lunes, 28 de diciembre de 2015

Capítulo 73. Simple y triste.

Narra Mary.
Zayn no ha dormido. Malcom no ha dormido. Yo no he dormido. Liam no ha dado señales de vida. Mis padres están de camino y nada parece indicar que esta situación vaya a mejorar.
Todos tenemos preguntas, quizás yo la que más, aunque decido pasar por alto aquellas que ya tendría que haber supuesto, o quizás las que no tienen sentido ser preguntadas en estos momentos; como por ejemplo, desde cuando Malcom sabe lo que le va a ocurrir a una persona, cómo lo hace, desde cuándo lo sabe Zayn, o por qué a mí no me lo han dicho. Son nimiedades, tal vez no para cualquier persona que lo escuchara, pero para mí, que vi desde las escaleras cómo Liam parecía despedirse para siempre, sin temor al dolor, a la distancia o a la misma muerte, el que las capacidades de mi pequeño sean aun más extraordinarias de lo que ya sabía, no me parece algo en lo que centrarse por el momento.
Me acerco con paso tranquilo a padre e hijo, quienes se encuentran en la ventana y en el sofá respectivamente, ambos con rastros de lágrimas más recientes de lo que me gustaría. Zayn no deja de mirar de la calle al teléfono móvil y acto seguido a M, el cual se mantiene en el sofá, con las piernas encogidas sobre su pecho y la mirada perdida en ninguna parte, con el ceño levemente fruncido.
Decido sentarme al lado de Malcom. Éste no tarda apenas segundos en colocarse sobre mi regazo para abrazarme con fuerza, escondiendo su rostro en mi cuello, antes de volver al llanto. Esto hace que Zayn se una a nosotros dos, sentándose junto a mí y colocando una mano en la espalda de su hijo, mientras que la otra se coloca en la mía, rodeándome con suavidad en un intento de reconfortarme.

--Está bien, M, van a volver-su padre habla con voz ronca a causa de las anteriores lágrimas-Van a volver y estarán bien.

Pero el pequeño solo niega con la cabeza contra mi cuerpo. Sus manos se agarran a mi camiseta y un destrozado sollozo sale de él. Mi mirada está posada únicamente en Malcom, pero sé perfectamente que Zayn está cogiendo cada pedazo de fuerza que queda en él y la está empleando en no romper a llorar junto con su hijo, cosa que no acaba por funcionar. Su padre, su valiente, todopoderoso e inmortal padre, apoya su frente en mi hombro mientras aprieta su brazo entorno a mí, ya no por intentar hacerme sentir mejor, sino como alguna especie de desahogo. Ambos dos lloran una vez más sobre mí, y yo siento que no podré mantenerme fuerte mucho más tiempo, aunque sea lo que tenga que hacer.
Muerdo mis labios, me trago las lágrimas y simplemente me levanto del sofá, con el pequeño en mis brazos y bajo la mirada llorosa y rota de Zayn.

--Venga, vamos a jugar a algo-digo din poder evitar el nudo en mi garganta, pero al menos me esfuerzo en sonreír.
--No me apetece jugar-escucho que la vocecita más aguda de la casa dice entre lágrimas.
--¿Cómo que no te apetece jugar?-exagero el tono de mi voz-¿Te das cuenta de que mis diabólicas hermanitas van a llegar esta tarde? ¡Hay que estar preparados para contraatacar!

Pero sus lágrimas siguen saliendo una tras otra por mucho que me esfuerce. Llevo mi mirada a Zayn, esperando a que él diga algo, a que haga algo para dejar de ver a Malcom llorar, pero parece que ni siquiera es capaz de hacer que deje de llorar él mismo.
Suspiro, pensando en que ya es difícil tratar de parecer contenta y de animar a un niño, como para encima tener que animar a dos.

--Está bien. Parece que solo dos de nosotros vamos a pasárnoslo bien, ¿verdad, M?

El aludido apenas levanta la cara de mi hombro para mirarme. Las gotas relucientes bañan su pálido rostro, sus ojos están cansados y rojos a más no poder. Acaricia su nariz con el dorso de su mano. Sé que él tiene conocimiento de lo que intento y de por qué, sé que sabe lo que voy a hacer, incluso sé que sabe lo que estoy pensando ahora mismo sobre toda la situación, y aún así, aún sabiendo todo lo que conoce, me pregunta con voz suave y llena de una ingenuidad que sé que no tiene.

--¿Papi no juega?

Le agradezco mentalmente porque me siga el rollo, aunque sea solo para animar a su padre. Pero parece que ni por esas Zayn levanta la cabeza, que se encuentra apoyada sobre sus manos, demostrando toda su desesperación por saber algo de Liam. Por saber si al menos sigue con vida. Decido que tal vez solo necesite llorar un rato a solas, desahogarse, desesperarse, hacer lo que tenga que hacer, sin nadie a su alrededor que pague por ello.
Sonrío con amplitud hacia el pequeño y le guiño un ojo.

--No, papi no juega-respondo mientras camino hacia fuera del salón, con pasos largos y exageradamente "naturales".

Camino con el pequeño hasta la cocina, dejándole sentado en la encimera y le miro con una gran sonrisa que me cuesta toda una vida. Veo cómo él trata de sonreír, mientras se aparta las lágrimas de su rostro sin cuidado alguno.
No puedo evitar pensar en cómo tan siquiera él puede seguir en pie, después de ver a Liam marchar, después de saber que no hay futuro para Matt, después de ver a su padre romperse en pedazos, después de sentir todo el dolor que hay en este mundo. Por un momento siento que mis fuerzas decaen, pero afortunadamente, M no me deja.

--¿Y si en vez de jugar hacemos la cena? Así papi puede descansar-su voz llena de ternura resuena por toda la estancia.
--Bueno, podemos cocinar y luego jugamos-respondo revolviendo su pelo con una de mis manos.
--¡O jugar cocinando!-exclama con una gran sonrisa, dando una palmada de pura emoción.
--¡Claro que sí!-respondo en el mismo tono, solo que por mi parte, parece mucho más fingido.

Malcom no dice nada más, pero mantiene su gran sonrisa de niño, mientras balancea sus piernas.
Durante algo más de una hora, conseguimos preparar unas sesenta albóndigas, de las cuales, diez acaban siendo balas de cañón, que ahora se mantienen pegadas contra la pared. Decidimos que ya lo limpiaremos más tarde, y nos disponemos a hacer el primer plato, que teniendo en cuenta que vienen todas mis hermanas pequeñas (y Louis) será mejor hacer algo con lo que luego no se quejen, por lo que la pasta es nuestra mejor opción. Si no acaban reventando con los espaguetis, las albóndigas que han sobrevivido lo harán, y así, con un poco de suerte, no se pasarán horas y horas dándome dolor de cabeza.

--¿Más?
--Sííí.
--¿Seguro?
--Que sííííí.
--Está bien, está bien-río, haciéndole caso en cuanto a la cantidad de pasta que hay que poner en la cacerola.
--¿Y si luego sobra?
--No sobrará.
--¿Cómo lo sabes?

Me gano una mirada de "¿Enserio lo preguntas?" que me hace romper a reír, quizás porque es una mueca graciosa, tal vez porque necesitaba reírme . Él me acompaña riendo, hasta que escuchamos una voz rota que hace que nos giremos.

--¿Vais a cebarnos a todos?

El aspecto de Zayn muestra que , aunque se haya dado una ducha, se haya tranquilizado y trate de sonreír, no ha estado tan hundido desde que tuvo que luchar por Malcom. Le devuelvo la sonrisa y extiendo una mano para que se acerque a nosotros y se una.

--¿Quieres dar una comida súper elaborada a niñas de diez años? ¿Enserio?
--Podríamos intentarlo-se encoge de hombros, aún con esa sonrisa algo forzada.
--Van a estar aquí en poco más de una hora. Ni aunque quisieras podrías cambiar nuestro fabuloso menú-respondo con diversión, antes de dejar un beso en su mejilla-Además, los mejores chefs del mundo lo han hecho, así que es la mejor comida posible.
--Sí, sí... me gustaría que los mejores chefs del mundo me explicaran por qué hay carne en las paredes de mi bonita cocina-dice con una ceja alzada. Se cruza de hombros y nos mira tratando de parecer serio.
--Síp. Hay una muy buena respuesta para eso-respondo sin dejar de sonreír, mientras me acerco "sin que Zayn se dé cuenta" hasta Malcom-y te la vamos a dar...claro que sí... ¡HUYAMOS!-grito mientras cojo al pequeño en mis brazos.

Antes de que pueda escuchar una queja fingida de Zayn, nosotros ya estamos en mitad de las escaleras subiendo a toda prisa.

--¡UY! ¡QUÉ MAL SE TE ESCUCHA! ¡MEJOR YA NOS LO CUENTAS LUEGO!-grito desde arriba, antes de meterme en el baño con M. Éste ríe como un loco, tapándose la boca con sus manitas para intentar que suene menos-Malcom...
--¿Si?-dice entre risas.
--Lo hemos conseguido-digo divertida antes de que choquemos nuestras manos.
--No estéis tan seguros-tararea Zayn desde el otro lado de la puerta.

