mensajes directos en mi cuenta @Elizabeth_Wardebroke o por mi nueva cuenta de twitter que se llama @horans_smile (sí, el genitivo sajón está mal y no tiene sentido el nombre, pero así se va a quedar porque soy diva). Pedid el follow back porque tampoco estoy muy atenta de si la gente me sigue porque sí, porque la sigo con la cuenta de free follow o porque quiere un follow back xD.

sábado, 23 de mayo de 2015

~Capítulo 74. Torpeza~

Narra Niall.
Siento una patada dirigida a mi estómago, haciendo que me queje dolorido mientras me encojo, al tiempo que cierro los ojos con fuerza sin saber cómo o por qué acabo de ser pateado, aunque la respuesta es más que obvia: Ane durmiendo.
Resoplo acariciando mi cara. Mis ojos pesan y quieren volver a cerrarse, lo cual haría, si no acabara de caer que no estoy en casa.
Bueno, en teoría sí que estoy en casa, pero bueno, digamos que ahora es solo casa de Maura y que la mía está en Londres, a donde debería llegar hoy mismo...si empezara a hacer algo ahora y así fuera adelantando...pero tengo mucho sueño y...mis ojos no quieren estar despiertos.
Decido por dormir un rato más, cuando de repente empiezan a llegarme trozos de ayer por la noche, pero para mi sorpresa, nada tienen que ver con la fiesta, sino con nuestra llegada a casa. Dime cuántas veces me has visto llorar en silencio por todos los insultos que me han dicho y te diré lo que me conoces. Me golpea con tanta fuerza el recuerdo de mi propia voz en mi cabeza que abro los ojos de golpe. Sacudo la cabeza sin comprender cuándo ni como ni dónde dije aquello. Dime acaso cuántas veces me has visto llorar frente al espejo al darme cuenta de que todo lo que dice la gente es cierto. De nuevo es mi propia voz la que me sorprende, pues sigo sin comprender mis propias palabras. Tal vez solo las pensara. Quizás ni siquiera las dije yo. Cuántas me has visto esconderme en la música para soportar el dolor que siento dentro de mí cuando me veo tan solo. Abro los ojos de nuevo, ya sin sentirlos pesados ni cansados. Creo que empiezo a recordar por donde iba esta conversación y debo admitir que no me está gustando. Cuántas te has dado cuenta de la ayuda que casi te pedía a gritos desde mi interior y de la cual tú no te has percatado. Me levanto de la cama hasta quedar sentado, sintiendo como la respiración se me empieza a dificultar. No. No. Por favor. Que alguien me diga que no fui yo el que dijo algo así. Niall, deja de decir esas cosas. El recuerdo que retumba aún borroso en mi cabeza ahora cambia de tono, siendo uno lloroso y femenino en vez de un cabreado y masculino.
Me doy media vuelta para ver cómo ella sigue durmiendo tranquilamente; con el maquillaje algo movido en su cara. Su pelo ligeramente revuelto y aún el vestido de la fiesta puesto. Pero al fin y al cabo ella está bien mientras yo siento como mi corazón empieza a latir con fuerza solo de pensar en a quien se lo dije, aunque creo que ya sé la respuesta.
Dime solo Maura si te has percatado en algún momento de todos los cortes que llevo en mis brazos y después, ya después de que me digas que sabes todo eso de mí, te diré lo que me conoces. Oh mierda...
Llevo mis manos a la cara y la froto con insistencia, rogando porque los recuerdos se vayan de nuevo, ya que estaba mejor sin recordarle a mi madre que no me hizo caso de pequeño, cuando es completamente mentira, ya que ella me dio todo y más, y sin embargo, yo como un gilipollas supremo, no hice anoche otra cosa que ponérselo en duda y así hacer que ella se sintiera tan mal como me debo de sentir yo ahora.
Me levanto lentamente de la cama, sintiendo como mi cabeza me pesa horrores, pero no hay tiempo para eso. Salgo al pasillo con lentitud y dejando la puerta cerrada para que Ane no se despierte y camino hasta la habitación de mi madre, solo para corroborar lo que ya suponía: no está. Así que bajo las escaleras, pensando lo que voy a decirle para que se quede más tranquila y no se sienta culpable, aunque dudo mucho que eso vaya a ser posible, pero de todas maneras tengo que intentarlo.
Al llegar a la puerta de la cocina, cojo aire y entro, viendo como su pequeña espalda está algo encorvada mientras parece estar preparando algo para desayunar.
Carraspeo un poco para hacerle saber que estoy aquí, por lo que ella deja lo que está haciendo por un segundo para darse media vuelta y así dejarme ver como sus ojos están rojos e hinchados a más no poder, además de dos preocupantes ojeras bajo sus ojos. Es obvio que no ha dormido en toda la noche.
Siento un nudo en mi estómago solo de pensarlo, y por un momento siento náuseas, pero me controlo para poder hablar con ella.

--Buenos días, cariño-murmura ella con un intento de sonrisa que no llega a sus ojos.
--Buenos días, mamá-respondo en el mismo tono mientras camino hacia ella con lentitud.

Se queda mirándome a los ojos por un segundo, segundo que tardan en llenarse de lágrimas antes de agachar la cabeza hasta llegar a mis brazos. Alza su mano izquierda temblorosa hasta coger mi derecha, dejándola con la palma hacia arriba y provocando así que sienta un mal escalofrío recorrerme al tiempo que siento las náuseas incrementarse dentro de mí. Ella suelta un pequeño sollozo mientras que con su mano derecha acaricia mis marcas con cuidado sin evitar llorar el el proceso.

--Mamá...-susurro con un horrible nudo en mi garganta que no me deja continuar la frase.
--Lo siento tanto-contesta ella rompiendo en un poderoso llanto que rompe hasta el último trozo de mi
corazón..
--Mamá, no ha sido tu culpa, de veras-la aseguro, sintiendo como las lágrimas no pueden ser contenidas por más tiempo y así se deslizan por mis mejillas-te lo juro que no has tenido nada que ver.
--Soy tu madre, Niall, debería haberme dado cuenta de lo mal que lo pasaste y sin embargo no pude ni sospecharlo-me responde ella, rompiendo en un roto llanto, abrazándose a mí con fuerza.
--Quizás porque yo no quería que lo supieras, no quería preocuparte, aunque en el fondo solo quisiera gritarlo para que me dieras uno de tus abrazos y me calmaras, diciéndome que todo iba a ir bien...-me atrevo a explicar, besando su cabeza con cuidado, ya que hace tiempo que superé su altura.
--Perdóname hijo por no haberme dado cuenta de tus gritos silenciosos-oigo que dice con su rostro contra mi cuello.

No sé quién de los dos está abrazando más fuerte, pero cualquiera podría pensar que nos estamos matando, cuando solo intentamos consolarnos mutuamente. Yo a ella porque no quiero que se sienta culpable, porque lo dijo sin pensar y porque realmente no pienso que fuera su culpa ni mucho menos, ella siempre ha sido una buena madre y me ha protegido de todo el daño que yo dejaba que ella viera a mi alrededor.
Ella, bueno, ella me intenta consolar a mí, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo y las cicatrices fueran heridas de nuevo, como si quisiera hacerme saber que ella está conmigo y que siempre lo va a estar, como si no lo supiera.

--Dime que no lo volverás a hacer...-me pide aún sin separarse de mi abrazo.
--No lo haré-respondo sin dudar un segundo-Se lo prometí a Ane y te lo prometo a ti. No lo volveré a hacer.

Ella solloza por un momento, acariciando mi espalda mientras que yo no puedo dejar de asegurarla que todo está bien, que ya ha pasado, que no importa, que siento el haber llegado tarde anoche y que siento haber dicho algo así en mi estado de embriaguez.
Para cuando ambos dos nos relajamos y nos reímos el uno del otro por nuestros aspectos ojerosos y con lágrimas, aparece la figura de Ane por la puerta de la cocina, mirándonos con ojos llenos de lástima y compasión, como si hubiera estado escuchando todo, pero no me importa, porque al fin y al cabo ella ya sabe todo lo que me ha ocurrido y confío plenamente en ella, por lo que solo me limito a darla los buenos días acompañados de un corto beso, bajo una mirada de verdadera diversión de Maura, quien también la desea unos buenos días y sigue con la comida.

El resto del fin de semana se pasa rápido y familiar, con mamá, papá, Chris, Greg y Denisse, quienes anuncian triunfantes que se van a casar la próxima primavera, y por lo cual mamá ya se empieza a poner histérica con que si tenían que haberla avisado antes porque tiene que encontrar el vestido perfecto y quiere ayudar a Denisse con el vestido y todas esas cosas. Por otro lado, yo no puedo evitar mirar a Ane y pensar en lo increíblemente preciosa que se vería con una gran vestido blanco caminando por una largo pasillo de una iglesia, o con un vestido menos voluminoso caminando por la tierra de una playa en la que solo estuviéramos nosotros, o tan solo con un traje simple, caminando por el pasillo de unos juzgados, pero el caso, es que ella se vería increíble caminando hacia mí para darme un sí quiero que tanto deseo...y que no quiero esperar realmente mucho a proponer.

Para cuando llega el lunes por la tarde, ya estamos de vuelta a Inglaterra, aunque ya me haya puesto muy pesado con que no puede perderse días de clase así como así, pero ella, cabezona como ella sola, no me dejó conducir ayer por la noche, así que ahora es cuando estamos volviendo, o bueno, ella no sé si está aquí, ya que lleva todo el camino sin hacer caso de mis palabras, lo cual me preocupa, pero dejo que lo siga haciendo, ya que supongo que solo debe de ir pensando en algo importante, ya que de vez en cuando murmura algo que no logro entender.

--¿Qué vas murmurando?-pregunto ciertamente dievrtido, sin saber realmente si me va a hacer caso o no, pero para mi sorpresa sí que lo hace, ya que se voltea a mirarme, apartando la mirada del cristal para poner sus ojos verdes en los míos.
--¿Qué?-pregunta totalmente confundida.
--Que qué estás murmurando-repito con una risa baja.

Para mi sorpresa, ella no me responde, o bueno, tampoco es tanto para mi sorpresa, ya que es lo que lleva haciendo todo el camino, pero a diferencia de ello, ahora me mira, me mira fijamente, desde mi pelo a mis ojos, mi nariz, mis labios, incluso la sonrisa nerviosa que llevo por querer saber qué es lo que está mirando en particular.
Decido bromear sin saber si con eso voy a hacer que salga de sus profundos pensamientos que la alejan por completo de mí.

--Tierra llamando a Ane, ¿me reciben? Cambio. Creo que hemos perdido contacto con la nave Ane, responda-digo como si estuviera en una nave espacial tratando de comunicarme con la Tierra.
--Lo siento, estaba...pensando-contesta ella con un leve rubor en sus mejillas mientras aparta sus ojos de mí para mirar al frente.
--Pensando mientras me mirabas-añado con cierta diversión-¿acaso voy manchado y no me lo has dicho?-pregunto alzando la mirada hasta el retrovisor por un momento para verme reflejado y saber si es ese el motivo por el que me mira así, aunque la verdad, yo no veo nada.
--No, no, no vas manchado-responde con humor-solo pensaba, ya está.
--¿Y en qué pensabas?-pregunto mientras giro una calle para meterme por la correcta que lleva a su casa.
--Oh, en nada interesante, la verdad-responde como si nada. Su vista de nuevo en la ventanilla.
--Algo tendría que ser, me has asustado un poco, no me has respondido a nada en todo el camino, ibas un poco ida-comento sin poder evitar que algo de preocupación salga-¿Te encuentras mal? también te lo he preguntado antes, pero como si no fuera contigo el tema.
--¿De verdad que solo es eso?-pregunto con el ceño algo fruncido mientras aparco con cuidado enfrente de su casa-sabes que me puedes contar cualquier cosa. Prometo no reírme por muy estúpido que creas que sea-digo con seguridad, echando el freno de mano una vez estoy bien aparcado.
--¿Tú me consideras tu novia?-pregunta de repente.

Abro los ojos algo sorprendido, parpadeando un par de veces ante la directa pregunta, primero alucinado por la pregunta que, bajo mi punto de vista, no viene a cuento. Acto seguido, confundido porque me lo pregunte, ya que pensé que lo éramos, siempre lo he pensado, desde el primer beso. Por último, no puedo evitar sentir algo de tristeza y dolor al pensar en que tal vez el motivo de su pregunta sea porque ella no me considera su novio.

--¿No somos novios?-pregunto con extrañeza, aunque no puedo evitar sonar algo dolido por la idea de que para ella no signifique algo tan importante como una pareja estable y no algo parecido a un lío de quinceañeros.
--No sé, ¿lo somos?-pregunta ella, también mostrándose algo perdida en todo esto.
--Que yo sepa, ser novios significa estar en una relación con alguien, una relación no fugaz, sino quizás duradera, algunas por años, pero supongo que a los meses también se les puede interpretar de esta forma en este momento-explico bajo mi punto de vista de lo que creo que es que alguien sea novio o novia de otro alguien-Yo supuse que lo éramos, ¿no lo somos?

La miro esperando su respuesta que no es otra que encogerse de hombros, parece que sin tener muy claro aún nuestra relación, lo cual me hace reír por lo bajo.

