martes, 30 de junio de 2015

I changed my mind.

En primer lugar, no bullying a mí por el título, que ya sé que la canción es I'll change my mind.
En segundo lugar: esto no es un capítulo, lo cual no significa que no merezca ser leído.
He estado reflexionando durante unos días, que aunque no parezca lógico por mi parte, pues también pienso y esas cosas. Soy tonta, pero hasta cierto punto. El caso es que, después de escuchar/leer unas palabras de una persona inteligente y con sentido común, he llegado a la conclusión de que no estoy siendo una buena...escritora, si puede llamarse así, aunque no creo merecer tal mérito y que necesito pediros disculpas por ello.
No estoy siendo una buena escritora, no porque no sea un prodigio de la literatura, no porque haga historias que nunca podrán ser publicadas ni mucho menos llevadas al cine, sino porque os he estado obligando. Os he estado obligando a comentar si queréis que siga subiendo, y no se puede obligar a nadie a nada y menos a hacer algo que no quiere, que no le apetece o que no le ve sentido.
Puede parecer una estupidez -o no, a mí ahora mismo no lo parece- pero me siento culpable de haberos impuesto tal cosa, cuando leer es algo que se hace por gusto y no por obligación.
Al principio de todo, cuando escribía cosas cortas o incluso cuando escribía mi primera y horrible fic yo no obligaba a nadie a comentar (básicamente porque no sabía si alguien leía o no, hasta ese punto de no saber como mirar las visitas llegaba y sigue a veces sigue llegando mi estupidez), pero una vez que vi que empezaba a ganar visitas...me ilusioné con el hecho de que alguien me leyera. No es como si se me subiera a la cabeza, Dios me libre de haber pensado en algún momento de esa manera, porque nunca me he sentido "poderosa", "superior" o tan siquiera "importante" por tener fics de 25, 60 y 80 mil visitas, porque eso, a cifra de un libro real, con su fama real y su importancia real, no es nada. Sí, es mucho si ves que alguien tiene esas visitas en páginas como Wattpad, pero he de decir, que en blogger no es ni poco, ni mucho ni nada.
Parece que me lo tomo como si esto fuera lo más importante del mundo, pues bueno, para mí es lo más importante, porque es lo único que no se me da de absoluta pena (tampoco estoy diciendo que se me dé bien).
En resumidas cuentas y para no aburrir a los pocos que os pararéis a leer esto: no voy a pedir ningún número de comentarios para subir capítulo. Si queréis comentar bien, sino, no lo hagáis, no quiero que nadie se sienta presionado a hacerlo.
Yo subiré cuando lo tenga escrito, cuando tenga internet o cuando me dé la real gana, y vosotros comentareis de la misma manera.
De esta forma, puede no haber ningún comentario y yo subir cinco capítulos de golpe, porque sí, porque me apetece, porque estoy feliz y los tengo escritos, de igual manera que puede que haya cincuenta comentarios que por los motivos que sean yo tarde en subir un mes.
No estoy segura de cómo están sonando mis palabras, porque en mi cabeza suenan bien y a disculpa por haberos tenido esperando capítulos durante mucho tiempo solo porque no había comentarios, pero sé que mi forma de expresarse no suena siempre como lo pienso, así que quiero aclarar otra cosa: no estoy enfadada, no odio a nadie, no he tomado esta decisión para castigar a nadie, ni para que me odieis ni nada de eso, más bien todo lo contrario; os estoy "devolviendo" la libertad que os quitaba al obligaros a comentar (creo que lo de la libertad ha sonado a dictador absoluto), y porque creo que he perdido y sigo perdiendo muchos lectores por mi capricho de tener cierto número de comentarios.

Eso es todo. Comentad los capítulos que queráis, cuando queráis y como queráis, tanto si son buenas críticas como malas (no sé si en algún momento he llegado a negar las malas críticas, creo que no, porque tampoco me disgusta recibirlas). Hacedlo porque queráis si lo hacéis, porque os apetezca dejar vuestra opinión o animarme (que sí, me animan mucho, aunque no lo parezca)

Y ya aprovechando la poca atención que se suelen poner a estas notas, quiero informaros de una cosa que no sé si he llegado a decir en algún momento, pero creo que es algo más curioso que importante. Esta historia, My love, my heart is breathing for this moment, in time (sí, me encantan los títulos largos), es la segunda parte de una trilogía que se llama Moments. Lo digo porque, primero, no es casualidad que la primera y la segunda parte sigan la canción (sé que sois listos y eso ya lo sabíais), y segundo, creo que cualquier saga, trilogía y demás merece llevar un nombre que los relacione.
Sí, eso quiere decir que después de que acabe esta parte va a haber una tercera, bastante más distinta a esta segunda y por ende a la primera.

Sed felices. Disfrutad del verano, estudiad y mucho ánimos a los que tenéis que recuperar asignaturas. No os paséis con las fiestas, que el alcohol y los porrillos matan neuronas. Encontrad un amor de verano. Leed muchos libros. Y no olvidéis que el amor siempre gana.