Tanto M como yo nos quedamos callados, sin esperarnos que Zayn nos siguiera, pero no podemos soportarlo mucho, ya que de nuevo rompemos a reír. Puedo escucharle reír desde fuera, y al menos sé que, aunque haya una cocina que vayamos a tener que limpiar, todos tenemos un momento de felicidad, antes de volver a pensar en Liam y en Matt y en el estado en el que estarán.
Después de llegar a un trato con Zayn -en el cual él limpia la cocina mientras nosotros nos duchamos-, de arreglarnos un poco, y de poner la mesa, la locura de mi familia atraviesa la puerta de casa.

--¡MARY!-mis cuatro hermanas pequeñas se abalanzan sobre mí, por poco tirándome al suelo.
--¡MIS MOCOSAS FAVORITAS!-respondo a su abrazo, achuchándolas tan fuerte como puedo.
--¡No somos mocosas!-Fizzy se queja, sacándome la lengua-Bueno, ellas dos sí-señala a las pequeñas de la familia, que rápidamente saltan.
--¡No es verdad!-chillan al unísono.
--¡Sí que lo es!
--¡No lo es!

Y mientras ellas tres pelean -junto a Lottie, que más bien se centra en su teléfono móvil-, mis padres se acercan a darme un fuerte abrazo.

--Mi pequeña lianta-murmura mi padre en medio del abrazo.
--No soy una lianta, ese es Louis-me quejo con cierta diversión, separándome de él, para abrazar a mi madre, que tiene cara de cansancio infinito, pero aún así sonríe con calidez.
--Y hablando del rey de Roma, ¿dónde se supone que está?-pregunta mi padre, pese a que ya deba de saber la respuesta.
--¿Conociéndole?-mi madre interrumpe-Seguro que se acabará de meter en la ducha.

Los tres reímos a costa de mi hermano mayor, sin maldad alguna. Las pequeñas siguen discutiendo, solo que parecen moverse hasta el salón para seguir con su disputa. Por otro lado, Lottie se acerca a nosotros, dirigiéndome una mirada de curiosidad.

--¿Y Malcom?-pregunta con suavidad.

Sé que no lo dice con maldad alguna, solo con curiosidad, sabiendo verdades a medias que se cuelan en las redes sociales y que llegan a ella, junto con algo de lo que le conté yo misma a mi madre, y puede que lo que Louis y ella hayan hablado. Escucho como mi madre resopla, supongo que más molesta con la idea de que simplemente cogiera y me fuera de casa de Louis sin avisarles, que por el niño que aparece en brazos de Zayn. El miedo del más pequeño es palpable, pero parece que se relaja al ver que las más ruidosas y revoltosas no se encuentran aquí. No suelta ni por un segundo a su padre, quien parece casi más nervioso que el propio niño. Supongo que tiene entendido el carácter de mi madre, y no debe de hacerle ni la más mínima gracia.

--Hola, Jay-saluda con una sonrisa nerviosa-Mark.
--Se te viene una encima...que no lo quieras tú ver-es lo único que responde papá, con cierta diversión, que se acaba en el momento en el que mamá le lanza una mirada rápida-Es un tema muy grave esto, Zayn-añade, con total seriedad.
--Yo no quiero saber nada-mi madre habla, sorprendiéndome sus palabras-solo quiero echarle un buen rapapolvo a tu hermano por no contarme nada. No pienso añadir nada más.

Zayn me mira estupefacto, tanto como yo a él, y tanto como papá y Lottie a mamá. Está claro que ninguno esperábamos que se lo tomara así, aunque en el fondo, en ningún momento pensé que fuera a ponerse como una fiera, no después de que hablara con ella por teléfono.
Ella deja salir un resoplo, rodando los ojos al más puro estilo Louis, y tan solo se acerca a Malcom.

--Vaya, qué niño más guapo-dice con la dulzura propia de una madre. El pequeño reacciona sonrojándose hasta las orejas.
--Gracias-murmura en voz baja-Usted también es muy guapa.
--Usted, dice-mi madre niega con la cabeza-como me vuelvas a hablar de usted te vas a enterar, que no soy tan vieja-dice con diversión.

Malcom asiente con la cabeza y una pequeña sonrisa, todavía sin soltarse de Zayn.

--Está claro a quien ha salido-mi madre continúa hablando, y haciendo sonrojar con sus palabras, esta vez a Zayn.
--Sabes que tú sí que eres preciosa, Jay-responde completamente sonrojado.

Mamá ríe con sonoridad, negando con la cabeza. Mis padres entablan conversación con él, por lo que yo cojo a M y me escabullo a la cocina, con una de mis hermanas pisándome los talones.

--Un problema menos-digo divertida, mientras me dejo caer en una silla de la cocina-Pensé que sería más duro.
--Mamá tiene paciencia, mucha-responde ella con la misma diversión-Y sabes que nos apoya, pase lo que pase.
--Por eso es nuestra madre-río, dejando a M sobre mis piernas, rodeándole con mis brazos con suavidad.
--Tú eres Malcom, ¿verdad?-mi hermana cambia por completo la conversación, al centrarse en el pequeño. Éste asiente con la cabeza.
--Y tú Lottie-habla en tono bajo, todavía precavido.
--Oye, que las peligrosas son mis hermanas, yo soy muy pacífica-responde ella con tono amigable.
--Salvo que la quites el móvil, en ese caso ya puedes correr bien rápido-digo divertida.
--Mi móvil es sagrado-confirma ella con diversión-¿Cuántos años tienes?
--Cuatro-él responde, y Lottie asiente con la cabeza.

Antes de que mi hermana pueda seguir intentando ganarse la confianza de mi pequeño, una segunda hermana llega, la más mayor de las tres que se encontraban discutiendo. Un ceño fruncido surca su frente y cruzada de brazos, se sienta en una silla junto a nosotras.

--No es justo, son dos contra uno-se queja con un puchero, que se desvaneces en cuanto ve a M-Hola-dice con una gran sonrisa-¿Quieres jugar conmigo? Así podemos ser dos contra dos.

Malcom me mira con duda, a lo que yo respondo dejando un beso en su cabeza. Él sonríe y se baja de mis piernas con habilidad, para acercarse a Fizzy, quien de nuevo se ha puesto en pie, dispuesta a intentar un contraataque a las gemelas, que no tarda en llevarse a cabo. Las mencionadas aparecen como un rayo, quedándose frente a M y Fizzy. Ambas dos parecen dispuestas a continuar la pelea ya acabada, pero de nuevo, el encanto de Malcom lo vence todo, y solo sueltan un "Aw" a coro, antes de ponerse a preguntarle una y otra cosa. El pequeño no parece agobiado, tan solo tímido, y responde a las preguntas tan rápido como puede, ya que son tres quienes preguntan, y él solo uno.
Charlotte y yo les miramos, sin movernos de nuestras sillas, burlándonos por lo bajo de nuestras hermanas, porque son hermanas, y son pequeñas, porque son unos trastos y porque nosotras también, por lo que es algo que nos sale todo. Nos reímos de ellas a un metro de distancia, sabiendo que en cualquier momento se puede dar la vuelta a la tortilla, y ser ellas quienes nos pongan verdes a nosotras solo para chinchar, pero de momento se mantienen haciéndole una y otra pregunta al pequeño, que varían desde su color favorito a con quién de ellas quiere irse, lo cual causa una nueva discusión entre las tres. Primero tratan de negociar con él, ofreciéndole chuches, una pulsera o incluso ser llevado a caballito, pero M no parece saber qué responder, por lo que ellas comienzan a amenazarse entre ellas, sacando trapos sucios, como quién rompió el jarrón de la abuela, o quién fue la que usó las corbatas de papá como comba. Sus chillidos y sus "amenazas" no provocan otra cosa que risas para Lottie y para mí, ya que así es más divertido hacerlas burla y opinar cual parece más enfadada.
Pero para mi suerte o desgracia, todas se callan de repente, lo cual no es una buena noticia ni mucho menos. Se miran entre ellas y acto seguido miran a M, quien se mantiene de espaldas a mí. Todas ellas me miran, con pánico y miedo en sus ojos, y de inmediato yo me levanto de mi silla, sin esperar a que ellas digas nada. Me coloco delante del pequeño, viendo como está rígido y pálido, su mirada está perdida en la nada, y no parece reaccionar.
No, otra vez no, no puede ser, simplemente...no es posible; no sé ni cómo ni por qué se queda así, pero definitivamente, no puede ser algo normal que le pase tan de seguido, cuando antes no le pasaba, o al menos, yo no lo veía.