--¿Hace falta hacer algo en especial para serlo?-pregunto con diversión, colocándome de medio lado para mirarla.
--¿Quizás pedirme que sea tu novia?-habla con esa ironía propia de ella, de la que muchos tal vez se quejen, pero a mí me parece una de tantas cosas de ella que me hacen sonreír, tanto como sus ceños fruncidos, sus pucheros de niña, su manera de cruzarse de brazos, su sonrisa, el sonido de risa, o incluso la manera en la que se enfada. Todo de ella me parece increíble.

--Eso está hecho-respondo con una gran sonrisa, divertida por la situación. La miro a los ojos y la dedico el mayor tono de formalidad que puedo llegar a tener-Ane Cox, ¿Quieres ser oficialmente mi novia?

Y entonces la realidad cae sobre mí como un balde de agua fría.

--No-es su contestación, fría, cortante, sin sentimientos.

Tengo que pararme unos segundos a pensar en lo que ha dicho, solo por no saber si es lo que realmente he escuchado.
Su rostro es indiferente, incluso con cierto aire de enfado. 
Todo el aura de tranquilidad y felicidad que se respiraba en el coche parece haberse escapado por las puertas.
Todo el futuro que mi mente ya había creado en torno a ella desaparece como si hubiera sido escrito en una hoja y ahora alguien la hubiera arrancado.
Sé que esto no puede ser, que no podemos haber llegado tan lejos con todo esto como para ahora simplemente irse todo a la mierda.
Una parte de mí piensa en que es porque no hemos llegado a la siguiente base, o mejor dicho, que llevamos corriendo hasta llegar a esa base demasiado tiempo, y ella finalmente se ha cansado de ello. Pero no, las mujeres no son así, se supone que los estereotipos acerca de una necesidad de sexo insaciable es hacia los hombres. Ella no puede dejarme por algo así ¿verdad?
Porque esto significa que me está dejando ¿o no? Mi cabeza solo es un barullo horrible de preguntas sin sentido que chocan contra sí y que quieren llegar a algún lado, que quieren una explicación, y que quieren evitar que yo llore, pero siento como mis ojos comienzan a picar por las lágrimas que luchan con salir y no, realmente no quiero esto. No quiero que ella me deje, no quiero estar solo, quiero estar junto a ella, sentir su presencia, el rodeo de sus brazos, el roce de sus labios, las caricias contras mis mejillas, su amor, ese que yo pensé que era verdadero e incondicional, sí, ese quiero sentir, todos y cada uno de los días de mi existencia.

--Pero yo...pero tú...-me atrevo a balbucear sin saber realmente a donde llegar, con la voz temblorosa y ciertamente patética.

Entonces su mirada se transforma por completo para volver a ser dulce, tranquila, llena de cariño y amor. ¿Pero a qué está jugando con mis sentimientos? ... ¿¡Y con mi mente?!

--Oye-habla con tono bajo y dulce. Coloca una de sus cariñosas manos sobre mi boca, haciendo que mi intento de preguntar se quede en el aire-Era una broma-me aclara con cierto aire de diversión, aunque se mezcla con el nerviosismo.

Siento como todo el aire que tenía contenido sin apenas darme cuenta, sale por mi nariz, ya que la boca sigue tapada.
Mi corazón me agradece, y le agradece, el haber hecho que deje de palpitar con tanta fuerza.
Mis ojos dejan de picar por las lágrimas, que vuelven a su lugar, sea cual sea.
Esa hoja llena de pensamientos sobre nuestro futuro que había en mi interior, vuelve a mi mente, haciendo que tantas y tantas imágenes fantasiosas se instalen de nuevo en mí.
De nuevo se respira un aire de tranquilidad y perfecta armonía, y de nuevo, siento que puedo respirar sin problema alguno.


--Claro que quiero serlo-añade aún en esa voz tranquila, moviendo la mano desde su boca hasta dejarla colocada en mi mejilla con una pequeña caricia-¿Cómo no voy a querer serlo, tonto?-añade una pregunta retórica al final de la frase para apoyar su posición de que realmente me quiere.
--¿Por qué eres tan mala conmigo y me das esos sustos tontos?-me quejo como un crío, alejando cualquier resto de mi miedo a perderla-No me gustan esas bromas, ya lo sabes-añado poniendo un pequeño puchero en mis labios, que ella se encarga de besar con rapidez y una pequeña risa.
--Tenía que hacer algo para compensar tu pequeña infidelidad con la chica de la tienda de ropa ¿no?- dice con cierta diversión-Aunque esto no lo contamos, puesto que me he asustado al ver que te ponías triste...Ya pensaré otra forma de devolvértelo-dice sin borrar su sonrisa ni por un momento, que hace que yo no pueda evitar ser contagiado por ella, aunque aún me pese la culpa de esas besos traicioneros y sin sentido alguno.
--No más venganzas-la pido, tratando de sonar quejica, aunque no sé si lo consigo, ya que no puedo dejar de sonreír.
--Mmm...me lo pensaré-oigo que dice mientras sale del coche.

No puedo evitar reír, apoyando la cabeza en el reposa cabezas, pensando en que antes de que me lo devuelva se la va a haber olvidado, cosa de la que me alegro, ya que no quiero más venganzas, mucho menos si son de esta clase.
Salgo del coche, aún con esa sonrisa de lado a lado de mi cara, negando con la cabeza al ver que ese lado infantil y travieso que tiene me encanta.
Estiro mis brazos hacia arriba, en un intento de que suene un "clack" para nada preocupante, que indique que mi cuerpo se ha estirado lo suficiente como para dejar de sentirme encogido por tanto tiempo en el coche. No puedo frenar un ligero bostezo mientras acaricio mi pelo horriblemente desordenado, aunque por lo que veo en el reflejo del cristal del coche, no va a tener arreglo hasta que me duche de nuevo.
Para cuando aparto la mirada de mi reflejo, veo como ella también me está mirando a mí, de una manera que nunca había visto, o casi nunca; sus ojos verdes están casi negros por la dilatación de sus pupilas, un leve sonrojo cubre ambas de sus mejillas, sus labios rosados están entre abiertos. Me mira como si me fuera a devorar, y de tan solo pensarlo, un nudo se aprieta en mi estómago, y sé perfectamente de lo que es, pero prefiero hacer como sino y preguntar qué es lo que le pasa a ella, ya que eso sí que es algo extraño.

--¿Qué te pasa ahora?-pregunto con diversión mientras me apoyo en la puerta del coche.

Ella parpadea un par de veces, con los labios entreabiertos, aún sin decir nada, con sus ojos fijos en mí, aún con esa mirada...¿excitada? ¿Estoy consiguiendo excitarla? ¿Enserio? ¿Después de todas las cosas que hemos pasado y que podrían llegar a encender una llama en ella, el verme salir del coche le parece excitante? Ya, me doy por vencido, no entiendo a las mujeres y nunca lo haré, por mucho que lo intento.
Y con el solo pensamiento, ese nudo de nervios en mi estómago vuelve a dar un tirón, pero yo decido divertirme un poco con mis propios nervios, ya que al fin y al cabo ahora mismo no va a pasar nada ¿verdad? y para estar los dos nerviosos por algo que sabemos que en algún momento llegará, prefiero sacar un lado bueno.
No puedo evitar una sonrisa ladeada en mi rostro, que no sé cómo se verá, pero es un intento de parecer...bueno, sexy, supongo.
Doy gracias a que mis pensamientos solo los conozco yo, ya que me moriría mil y una veces de pensar que alguien supiera que no sé exactamente como es una sonrisa sexy, o al menos que no sepa como hacerla, aunque por lo que parece, está funcionando, ya que veo como ella traga de manera disimulada, el sonrojo en sus mejillas se hace más fuerte, y tiene que pasar su propia lengua por los labios de manera casi inapreciable, solo por el hecho de cerrar la boca de inmediato, y entonces sí, yo también empiezo a sentir calor con esta simple situación.

--Genial, de nuevo te hemos perdido-decido seguir bromeando, como si esto no me afectara, mientras cierro la puerta de un golpe que me ha dolido hasta mí, y que no sé el motivo por el cual haya salido.

Ella ni siquiera lo niega, solo me mira por un par de segundos en los que yo le devuelvo la mirada, aún sonriente, algo divertido, infinitamente nervioso. Alzo una ceja para ver si así ella reacciona al hecho de que se me está quedando mirando de una manera demasiado descarada para una mirada normal, aunque para qué negar que tampoco me molesta del todo.
Y así, se da media vuelta y camina hacia su casa rápido, casi huyendo de mí, lo cual me deja completamente descolocado. Es ella la que tiene una experiencia en esto ¿por qué se supone que huye? ¿o que se comporta así, en general? Lo dicho, no entiendo a las mujeres.
Sin querer, pero queriendo, me quedo mirando la manera en la que sus caderas se balancean de un lado al otro mientras camina, y definitivamente, me obligo a mí mismo a dejar de mirar si no quiero tener otro accidente por culpa de mis hormonas...y su sensualidad natural.
De un movimiento rápido abro el maletero y cojo todas las bolsas que ella ha dejado olvidadas, como siempre, pero que a mí no me importa llevar...y creo que también tiene que ver algo como mis hormonas, ya que de inmediato, pienso en un león, luchando contra otro frente a las leonas, mostrando su fuerza y su valentía...y me siento un poco idiota y machista por querer mostrarme como todo un machote o lo que sea que mi subconsciente animal trata de hacer frente a ella, para impresionarla, o...bueno, no sé, mi cuerpo me controla y yo solo me dejo llevar por él.
Sonrío al notar que, de nuevo, está funcionando lo que sea que estoy haciendo, ya que de nuevo esa mirada feroz está puesta sobre mí.
Otra sonrisa cruza mi rostro, aunque a medida que me acerco a su casa, esa valentía y diversión se van borrando, ya que veo más inminente y próxima el punto al que en teoría ambos queríamos llegar con estas miradas, aunque ahora ya no estoy tan seguro, y la verdad, siento un poco de miedo, para qué negarlo.
Y aún así, sigo mostrándome cuan león en celo, dejando las bolsas con cuidado en el suelo antes de dejar un hombro puesto en el marco de su puerta, aún con esa sonrisa que no sé de dónde sale, pero que sigue mostrando una seguridad que realmente no tengo.
Para mi no tan sorpresa, es ella la que se acerca a mí, de un movimiento rápido, pero que se ralentiza cuanto más próximos sus labios están de los míos, aunque estos, no llega a tocarse, ya que algo choca contra mí, pero no soy yo el que cae, sino esa querida suegra que acaba de interrumpir el que quizás fuera el beso más caliente de toda la historia...y por ello la doy gracia de manera infinita.

--¡Mamá!-exclama Ane, apartándose de mí con rapidez para ayudar a su madre a levantar-¿Estás bien?
--Sí, sí, es que no encuentro las llaves de casa-se queja molesta rebuscando en su bolso-y tengo que irme ya. Me acaban de llamar del trabajo que ha surgido un problema y... ¿Cuándo has llegado?-pregunta deteniendo su explicación de por qué va tan acelerada-Mira, no tengo tiempo ni para regañarte, no sé qué rayos ha pasado en el trabajo pero tengo que irme ya-confirma sacando las llaves con orgullo del bolso. Da un fuerte abrazo a su hija antes de comenzar a caminar hacia atrás, con prisas, pero mirándonos-No tardaré en volver, lo prometo, y ahora me cuentas lo que habéis hecho y...-detiene de nuevo su frase para mirar a su hija en su plenitud-bueno no, prefiero no entrar en detalles en ciertas cosas que habréis hecho, pero bueno, luego me lo cuentas y si os lo habéis pasado bien y todo eso. Te quiero-chilla mientras se da media vuelta y corre hasta llegar al coche que está tras del mío, lo cual la da un momento más para poder mirarnos, y esta vez, dirigir sus palabras a ní-¡Oh sí, me alegro de verte Niall!-grita abriendo la puerta del coche-¡Deberías ponerte una chaqueta, hace frío!-añade, haciendo que me dé cuenta de que voy en marca corta a pesar del frío que apenas siento.

Dicho esto se mete en el coche y se va a una velocidad que me preocupa, ya que podría ser peligroso, pero no puedo evitar reír por lo bajo ante lo descuidad y patosa que es, tanto como su hija, cosa que también le ha dejado en herencia junto con sus ojos.
Sus ojos verdes se posan en los míos mientras yo relajo mi risa hasta que queda en una simple sonrisa, observándola de nuevo a una distancia muy corta, pero que en vez de rompe con un beso...rompe con algo a lo que yo catalogaría de gemido, sí, gemido, ha gemido por verme sonreír, y no sé si eso me hace sentir orgulloso, nervioso o divertido, puede que las tres cosas.

--¿Qué pasa?-me dirige la palabra por primera vez desde que salimos del coche, para ser de una manera algo molesta.
--No, nada, nada-contesto tratando de frenar una risa incontrolable.
--Vamos, dime por qué te ríes-parece exigirme.
-- Me vas a pegar-admito tratando de frenar mi risa, aunque no es posible.
--¿Por qué iba a hacerlo?-me pregunta con cierta extrañeza.
--Porque...parece que...que...que gemiste...-digo entre risas antes de volver a echarme a reír.

Entonces veo como su cara se pone aún más roja, pero no solo en las mejillas, sino por todo su rostro, y yo solo puedo reír aún más ante ese hecho.