Love you all xxoo.

sábado, 27 de junio de 2015

Capítulo 54. Peligro.

Narra Liam.
El alma se me cae a los pies de un golpe que juro haber podido oír. Mi respiración se corta como cuando alguien te da una patada en el estómago. Mi corazón se acelera en apenas unos segundos.
¿Cómo lo ha sabido? ¿Quién se lo ha dicho? ¿Niall? ¿La propia Cassie? Eso ni siquiera tendría sentido, ¿para qué enfadar a alguien que parece que teme? Pero ¿por qué Niall iba a decirle nada? ¿Y cuándo? Porque nos hemos pasado el día juntos, en el hospital, pero juntos.
Es cierto que desde que llegó se está comportando de una manera extraña; apenas habla, mucho menos de lo que la ha ocurrido, de por qué o a donde se ha ido, por no hacer, apenas me ha besado, tan solo se ha mantenido muy cerca de mí, con Matt sobre su pecho, como si se estuviera escondiendo de algo o de alguien, pero eso tampoco soluciona el que se haya enterado de mi infidelidad.
No puedo negarlo, porque simplemente no me veo capacitado como para poder mirarla a los ojos y saber que no estoy siendo sincero con ella.
Por otro lado, si lo admito, se enfadará, porque es obvio que se enfadará, y por tanto, habrá posibilidades de que la pesadilla que he vivido hace unos momentos de que ella vuelva a irse, se convierta en realidad.
Mis ojos están puestos en ella, preocupados, sintiendo como me empiezan a picar por las lágrimas de arrepentimiento que amenazan con salir. Sin embargo, los suyos, están en Matt, quien come tranquilo con su manita cogida por la de su madre.
Mi respiración se mantiene entrecortada mientras pienso algo que decir o hacer, pero cuando sus grande ojos encuentran los míos, sé que estoy perdido y que no hay manera de que piense algo coherente que decirle.

--No te estoy culpando-dice con voz baja y tranquila antes de llevar la vista al niño de nuevo-no voy a decirte que me lo esperara-añade con el ceño fruncido-pero tampoco puedo enfadarme contigo, ya que al fin y al cabo, fui yo la que se fue sin más.
--Alejandra, yo...-trato de decir algo, pero solo salen balbuceos entrecortados-yo no quería, yo solo...te fui a buscar y...ella estaba allí, m-me salvó y-y-y luego...ayudó a María. Zayn estaba muy disgustado y...yo solo...yo solo quise ser amable y...la invité a dormir, pe-pero una cosa llegó a la otra y...yo no pude...quiero decir, ella no me...no me obligó, claro, p-pero yo no pude...evitarlo y...
--Liam-me corta de manera suave-tranquilo-añade con una pequeña sonrisa- Está bien, lo entiendo. No te preocupes...
--Sí que me preocupo-me defiendo-Porque...no quiere que l hagas daño, ella...ella no tuvo la culpa...

Veo como alza la vista desde Matt hasta mí para mirarme a los ojos y ver como parpadea con rapidez, sorprendida. Pero poco a poco su expresión va tornando a una de dolencia.

--Lo que te preocupa es que la haga daño-susurra retirando su mirada-La que te preocupa...es que la haga daño-repite, como si intentara comprenderlo.
--Sí, es lo que me preocupa-admito buscando sus ojos, tratando de saber cuál es su expresión facial en estos instantes.

Entiendo que se siente traicionada porque me preocupe más el que le haga daño a Cassie que el que ella me deje otra vez, pero si ya me ha prometido que nunca va a irse de nuevo, por lo que temo es por la vida de Cassandra, y de su hijo.
Aunque el motivo de su triste tono de voz viene dado por algo que no me esperaba.

--Piensas que voy matando a la gente por gusto-sisea con voz tensa, ya no triste. Vivan los cambios de humor incomprensible para el género masculino-Piensas...piensas que soy una asesina-insiste con lo mismo, mientras aleja a un satisfecho Matt de ella y le deja tumbado en el sofá, con expresión soñolienta-Piensas que soy peligrosa, añade con cierto aire de sorpresa mientras se levanta del sofá.
--Ale, yo no he dicho eso...-respondo con tono calmo, aunque por dentro estoy temblando, solo por como puede reaccionar.
--Es precisamente lo que estás diciendo, Liam-escupe clavando sus ojos en los míos, haciéndome sentir un ratón frente a una serpiente hambrienta-¿Me tienes miedo? ¿Tienes miedo de que te mate?

Sí.

--No-me contradigo a mí mismo, tratando de sonar lo más serio y contundente que puedo-Sé que a mí no me harías daño.

Ella suelta una risa cínica mientras camina por la habitación.
Admito que después de todo lo que he visto; después de su barrio, después de los disparos, después de los navajazos, después de los Cobra, después de haber vivido todo eso, creo que nunca he sentido tanto miedo como ahora. No sé lo que piensa, no sé por qué se está comportando así, no sé quién es ella, porque me niego en rotundo a pensar que es la misma chica que se fue de aquí hace meses.