--Zayn-digo en voz alta, sin llegar a chillar, solo para no empeorar la situación, que sé perfectamente cómo puede acabar-Charlotte, lleva a las niñas con mamás y papá-añado, sin apartar la mirada de Malcom, esperando alguna reacción por su parte.
--Mary, creo que mejor sería que llamaras a un hospital-es su respuesta temblorosa.
--Charlotte, que te las lleves-es mi única respuesta, antes de volver a llamar al único que puede tener medio claro qué hacer con nuestro hijo-¡Zayn!
--¿Qué? ¿Qué ocurre?-aparece en la cocina nada más termino de llamarle por segunda vez. Mis padres le siguen de cerca y mis hermanas siguen todas aquí, la familia casi al completo se encuentra en esta pequeña cocina, y dudo mucho que eso vaya a ayudar en nada-¿Qué ha pasado?-pregunta rápidamente, acuclillándose frente al pequeño-Malcom, cariño-habla con suavidad, con nervios, qué duda cabe, pero suavidad por encima de todo.
--Mary, ¿qué está pasando?-escucho a mi madre a mis espaldas.
--Voy a llamar a una ambulancia-añade mi padre, claramente preocupado.

Pero no es necesario, ni una ambulancia, ni salir corriendo, ni dejar que el caos vuelva a nosotros, ni tratar de sacar a M de lo que puede causarle un gran dolor: él mismo vuelve a la normalidad. Parpadea al vernos tan cerca de él, pero no dice nada, tan solo esboza una sonrisa de lado a lado que da bastante repelús.

--¿M?-pregunta dudoso Zayn-¿Estás bien, cielo?
--Liam-murmura con esa brillante sonrisa, que no tarda en borrarse-Le veo. Está bien-dice con ojos llorosos-E-está bien...
--Oh Dios-responde su padre, abrazándole con fuerza, emotivo, feliz con la idea de que Liam siga bien, y de que siga en la mente del pequeño. Sin embargo, la sonrisa y la felicidad no parecen formar parte de M.
--¿Qué va mal?-pregunto preocupada, sabiendo que si no sonríe, si no se alegra por aquello que le ha hecho llorar durante horas, es que hay algo peor detrás.
--M-Matt...-murmura con voz rota, las lágrimas de vuelta a sus mejillas-Él no...él... no está...

Miro a Zayn de inmediato, viendo como la preocupación y el dolor también le contagian de inmediato. Me devuelve la mirada, y suspira sin decir nada, antes de coger a Malcom en sus brazos. Éste se vuelve a agarrar a él con fuerza, llorando en silencio. Coloco una mano en la espalda del pequeño, tratando de tranquilizarle, sin entender nada de nada; ni por qué Liam no formaba parte del mundo hace horas y ahora sí, ni por qué aparece de repente, ni mucho menos cómo Matt sigue sin tener un futuro, cómo se supone que Liam está sin él, que Liam haya dejado que algo le ocurra.
Para cuando levanto la vista, seis pares de ojos nos miran con preocupación y clara sorpresa. Ninguno parece atreverse a preguntar, ni siquiera a romper el silencio, aunque está claro que hay alguien destinado para romper todos los momentos tensos.

--¡Hola familia!-chilla Louis-Malik, la próxima vez, cierra la puerta con llave amigo, podría haber entrado cualquiera-dice con clara diversión y una sonrisa que le ocupa todo el rostro, hasta que cae en la situación en la que todos nos encontramos- ¿Qué me he perdido?

Narra Ed.
--Té para el inglesito pelirrojo. Café para la sexy estadounidense-mi amiga comenta con diversión mientras me acerca una taza humeante.
--¿Y por qué mi mote es tan simple y triste, y el tuyo incluye la palabra "sexy"?-pregunto con la cejas alzadas mientras acepto de buena gana la taza de té.
--Sí, bueno déjame pensarlo...-dice mientras se deja caer en el sofá junto a mí-Canción sobre una prostituta drogadicta que se muere, canción sobre un aborto, canción sobre como beber para olvidar a alguien, canción, canción sobre una versión de Cupido que acaba muriendo... Sí, pareces lo bastante depresivo como para que tu mote sea simple y triste-comenta antes de dar un sorbo a su café, ocultando así su risa contra mí.
--En mi defensa, tengo que decir que escribo acerca de lo que veo...¡Y en Give me love no se muere!-exclamo con fingida indignación-Al final abre los ojos.
--Sí, sí, se muere, todos lo vemos. Eres deprimente, Sheeran-responde con un aspaviento de mano, quitándole importancia a mi explicación, con una sonrisa que de nuevo oculta en su taza.

La miro con los ojos entre cerrados, pretendiendo parecer amenazante, pero dada la carcajada que ella suelta doy por hecho que no lo consigo. Al echarse a reír en mitad de un sorbo, me riega con café de arriba abajo, café que ha salido disparado de su propia boca, claro está. Tal vez a cualquier otro le habría parecido asqueroso (que lo es), pero creo que tanto ella como yo estamos más que acostumbrados a estos percances, y como tal, también tenemos una manera de solucionar otro esto. Mientras ella continúa riendo tratando de no ahogarse con su propia bebida, yo me inclino sobre ella y limpio sus babas y su café en su ropa, lo cual provoca más carcajadas por su parte, al tiempo que un intento de patada hacia mi persona.

--¡Das asco!-chilla dejando su taza en cualquier parte, para acto seguido "devolverme" las babas que ella me había escupido.
--¡Has sido tú la que me ha escupido! ¡Tú sí que das asco!-respondo imitando sus gestos.
--¡Jamás!-se queja, ya en vez de devolviéndome unas babas inexistentes, dándome un golpe en el brazo que da inicio a una batalla en toda regla.

Cuando no éramos más que un par de mocosos, mucho antes de que se fuera, siempre acabábamos de esta manera: a golpes, como cualquier niño. El problema era que ella siempre ha sido más mayor que yo, por lo que me sacaba siempre como una cabeza, y por eso tenía ventaja sobre mí. Está claro que ahora sus escasos sesenta kilos no pueden competir contra mis pasados setenta, por lo que acabo tumbado sobre ella en el sofá, agarrando sus muñecas mientras ella patalea y chilla como si la estuviera matando, como si eso fuera a hacer que la soltara.

--¿Ahora quién se ríe?-digo con un tono infantil, sacándola la lengua, mientras ella sigue en su intento inútil de fuga.
--¡Au! ¡Au! ¡Me haces daño!-gimotea, ya dejando de patalear.
--¿Piensas que soy tan tonto para creerme eso?-ruedo los ojos, aún divertido con la situación. Sé perfectamente que no la estoy haciendo daño, apenas estoy sujetando sus muñecas con mis manos.
--Ed, enserio, me has hecho daño en la muñeca-responde con absoluta seriedad.

La miro dudoso, pensando en las probabilidades que hay de que me esté vacilando, pero ya que ha dejado de patalear y su rostro se mantiene serio, mirándome hasta con algo de enfado, decido soltar sus muñecas. Inocente de mí. De un movimiento inesperado ella se encuentra sobre mí, con la taza de café de nuevo en su poder, y una sonrisa malvada en sus labios.

--¿No te he dicho que nunca te fíes?-pregunta con cierta diversión, inclinando la taza hacia mí.
--Ah no, no Taylor, café en mi hermosa cara no-respondo con pánico.
--Bueno, hermosa...eso es discutible-contesta con diversión, inclinando más la taza, a punto de desparramarse encima mía.
--¡Oye!-me quejo.

Como consecuencia de ese movimiento inesperado para ella, no solo el café, sino que la taza entera cae sobre mi frente. Un largo chillido de dolor sale de mí, y de inmediato ella deja de hacer fuerzas. Pienso por un momento en que me acaba de abrir la cabeza como nunca antes (ya que no sería la primera brecha que acabo haciéndome gracias a ella) sin embargo, el líquido caliente y espeso que cae desde mi pelo huele demasiado bien como para pensar que es sangre.

--Oh Dios, Dios, Dios, Dios-oigo que murmura ella, mientras se levanta de encima mía. Escucho como se va a vete-tú-a-saber-dónde pronunciando esa mantra.
--Sí, abandona a pobre pelirrojo al que acabas de intentar asesinar-me quejo llevando una de mis manos a mi frente, solo para confirmar que no estoy sangrando. Lo único que cubre parte de mi pelo, mi frente y mi cara es café con leche. Con un poco de suerte, solo llevaré un huevo gigantesco en medio de la cara, nadie lo notará.

Me quejo al sentir dolor en la zona golpeada, cerrando los ojos ligeramente, y buscando un puesto para este accidente dentro de la lista de "Veces en las que casi muero con ayuda de Taylor". Para cuando ella vuelve, con un rollo de papel de cocina en la mano, he decidido que el golpe se encuentra justo después de la vez que me caí de un árbol, pero antes de la vez que ella me empujó -accidentalmente, claro- y acabé cayendo en un charco de barro que ambos pensábamos que me iba a tragar, cuando apenas tenía ni medio metro de profundidad. Hasta el día de hoy, creo que hemos tenido una cantidad indecente de accidentes mientras jugamos.

--¿Y tú para qué te mueves? ¿Me lo explicas?-parece que me regaña, rodeando mi cara con papel de cocina.

En mi mente, sus palabras aún suenan como si fuera una niña marisabidilla que regaña a su hermano pequeño. No puedo evitar sonreír ante el recuerdo, y ante la idea de que más que ayudar, parece que me está intentado asfixiar.