--No fue un gemido, solo me quejé-parece defenderse con un bufido a disgusto mientras abre la puerta de mala gana.
--Oye, oye-digo cogiéndola de un brazo para evitar que se meta en casa, no al menos sin mí-Era una broma-la aseguro con un tono tranquilo y una sonrisa distinta a la burla, completamente-Ya sé que no fue un gemido, no tiene sentido en estos momento que lo hagas...Además, ¿de qué te quejas ahora?

Ella camina hacia dentro de casa con un resoplo, por lo cual yo la sigo. Aunque en cuanto pongo un pie en la casa, empiezo a sentirme más nervioso de lo que ya estaba, ya que está la casa sola, solo nosotros dos, su madre se ha ido y no sabremos cuando volverá...
Me empiezo a arrepentir un poco de haber entrado...

--Solo estoy cansada del viaje-responde ella sin más.

Y entonces puedo volver a respirar.
Está cansada. Está cansada. No vamos a llegar a ningún lado...y eso está bien, al menos de momento, porque sí, a veces...tengo ganas...muchas ganas...y pienso que en cualquier momento va a pasar, pero luego estoy cerca como justo en este momento, y siento que el miedo me llena, o mas que el miedo, la vergüenza de que a ella le haga gracia el no saber qué hacer exactamente en esa situación.

--Bueno, esto tiene solución; ve a dormir y ya está-confirmo sonrientes.
--Sí, eso haré-contesta ella dándose media vuelta con intenciones de irse al piso de arriba.

No puedo evitar tragar saliva de manera ruidosa. ¿Es que espera que vaya con ella? ¿A su cama? Porque definitivamente sería la primera vez que estuviéramos juntos en su cama.

--Y prepárate que mañana tienes que ir al instituto y aún te quedan deberes por hacer-la recuerdo sin moverme un milímetro, tratando de sonar divertido.
--No las voy a hacer-contesta con cierta diversión mientras se da de nuevo media vuelta.

Me mira con una sonrisa ladeada antes de acercarse a mí con un par de saltitos. Me rodea el cuello con sus brazos, pegándose a mí aún más y deja su frente pegada a la mía, haciendo que mis nervios y mi miedo a la vergüenza se vayan de golpe, solo por el hecho ver como ella sonríe, tranquila, feliz, mirándome con completo cariño, y yo no puedo evitar devolverle la sonrisa.
Dejo las bolsas que he vuelto a coger una vez Anne se ha ido, y las dejo en el suelo del pasillo para poder llevar mis brazos a sus caderas, haciendo que ya sí, estemos pegados por completos, lo cual solo hace que mi sonrisa se amplíe.
Dejo un pequeño beso en sus labios que ella me devuelve con una sonrisa juguetona.

--Ve a descansar-oigo que murmura tan cerca de mis labios que puedo sentir como vibran sobre los míos y así que no pueda evitar mordérmelos ligeramente-llevas todo el día conduciendo...-añade aún en ese tono bajo, sin separarse ni un milímetro de mí.

Entreabro un ojo para ver cómo ella tiene los suyos a medio abrir, mirando hacia mi cuello.

--Así que quieres que me vaya...-comento con cierta diversión.
--Por supuesto que no, pero creo conveniente que descanses-responde ella, aún sin separarse.
--Entonces supongo que debo hacerlo-admito antes de unir nuestros labios de manera corta de nuevo.
--Sí, deberías hacerlo-responde con una dulce risa alejándose de mí-Vamos, a casa.
--Que conste que me estás echando de tu casa-respondo con una fingida indignación mientras me doy media vuelta para salir-Como tu novio me siento expulsado de tu casa.
--Quizás porque estás siendo expulsado de mi casa-responde ella abriendo la puerta-pero solo por tu bien y para que descanses-añade convencida.
--Sí, sí, ya, ya-digo sin poder evitar una sonrisa mientras salgo por la puerta.esto es una injusticia-la hago saber.
--Después te llamo y nos vemos, tonto-habla rodando los ojos con gracia.
--Más te vale, porque esta forma de echarme tiene una multa de al menos...cincuenta besos. Así que tú verás como pagármelos-digo convencido, con los brazos cruzados sobre mi pecho.
--Pues a plazos-responde sonriente antes de pegar sus labios a los míos de manera corta-cuarenta y nueve...-cuenta antes de volver a dejar sus labios sobre los míos-cuarenta y ocho...
--La próxima vez impondré una multa de al menos cien-digo sonriente antes de acercarme a ella para ser yo el que la bese.
--Anda idiota, luego te doy el resto-dice divertida alejándose de mí para poder cerrar la puerta.
--Te quedan cuarenta y ocho, no lo olvides-la recuerdo mientras comienzo a caminar hacia atrás para no apartar la vista de ella.
--Tranquilo, me lo apunto para que no se me olvide-responde con una débil risa.

No puedo evitar devolverle la risa. Finalmente me doy media vuelta y me meto en el coche. Le lanzo un beso que ella me devuelve antes de que me vaya.
Mi cabeza es todo un caos en lo que llego a casa, que a decir verdad no es mucho, pero no puedo dejar de pensar una y otra vez que hoy va a ser el día, y de nuevo siento esas sensaciones contradictorias de miedo y emoción batallar dentro de mi cuerpo.
Para cuando llego a casa, estoy quizás peor que cuando estaba frente a su puerta.
¿Y si realmente hoy va a ser el día? ¿Y si acaba por pasar? ¿Y si hago algo mal? ¿Y si se ríe de mí? O peor, ¿y si la hago daño de alguna manera? Tal vez podría evitarlo ¿no?, o puede que ni siquiera pase, porque ella seguro que está cansada y no le apetece hacer nada, incluido verme más por hoy...o hacer algo conmigo.
Entro en casa con una ligera sensación de temblor nervioso bajo mi piel, con mi pequeña bolsa en la que he llevado la ropa para pasar el fin de semana y, como es de suponer, varias bolsas repletas de táperes de comida de mi querida madre, porque claro, como todas, opina que cada día estoy más delgado y es porque no me sé alimentar como debería, así que ella se ha encargado de hacerme la comida y la cena para una semana por lo menos.
Decido dejar de pensar en todo aquello que me atormenta y que en el fondo no merece la pena que me preocupe, así que me echo un rato en la cama, acabando dormido apenas unos segundos más tarde, debido a todo el cansancio que tenía retenido y del que no me había dado cuenta hasta que siento como mis párpados caen de golpe.
Cuando me quiero dar cuenta son las nueve de la noche. Miro mi móvil y veo que ella ni me ha llamado ni me ha enviado ningún mensaje, lo cual por una parte me entristece, pero por otra me alivia. ¿Por qué se supone que tengo que ser tan complicado y contrario a mí mismo?
Abro la nevera y lo primero que veo es algo de pollo en un gran táper de mamá. Sonrío mientras escucho mi estómago rugir, literalmente, y con rapidez lo sirvo en un plato y lo pongo a calentar. Unos minutos después mi increíble cena ya está completamente lista para que pueda alimentarme.
Decido cenar en la misma cocina, solo por no tener que llevar la comida hasta el comedor. Enciendo la televisión y dejo puestas las noticias, solo por el hecho de saber qué es lo que ha estado pasando en el mundo mientras yo estaba con mi familia. Lo que me encuentro no es nada que no me esperase: hambre, guerra y miseria en tantos países tercermundistas mientras la abundancia, una crisis que no se sabe controlar e intentos de vacuna para curar tantas enfermedades en aquellos lugares donde hay suficiente dinero como para vivir los sueños de aquellos que no tienen nada. Desigualdad e injusticia es de lo que está repleto este triste mundo que estamos destruyendo a cada segundo.
Suspiro resignado antes de seguir con mi cena, aunque decido cambiar el canal, encontrando Castle, un capítulo repetido, pero vamos, ¿qué importa que esté repetido? Es Richard Castle, no hay hombre más divertido y ocurrente a la vez que inteligente y lógico que él.
Mi móvil es el que interrumpe el increíble capítulo, el cual dejo olvidado en cuanto veo que es ella la que llama.
Por un segundo me sale una vena nerviosa que no quiere cogerlo por..¿vergüenza? no sé, pero tampoco me importa, porque decido alejar esa parte de mí y hacer como si todo fuera normal, como si no me hubiera pasado horas pensando en que tal vez hoy sería el día en el que hiciéramos el amor. No, nada de eso, como si yo estuviera tan tranquilo.

--Hola cielo-es lo primero que digo al cogerlo.
--Vaya, qué contento estás-contesta ella con cierta diversión.
--Si me llama la chica más guapa del mundo no es para menos-no puedo evitar piropearla mientras una sonrisa tranquila se forma en mi rostro.
--Exagerado-dice con diversión, y aunque no la estoy viendo, sé que acaba de rodar los ojos.
--No lo soy-digo en un tono de falsa queja.

Entonces me atrevo a formular la pregunta que quizás cambie el rumbo de la noche, y no sé si para bien o para mal.

--¿Pasa algo?
--¿Debería?-la extrañeza clara en su voz.
--No sueles llamar tan tarde-digo lo más tranquilo que puedo-¿Estás bien?
--Sí, es solo que...si quieres venirte a casa, estoy sola...

Con la primera parte de la frase mi corazón ya había empezado a latir como si no hubiera mañana, pero es que ha sido escuchar el final de la frase y un escalofrío me ha recorrido toda la espalda, con una mezcla de emoción, excitación, ilusión, miedo y vergüenza.
Sin apenas darme cuenta ya estoy de pie y camino de mi habitación para arreglarme.
Desesperado nivel: Niall Horan, también conocido como "El patético virgen de diecinueve años y un millón de personas esperando a pedirle sexo"
En cuanto llego a mi habitación me doy cuenta de que no la he respondido al haberme.

--Claro, en diez minutos estoy allí-respondo sin realmente pensar lo que estoy diciendo, ya que en diez minutos apenas me habrá dado tiepo a ducharme.
--Hay tiempo, no hace falta que vengas corriendo-contesta ella con clara diversión.
--Está bien-admito sintiendo mis mejillas rojizas al ver que he sonado incluso más patético de lo que ya soy-pues entonces...veinte minutos-no sé si pregunto o afirmo, pero frunzo el ceño pensando en cómo habrá sonado-y no voy a ceder más, necesito verte-añado riendo en bajo, tratando de ocultar todo el nerviosismo que me ataca.
--Apenas me viste hace un par de horas-no me reprocha, sino que tan solo me informa-pero aún así me vale.
--Ahora te veo. Te quiero-me atrevo a decir.
--Y yo a ti...

Entonces la llamada se corta.
Me quedo mirando la pantalla del móvil por un segundo antes de girarme hacia el gran espejo del baño y ver como toda mi cara está colorada, al mismo tiempo que con una gran e incontenible sonrisa de nervios en medio de ésta.
¿Enserio va a pasar? ¿Esta noche? ¿En...¡dieciocho minutos?!
Dejo el móvil medio tirado en el lavabo y me apresuro a ducharme, para posteriormente vestirme, cosa que hago con total concentración, ya que no quiero que nada falle. Decido coger una camiseta básica blanca, con una sudadera gris que me vendrá bien para el espacio de tiempo de casa al coche, unos vaqueros rojos, bastante estridentes, y para mi sorpresa, creo que ni siquiera son míos, sino que son de Louis, aunque eso lo compruebo en cuanto me los pongo y siento como mi culo no rellena todo el espacio que debería, por lo que los bajo un poco, ya que no estoy para cambiarme de ropa, no cuando ya me he puesto mis Supras blancas y estoy tratando de colocar mi flequillo de alguna manera que no quede como si fuera un quinceañero.
Salgo por la puerta de casa apenas unos minutos después, cogiendo lo que yo creo imprescindible: móvil, llaves de casa, llaves del coche y toda la tranquilidad que puedo. Pero lamentablemente, en cuando me meto en el coche, la tranquilidad se va y empiezo a sentir como mi corazón se acelera y mis manos empiezan a sudar, cosa que no es nada bueno, pero nada.

--Tranquilo, tranquilo-siseo-La gente hace esto desde siempre, sino no habría seres humanos-me trato de autoconvencer mientras arranco el coche.

Para cuando me quiero dar cuenta. han pasado más de los veinte minutos acordados y estoy parado en frente de su casa, dentro del coche, observando con un jadeo como están encendidas algunas luces de la casa.
Una parte de mí grita un "¡Tú puedes!" lleno de orgullo y excitación, mientras que la otra mitad más bien está escondida detrás de un infantil oso de peluche, observando, sin decir nada, tan solo asustado.
¿Por qué tiene que ser tan difícil esto? ¿Por qué no puedo simplemente ser decidido? ¿Por qué no puedo entrar a lo película, sacándome la camiseta, mostrando un cuerpo de deportista (que claramente no tengo) y cogerla en brazos hasta llegar a la cama? ¿Por qué?
Necesito tranquilidad. Necesito aire. Necesito un consejo. Y creo, que necesito ir a la casa vecina antes que a la de la chica que me espera.
Me bajo del coche, mirando atento y observando que ella no se asome a la ventana y me pille. Voy casi corriendo hasta la casa donde toco el timbre y rezo porque esté Louis, ya que si puedo evitar hablar con Harry de esto, mejor, ya que seguro que me pone mala cara y con el consiguiente que me vea obligado a mandarle a la mierda, ya que es mi novia y no la suya.
Para mi suerte, unos ojos azules a medio abrir son los que me abren la puerta.

--Tomlinson necesito consejo-le aseguro mientras empujo su cuerpo hacia dentro, entrando junto a él de manera atropellada.
--¿Qué pasa?-pregunta sin molestarse en frenar un bostezo.
--Ane-respondo sin más.
--¿Le ha pasado algo a Ane?-pregunta algo más despierto, visiblemente nervioso y algo preocupado.
--N-no, no le ha pasado nada-balbuceo mirando hacia todas partes, menos a él.
--¿Entonces?-la extrañeza clara en su voz-¿Qué te ocurre? Pareces un chihuahua de tanto que tiemblas, y no es como si hiciera tanto frío.

Muerdo mi labio inferior hasta que siento que realmente duele y miro hacia todas partes, buscando algo con lo que distraerme y poder hablar pensando en otra cosa, pero con lo único con lo que doy es con los pequeños ojos azules de Louis, que me miran con curiosidad.

--Me ha dicho que si quería ir a su casa-respondo de manera rápida.

Eso hace que él frunza sus cejas confundido, aún mirándome mientras yo solo agacho un poco la mirada, dando así con su camiseta de Superman.

--Eh... ¿qué?-se atreve a preguntar-Ya has ido a su casa muchas veces.
--Me ha dicho que estaba sola-respondo sin pensarlo, mirando nuevamente a su cara.

Eso solo hace que él sonría divertido, como si estuviera riendo, pero sin la carcajada, y a decir verdad, parece que realmente quiere reírse, pero por algún motivo no lo hace y tan solo palmea mi hombro.

--Vas a estrenarte, Horan-dice con humor-Eso está muy bien, y me siento agradecido de que me informes antes de que ocurra, pero...¿por qué no estás ya allí?-pregunta aún con diversión, solo que ahora algo confuso.
--No sé si quiero ir-admito en un murmullo.
--¿Cómo que no?-pregunta con sorpresa-Hace unos días estabas cachondo como una mona solo por verla empapada en zumo, y ahora que es ella la que te lo pone en bandeja de plata ¿no quieres?
--Creo que no lo voy a hacer bien-confieso mordiendo mi labio inferior-O que la voy a hacer daño porque no lo hago bien, no sé, tal vez se ría de mí.

Sus ojos se muestran algo tristes y preocupados, pero no por mí, sino por algún recuerdo que vaga por su mente y que no le trae buenas sensaciones.
Coloca su mano en mi hombro, como si me apoyara. Suspira con pesadumbre y de nuevo comienza a hablar.

--Ve con cuidado con ella, tú solo ve con cuidado-habla serio-Si ves que las cosas van mal tú solo para y pregunta cómo se encuentra.
--Te recuerdo que el virgen de entre los dos soy yo, no ella-respondo frunciendo el ceño.

Eso hace que una ligera sonrisa salga de sus labios, la cual no comprendo, pero tampoco me importa cuando tan solo niega con la cabeza, soltando una ligera sonrisa.

--Anda, ven conmigo, que conociéndote, seguro que has olvidado lo más importante-dice muy seguro guiándome hacia las escaleras.

Yo le miro confuso mientras él solo sigue negando, cada vez con una sonrisa más amplia que sigo sin comprender.
Llevo el móvil, las llaves tanto de casa como del coche, me he duchado y lavado los dientes a conciencia y creo que llevo una cantidad ligeramente innecesaria de desodorante y perfume...¿qué es lo que se me olvida?
Entro a su cuarto, escuchando los ronquidos de Harry provenientes de la habitación de al lado, por lo que me anoto mentalmente no hacer ruido por nada del mundo, ya que así no tendré por qué explicarle el motivo de mi visita, o en su defecto, inventarme una excusa.
Me siento en su deshecha cama con toda la confianza del mundo mientras él abre el segundo cajón de su mesilla, silbando con tranquilidad alguna canción que no reconozco, antes de que empiece a sacar lo que -como él suponía- ya había olvidado y sea, sin duda alguna, lo más importante si algo llega a pasar esta noche.

--Toma unos cuanto de Extra seguro, solo por si ella tiene un miedo al embarazo que nunca te ha contado-me comenta antes de lanzarme unos cinco preservativos a la cara, la cual siento arder por segundos.

En el fondo agradezco lo que está haciendo, ya que no sé de la disponibilidad que ella tenga de estas cosas, así que mejor prevenir que curar, y nunca mejor dicho.
Me voy a levantar de la cama, comenzando un "Muchas gracias" que se ve interrumpido por mi propio amigo.

--De eso nada-confirma mientras hace que me siente de nuevo-Toma de sabores, y también algunos de los que no llevan látex, ya que no sé las alergias de tu novia, y puede que tú tampoco si se trata de esa-habla mientras me va lanzando cuatro o cinco de cada cosa que va diciendo-Y también de estos con estrías...
--¿Estrías?-pregunto totalmente perdido, sintiendo como mi cara ya no puede estar más roja, aunque como tantas veces, los imposibles desaparecen.
--Sí, quiere decir que no es liso, ya sabes, mejor para ella-explica resumidamente mientras sigue en busca de más cosas que darme que me avergüencen.
--V-vale Louis, creo que ya es suficiente-confirmo cuando doy con que llevo unos veinte y realmente ya no me cabe ni uno más en los bolsillos.
--¿Estás seguro?-pregunta mientras mira de ese mágico cajón que no parece estar lleno y en el que parece que tienen más de todo esto. ¿Pero cuánto folla la gente? ¿Veinte veces al día o algo así? Porque eso deja de ser natural y sano en muchos aspectos-Creo que tengo alguno de los que atrasan al chico y aceleran a la chica-comenta sin dejar de rebuscar.
--Estoy mucho más que seguro-confirmo decidido mientras me levanto de la cama-Además ya llevo suficientes y voy diez minutos tarde-añado.
--Bueno, con esos yo creo que tienes de sobra para hoy-contesta antes de cerrar el cajón sin más.
--Creo que tengo de sobra para tres meses por lo menos-contesto sin poder imaginarme una escena en la que se utilicen veinte en menos de tres meses.
--¿Meses?-pregunta con ambas cejas alzadas. Suelta una sonora carcajada que hace que sienta pavor al pensar que puede despertar a Harry, pero se oyen de sobra los ronquidos de éste-Si no te los pules al final de este mes es que hay algo que haces mal-contesta mientras calma su risa.

¿Este mes? Solo faltan dos semanas para que acabe este mes... ¿cómo piensa que voy a utilizar tantos? Eso no es posible...¿verdad?
Le miro con el ceño fruncido sin entender si está de coña o está hablando enserio, lo cual hace que él solo ría de nuevo de manera escandalosa.

--Principiantes...son los peores-confirma aún entre risas mientras salimos de su cuarto.
--¿Realmente piensas que va a pasar...algo?-pregunto esta vez dudoso.

Él me mira con esa sonrisa en su cara de saber más que yo, o al menos de saber algo de lo que yo no me doy cuenta. Coloca una mano en mi hombro, como si fuera mi padre y yo fuera un niño de diez años al que le explican de dónde vienen los niños.

--Vais a estar solos, en su casa, por la noche, lleváis saliendo...¿cuánto? ¿cuatro meses?-dice sin apartar esa sonrisa que no sé cómo interpretar-Si no es hoy la situación perfecta, créeme que no sé cuándo será-confirma palmeando mi hombro con calidez antes de apartarse de mí.

Razón no le falta, pero sigo teniendo esa sensación de que algo va a salir mal esta noche, o al menos de que no va a salir como debería.
Me levanto de la cama, y salgo de la habitación de Louis. Me quedo callado y tenso cuando veo como una larga figura sale de la habitación contigua de la que yo salgo. Me freno en seco, haciendo que Louis choque contra mi espalda y se queje.

--¿Qué pasa?-pregunta confundido.

Yo solo señalo a Harry con un dedo mirando hacia Louid, quien no parece haberse dado cuenta de que Harry está a nuestro lado y de que no quiero que se entere de lo que está por pasar.
Louis me mira con ambas cejas alzadas, acto seguido mira a Harry y después vuelve a mirarme a mí con una sonrisa algo dolida.

--No se está enterando de nada-comenta con un tono de voz normal.

Harry pasa por delante de nosotros, arrastrando los pies y gruñendo algo por lo bajo que no consigo entender.
Louis me obliga salir de la habitación con rapidez, con él pegado a mi espalda, y de inmediato Harry entra. Sin hacer ni decir nada, se mete en la cama de Louis, y parece que le busca, ya que tantea con la mano encima de la cama y acto seguido comienza a murmura su nombre.
He estado durante meses con Harry, y la verdad es que no sabía que era sonámbulo, o lo que sea que es, y mucho menos que fuera sonámbulo para irse a dormir a otra cama.

--Ahora voy, Styles-parece responderle Louis.

El ojiverde solo murmura un "Vale" en tono bajo antes de acomodarse en la cama, acurrucado como un bebé, con el rostro serio y parece que un puchero en sus labios.
Me giro para ver a Louis, esperando que me aclare algo, pero él solo cierra la puerta antes de dirigirse a mí, aún con esa sonrisa para nada divertida, como la que tenía hace unos segundos.

--¿Y eso?-pregunto confuso.
--Los recuerdos-responde sin más, encogiéndose de hombros.

Sin decir nada más, comienza a bajar las escaleras, por lo que me veo obligado a bajarlas tras él rápidamente, esperando que me explique algo más acerca de lo que acabo de presenciar.

--¿Recuerdos?
--Recuerdos-confirma él, aún sin añadir algo más de información a la explicación.
--¿Podrías ser un poco más específico?-pregunto una vez llegamos a la puerta.
--A veces sueña con su madre-admite con el ceño fruncido-Y con...bueno, con su hermana-añade con esa seriedad-las echa de menos, quiere estar con ellas, quiere estar en familia, pero no puede. La mayoría de las veces no se acuerda de lo que sueña, ni siquiera se acuerda de cómo o cuándo ha llegado a mi cuarto. Debo suponer que me toma como su madre o su hermanita-comenta, esta vez tratando de sonar algo más divertido.
--No lo sabía-respondo algo dolido por ese descubrimiento de mi amigo.

Sé que Harry no ha perdido la esperanza de encontrar a su familia, pese a que haya muchas posibilidades de que esa familia ya no exista como tal, pero él no se da por vencido, y supongo que mientras eso no le duela, el que lo intente le ayuda a no perder la esperanza y a sentirse un poco mejor,
El castaño que hay frente a mí suspira, negando ligeramente con la cabeza, pero no con tristeza, sino con frustración, la que supongo se debe a que no le gusta ver cómo Harry se desespera por algo así, pero la verdad, yo no veo que esté tan mal como para que haya que frustrarse.

--Está bien, Louis-digo sin más, captando su atención de inmediato. Sus ojos ahora se muestran confusos ante mis palabras-Harry, él se encuentra bien con eso, al menos por ahora. No te preocupes por ello.
--Me preocupa que tarden mucho tiempo que daecírselo-sisea mirando hacia otra parte, como si no quisiera que lo hubiera escuchado.

Y bueno, si no quería que lo escuchase, lo mejor será no preguntar por ello.
Le dedico una última sonrisa seguida de un abrazo, y un "Diviértete, pero ten cuidado" por su parte. De esta manera, me dirijo a la casa de al lado.
Siento mi corazón subirse a mi garganta y cómo empiezo a sentir calor de nuevo gracias a los nervios que me atenazan hasta el más pequeño de los músculos. Alargo mi mano derecha temblorosa hasta tocar el timbre, y lo pulso solo una vez. Mi corazón da un vuelco en cuanto suena, otra más cuando escucho como alguien baja por las escaleras, y un tercero cuando la veo parada frente a mí, con esa cálida sonrisa en su cara.
Sus grandes ojos verdes se clavan en los míos, y para mi sorpresa, descubro que ella también está algo nerviosa por la situación. Sus mejillas se ven sonrojadas y su pecho sube y baja con algo de rapidez, por lo que doy por hecho que ha bajado corriendo, o que ha hecho algo que la provoca cansancio. Sus labios, curvados en una sonrisa,gruesos y tan familiares por alguna razón, están brillantes por lo que supongo que es alguna clase de gloss o lo que sea que se echen en los labios. Una camisa blanca encierra su torso, salvando los botones superiores, que están abiertos para no dar la sensación de ir vestida demasiado formal. Unos estrechos vaqueros rodean sus piernas, y ni siquiera llego a mirar a los pies, cuando me doy cuenta de que llevamos un largo tiempo en silencio, uno en frente del otro, sin saber qué hacer o qué decir.
Vamos Niall, has estado con ella todo un fin de semana, no te acojones ahora me digo a mí mismo.
Cojo aire, dispuesto a decir algo, lo que sea, que haga que una conversación salga, o que ocurra lo que sea que tiene que ocurrir, pero que por lo menos no estemos unos delante del otro, callados, observándonos de manera ciertamente incómoda, sin saber qué hacer.

--Hola-me atrevo a murmurar.
--Hola-es su respuesta.

Sí, es la conversación más estúpida de todos los tiempos, ¿pero qué se dice cuando se sabe perfectamente que vas a perder la virginidad dentro de unas horas? No sé, creo que si alguien hiciera un libro o una película sobre ello se forraría.
Para mi tranquilidad, escucho desde dentro de la casa un "Ding", que me hace volver a la realidad y darme cuenta de cómo un olor a palomitas llega hasta mí. Y bueno, creo que eso es todo lo necesario para que el ensimismamiento que tenemos se vaya, ya que una sonrisa escapa de mí de manera natural y me atrevo a seguir con todo esto.