--¿Ahora quieres momificarme? Para eso antes tienes que sacarme el cerebro por la nariz.
--¿¡Ves como das asco?! A veces se me olvida que tu neurona se quedó en la infancia-bufa, aún haciendo cualquier cosa menos ayudarme. Hay que dar gracias a que no es una situación de extrema urgencia, sino es posible que ya hubiera muerto.
--Vaya mentira...-respondo divertido, negando con la cabeza, lo cual provoca que mi frente duela.

Mientras ella no hace más que dejar papeles sobre mi cabeza mojada y pegajosa, yo los voy quitando, tarea difícil, ya que para cuando quiero librarme de tanto papel, ella casi ha acabado con el rollo entero, que estaba prácticamente nuevo.
Siento como de nuevo se levanta de encima de mí, en lo que yo intento volver a ver algo, ya que lo único que hay a mi alrededor es blanco.

--¿Ahora es cuando vas a por la pala para enterrarme?-me burlo mientras termino de desenrollarme.

Antes de que pueda darme cuenta, una bolsa de guisantes congelados cae en mi cara.

--¡Au!-chillo, no sé si por el golpe, por el frío repentino o por ambas cosas.
--Si no te hubieras quitado el papel, ahora no te hubiera dolido el golpe-dice con una sonrisa triunfadora.
--Eres mala conmigo-bufo mientras me coloco en condiciones los guisantes en medio de la cara, poniendo bajo éstos el más que útil papel.
--Soy buena contigo, solo que eres un poco gafe, y siempre acabas golpeándote. No es mi culpa-responde con diversión, quitando mis piernas de encima del sofá para sentarse ella.
--Casualidades de la vida que solo me llevo golpes cuando estoy contigo-murmuro, ciertamente agradecido por el frescor que recibe mi frente golpeada.
--Definitivamente casualidades-responde mientras enciende la tele.

Voy a quejarme una vez más, aún con cierta diversión por toda esta situación, cuando el teléfono de mi amiga suena -irónicamente con mi You need me, I don't need you-. Ésta lo agarra y, apenas mirando la pantalla, una gran sonrisa cubre su rostro. Murmura un "Ahora vuelvo" que casi no entiendo, y se levanta del sofá como alma que lleva el diablo, saliendo de la habitación del salón de la misma manera. Su voz apenas se escucha, pero desde aquí y con la televisión encendida, siento el tono de alegría y nervios en ella.
Todavía sigue creyendo que no la vi besarse con esa chica; o piensa que no la vi, o prefiere hacer como si no supiera que la vi. No era mi problema, tampoco lo es ahora ni lo será en ningún momento, simplemente no es un problema, aunque parece que para ella sí lo es, o al menos que yo lo sepa, cosa que tampoco entiendo. Es mi mejor amiga, siempre lo ha sido, aunque robe un banco, aunque mate a alguien, aunque me chinche y aunque critique mis canciones, pase lo que pase, siempre va a ser mi amiga, mi mejor amiga. Por eso no la juzgo, ni puedo, ni debo, ni lo hago, y mucho menos por la persona a la que quiera.
Para cuando ella vuelve, lleva la mayor sonrisa que haya podido nunca ver, acompañada de unas mejillas levemente sonrojadas. Se sienta en el sofá sin decir palabra y fija la mirada al televisor. Yo la miro, dudoso, sin saber si tendría que preguntar algo. Aparto la bolsa helada de mi cara, acariciando mi frente para notar como un gran bulto empieza a crecer, y decido actuar como cualquier amigo actuaría en estas situaciones.

--¿Es tu novia?
--Nop-es su respuesta, todavía sin intenciones de girarse para mirarme.
--Vale...Pero te gusta.
--Sí.
--¿Y tú a ella?
--También-tarda en responder, pero igualmente lo hace.
--¿Entonces?
--Apenas nos conocemos...y parece como si me ocultara cosas-murmura lo último con bastante molestia.
--¿Qué cosas?-pregunto confundido.
--Estaba en el hospital en que el que estaba Harry cuando ocurrió todo aquello-por fin parece atreverse a mirarme, mostrándome un ceño fruncido bastante marcado-Y no me digas que no, porque yo sé que sí... Me fijé en ella en cuanto puso medio pie en la habitación-añade volviendo la vista al frente, todavía con el ceño fruncido.
--¿Pero cómo iba a ser enfermera de Harry? Hay como...cuatro horas de Londres a Bradford, a menos que hubiera alguna clase de emergencia extraña que necesitara de su ayuda...
--Me dijo que estaba en Londres-me corta tajante, enfadada-¿Por qué me dijo que estaba en Londres cuando no era así?
--Taylor, quizás ella...
--Ni quizás, ni nada-de nuevo me interrumpe, con un bufido que se debe de haber escuchado desde la casa de enfrente-Si no me lo quiere contar pues bien por ella, me da igual. Ni que fuera el amor de mi vida.
--Oye, lo mismo...

Me interrumpe una tercera vez, pero esta vez no son necesarias las palabras: su mirada rebosante de furia hace que cierre la boca y me centre en la televisión. Decido dejar de preguntar por el momento, antes de llevarme otro golpe (este sería intencionado) y me centro en ver Anatomía de Grey. Antes de que tan siquiera pueda ubicarme en la urgencia que están atendiendo, ella levanta mi brazo izquierdo, para quedar colocada bajo éste, con la mejilla apoyada sobre mi pecho y uno de sus brazos rodeándome por encima del estómago. Sonrío con ternura, mirándola por el rabillo del ojo para ver cómo todavía parece cabreada, pero lejos de imponer tanto como para hacerme callar, parece más bien como si fuera una niña enfadada. Dejo un beso en su cabeza y vuelvo al intento de pensar cómo podrían salvar la pierna cancerígena de un bailarían de ballet realmente bueno.
Como nos ocurre la gran mayoría de las veces, ambos nos quedamos dormidos en el salón con la televisión puesta. Me despierto al sentir como la parte que no cubre Taylor se me ha quedado congelada. Agarro la manta que cuelga por el respaldo y la coloco sobre mí y sobre la rubia, que sigue durmiendo sin enterarse de nada. Dejo salir un bostezo, pensando en cuántas horas habrán pasado desde que resolvieron el problema de aquel joven talentoso, y agarro mi móvil para ver la hora. Al hacerlo doy con que tengo un par de llamadas perdidas y varios mensajes de Whatsapp. Frunzo el ceño al ver lo solicitado que he estado durante mi pequeña siesta nocturna, y abro los mensajes, la mayoría de grupos que ya leeré mañana. Me despierto de un golpe al ver que tengo varios mensajes de Will, exactamente el mismo que me ha estado llamando. Lo abro, y es cuando veo que tal vez hoy era la noche menos indicada para quedarme dormido.

-Hey, Ed, acaban de dar el alta a Bella :) ¿Estás por aquí cerca? 20:25

-No importa, supongo que estás ocupado ;) 21:13

-Acabamos de llegar a casa. Está preguntando por ti, creo que tal vez deberíais hablar, seguro que se alegra de saber quién eres ^^ 00: 01

-Quizás ya mañana, se acaba de quedar dormida 00:16







martes, 1 de diciembre de 2015

Capítulo 72. Limbo.

Narra Zayn
Los títulos finales de ¡Rompe Ralph! comienzan a pasar de forma original, como si la historia siguiera mediante los dibujos animados, entre los nombres de quienes han hecho, dirigido y ayudado en hacer esta película.
Me giro para ver al causante de que estemos viendo una película Disney cerca de las dos de la mañana, para ver cómo está completamente dormido. Sonrío al ver como su cabeza reposa en el regazo de María, quien se mantiene despierta, aunque parece que no por mucho tiempo. Enciendo la luz de la lamparita que hay en la mesilla más cercana a mí, haciendo que Mary parpadee, con el ceño fruncido al recibir tanta luz de golpe.

--Me parece que es hora de dormir-digo en voz baja mientras me levanto de mi asiento.

Ella asiente con la cabeza en medio de un bostezo. Estira sus brazos, girando una de sus muñecas que debe de haberse quedado entumecida y acto seguido baja la cabeza hasta dar con el pequeño dormido. Sonríe con una inmensa ternura y le quita la manta que los tres teníamos echados por encima. Le coge con cuidado, de manera que la cabeza de M quede en su hombro y se levanta del sofá con habilidad.
Ante el movimiento, el pequeño se despierta, frunciendo el ceño y apenas abriendo sus ojos del cansancio que debe de llevar encima.
Esta mañana no nos levantamos pronto precisamente, pero en cuanto nos pusimos en pie...nos recorrimos media ciudad como el que no quiere la cosa.
Mary lleva a Malcom entre sus brazos, todavía sin tener ni la más ligera idea de toda la sabiduría, todos los conocimientos que reposan en el cuerpo de mi inocente niño. Éste trata de mantener sus ojos abiertos, con escaso éxito. Beso su frente con cariño, haciendo que sus ojos vuelvan a abrirse, con todo el esfuerzo del mundo.