--¿Palomitas?-pregunto con una ceja alzada, aún sonriente.

Ella se echa a un lado, devolviéndome la tranquila sonrisa.

--Lo mejor para ver una película ¿no?-contesta mientras cierra.

Añade un "Ahora vengo" antes de desaparecer por la puerta que da a la cocina. Decido seguirla, ya que no veo motivos para no hacerlo, después de todo, no es la primera vez que estoy en su casa y sé que no la va a molestar vaya por donde vaya, al fin y al cabo, Anne siempre me dice que me sienta como si estuviera en mi propia casa.
Me apoyo en el marco de la cocina para ver cómo ella trata de volcar las palómitas en un bol, quemándose los dedos al estar recién hechas y soltando pequeñas maldiciones que me hacen reír, y con ello que ella se gire para darse cuenta de que la he visto.
Rueda los ojos con diversión mientras tira el papel de las palomitas.

--¿Vamos a mi habitación?-propone con simpleza, simpleza que yo no veo y simpleza que no existe.

He estado tantas veces en su cuarto y no ha pasado nada en ninguna de ellas, su habitación está bien, se está calentito, tiene algunos pósters de muchos cantantes (salvo de nosotros), su cama es blandita, se duerme bien en ella, pero mi mente está tan lejos de esos pensamientos banales que por un momento me quedo callado, y me cuesta poner la atención en ella para responder, pero lo hago de la manera más natural que puedo: con una sonrisa.

--Claro, ¿quieres que te ayude con algo?
--Eh...sí-dice sin mirarme, tocando el bol solo para comprobar su está caliente o no-He sacado un par de películas, están en el salón. Coge una que te apetezca ver, a mí no me importa-habla con tranquilidad, como si ese anterior nerviosismo que había en ella se hubiera esfumado.

Claro, no debe de ser su primera vez, está claro que no está nerviosa, ni asustada, ni a punto de tener un ataque de nervios ni nada de eso, al contrario de todo lo que yo siento, y de todo lo que trato de evitar mientras me dirijo al salón.
Ni siquiera me esfuerzo en leer los títulos o fijarme en las películas, así que cojo una al azar y vuelvo hacia la cocina, encontrándome con ella ya en las escaleras.
Me mira inquisitiva, esperando a que la informe de cual ha sido mi elección en cuanto a lo que vamos a ver. Me digno a mirar la caratula para ver un título para nada agradable: todo negro, una chica rubia a la que solo se le ve la mitad de la cara, pero se aprecia el miedo en ella, un punto rojo, y al lado de éste, las letras REC en blanco. Genial, una de zombies a estas horas de la noche, aunque bueno, espero que al menos ella esté conforme. Se encoge de hombros, lo que interpreto con que no la importa realmente, y se mueve hacia su habitación, conmigo tras de ella.
El cuarto rápidamente se queda a oscuras. Solos ella y yo, sentados en su cama, ella acurrucada pegada a mi pecho, no por miedo, no porque la película le asuste, mucho menos cuando está empezando y por el momento es bastante tranquila, no, ella solo se coloca a mi lado porque le gusta hacerlo, y para qué negarlo, a mí me gusta que a ella le guste.
Mi mano queda sobre su cadera debido a la posición en la que nos encontramos y decido acariciar la piel expuesta de su cintura apenas con las yemas de mis dedos. No como si buscara otras intenciones, ya que esta noche, todo suena y se ve con demasiadas perspectivas. La acaricio porque es algo que suelo hacer y que sé que dependiendo del momento, a ella le molesta, pero hoy no es un día de ellos, así que solo se mantiene tranquila, cogiendo palomitas cada cierto tiempo.
Todo parece tranquilo, todo marcha como siempre, como una cita normal en su casa, hasta que aparece el primer zombie de la noche ante nuestros ojos: una señora mayor, toda llena de sangre con un camisón blanco y el cabello muy largo.
Y gracias a esa terrorífica imagen, da comienzo todo.
Ella se sobresalta, ya que estaba mucho más metida en la película que yo, ya que yo solo me he dedicado a observarla a ella. Al moverse por el susto, acaba más pegada a mí, casi sentada en mi regazo, lo cual hace que la mire con una sonrisa divertida, ya que por muy borde, antipática e insensible que parezca a veces, se asusta con mucha más facilidad de lo que cualquiera podría pensar; más o menos como Louis.
Me quedo mirándola por una pequeña eternidad, desde sus grandes ojos verdes, que no se separan de los míos y que ya no se ven para nada asustados, hasta sus labios gruesos y rosados, que se mantienen unidos de una manera que no es i de miedo, ni de felicidad, ni de nerviosismo, simplemente no tiene una expresión definida.
Las palabras de Louis llegan a mi mente con rapidez. Vais a estar solos, en su casa, por la noche, lleváis saliendo...¿cuánto? ¿cuatro meses? Si no es hoy la situación perfecta, créeme que no sé cuándo será.
Y sin decir o pensar algo más, siento que es el momento. Dejo las palomitas lo más alejadas de nosotros y comienzo como doy por hecho que siempre empiezan estas situaciones.
Me inclino hasta que sus labios rozan los míos, sintiendo como reacciona sin dudarlo, siguiendo el mismo ritmo: ni rápido ni lento. Sin apenas darme cuenta, acaba ella situada debajo de mí, mis manos apoyadas a ambos lados de su cabeza y mis rodillas pegadas a sus caderas, nuestros labios aún unidos, apenas separándose para coger aire. De momento la cosa no va mal, aunque claro, eso rápidamente cambia cuando me doy contra la pared de alguna manera, ya que no sé ni siquiera dónde está dada la oscuridad de la sala.

--Au-se me escapa decir dolorido, separándome un poco de ella para acariciar la zona golpeada.
--¿Qué pasa?-y aunque no la veo, en su voz se puede sentir los nervios de la situación.
--Me he dado contra la pared-admito sintiendo como mis mejillas se enrojecen. Agradezco que la luz esté apagada.
--¿Estás bien?-pregunta en un susurro, ya que por alguna razón ninguno de los dos se atreve a hablar más alto, como si todo esto fuera un secreto.

Y de repente llega otro golpe a mí, esta vez a mi frente. Rápidamente interpreto que ella, en un intento por saber cómo estoy, ha tratado de levantarse y por tanto, ha acabado chocando conmigo, mejor dicho, ha acabado chocando su frente contra la mía.
Un segundo "Au" sale de mí, para mi sorpresa, sonando al unísono con uno que suelta ella.

--¿Te has hecho daño?-pregunto rápidamente.
--No, tranquilo-responde ella sin aparente voz de dolor.

Dejo salir un largo suspiro antes de inclinarme de nuevo sobre ella, no muy seguro de que lo que acaba de pasar ha sido lo mejor o lo pero que podría pasar en la noche. Aunque por otro lado, el beso comienza a volverse más necesitado -y desastroso- mientras ella acaricia mi espalda en toda su amplitud -que tampoco es que tenga una gran espalda- hasta que llega al borde de mi camiseta y sin muchas dudas, tira de ella hacia arriba.
Mi corazón palpita de manera preocupante, pero no me importa, porque ya no hay vuelta atrás. Esto tenía que pasar en algún momento y el momento es ahora.
Con todo el coraje que tengo, me levanto quedando apoyado sobre mis rodillas para poder quitar mi camiseta del todo. Y no, no importa que no tenga un cuerpo de lo más ejercitado, ni que mis músculos brillen por su ausencia, mucho menos de que la leche se burle de mí al parecer más bronceada que yo, no, nada de eso importa... no cuando pierdo el equilibrio y acabo en el frío suelo de un golpe bastante estúpido y vergonzoso que resuena por toda la casa.

--¿Niall?-escucho su voz, algo jadeante y confusa.

Pienso que decirle que no hace falta que encienda la luz porque estoy bien, pero es demasiado tarde cuando siento como la lamparita de noche se enciende y quedo aún más en ridículo frente a ella. Decido hacer como si nada hubiera pasado y me levanto de un salto de suelo, arrojando mi camiseta a cualquier lugar.

--Estoy bien-confirmo mientras vuelvo a la cama, mis rodillas de nuevo a los lados de sus caderas-Solo he perdido un poco el equilibrio.

¿Un poco? Mejor dicho todo el equilibrio se burla mi conciencia, que hasta el momento no había hecho alguna de las suyas.
Antes de que me dé cuenta, estoy debajo de ella, lo cual no me deja mucho más tranquilo, pero creo que no estoy en condiciones de quejarme, por lo que solo sigo con la ronda de besos mientras desabrocho con torpeza los botones de su camisa, cuando llega otro problema.

--Ay, ay, mi pelo-se queja ella frenando mis manos-se ha enganchado con el botón-añade mientras trata desenredar su pelo rizado de ese pequeño botón.
--Lo siento, lo siento-me disculpo. No creo que haga falta decir que lo hago de manera avergonzada.

Ella consigue deshacerse de ese nudo que había sido creado en su pelo por mala suerte, pero yo ya no estoy prestando atención a su pelo, sino a alguien que tiene más abajo y que ahora puedo ver con claridad gracias a la luz que ella misma ha encendido.
No es que nunca antes haya visto a una chica en ropa interior, porque sí, un biquini tapa lo mismo que un sujetador, así que se puede contar como que es lo mismo, pero supongo que no lo siento de esa manera, no cuando empiezan a llegarme unos calores aún peores de los que ya sentía.
Para mi sorpresa, ella trata de cubrirse con rapidez con el edredón, y yo decido dejar de ser tan exagerado y poco sutil.
Sus besos siguen, ya para nada dulces e inocentes, aunque sí nerviosos, pero no lo tengo en cuenta, dado que mis vaqueros empiezan a hacer presión sobre mi cuerpo y decido que es momento de continuar con todo esto.
Pero está claro que la suerte no está de mi parte, ya que parece que el cinturón se ha quedado atascado, o por lo menos que yo no sé abrirlo por los nervios de la situación.

--¿Qué pasa?-pregunta mientras se pone recta de nuevo, apoyándose sobre sus rodillas y aferrándose al edredón como si la vida le fuera en ella. Quizás es solo que no la guste que la miren mientras tiene sexo.
--Se ha quedado pillado el cinturón-admito con vergüenza.
--A ver-dice con intenciones de ayudarme.

No es que estuviera cómodo con la situación, pero el que se siente en mi erección no ayuda en absoluto. 
Un gemido escapa de mí sin que pueda evitarlo. Mi pecho parece atenazado y mi cabeza está completamente abrumada, pero lo peor de todo es su voz llena de inocencia, la cual no veo por ninguna parte.

--¿Te pasa algo?

Y aunque me resulte extraño que me lo pregunte con esa voz que denota que no está mintiendo o burlándose de mí, no puedo evitar pensar que puede que tampoco sea tan experta en esto como me suponía.

--N-no-me atrevo a negar-pero no...no t-te apoyes ahí-balbuceo para nada tranquilo, ya que ni siquiera se ha apartado ante mi gemido.

Ella parece mirarme confusa, como si no supiera de lo que estoy hablando o donde se ha sentado.

--Lo...siento-murmura levantándose hasta quedar sobre sus rodillas de nuevo.
--Nada, nada-murmuro antes de dejar salir un suspiro aliviado.

Dejo caer mi cabeza sobre la almohada, cerrando los ojos aliviado, aunque el alivio no dura mucho, ya que sigue en su intento de quitarme los pantalones, y está claro que no puede hacerlo sin tocarme.
Trato de frenar los quejidos que salen por mi parte, ya que si no se da prisa vamos a tener un problema, puesto que me empieza a doler tanta presión dentro de mis pantalones, Está claro que no puedo decírselo porque no quiero sonar desesperado, pero rezo porque se dé prisa.
Escucho el milagroso sonido del cinturón abrirse, y antes de que pueda suspirar aliviado, mis pantalones ya se encuentran por mis rodillas.

--Madre de Dios-oigo que susurra.

Veo como sus ojos están fijos y bastante entretenidos en mirar mis bóxers claramente tirantes y para nada en su posición habitual. En estos instantes quiero que la Tierra se abra y me trague, porque no creo soportar más vergüenza, aunque claro, es un alivio ver como sus mejillas también se colorean, pero está claro que mi sonrojo debe de ser mucho peor, ya que creo que no he sentido más calor en mi cara en toda mi vida.
Sus ojos se mueven desde mi entrepierna hasta mis ojos, y bueno, creo que ya sí que no hay una sensación que describa la vergüenza que estoy pasando.

--Lo siento-dice con rapidez antes de lanzarse a mis labios de nuevo.

Mis pantalones acaban también fuera de mí, y puedo asegurar que no me ayuda a tranquilizarme.
Louis me dijo que tuviera cuidado, que me asegurara de que ella estaría bien, incluso dio por sentado que haríamos esto no sé cuántas veces en poco tiempo, pero no habló en ningún momento de que fuera a pasar tanta vergüenza como la que estoy pasando.
Pero no puedo detenerme, no cuando ya he conseguido llegar tan lejos, ahora no puedo rajarme y mucho menos cuando siento mi miembro palpitar violentamente bajo mi ropa interior. De esta manera, decido acariciar su suave espalda, pasando por alto el sujetador aún puesto sobre ella y llegando a su cintura.
Llegó la hora. Ahora sí que no hay vuelta atrás.
Llevo mis manos a la parte delantera de sus vaqueros. Ella ni se queja, ni siquiera me dice que lo haga o no lo haga, simplemente me sigue besando con necesidad, lo cual interpreto como un "adelante" que me invita a desabrochar sus pantalones. Pero para cuando decido bajarlos, llega otro contratiempo: no bajan. Y por más que tire y lo intente siguen en la misma posición.