--Me tienes que arropar, papi...-murmura con voz adormilada.
--Claro que sí, cariño-le prometo acariciando su mejilla.

Él sonríe agradecido y deja que sus ojos se cierren. Con una sonrisa más que parecida a la suya en mi cara, dejo un beso en los labios de María, quien también parece estar pidiendo que alguien la lleve en brazos a la cama.

--Trae-susurro tratando de coger a M con suavidad-Yo le llevo-me ofrezco, pero ella niega con la cabeza contundente.
--Estoy bien, Zayn, yo le llevo-responde con esa sonrisa cansada mientras se encamina al piso de arriba.

Suspiro negando con la cabeza. Terca como cualquier otro Tomlinson pienso con algo de gracia mientras la sigo de cerca. Al llegar a la habitación de M, Mary le deja con suavidad en la cama y deja un beso en su frente con el mismo cariño. Malcom la agradece en susurros que le haya traído en brazos, lo cual hace que mi sonrisa se convierta en una divertida. Ella responde también con algo de diversión que no tiene nada que agradecer, y mi pequeño tan solo responde que la quiere.

--Y yo a ti, pequeño-responde ella.

Por mi parte, yo me ocupo de arroparle tal y como le había prometido, asegurándome de que no le pueda entrar frío por ningún lado, y al igual que María, dejo un último beso en su rostro.

--Te quiero, papi-murmura ya aovillado entre mantas. Sus ojos complemente cerrados.

No puedo evitar suspirar aliviado. Aliviado por su mejoría, por su salud, por su felicidad, por su piel pálida pero llena de vida, sin ninguna mancha violácea que tiña ésta, por la alegría con la que habla a todo el mundo, por el hecho de que su miedo aún persista pero él intente frenarlo, evitarlo, por su fuerza de voluntad, por saber que se encuentra a salvo, feliz y nada ni nadie podrá cambiarlo. Lástima que toda su serenidad se vea interrumpida por un rayo de preocupación que cruza su rostro aún dormido; sus facciones parecen contraídas por el miedo.
Me giro rápidamente hacia María, quien también parece haberse dado cuenta del cambio en el pequeño.

--Tal vez sea una pesadilla-susurra.

Es entonces cuando el timbre de casa resuena una única vez, rompiendo el silencio de la noche. El ceño de mi hijo se frunce más, se da media vuelta en la cama y murmura algo en sueños. De inmediato comprendo el problema.

--O quizás una mala noticia-hablo en apenas un hilo de voz.

Me giro hacia Mary, su rostro confundido, no sé si por el timbre sonando a estas horas o por mis palabras. Dejo salir de nuevo un suspiro, sin embargo, éste no refleja alivio, sino más bien todo lo contrario. Me acerco a ella y dejo un beso en su frente.
Sé que se avecina una mala noticia, que está abajo, esperando a que abra la puerta y así poder impactar en mí, en nosotros. Eso hace que sienta la necesidad de dar un último gesto de cariño a María, para tranquilizarle, para tranquilizarme.

--Voy a ver quien es-digo dejando una caricia en su mejilla-Si Malcom se despierta, no dejes que baje, ¿está bien?
--Zayn, ¿qué pasa?-tanto sus ojos como su voz expresan el miedo, la duda-¿Qué mala noticia?
--Tan solo quédate aquí con él-respondo, aunque no a sus preguntas. Me alejo de ella, en dirección a la puerta, sintiendo su mirada clavarse en mi nuca. Su mano agarra mi brazo antes de que pueda salir de la habitación, obligándome a girarme, para ver así de nuevo la preocupación pintada en sus ojos azules.
--Dime qué pasa.
--No lo sé-.confieso-por eso tengo que bajar a abrir la puerta.
--Zayn, si piensas que es peligroso no vayas-parece que más me pide, que me ofrece o informa.
--No va a pasar nada.

Son mis últimas palabras antes de salir del cuarto. Siento su mirada llena de miedo seguirme aún en el piso de abajo. La única iluminación que hay en la entrada es la del salón, que me permite ver lo justo y necesario para colocar mi mano en el pomo de la puerta.
Antes de abrir, pienso en la infinidad de cosas que pueden haber pasado. Me tranquilizo a mí mismo pensando en que si fuera algo de auténtica gravedad, de peligro, Malcom se habría despertado de inmediato pese al sueño, nunca ha ocurrido, pero tampoco me hace falta saber cómo funciona cada milímetro de su cerebro para llegar a esa conclusión. Tampoco se ha quedado pálido ni rígido. No ha ocurrido nada que no pudiera relacionarse con un mal sueño; un mal sueño que no es otra cosa que la realidad fuera de estas paredes.
Al abrir la puerta, me encuentro con una noche de luna nueva, una noche absolutamente oscuro que apenas me permitiría diferenciar a la persona que tengo delante, si no fuera gracia a la luz del interior de la casa, y al hecho de conocer hasta el perfume que usa dado el tiempo que pasamos juntos.Sus ojos impactan en los míos, y podría ver un miedo parecido al de María, si los orbes castaños no reflejaran un temor tan intenso.
Lleva un abrigo largo, enorme, y una botas a la vista gruesas, como si fuera a irse a la montaña, lo cual dudo dada la hora, el miedo que refleja y el pequeño bulto de mantas que reposa en su pecho, agarrado con fuerza.

--¿A dónde vas?-es lo único que soy capaz de preguntar.

Él aprieta los labios con fuerza y agacha la mirada hasta el pequeño que aparentemente duerme entre sus brazos.

--No me crees si te digo que me voy de vacaciones fuera, ¿verdad?-dice en un tono bajo.
--Tal vez lo haría si no fuera de madrugada y no estuvieras tan acojonado como pareces.

Deja salir un suspiro pesado, acomodando una de tantas telas que cubren a su pequeño hijo. Sus ojos vuelven a mí, expresándome el mismo miedo que hace apenas unos segundos.

--Entonces haz como si me creyeras ¿vale?
--Liam, no me creería que te vas de vacaciones ni aunque estuviera muy pero que muy bebido-respondo con rotundidad-Dime a dónde vas y por qué, porque me estás empezando a asustar de verdad.
--No puedo decírtelo-es su respuesta, tras unos segundos de silencio.
--¿Por qué no?
--Tampoco puedo decírtelo.

Ambos dos nos quedamos en silencio, uno frente al otro, yo en pijama tratando de saber de qué coño va todo esto, él frente a mí, con una cantidad indecente de ropa pese al frío que hace, y con su indefenso hijo colocando con cariño y protección contra él.

--¿Te piensas llevar a Matt contigo allá donde sea que parece darte tanto miedo?

Un chillido que expresa un "No" absoluto se escucha desde la planta de arriba, y sé que realmente algo pasa o pasará, que sea peligroso, y sobretodo peligroso para el bebé.
El rostro de Liam se contrae mientras observa a su hijo, dudoso, mucho más que asustado, aterrorizado con la simple idea.
Puedo escuchar a María discutir con Malcom en el piso de arriba, él por salir, ella por evitarlo tal y como la he pedido, pero a juzgar por el sonido de pequeños pasos bajar con rapidez por las escaleras, apostaría lo que fuera a que nada ni nadie habría podido parar a mi pobre hijo, que se aparece entre nosotros con ojos llorosos.

--¡No te le lleves!-exclama con frustración antes de romper en llanto.

No dudo en cogerle en brazos, o al menos intentarlo, ya que de manera extraña, trata de zafarse de mí, y sé que es por la idea de que le voy a llevar a la habitación para que no se entere de nada de lo que está ocurriendo, pero sabiendo que se enterará antes o después (por no decir que seguramente ya sepa mucho más que yo) me parece inútil tratar de mantenerle encerrado, cuando tal vez podría ayudar o incluso aclarar algo.
Deja de intentar evitar mis brazos, supongo que al saber que no le apartaré de esto, auqnue tal vez fuera lo que haría cualquier padre con un mínimo de responsabilidad.

--Malcom, tengo que hacerlo-responde Liam, con la voz mucho más que tensa, casi a punto de quebrarse-No tengo otra opción.
--¡No lo hagas!-suplica entre sollozos, estirando sus brazos en dirección a su tío.
--¡Es por su bien!-también Liam exclama, aunque él parece evitar que las lágrimas salgan.

Hago que Malcom se gire en mis brazos, dejándole de frente a mí. Acaricio sus mejillas en un intento inútil de apartar sus lágrimas y le susurro con cariño que se calme, aunque sé que es imposible.

--No puede irse-parece que lleva la contraria a los pensamientos de Liam-Puede ser peligroso.

Y tal vez de toda la situación, me extraña lo que menos debería.

--¿Cómo que puede?-pregunto con algo de duda.

M no responde, tan solo tiembla y llora entre mis brazos, con el rostro hacia abajo. De inmediato comprendo que mi extrañeza por ese "puede" también la padece él. ¿El motivo? Él no puede dudar de nada. No es una obligación, y puede que no entienda un mínimo de cómo funciona su mente, pero si de algo estoy seguro es de que si puede saber lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá, a cada segundo, a cada milímetro del planeta, a cada persona, no es posible que no tenga certeza de algo, y ese "puede" indica que esa certeza del 100% que siempre creyó tener, ahora mismo ha desaparecido por alguna razón.
Mi hijo no responde. Liam no dice palabra, pero tampoco se marcha, supongo que porque sabe que debe escuchar lo que Malcom diga, aunque entienda tan poco como yo.

--Cariño-susurro con suavidad pese al estado de tensión en el que todos nos encontramos-Sabes que nunca te pediría que usaras tu...don, para evitar algo que...no sé, tal vez tiene que ocurrir porque así está escrito, porque sino podría cambiar el curso del universo o algo así-digo medio divagando en un intento de saber cómo debe de estar organizado el futuro, el destino, si por el dios que cada creencia siga, si por una fuerza superior ajena a la religión, si por un telar del destino como creían los griegos o si simplemente va cambiando a cada instante según las decisiones de cada personas-Pero si crees que Liam o Matt están en peligro...creo que tal vez deberías decirlo.
--Es que...es que no puedo-farfulla sin mirarme a la cara.
--M, sabes que no entiendo ni jota de lo que puedes ver, no sé si va a cambiar el futuro o algo de eso, pero no quiero que les pasa nada.
--Ya lo sé-responde él en voz baja, aún gimoteando-Pero de verdad que no puedo-añade con frustración, con tal que surgen aún más lágrimas.
--¿Qué significa que no puedes, cielo?-pregunto, tratando de evitar el ataque de nervios que sé que él mismo sabe que estoy a punto de padecer.
--Yo...-murmura-yo no...puedo saber lo que les va a ocurrir...
--¿Cómo que no puedes saberlo?

Y entonces, pronuncia tres palabras que creo que nunca en su vida ha tenido la necesidad de decir.

--No lo sé.

No pregunto cómo es eso posible, porque sé que no lo comprenderé, pero eso no quita que no me extrañe. Para nuestra suerte o nuestra desgracia, Malcom se encarga de responder.

--No veo...ninguna clase de futuro-susurra con voz rota-en ninguno de los dos...

Lo único que se escucha en medio de esta oscura noche es el llanto de Malcom. Ni Liam ni yo decimos nada, pero sí que nos miramos, sabiendo lo que sus palabras significan. Si no puede ver ninguna clase de futuro ni en el padre ni en el hijo, si la única persona que debe de saber todo en este mundo, no ve un futuro en las dos personas que tenemos delante, significa que es que no existe un futuro, que hagan lo que hagan, parece que el destino está escrito de tal manera que ni Liam ni Matt estarán en él.
Lo siguiente que se escucha es un segundo llanto que acompaña al de M, no cabe ninguna duda que soy yo el causante de ello. Liam no parece quererse unir a los lloros, pues solo se acerca a nosotros dos y nos rodea con un brazo tanto como puede, con Matt junto a nosotros.

--Liam...-balbuceo con mi cara apoyada en su hombro.
--Zayn, no importa-responde él mucho más tranquilo de lo que uno podría esperarse cuando se sabe que el final de su vida está cerca sin ningún remedio-Ya verás como no pasa nada...
--Me cago en la puta, Payne-respondo separándome de él-¿Cómo puedes decir que no pasará nada? ¿Has escuchado a Malcom? ¿Entiendes lo que te estás diciendo?
--Lo entiendo-responde, está claro que nervioso y asustado, pero no más de cómo cuando ha llegado aquí-Sé lo que significa, pero todo se puede intentar, ¿verdad?
--Entonces no te vayas, joder-respondo apartándome con un puño las lágrimas, de mala gana.
--Ya lo has oído, Zayn "Ninguna clase de futuro"-repite tan tranquilo el muy imbécil, como si estuviera hablando de lo que va a comer mañana.
--¿Me estás diciendo que te da igual?-digo sin poder evitar sonar cabreado, ¿cabreado con quién? Realmente no lo sé, porque aparentemente nada ni nadie puede evitarlo.
--No, estoy diciendo que voy a hacer todo lo posible para evitarlo. Por eso me tengo que ir, y por eso tiene que ser ahora-responde sin más.
--¿Los demás lo saben? ¿Les has dicho que te vas?
--No, el único que lo sabe eres tú-dice con un intento de sonrisa-Si preguntan me he ido de viaje ¿está bien?
--Pero Liam...
--Pero nada-me corta de manera tajante-Estaremos bien y volveremos cuanto antes.

No me atrevo a decir nada, ni que lo afirme ni que lo niegue, ni que le tranquilice ni que pueda hacer que se quede. Simplemente no puedo decir nada, no puedo hacer nada que no sea llorar y apretar a Malcom contra mí, quien ha dicho todo lo que tenía que decir, y por tanto no parece tener nada que añadir.
Liam deja un beso en la cabeza de Malcom, otro en mi mejilla, y diciendo con voz suave que nos quiere, se da media vuelta y se mete en un coche que no había visto hasta ahora y que tampoco me resulta conocido. Desaparece en mitad de esta fría noche, de lo que parecía un 17 de noviembre como cualquier otro. Se despide y parece que va a ser lo último que nadie vaya a saber de Liam Payne.

Narra Harry
Mi cabeza pesa como si hubiera dentro toneladas de pensamientos, de ideas, de dudas, cuando en ese aspecto no puede estar más vacía. Mis ojos están puestos en mis rodillas dobladas y no dejo de escuchar un zumbido molesto que tan pronto como entra por un oído me sale por el otro. Mi cerebro parece estar hecho puré hasta tal punto que no soy capaz de desglosar las palabras que escucho a mi alrededor, las cuales parece que se encuentran en un conglomerado de sonidos sin sentidos que solo provocan un dolor de cabeza inmenso que taladra en cada milímetro de ésta. No sé quien me está hablando, no lo recuerdo, no sé por qué motivo y por mucho que lo intente, solo estoy escuchando una masa de sonidos que hacen que mi cabeza palpite. La frustración me corroe al no ser capaz de comprender quien está a mi alrededor, lo que me está preguntado o por qué lo está haciendo, y esa frustración es lo que parece causar que las lágrimas rueden por mis mejillas sin que apenas yo me dé cuenta.
El zumbido, el ruido que doy por hecho que son palabras, desaparece de golpe, y lo único de lo que soy consciente es de que alguien deja un apretón en mi pierna, el cual asumo que es cariñoso, o más bien por lástima, como todo lo que parece que la gente hace por mí.
Por un momento siento que no hay nada a mi alrededor, ni nada ni nadie. Mi mente se queda en blanco, y sé que sigo en mi cuarto, como siempre, aunque no sienta la cama debajo de mí, ni pueda ver las paredes que sé que están frente a mis ojos abiertos. Todo se esfuma aunque sepa que está a mi alrededor, mas no entro en mi oasis de paz y dolor. Tan solo parece que estoy en un limbo de nada.
Para cuando mis ojos vuelven a ver lo que tengo delante de mí, me encuentro con unos azules y pequeños que me observan con cierto miedo. De nuevo escucho ese zumbido de palabras que no comprendo y que provocan que solo me sienta más inútil, más penoso, más lejos del control de mí mismo. Dado el color de ojos que percibo delante de mí, como las manos temblorosas que acarician mi rostro, sé que es Louis el que me está hablando, pero yo respondo de manera reacia: trato de apartar mi rostro de sus manos con lo que quiero que sea una mueca de desagrado, no hacia él, sino hacia el hecho de que su intento de hacerme volver a la realidad tan solo me está hundiendo más.
La voz de Louis convertida en un puñado de palabras que no entiendo, se mezclan con la de una segunda persona con la que apenas intercambia unas cuantas palabras, pero que parece que son suficientes como para que él se aparte de mí y deje su intento de ayudarme. Me apunto una trillonésima vez más que tengo que agradecerle a Louis por su intento de ayuda, o al menos el hacerlo cuando mi cerebro deje de ser una papilla sin neuronas.
Delante de mí aparecen otro par de ojos, entre grisáceos y verdosos. Siento una mano pequeña agarrar la mía y la otra colocarse en mi pecho, antes de que esos ojos desaparezcan de mi campo de visión y sienta una presión en mi pecho.
De repente el barullo, el zumbido de voces desaparece, y el sonido nítido, la consciencia, vuelven a mí.
Mi cabeza sigue pesando como si llevara siglos despierto. Puedo ver a Louis en la puerta, restregando su nariz en un intento de no llorar por pura desesperación, frente a Ally, quien doy por hecho que era el primer zumbido que sentía al igual que quien ha dejado el apretón cariñoso en mi pierna. Escucho mi propio sollozo, que ni siquiera sabía que podía emitir hasta este momento. Siento como alguien está sentado en mi regazo, apoyando su cabeza en mi pecho y cogiendo una de mis manos con suavidad, dejando caricias sutiles tanto en mi pecho como en mi mano.
Freno mis lágrimas al poder estar de nuevo en la realidad, al poder escuchar y al poder sentir. La ausencia de sonido por mi parte parece hacer que tanto Ally como Louis se den media vuelta, curiosos, dudosos al darse cuenta de que he detenido mi pena. Me limito a agradecer mentalmente por estar aquí de nuevo y apoyo la cabeza en la de quien he dado por hecho que por tamaño no puede ser otra que Lida.