--¿Qué?-susurra contra mis labios, doy por hecho que refiriéndose al porqué de que no se encuentre ya en ropa interior.
--No bajan-admito algo molesto mientras hago otro intento de sacarlos, pero nada.
--Espera-dice sin más mientras se levanta de la cama-tengo un truco para quitarlos-añade antes de ponerse a dar pequeños saltos.

Me siento en la cama para poder verla algo mejor, algo confuso, que nadie lo dude, pero aún siento calor y la vergüenza de estar tan expuesto, ya que sigo en ropa interior. Me tapo con disimulo, al menos de cintura para abajo, para ver cómo murmura molesta mientras tira entre saltos de sus estrechos pantalones.
Para cuando bajan de su cintura, resbala con mi camiseta y acaba en el suelo, siendo el cuarto golpe tonto de la noche

--¿Estás bien?-pregunto sin poder evitar levantarme de la cama con preocupación.
--Sí, ya casi están-dice convencida, sentada en el suelo, deslizando con algo más de facilidad lo que queda de sus pantalones, hasta que acaban fuera de ella.

Los deja en el suelo sin preocupación y se levanta, llevando su mirada a mí claramente vergonzosa, cosa bastante obvia, ya que se ha caído delante de mí en una situación delicada, pero al menos ya estamos en paz.
Para mi sorpresa se sienta a mi lado, arropándose hasta el cuello, con la respiración acelerada y las mejillas coloreadas.
Clava sus ojos en los míos, como si esperara que yo hiciera algo, pero me niego a dar el primer paso otra vez. Ahora le toca a ella.

--¿Ahora qué?-pregunta de repente.

No estoy muy seguro de por qué pregunta, aunque quizás piensa que es que quiere que haga algo de lo cual no estoy muy seguro, por lo que me encojo de hombros, como queriendo decir que elija ella, puesto que a mí me da igual, cosa que no es mentira.

--E-en las películas...se acarician-murmura en voz apenas audible, con la mirada puesta en la sábana.

La verdad es que me siento confuso. ¿Por qué ha utilizado la expresión "en las películas" en vez de decir "yo suelo hacer"? ¿Pensará que me voy a sentir dolido al saber que no soy el primero para ella? La verdad no lo sé, pero sin duda lo que más me sorprende es que se vea tan nerviosa y perdida en todo esto.
Veo como muerde su labio y lentamente levanta su mirada hasta llegar a mí, esperando que confirme su propuesta, pero muy lejos de todo eso, me atrevo a preguntar otra duda que me surge.

--¿Qué...qué clase de películas...ves tú?-pregunto sin saber muy bien con qué tono.

Sí, bueno, el porno no está mal, pero que compare nuestro desastre con alguien que solo se dedica a tener sexo a todas horas y encima a ser grabado, me parece algo excesivo.
Creo que mi voz ha expresado lo que estoy pensando, ya que sus mejillas se sonrojan de nuevo.

--No las que piensas-me asegura-en las románticas...

Pienso por un segundo en alguna película romántica que haya visto últimamente, pero la verdad es que no se me viene a la mente ninguna, así que solo suspiro pensando en sus anteriores palabras.

--Entonces...¿caricias?-pregunto no muy seguro, a lo que ella asiente con la cabeza.
--Caricias-confirma mientras se aparta el pelo de la cara. Tal vez debería recogérselo si la molesta-Así que...vamos-dice mirándome a los ojos.
--¿Cómo?-pregunto confuso, pero no por lo que me pide, sino el lugar en el que me pide que la acaricie.
---Qu-que me acaricies-tartamudea.

Alzo una ceja aún sin comprender, esperando que me haga una petición un poco más específica, la cual llega de manera visual, ya que señala con una de sus manos sus pechos.
La verdad es que me siento un poco estúpido al no haber caído antes en la propuesta, pero bueno, no importa, ya que no creo poder ponerme más rojo.

--¿Se-segura?-pregunto dudoso mientras me muevo hacia ella.

Ane asiente con la cabeza y susurra un "Vamos" que me anima a hacerlo.
Trago saliva, cojo aire y llevo mi mano temblorosa hasta su pecho.
Sé que mucha gente se soba de manera exagerada cuando se está liando con alguien, pero la verdad, como se puede dar por supuesto, yo no he sido de esos. Siempre he sido más de los de pedir un beso y tener miedo a que me sea rechazado, en vez de directamente besar, y obviamente, para nada atreverme a toquetear a una chica mientras lo hago, como mucho agarrarla de la cintura con cuidado.
Sí, la verdad soy bastante patético en este aspecto, pero eso queda claro cuando ni siquiera llego a tocar su sujetador y retiro la mano poco convencido.

--¿Qué?-pregunta entre una mezcla de nervios y confusión.

Creo que ha llegado el momento, bueno, otro momento, otro más de esta noche, otro ridículo más de esta noche, ya que bastantes cosas nos han pasado hasta el momento y ni siquiera ha llegado el contacto físico.
¿Dará por hecho que no soy virgen y solo soy idiota y torpe? ¿O ni siquiera se lo habrá planteado? Bueno, eso lo dudo, ya que no creo que la gente actúe de manera tan estúpida y patosa cuando lo hacen, así que supongo que debe de estar convencida de que está frente a un espécimen en peligro de extinción llamado "Chico de dieciocho años y medio virgen"

--Nunca...nunca...yo...yo no...-tartamudeo sin querer mirarle a la cara-yo nunca...he hecho...um...he hecho esto...

Y muy lejos de escuchar una risa burlesca o cruel, escucho su dulce voz, aún baja y amable, confusa.

--¿El qué?
--Nada...nada de esto-admito.
--¿Tú nuca...?-pregunta de manera inacabada, claramente sorprendida.

Y lo único a lo que me atrevo es a negar con la cabeza, avergonzado.

--¿De verdad?-ella pregunta, aún sin atisbo de burla.
--De verdad-confirmo mirando con fingido interés las sábanas que me cubren-Yo...yo...um...bueno...qu-quería...quería esperar...a alguien que...ya sabes...con la que...mereciera la pena hacerlo por...primera vez-divago.
--¿Y yo merezco la pena lo suficiente?-pregunta, sonando sorprendida.

¿Cómo se sorprende? Sabe que es lo más increíble que hay en este mundo: es simpática (cuando quiere), es dulce y amorosa (también cuando quiere y le pillas con el día bueno), es divertida, sarcástica, atenta (aunque esté cabreada), se preocupa por el resto sin importar lo bien o lo mal que le caigan. Además...es preciosa, en todos los aspectos, y es una de las chicas con el mejor cuerpo que he visto en mi vida. No creo que merezca que se sorprenda de algo así, al fin y al cabo yo soy paliducho y delgado, con unos aparatos que rodean todos mis dientes y demasiado vergonzoso para todo.
Asiento con la cabeza aún gacha y dejo salir un suspiro de mis labios.
Y aunque sé que no debería hacer la pregunta que quiero, porque realmente va a ser más humillante para mí, decido hacerla.
Alzo mis ojos hasta que chocan con los suyos y pregunto.

--¿Tú alguna vez...?

Y para mi sorpresa, todo su rostro se cubre de rojo. Veo como muerde su labios inferior y como retira sus ojos de los míos por un momento, ya que me miran con total plenitud, mientras yo espero que me diga un "Claro que sí" que la verdad es que nunca llega, ya que niega con la cabeza de manera débil.
Por primera vez en toda la noche, dejo de sentir vergüenza y preocupación hacia la humillación, ya que estamos en igualdad de condiciones; somos igual de inexpertos, igual de torpes, igual de dudosos e igual de tímidos, por lo cual no importa, ya no importa que yo sea virgen, porque ella también lo es. Y lo mejor de todo, vamos a dejar de serlo al mismo tiempo.
Ella también sonríe de manera débil mientras coge mi mano con dulzura.

--No puede ser tan difícil-susurra soltando un suspiro.

Lleva mi mano con lentitud hasta que siento la tela de su sujetador negro bajo mi mano. El calor de su cuerpo llega a mí de inmediato, y no puedo evitar abrir los ojos algo sorprendido por la mezcla entre la sorpresa al haber sido ella la que lo ha hecho como quien dice, y la que me causa el sentir su seno bajo mi toque. Dejándome llevar por los supuestos instintos animales, muevo mi mano por encima de la tela que cubre su pecho, lo cual provoca que ella suspire de vez en cuando, y por lo tanto, que yo lleve mi izquierda a mi entrepierna, esperando no ser muy exagerado, ya que no sería de mi agrado que me pillara acariciándome, aunque sea por encima de la ropa.

--¿Y bien?-pregunta de repente, sacándome de mi ensimismamiento.
--Increíble-admito sin poder creer que uno solo de sus pechos me pudiera poner tanto-totalmente fascinante.
--Gracias, supongo-contesta ella con cierta diversión.

Coge mi mano de nuevo, apartándola -para mi mala suerte- de su cuerpo, pero llevándola a su mejilla, donde la dejo, proporcionándole caricias sutiles. Sus ojos están fijos en los míos, y está más que claro que yo soy el que está más nervioso de los dos, por lo que es ella la que se lanza a mí, quedando tumbada sobre mí de nuevo, besándome con entusiasmo.
Sonrío sobre sus labios sin que los besos cesen, y opto por seguir quitando ropa, de su cuerpo, claramente, ya que yo tengo menos que ella y lo justo sería quedarnos igual ¿no? Pero cuando escucho un "click" que me indica que su sujetador está abierto, pone una mano con rapidez en su torso, evitando que se baje, por lo cual gruño quejica.

--No me lo voy a quitar-dice muy segura.
--Vamos...-susurro dejando besos por su cuello en un intento de convencerla.
--No.
--Tengo curiosidad-me defiendo-Ni siquiera tengo hermanas como para que pudiera haber visto algo por el estilo en vivo y en directo...Quiero ver...
--Te he dicho que no-se queja con vergüenza.
--Pero no es justo-esta vez el que se queja soy yo, con un puchero en los labios-tienes más ropa que yo, en algún momento tendrás que quitártela-digo convencido-Vamos...-susurro mientras bajo los tirantes de su lencería con más valor del que nunca pensé tener.

Ella sonríe débilmente, como si se venciera a la propuesta, y sí, se deja quitar el sujetador, pero no puedo ver nada de su anatomía, ya que coloca el edredón sobre su pecho y me evita la vista.

--Eso no vale-me quejo como un niño.
--Dijiste que me lo quitara y eso he hecho-contraataca con diversión, la cual yo no veo por ninguna parte.

Gruño de nuevo molesto, pero no me lo pienso mucho más y continúo besándola, con el edredón entre nosotros, pero sé que al final acabará por caerse y yo podré saciar mi curiosidad, pero de momento, continúo en el proceso de dejarla desnuda, lo cual no tardo en hacer, ya que bajo con cuidado lo único que queda de ropa interior. Ella jadea algo nerviosa, pero supongo que el hecho de que no pueda verla desde la posición en la que estoy debe tranquilizarla, ya que se dedica a acariciar y besar mi pecho.
Sus manos se mueven con lentitud hacia abajo de mi cuerpo, lo cual hace que comience a sentir de nuevo esos nervios tontos, mucho más cuando se topan con la cintura de mis calzoncillos y ya ni mencionar cuando siento que me los bajan y acaba por sacar con ayuda de sus pies.
Ahora, ahora sí que de verdad no hay vuelta atrás.
Beso sus labios con verdadera necesidad mientras aparto con una mano el edredón, buscando el culmen del placer, pero ella se aparta como un rayo de mí susurrando un "Espera"

Me siento en la cama algo confuso, con la respiración acelerada, para ver como ella se cubre con toda la manta, dejándome a mí con poco con lo que taparme, pero dejándome algo para variar.

--¿Qué?-pregunto confundido.
--Sé...un...precavido-murmura nerviosa.
--Ah sí, sí claro, creo que en mis vaqueros...-digo como si no tuviera la certeza de que en mis vaqueros tengo más de uno y de dos condones.

Alargo el cuello, buscándolos con la mirada, pero nuestra ropa ha sido quitada y arrojada con tanto desinterés que no sé exactamente dónde están, y realmente eso me pone nervioso.

--¿Dónde están?-me atrevo a preguntar, por si acaso ella los ve.
--No lo sé, pero no pienso hacer nada sin uno-dice con seguridad.
--Joder...joder...-murmuro palpando sobre la cama, solo por asegurarme de que no están encima.

Sé perfectamente que si no los encuentro tenemos un problema, ya que ella no tiene por qué tener, al fin y al cabo, supongo que no se ha dedicado a irse a una tienda a estas horas, menos cuando se tenía que arreglar, y estoy tan decidido como ella a que si no encontramos alguno no podemos, no debemos hacer nada, pero joder...lo necesito, creo que está a punto de reventárseme algo, y no es de una zona de la que me gustaría tener que ser examinado en urgencias.
Viendo como no hay manera de encontrarlos, me lanzo a lo desesperado.