--Hola de nuevo-susurra ella con tono calmo-Les dije que no lo intentaran, pero aparentemente son ellos los que saben y yo no. Ingenuos.

No respondo nada, ya que sigo sin tener esa capacidad. Una parte de mí quiere sonreír, pero sé que no lo voy a conseguir, por lo que solo me limito a apretar el brazo que rodea su cuerpo con cariño contra mí, aferrándome a ella al saber que es la única que me hace salir a flote entre toda la marea de inconsciencia y dudas en la que el resto de gente me sume sin darse cuenta. Mi mejilla húmeda se encuentra apoyada en su mata de rizos revueltos. Mi mano libre se une a la otra, terminando de rodear su cuerpo.
Escucho apenas un susurro por parte de Ally, pero por la cara de Louis y su ceño fruncido, puedo adivinar que es alguna forma de invitarle amablemente a que salga de la habitación con ella. Él farfulla algo, mirando con duda y algo de molestia a la pequeña que se encuentra abrazada a mí. Finalmente los dos se van, y la habitación se queda en silencio. No en ese silencio sordo y agobiante que me rodea cuando me voy al limbo de la nada, sino un silencio que de alguna manera suena: escucho los coches pasar por la calle, escucho el viento que hace que los árboles aúllen, el sonido de la risa de un niño muy lejana, a Louis quejarse al otro lado de la puerta, la respiración tranquila de Lida contra mí, y la mía propia entrecortada por el anterior llanto.

--D-diles que lo siento mucho-balbuceo, dudando de si las palabras han conseguido salir de mí o no.
--Ya saben que lo sientes-susurra ella con tono calmo. Su mano derecha apoyada en mi pecho traza pequeños círculos con su dedo pulgar por encima de mi camiseta.

Ninguno de los dos parece tener nada que decir. Ella se limita a quedarse sentada sobre mi regazo, evitando que me vaya de nuevo. Mientras que por otro lado, mi trabajo ahora mismo es sostenerla, está claro que solo de manera física.
Mi mente por una vez desconecta de forma voluntaria, quedándome perdido entre mis pensamientos pero todavía con consciencia, sintiendo todo lo que me rodea. Pienso en todas y cada una de las personas a las que les está afectando mi estado, y eso no hace otra cosa que no sea romperme más y más. Mi hermana no duerme. Mis padres no van a trabajar (de alguna manera lo sé, doy por hecho que alguien en algún momento me lo habrá dicho). Louis se desespera. Malcom sufre y por tanto, Zayn y María también. Liam tiene que hacer de niñera, y no especialmente de su hijo, quien apenas se queja. Niall sigue sonriendo, pero también sé que le afecta. Y por encima de todo, una pobre niña que tan solo pasaba por el lugar incorrecto en el momento incorrecto, se encuentra en mi casa durante tanto tiempo, que empiezo a pensar que sus padres me van a denunciar por secuestro. Y aún así, sabiendo todo el daño que estoy causando, toda la frustración, toda la preocupación, no parece que haga nada por evitarlo. Simplemente no puedo evitarlo, ni remediarlo, ni frenarlo. Simplemente estoy degradando en una nada inservible que causa dolor a todo aquel que se le acerca.
Sé que las lágrimas vuelven a echar carreras por mis mejillas, llegando todas a la línea de meta que es el cuello de mi camiseta. Abro los ojos, intentando enfocar una vez más, solo que esta vez es por las lágrimas y no porque simplemente una parte de mí no quiera reaccionar a la orden de observar lo que tengo a diez centímetros de distancia. Siento como la cabeza de Lida se mueve hasta que sus ojos llegan a los míos, y es entonces cuando sé que si no se aleja, también la voy a destruir, tanto como lo estoy haciendo con mi hermana, con mis padres, con mis amigos.

--Oye, oye-susurra con voz calma. Se coloca de un movimiento rápido de manera que se queda frente a mí por completo. Coloca sus dos manos en mis mejillas y me mira con una débil sonrisa-Está bien. No pasa nada.
--No quiero hacerte daño-apenas soy capaz de articular debido al nudo de mi garganta.

Su expresión se endurece ligeramente; su sonrisa desaparece y la preocupación marca sus facciones con sutileza. Aún así, sus manos se mantienen en mis mejillas, acariciándolas como si fueran a romperse con el más ligero golpe.

--Harry, si alguien puede destruir, esa soy yo.
--¡N-no!-me ahogo con mis propias lágrimas en un intento de queja-No destruyes. Y-yo sí que lo hag-o, mira a t-todos los que están a mi al-alrededor.
--No les estás destruyendo.
--¡L-lo est-toy hacien-do!

Niega con la cabeza y acto seguido hace que mi cabeza se coloque en su pecho. Susurra una y otra cosa dulce sobre mí, que en estos momentos no me puedo creer menos, por no decir que no parece querer ceder ante la realidad de que soy yo el que está haciendo mierda al resto, y no ella, que es la única que consigue hacer que me quede en el mundo real, al menos por unos minutos.

--Haré todo lo posible para ser yo la que salga mal parada ¿está bien?
--N-no-me quejo una vez más, sabiendo que mis palabras parecen carecer de sentido en esta conversación-No voy...no voy a dejar que tú también acabes mal p-por mi culpa-aún balbuceo a causa de la respiración entre cortada que me ha provocado la llantina.
--¿A quién se supone que estás haciendo mal, Harry? Dímelo, porque yo lo único que veo es a un montón de gente que te adora y busca lo mejor para ti, y a mí, intentando no joder otra cosa más.
--No estás jodiendo nada. Es imposible que tú hagas algo...algo así.

Ella suspira con pesadumbre, volviendo a quedar sentada sobre mis piernas. Su cabeza gacha, acompañando a su mirada.

--¿Podemos tan solo dejar de hablar de eso?
--¿Por qué?
--Porque sí. Solo olvídalo.

Olvidarlo. Olvidar algo así. Olvidar que tiene una idea...sin sentido de que destruye. ¿Quién puede olvidar algo así? Pues aparentemente yo tengo que hacerlo. Sin embargo, sé que no lo haré, sé que solo lo dejaré almacenado en algún lugar de mi destartalada mente, dándole vueltas de vez en cuando, pero que no volveré a sacar el tema, no sabiendo que la molesta. Aún así, me permito decir una última frase, una cita más bien, la única que se le podría ocurrir a alguien como yo en una situación como esta.

--"Sin dolor, ¿cómo conoceríamos el placer?"
--Creo que eso no tiene sentido ahora mismo-murmura con la vista en cualquier lado.
--Si no me destruyes, ¿cómo voy a saber lo que es la felicidad?
--Me parece que ya te han destruido lo suficiente como para que andes buscando una segunda ronda. A menos que seas masoquista, en ese caso creo que no debería opinar.
--No soy masoquista-respondo con el ceño fruncido-¿Debería?
--Sería la única respuesta lógica a que aún no me hayas pedido amablemente que mueva mi trasero fuera de un radio de quinientos kilómetros a tu alrededor.
--Tal vez solo me guste que estés dentro de un radio de...cinco metros a mi alrededor.
--¿Ves? Masoquista.

Y en algún punto de la conversación, todo ha cambiado de sentido, de razón de ser. Nadie se enfada. Nadie está triste. Nadie discute. Tan solo opinamos acerca del dolor que -según ella- me gusta o no soportar. Mi cabeza no puede evitar hacer una relación rápida y sin sentido entre ella y Marta, y la verdad, no sé qué me da más pena, si el hecho de que esta chica que se encuentra sentada entre mis piernas sin hacer otra cosa que respirar, supere en muchos -por no decir todos- los aspectos a quien me hizo daño, o el saber que nunca me habría atrevido a decir nada parecido delante de ella, el porqué, no por respecto, no por el placer de adorar cada paso que daba, sino por el miedo a que no le gustara lo que pensara, incluidos pensamientos estúpidos que se cuelan en algo parecido a discusiones. Supongo que la respuesta siempre será que yo daba, doy y daré pena en ese aspecto allá donde vaya y pase el tiempo que pase.
Mi mano llega a los mechones que en este momento apenas brillan rojizos, sino más bien castaños, y los dejo lejos de su mirada, la cual me mira dudosa, pero de alguna forma, enternecida.

--Eres un tanto extraño, Harry Styles.
--Pues anda que no había nadie más en el mundo que decírmelo-no puedo evitar decir con algo de diversión. Una diversión, que se siente como un soplo de aire fresco, como lo que debe de sentir un bebé la primera vez que se ríe; supongo que tiene sentido, ya que no sé desde hace cuanto tiempo que no me río.

Veo como ella sonríe y acto seguido vuelve a dejar su cabeza apoyada sobre mí, esta vez sobre mi hombro, con sus brazos rodeando mi cuello con suavidad.