--¿Tú...no tienes?

Su cara se colorea y me parece ver como asiente con la cabeza ligeramente mientras se inclina hacia la mejilla de noche, aún tapada con el edredón que me evita ver su cuerpo, lo cual me frustra aún más si puede, porque sí, es obvio que ver, lo que se dice ver de visualmente, he visto un cuerpo desnudo, soy un hombre, creo que es justificable el uso de vídeos porno en mi vida, vistos antes de salir con ella, eso sí que lo puedo jurar, pero está claro que no es lo mismo verlo por tus propios ojos, apenas a un metro de ti, cubierto con una manta, procedente de una hermosa chica que me quiere y que...¿saca un preservativo de la mesilla de noche? ¿Cómo?

--¿Por qué tienes?-pregunto sin poder evitarlo.
--Eh...Harry...bueno...Harry me dijo que tuviera....ya sabes...cuidado-admite con una sonrisa nerviosa.
--¿Harry? ¿Él te lo dio?-pregunto sin evutar mostrarme confuso, y tal vez algo molesto, ya que no sé qué tiene que venir él a darle condones a mi novia, pero en estos instantes creo que se lo agradezco profundamente.

Ella asiente con la cabeza mientras me lo tiende susurrando un "Toma" lleno de vergüenza.
Lo cojo e intento abrirlo, pero la verdad es que no lo consigo, supongo que los nervios aún me siguen afectando en la torpeza, más el añadido de la habitual y por supuesto, el calor que tengo que tampoco me deja pensar, ya sin mencionar que no me puedo concentrar sintiendo como mi entrepierna palpita.

--No puede ser tan difícil-me quejo mientras sigo tratando de rasgar el envoltorio.
--No, así no, te lo vas a cargar-oigo que se queja ella a mi lado.
--No se puede de otra forma-me defiendo.
--Que sí, trae-dice con un resoplo mientras me lo quita de las manos.

De un movimiento mucho más hábil y rápido rasga el papel plateado.

--¿Ves? Así-dice con cierto orgullo mientras me lo devuelve.

Resoplo sacándolo y dejando el envoltorio tirado por ahí.
Vamos Niall. Tú puedes. No pasa nada. Ni siquiera te está mirando me animo mentalmente mientras me muevo un poco hasta quedar lo más fuera de su campo de visión que puedo, donde aprovecho para apartar la sábana que me cubre.
Sin pensarlo, cojo mi miembro con una mano, dispuesto a acabar con esto, si es que al menos soy lo suficientemente diestro para ponérmelo, cual siento como ella se mueve detrás, cosa que me hace entrar en pánico y girar mi cabeza para comprobar que ella no me ha visto nada aún.
Sus mejillas están rojas, y se muestra abochornada por haberla pillado en un intento de mirarme, lo cual sería bastante injusto, ya que ella ni siquiera me ha dejado ver sus pechos.

--¿Qué haces?-pregunto tratando de no sonar nervioso, pero claramente no funciona.
--Quiero...um...ver-admite cortada.
--¿Por qué?-pregunto de nuevo, pese a que me supongo la respuesta, pero la verdad es que no me sentiría cómodo si me observa mientras lo hago.
--T-tengo curiosidad...
--¿Tú nunca...has...v-visto ninguno antes?-me atrevo a preguntar.

No sé cómo estará el índice de mujeres que ven porno, pero la verdad es que creo que es bastante más bajo que el de los hombros, aunque solo lo creo, aunque claro está que siempre se ha dicho que a nosotros nos va más lo visual y a ellas lo literario.
Ella niega con la cabeza, sus mejillas sonrojadas hasta lo imposible, y yo solo sonrío con una mezcla de diversión y ternura.
Tan dura, tan bestia, tan brusca, tan insensible a veces, para descubrir que es inocente hasta para haber tan solo visto algo, cosa que me resulta un poco adorable en cierto modo.
Cojo su mano  y hago que se acerque un poco a mí, lo suficiente para que nuestros labios se toquen una última vez antes de proseguir con esto.

--Te quiero-admito en voz baja.
--Y yo a ti-contesta sonriente.

Le devuelvo la sonrisa antes de darme media vuelta y volver al asunto principal, cuando siento que de nuevo ella se acerca.
Haz como si no te estuviera mirando. Como si no estuviera. Como si no estuvieras sintiendo como se está apoyando en tu hombro para ver por encima de éste. Como si no sintieras su respiración en tu oído.
Y sí, hago como si nada de eso estuviera pasando e intento proseguir, pero el alma se me cae al suelo cuando escucho el siguiente comentario, que la verdad, me sienta peor de lo que realmente significa.

--Menos mal que la tenías pequeña.

No puedo evitar mirarla, buscando algún rastro de burla o mofa en sus palabras, pero la verdad es que solo denota tristeza, aunque he de admitir que ha golpeado bajo, en lo más bajo que se le puede golpear a un hombre, y no puedo evitar agachar la mirada ciertamente dolido.

--Lo siento, no quería...sabes que no me refiero a eso, al contrario-dice apenada mientras me abraza por la espalda.
--Sí...seguro...
--Te quiero a ti, de todas las formas, no me importa lo cruel que haya sonado, eres perfecto para mí...-dice con los labios rozando mi hombro.
--Pero si fuera Harry estaría flipando en colores-digo con un bufido.

Sí, Harry tiene algo sobrehumano y para nada sano o natural ¿y qué? ¿eso acaso importa? Bueno sí, sí que importa, pero la verdad es que no es justo para el resto que nos encontramos en la media de "lo habitual", aunque eso no quita que me duela el hecho de pensar de que si en vez de ser yo, fuera Harry, le habría dado un infarto.

--Nunca, pero nunca de los nuncas haría algo así con Harry-dice solemne mientras siento que apoya la mejilla en mi hombro-Además...no es de él de quien estoy enamorada, sino de ti, y lo sabes-añade mientras acaricia con una de sus manos mi pecho-Además...ya estoy flipando en colores y realmente no sé cómo piensas que todo eso va a caber, porque realmente no lo veo-dice con cierta diversión que hace que yo ría por lo bajo.
--¿De verdad?-pregunto todavía algo inseguro.
--De verdad-confirma antes de dejar un beso en mi mejilla.

Veo como se sienta a mi lado, esperando a que continúe, como si estuviera viendo una película, pero bueno, creo que la vergüenza ya ha llegado a su punto límite y ya me da un poco igual que me mire mientras lo hago.
Ni que decir tiene que voy con cuidado siguiendo la lógica, pero la lógica no sé dónde queda cuando acaba por romperse bien roto.
Gruño molesto por haber arruinado mi magnífico trabajo y simplemente me lo quito antes de dejarlo en el suelo. Luego la ayudaré a recoger todo esto, lo prometo.

--¿Qué ocurre?-pregunta con extrañeza.
--Se acaba de romper.
--¿Y ahora qué hacemos?-pregunta nerviosa.
--Si encontráramos mis pantalones...-bufo con molestia, aún buscándolos por el suelo de la estancia.
--Eh...creo que están ahí-dice con el cuello estirado, señalando la punta más alejada de la habitación.
--¡Genial!-exclamo con más entusiasmo del que quizás debería mientras me levanto de un salto.

Voy con rapidez hasta mis pantalones, los cuales cojo como si valieran toda mi vida, y, dado que no sé cual escoger de todos los que me ha dado Louis, empiezo a sacar todos, dejándolos sobre la cama, con la esperanza de que a ella le llame la tención alguno en particular y así podamos seguir con esto rápido. Pero una expresión dolida marcando su rostro me hace ver que hay algo que no la ha gustado.

--¿Sabías que esto iba a pasar?-murmura con voz trémula-¿Solo viniste para eso?-pregunta clavando sus ojos dolidos en los míos.
--¡No!-exclamo rápidamente. Solo lo sospechaba un poco, no lo afirmaba-No vine para esto, vine para estar contigo.

La verdad es que la idea vaga de que ocurriera sí que estaba ahí, pero ni de lejos he venido solo para esto. Si hubiera resultado que hoy no era el día no me hubiera importado, no la hubiera presionado, ni mucho menos hubiera forzado a que ocurriera.

--Pero sabías que iba a pasar...
--¡No! o sea, sí, pero...no estaba seguro, yo solo...lo planteé como una posibilidad y...estuve hablando con Louis antes de venir. Él me dijo que...bueno, estaba seguro de que hoy sería la noche y...me dijo que tuviera cuidado, por eso...me los dio, solo eso, pero...si tú no quieres seguir no importa, está bien, sabes que...nunca te obligaría a nada, y mucho menos a algo así-digo con sinceridad.
--Por supuesto que quiero-admite aún en voz baja-solo quería saber si...iba a ser algo sin importancia para ti, algo que solo quisieras hacer por hacer, para quitarte del medio el asunto o..como si no te importara los sentimientos que implican o...yo...
--Sabes que me importas, y por supuesto que me importan los sentimientos, no estaría dispuesto a hacerlo si no te quisiera más que a nadie en este mundo-confirmo antes de dejar un tierno beso en su mejilla.

Veo como una sonrisa cubre su rostro y coge uno al azar, sin tener muy claro el misterio que encierra, aunque lo cierto es que ni yo mismo sé lo que le diferencia del resto.
Esta vez, con mucha más seguridad y habilidad, consigo ponérmelo, y sin brusquedad, hago que se tumbe para poder ponerme encima de ella, pero ni siquiera llego a colocarme, puesto que me tira de la cama de un golpe.
Quinto golpe de la noche. Los moratones mañana van a ser cosa de otro mundo.
Ella cae sobre mí con nerviosismo, alzando la cabeza un poco y parece que intentado apagar la lamparita de noche, pero es obvio que no llega y simplemente se tumba sobre mí.

--¿Qué haces?-pregunto extrañado.

Coloca una mano en mi boca para que no hable y con la otra me hace un gesto para que me quede callado, cosa a la que no veo ni el mínimo sentido.

--¿Qué pasa?-pregunto de nuevo, cogiendo su mano que tapa mi boca para poder hacerlo.
--Harry acaba de llegar-responde como si eso fuera a iluminarme para comprender la importancia de habernos tirado al suelo.
--¿Y qué?
--Si ve que estoy despierta va a querer hablar conmigo, y si ve cómo estamos ten por seguro que te querrá matar-me explica.

Suspiro molesto al ver que Harry siempre, pero siempre tiene que estar en medio de todo, condicionando nuestras vidas, pero tampoco me puedo quejar, ya que al caernos el edredón se se ha quedado sobre la cama y puedo ver su desnudez, al menos de cintura para arriba.
Ella suspira aliviada, supongo que porque desde esa posición -de rodillas y éstas colocadas a ambos lados de mis caderas- puede ver que Harry debe de haberse ido a dormir o algo por el estilo, y con ello que me mire aliviada, un segundo antes de darse cuenta de mi sonrisa triunfadora.
Se tapa con un brazo tanto como puede mientras que con el otro intenta coger alguna de las mantas, pero cojo su mano con cuidado evitando que lo haga, forcejeando un poco con ella.

--Déjame taparme-me pide con una mezcla de súplica y enfado.
--No, no tienes por qué sentir vergüenza-confirmo tratando de aparta su otro brazo, que todavía cubre su pecho-Estás conmigo y mírame como estoy yo. No tienes por qué sentir vergüenza, sabes que eres preciosa...y tienes una tetas muy bonitas-admito con algo de diversión, pero ella no se contagia de ella y solo se acurruca contra mi pecho-¿De qué te avergüenzas?-pregunto llevando mi mano izquierda a su cabello.
--De esto...-murmura.
--¿Esto?
--Sí, esto...Me...me da miedo ¿vale?
--¿Qué es lo que te da miedo?-pregunto perdido en la conversación.
--De que...de que no sepa hacerlo bien, de que no te guste, o...no sé, quedarme embarazada... de que me levante mañana y te hayas marchado-habla con voz asustadiza mientras siento como me abraza con fuerza.
--Oye...-susurro con cariño-recuerda que yo tampoco lo he hecho nunca, así que solo tengo una idea de cómo hacerlo, pero estoy seguro de que sea como sea no nos vamos a arrepentir porque va a ser nuestra primera y torpona vez. No te voy a dejar embarazada, faltaría más después de los dos intentos. Y ten por seguro que esto no va a ser algo como un polvo rápido y luego largarme como un canalla; no va a pasar, porque de primeras no va a ser un polvo, sino hacer el amor, ya que yo te amo a ti...no sé tú...
--Yo también te amo, mucho-dice con seguridad.

Levanta con lentitud su cabeza hasta que nuestro ojos se encuentran y sonrío al ver su precioso rostro dedicado exclusivamente a mí.

--Entonces vamos-confirmo antes de dejar un beso en su frente-que puede que tú estés cómoda ahí, pero te recuerdo que estás aplastando una parte de mi cuerpo con exceso de sangre y el suelo de su casa no es precisamente calentito-bromeo, aunque sea la verdad, pero al menos ella ríe con diversión y eso es suficiente para mí.

Nos levantamos del suelo y aprovecho para cogerla en brazos y así poder tumbarla en la cama con cuidado. Ella se acomoda mientras yo la miro, ya que me es imposible no admirar su deslumbrante y perfecta desnudez ante mis ojos.
Mi erección, si es que en algún momento había bajado lo más mínimo, vuelve a palpitar con fuerza.
Ane me mira con vergüenza, sin taparse con nada, pero para nada cómoda conque la esté analizando.