--Tú también te has dado cuenta de que Louis no quiere que me quede a solas contigo, ¿verdad?-dice ella, cambiando por completo de tema, pero aún así manteniendo ese tono de diversión que se ha instaurado entre nosotros.
--Es cabezota. Piensa que tiene que ser él quien me ayude-respondo sin darle mucha importancia. Mi mano derecha se coloca en el centro de su espalda.
--Yo creo que está celoso-dice con tono cantarín.
--¿Por qué iba a estar Louis celoso?-pregunto extrañado.

Ella se separa para mirarme con las cejas alzadas y una sonrisa llena de diversión. Yo solo puedo fruncir levemente el ceño, indicándole mi duda y mi poca idea ante algo que para ella parece tan obvio.

--Porque no es él el que está sentado encima tuya, ¿quizás?
--Oh-murmuro claramente sorprendido-No, no, Louis es solo mi amigo.
--¿Y qué tiene que ver?-pregunta inclinando su cabeza hacia un lado. Esta vez es ella quien tiene la mueca de confusión.
--Pues que no tenemos...ya sabes, esa clase de...relación. Solo somos amigos.
--Pero él no te mira como un amigo-dice de nuevo con musiquilla .
--Claro que lo hace.
--Claro que no. Te quiere para él solo-dice pinchando un dedo en mi pecho-Y lo entiendo perfectamente, porque estás bastante bueno.

Mi cara debe de haber pasado por todas las tonalidades de rojo seguidas ante sus palabras. Aparto mi mirada de ella, poniéndola en la pared mientras muerdo el interior de mi mejilla. Por su parte, ella ríe como una cría que sabe que ha dicho algo que -verdad o no (aunque más bien no)-´causa vergüenza en mí.

--La gente dice gracias cuando le sueltan un piropo-añade con diversión, pellizcando con suavidad una de mis mejillas apunto de reventar por el bochorno-Pero el caso es que no creo que te trate como a un amigo, o a un mejor amigo o nada de eso.
--Pero...es que yo no...yo no soy gay-susurro, todavía sin mirarla-Lo tengo muy, pero que muy confirmado-aseguro.
--No digas nunca de este agua no beberé-responde con astucia-Además, yo creo que haríais una pareja monísima.
--Bueno, vale, me lo plantearé para la siguiente vida o algo, pero en esta Louis tiene una novia.
--Sí, sí, ¿sabes quién ha tenido muchas novias? Zac Efron.
--¡Zac Efron no es gay!
--Eso dices tú. Tan solo esperas y verás-ríe mientras se levanta con cuidado de mis piernas.

Al instante, siento como las fuerzas, la alegría, la energía, empiezan a salir de mí, empezando a dejarme deshinchado, adormilado, hecho puré por el cansancio que me provoca el simple hecho de respirar.

--Espera... ¿A dónde vas?-pregunto luchando contra mi propia mente, en un intento de conservar las fuerzas-No te vayas-la pido, tratando de no sonar tan desesperado como me siento.
--Oye, oye-dice agarrando mi mano-Solo voy al baño-dice sonriente. Deja un beso en mi mejilla y se levanta de la cama, para salir por la puerta.

No me sumo por completo en la inconsciencia (cosa que esperaba, sinceramente), me quedo más espeso, más cansado, más roto de nuevo, pero no tanto como al principio. Es como si hubiera empezado a unir las piezas que conforman mi ser, y, aunque aún no me haya recompuesto, al menos no estoy en ruinas como hace...minutos, o tal vez horas, no sé realmente cuando tiempo ha pasado desde que Louis y Ally salieron de la habitación.
Apenas treinta segundos después de su marcha, la puerta vuelve a abrirse, y a pesar de saber que es imposible que sea ella, espero encontrarla. Sin embargo, es Louis el que entra como una bala, mirándome con preocupación, de los ojos a los brazos, asegurándose de que las vendas, las cuales ya había olvidado, siguen en su sitio. Suspira aliviado al confirmar que todo parece en orden, y se deja caer sentado junto a mí.

--Ella te hace bien, ¿eh?-dice mientras se coloca bajo mi brazo con habilidad-Soy yo el que tan bien desordena tu cuarto, el que con tanta maestría quema la cocina, y el que tanto se esfuerza por dejar la ropa sucia allá a donde vaya. No olvides que soy yo el que hace todas esas cosas que adoras-dice con un tono divertido.
--Tranquilo, que no lo voy a olvidar aunque quiera-respondo en un tono mucho más bajo y sin vida del que usaba hace minutos, pero al menos, parece que soy capaz de hablar, lo cual es un avance (supongo).
--Bien, porque tampoco iba a dejar de hacerlo-ríe de manera baja, apoyando su cabeza en mi pecho.
--Louis-digo, mucho más directo y cortante de lo que me esperaba. Él no parece inmutarse ante el tono que parece tan molesto, aunque en realidad trataba de ser uno suave.
--Dígame.
--¿Me quieres?-las palabras salen con una rapidez que nadie usaría, nadie con los suficientes sentimientos, supongo,
--Cuando no me estás regañando, sí, mucho-bromea-¿Por qué?
--No digo eso.
--¿Entonces?
--Que si te gusto.

Se aparta de mí y me mira como si acabara de hablarle un perro volador. Frunce el ceño, me mira a la cara, se aleja un poco más, me mira de arriba abajo, y después pregunta lo que me esperaba.

--¿Te encuentras bien?
--Bueno, está claro que no-respondo alzando mis brazos para volver a bajarlos-Pero dime, sí o no.
--No, ¿qué te pasa?-pregunta aún confundido-Harry, tú sabes quién soy ¿verdad?-pregunta ahora con algo de miedo-Soy Louis. Louis Tomlinson. Soy tu amigo, y follo bastante con mi novia.
--Louis...-me quejo, o al menos eso es lo que intento-No quería saber eso...
--Es que me estás asustando...-admite en voz baja, relajando su mueca de extrañeza, para pasar a una completamente distinta; es una mueca en la que se mezclan el miedo, la ternura y puede que la vergüenza-Harry..., me lo preguntas...¿porque te gusto?
--No-trato de exclamar, pero parece como si cada vez mis sentimientos se fueran rebajando más y más.
--Entonces no entiendo nada, Harold.
--Lida piensa que estás celoso de ella-suelto sin más. Las palabras cada vez saliendo más lentas y con más dificultad de mí.

Mi cabeza vuelve a llenarse con una espesa niebla que pronto llegará a mis ojos, incapacitándome de ver por enésima vez, al tiempo que taponará mis oídos, hasta el punto de solo ser capaz de escuchar y ver lo que hay a mi alrededor por periodos de tiempo aleatorios que no puedo escoger, ni mucho menos.

--No estoy celoso de ella-responde, menos enfadado de lo que me esperaba, supongo que porque nota que me estoy apagando de nuevo-Sabes que te quiero muchísimo, y que te necesito más de lo que una persona suele necesitar a otra, pero no me gustas-dice divertido, aunque a la legua se ve que le está dando una vergüenza terrible hablar de esto.
--Está bien-respondo ya apenas con voz, encogiéndome en mi posición inicial de estar con las piernas pegadas al pecho-Igualmente no cambiaría nada entre nosotros-añado colocando mi cabeza sobre mis rodillas.

Dejo salir un suspiro, buscando una postura cómoda en la que quedarme en caso de que me duerma, cosa que veo más que posible, ya que mis párpados comparten el peso con mi cabeza, y todos ellos parecen seguir la ley de la gravedad. Podría decir que temo a lo que mis sueños hagan conmigo, pero ya sabiendo que lo único que mi cabeza quiere mostrarme son ascensores que se caen, puedo decir que ya ni siquiera padezco vértigo.
Creo que son segundos más tarde, aunque bien pueden ser horas, cuando siento como la pequeña mano de Louis acaricia mi pierna por encima del edredón. La mueve con cuidado hasta que acaba en mi espalda, todavía acariciando con suavidad. Sé que es Louis y no cualquier otro, porque podría saberlo hasta estando muerto; sus manos, su toque, el cuidado con el que trata de moverme como si fuera una gran muñeca sin vida, la manera en la que consigue que acabe tumbado en la cama, y por supuesto, la forma en la que me cubre hasta la nariz con el edredón. Nadie más que él me arropa como si la colcha fuera a salvarme de cualquier mal. Se mete bajo la manta conmigo, aún sin verle puedo notarlo, y se agarra a mí de brazos y piernas, como si yo pudiera huir a algún lado. Espero a que coloque su cabeza debajo de la mía, tal y como suele hacer, pero antes de eso, siento como sus labios se posan en la comisura de los míos.
Le habría quitado importancia, puesto que es solo un beso, y puesto que es Louis, puesto que estoy tan solo a medias en este mundo, y puesto que seguro que no estoy en la posición ideal como para que llegue a darme un gesto de cariño, de amistad. Sí, le habría quitado toda la importancia, si después de ello, se hubiera callado en vez de haber susurrado contra mi cuello.

--Puede que sí que esté un poco celoso.