--No me mires así-dice con un tono de reproche.
--Perdón, perdón-digo con rapidez.

Por enésima vez me coloco sobre ella, de la misma manera que las anteriores veces, sin aplastarla, pero asegurándome de que nuestros cuerpos al menos se rozan, lo cual hace que muerda mi labio inferior al sentirlo tan cerca, pero a la vez tan lejos, ya que tengo la vaga idea de que a las chicas les duele la primera vez.
Entonces las palabras de Louis cobran sentido para mí. Ve con cuidado con ella, tú solo ve con cuidado. Si ves que las cosas van mal tú solo para y pregunta cómo se encuentra. Cuidado. Tengo que ir con mucho, pero mucho cuidado.
Los besos vuelven a la acción, tardando un poco en sentirse pasionales y desesperados como antes de las interrupciones varias, pero eso no quiere decir que volvamos a estar jadeando en apenas unos minutos.

--¿Prefieres que vaya poco a poco o de un tirón?-pregunto mientras dejo besos húmedos que llegan hasta su cuello.
--Me da igual-admite con un jadeo entrecortado.
--No quiero hacerte daño...
--No lo harás-dice mucho más seguro que yo-Confío en ti...

Elevo mi mirada hasta llegar a sus ojos para ver como está nerviosa, pero que en efecto, confía en mí plenamente.
Sus pupilas dilatadas por la excitación, sus mejillas sonrojadas, sus labios entreabiertos e hinchados al ser besados con insistencia, su pelo alborotado. Y juro que es lo más hermoso que en mi vida haya tenido el privilegio de presenciar.

--Está bien...Creo que...voy a ir poco a poco ¿vale?-susurro dejando mi frente pegada a la suya para besar sus labios de manera corta.

Cojo aire y me coloco de manera que soy yo el que está entre sus piernas y no ella la que está entre las mías. La miro con una sonrisa algo nerviosa y llevo mi mano izquierda a mi miembro para poder guiarlo por el sitio correcto, pero en el momento en el que siento como choca con algo, escucho como ella me llama.

--N-Niall...
--¿Estás bien?-pregunto preocupado, ya que, aunque no me haya dado la sensación de haber hecho prácticamente nada, no soy yo el que está en su cuerpo para saber lo que ocurre.
--Mmm sí, pero...es que eso es...mi tripa-admite con voz entrecortada.
--Uy-murmuro avergonzado-perdón...

Me separo un poco de ella y bajo un poco para volver a intentarlo, pero siento como si tampoco fuera el sitio correcto. De igual manera pregunto.

--¿Ahí?

Ella niega con la cabeza, mordiendo su labios inferior, parece que frenando una sonrisa que yo sí que dejo salir, ya que considero esto bastante patético. ¿Todo el mundo habrá tenido una primera vez tan torpe?

--Sigue siendo mi tripa-admite con cierta diversión.
--Es que es imposible. Si no veo cómo voy a atinar-me quejo para llevar la mirada al punto exacto donde está mi mano, buscando de alguna manera el lugar.
--¡No mires!-se queja.
--Es que...no sé dónde...en fin...
--Tú no mires-me dice con seguridad, haciendo que solo mire hacia sus ojos como un niño bueno-A ver...es mucho más abajo-dice firmemente-prueba a ver...nop, ahí tampoco, más abajo.

Me va ordenando y yo voy obedeciendo. ¿Cómo lo hará la gente normalmente? ¿Se sabrán el lugar exacto¿ ¿Quizás vayan tocando primero con la mano y cuando lo encuentran ya no hay perdida? La verdad es que no lo sé, ya que a nosotros nos lleva varios intentos, hasta que ella suelta un ligero gemido.

--¿Ahí?

Ella por fin asiente con la cabeza, y yo trato de no desviarme del lugar exacto.
Cojo aire y la miro a los ojos de nuevo.

--V-voy-la informo como si esto fuera una operación o algo así.

Me introduzco poco a poco en ella, sintiendo una presión insoportable alrededor de mi miembro, el cual se queja de no ir más rápido, pero no sé si puedo o debo hacerlo. aunque la respuesta llega a mí cuando de nuevo ella me llama, solo que esta vez con un gesto dolorido que hace que me quede quieto sin dudarlo.

--Dime-contesto antes de dejar un beso en sus labios para que se distraiga del dolor, pero no parece funcionar.
--De una vez..-es su respuesta.
--¿Qué?
--Que lo hagas de una vez, de un tirón-no sé si me pide o me ordena.
--Per...-trato de decir que no creo que sea buena idea, pero ella me interrumpe.
--Ahora.

Y de un golpe como el que dice me encuentro dentro de ella. No puedo evitar gruñir agradecido, para acto seguido jadear, aunque de inmediato mi alivio y felicidad se esfuman al ver como las lágrimas escurren por sus mejillas y muerde su labio, y sé que lo que está tratando es de frenar un grito y no un gemido.

--¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?-pregunto preocupado, tratando de quitar sus lágrimas con una mano.

Ella no dice nada, solo sigue con esa expresión llena de dolor en su cara, por lo que me separo siendo lo más cuidadoso posible hasta que quedo fuera de ella de nuevo, pero la verdad es que no es muy tranquilizadora la imagen que me encuentro en la cual no quiero entrar en detalles, pero lo que sí diré es que hay sangre, una cantidad preocupante.

--Ay, ay, ay-se me escapa decir-¿Por qué sangras? ¿Qué te he hecho?-pregunto sin poder evitar pensar que la he hecho algo que no debía y que por eso ahora sangra-Lo siento, lo siento-me disculpo con rapidez-V-vamos al hospital-se me ocurre decir como último recurso mientras me levanto de la cama.

Ahora mismo las lecciones de biología que di acerca de la reproducción sexual quedan olvidadas y por tanto, no recuerdo si la sangre era un factor clave en estos momentos, por lo que solo puedo pensar en haberla hecho daño, pero para mi suerte, es ella la que me tranquiliza a mí.
Coge mi mano con cuidado y evita que me vaya a ningún lado.

--Oye...-dice en voz baja-que eso es lo que tiene que pasar-dice con una sonrisa divertida, aunque aún pueda ver lágrimas en sus mejillas-no me has hecho nada malo.
--¿Entonces por qué lloras?-pregunto preocupado.
--Pues...porque...porque me...duele-admite en voz baja.
--¿Y-yo...te he...te he hecho daño?-pregunto nervioso.

Me mata, en cuanto deje de dolerle me mata, y luego me remata Harry y por última Anne me entierra y baila sobre mi tumba.

--No ha sido aposta-responde con seguridad.
--Dios...soy horrible, lo siento de verdad-me disculpo de nuevo, sintiendo como mi voz tiembla.

Yo he hecho todo lo que ella me ha pedido, no sabía que esto iba a acabar así.

--Oye no, no lo eres-dice tranquila mientras tira de mi mano para que vuelva a estar como antes.
--No, no quiero hacerte más daño-admito.

Me da igual, me da bastante igual que mi cuerpo siga queriendo continuar con esto, yo me niego, me niego a tener que seguir haciéndola daño, es que juro que me da igual no tener que repetir esto en la vida. Se puede vivir sin sexo, nadie se ha muerto de no tenerlo.

--Eso solo ha sido por ser la primera vez-insiste-venga...

Dudoso, la miro para ver como ella sonríe convencida de todo esto, pero la verdad es que yo no lo veo claro, pero tampoco quiero negarme a ello.
Resoplo vencido y vuelvo a estar sobre ella.
Las acciones son repetidas de manera lenta y cuidadosa, sin saber si tiene que ser más rápido o más lento para evitarla todo el dolor posible, pero no parece que lo consiga, ya que todavía puedo ver esa expresión de dolor en su rostro, pese a que ella solo diga que está bien y que quiere que siga, pero no puedo, ver su expresión de dolor me supera y me obliga a pararme y separarme de ella.

--Este ya ha sido el límite-confirmo-no estamos arreglando nada, solo te hago daño a cada segundo que pasa.
--No Niall, estoy...estoy mejor, de verdad-trata de convencerme, pero yo sé que me miente.
--Mira, no puedo verte así ¿vale?
--Te estoy diciendo que sigas-dice con molestia y algo de enfado.
--¿Hasta en la cama me vas a replicar?-no puedo evitar bromear ante ello.
--Solo otro intento-dice con voz más calmada.
--Está bien. Solo uno-confirmo, ya que sé que será imposible no ceder ante ella, puesto que de una manera u otro va a acabar convenciéndome.

Y para mi sorpresa, este último intento es el que arranca un gemido de sus labios en vez de más lágrimas y por tanto, una sonrisa aliviada en mi cara. Puedo ver como todo su cuerpo deja de notarse tan tenso como hace minutos para ver como ella suspira aliviada por el movimiento que acabo de realizar.

--¿Quieres que cambiemos?-propongo jadeante.

Me mira sin comprender a lo que me refiero. No sin dificultad, consigo que ella sea la que esté arriba, y por lo tanto la que controle tanto la intensidad como la velocidad, cosa que quizás deberíamos haber intentado desde el principio.
Ella apoya sus manos en mi pecho con flaqueza y yo llevo mis manos a sus caderas, tampoco se puede decir que yo sienta demasiadas fuerzas después de todo, pero de igual manera hago que se alce y caiga sobre mí, arrancándonos gemidos largos y profundos a ambos, pero parece que el anterior sentimiento de dolor está pasando factura a sus fuerzas, ya que siento como sus codos se doblan y cómo acaba por tumbarse encima de mí, sin muchas intenciones de querer hacer más esfuerzos.

--¿Mejor de la otra forma?-pregunto jadeante pasados unos segundos en los que ella no se ha movido.

Asiente con la cabeza y de nuevo la coloco para que quede atrapada entre mi cuerpo y la cama.
Los movimientos pasan de ser delicados y cuidadosos a ser más bruscos y desesperados. Los besos se vuelven completamente descontrolados y parece que hay más saliva del otro más fuera de nuestras bocas que dentro, pero eso tampoco nos importa, no en estos momentos. Nuestros corazones llevan un ritmo frenético que ni en mi mayor esfuerzo físico he conseguido. Las caricias han sido sustituidas por dedos apretando la piel del otro dada la intensidad de los movimientos: mi espalda mañana tendrá marcas y sus caderas harán juego. Pero hay algo que no cambia aunque nuestros cuerpos ahora choquen con violencia el uno con el otro en vez de mecerse con ternura: los te quiero siguen saliendo de nuestros labios, entre muchas otras obscenidades, pero eso es lo de menos.
Antes de que me quiera dar cuenta comienzo a sentir ese cosquilleo que me arrastra, desde los dedos de las manos hasta mi estómago, y sin poder controlarlo, llego al orgasmo de la mejor manera que en mi vida haya llegado.
Qué porno ni qué pajas, que le jodan a todo ello, esto es mil veces mejor.
Ella me acompaña con un alto gemido que no sé si indica su orgasmo, pero dado que también se queda parada y jadeando contra mí, debo suponer que así ha sido, o que al menos no se siente con fuerzas o ganas de querer llegar hasta él.
Aún sintiendo como mi corazón está acelerado y cómo respiro con velocidad, salgo con cuidado de ella y me dejo caer a su lado lo menos bestia que puedo, sintiendo como la sensación de placer me recorre de manera absoluta por todos y cada uno de los milímetros de mi cuerpo.
Creo que le debo algo muy, muy gordo a Louis, porque sin él esto no habría pasado hoy, o quizás habría pasado, pero hubiéramos tenido problemas nueve meses más tarde.

--¿Estás bien?-pregunto una vez encuentro mi voz.
--Ajá-contesta ella de la misma manera; jadeante y entrecortada-¿Y tú?

Me giro para mirar como su pecho sube y baja aún más rápido que el mío. Sus ojos de nuevo encuentran los míos y le dedico una sonrisa que hace que ella ría de manera algo escandalosa, pero supongo que es solo la adrenalina hacer estragos en su cuerpo.

--Como en mi vida-contesto alargando mi brazo para que se abrace a mí, cosa que no tarda en hacer, mientras yo me ocupo de quitarme el útil preservativo, también tirándolo al suelo.

Sí, marranada máxima, pero bueno. Todo se limpiará mañana, en estos momentos no me voy a preocupar por algo así, no cuando hay cosas de las que preocuparse más.

--Siento si te he hecho mucho daño-de nuevo me disculpo, apretando el abrazo con cariño.
--No importa-contesta con una sonrisa-Estoy bien...-añade antes de alargar su cuello, dejando un beso sobre mis labios de manera corta- Te quiero...

------------------------
¡Felicidades a Irlanda y a todos los irlandeses por haber conseguido que se apruebe el matrimonio homosexual en referéndum! :')
Sí, ya sé que hace mucho dije que subiría este capítulo de narración cambiada, pero sabéis que no puedo coger el ordenador siempre y bla bla bla. Además, se supone que estoy estudiando dos exámenes que tengo el lunes (los cuales no me sé) pero bueno, tampoco es como si me apeteciera estudiar, así que aquí os lo dejo.

En este no hace falta que dejéis comentarios para que suba el otro, ya que lo subiré en cuanto lo termine.

Love you all xoxo