--Estás mintiendo, Liam-dice como si le hiciera gracia todo esto-¿Me puedes decir qué motivos te he dado para que pienses que quiero hacerte daño? ¿Que pueda hacerle daño a ella?
--Llevas varias armas siempre contigo-me atrevo a reprochar mientras me levanto del sofá con lentitud, solo para llevar la discusión a otra sala, lejos de Matt-En cuanto alguien te sorprende ya tienes alguna de ellas puesto en él, en mí normalmente-hablo mientras me acerco a ella, tratando de parecer grande e intimidante, pero ella no se achanta, ni siquiera parpadea-Vienes de un barrio donde la gente se mata por ser el líder de...cuatro calles chapuceras y llenas de muerte. Has desaparecido del mapa durante meses, y cuando vuelves, no pareces la misma chica dulce y asustada, la pequeña chica que odiaba ese lugar con toda su alma. Realmente no sé quién eres Alejandra, no sé en qué te has convertido ni por qué lo has hecho, así que no me preguntes a mí el porqué de que te tema cuando pierdes los estribos, porque sabes perfectamente que eres peligrosa.

Mis palabras parecen ablandarla un poco, casi dolerla el hecho de que la esté acusando, de que la esté recordando quién o cómo es, de dónde viene, o el simple hecho de querer saber qué es lo que ha pasado en mi ausencia como para que ahora se esté comportando así. Porque sí, cuando está con los chicos es dulce y tranquila, es cariñosa y no parece tener que estar a la defensiva, tal y como era antes conmigo, pero ahora, ahora parece que también me ve como a su enemigo, y sé perfectamente lo que ocurre con sus enemigos.
Su mirada por unos segundos parece la de la Alejandra buena e inocente de siempre, pero eso parece esfumarse como si el viento se lo llevara, ya que me vuelve a mirar de manera dura y amenazante.

--Si quisiera matarte llevarías muerto meses, Liam Payne-sisea muy cerca de mí-Si realmente lo quisiera llevarías bajo tierra desde hace tiempo.
--Yo no he dicho que quieras matarme-contesto, en voz baja, ya que estamos prácticamente pecho contra pecho-Pero eso no quiere decir que no seas peligrosa y que puedas hacerlo por un equívoco.
--Si tanto miedo te doy, si tan mala, horrible y peligrosa soy, dime, qué es lo que hago aquí. Por qué no me has denunciado, por qué no me has echado de tu casa y te has quedado con la perra de Alexia.

Y antes de que me dé cuenta, su espalda está contra la pared y mi pecho presionando el suyo. No como una defensa, mucho menos como un ataque, sino porque no he podido evitar besarla con tal fuerza. Ella no parece dudar, ya que me sigue el ritmo, metiendo sus manos por debajo de mi camiseta, acariciando mi abdomen con sus dos manos, mientras yo sujeto su cara con una de las mías.
Mierda. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy haciendo con ella? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Estábamos discutiendo sobre lo peligrosa que puede llegar a ser, sobre que podría matarme a mí por un error o a Cassandra por un impulso de ira, y sin embargo, aquí estoy, dejando que ella retire mi camiseta y la tire por cualquier lugar mientras yo cojo sus piernas y hago que se coloquen en torno a mi cintura, apretando aún más su espalda contra la pared y mi cadera contra la suya, lo cual provoca que ella gima con fuerza.
Siento como sus manos bajan hasta mis pantalones y mete la mano en ellos para acariciar mi miembro por encima de los bóxers. Un gruñido sale por mi parte mientras aparto mis labios de los suyos con el ceño fruncido.
Escucho como ella ríe por lo bajo antes de dejar besar húmedos por mi barbilla, moviéndose por mi mandíbula hasta llegar a mi oído.

--¿No era peligrosa? ¿No tenías miedo de que te matara sin querer?-pregunta en un ronroneo antes de pillar el lóbulo de mi oreja entre sus dientes, lo cual hace que suelte un ligero jadeo.
--De algo hay que morir en esta vida-es lo único que respondo antes de atrapar sus labios entre los míos.

Con una de mis manos decido desatar sus zapatillas, encontrando así que en uno de sus tobillos hay lo que parece una pistola de tamaño pequeño. No digo nada, ni siquiera me preocupo, y la dejo caer al suelo mientras siento como ella sonríe en medio del beso al tiempo que sigue acariciando mi entrepierna sin descaro alguno. Para cuando voy a quitar su otra deportiva, encuentro una navaja.

--¿Es que no hay ni un lugar en el que tengas algo con lo que matar?-pregunto sobre sus labios mientras dejo caer el otro arma al suelo, junto con sus zapatillas.
--Sí, sí hay un lugar en el cual no llevo nada peligroso-responde antes de morder mi labio inferior y comenzar a succionarlo.

Me gustaría tener tanto miedo como el que tenía hace diez minutos, pero simplemente no puedo, ahora mismo el miedo se ha esfumado y en lo único en lo que pongo mi atención es en desabrochar sus vaqueros, encontrándome con otras dos armas de fuego. Ni siquiera sé cómo pasa los controles de seguridad en los aeropuertos.
Tengo que bajar un momento sus piernas al suelo para poder quitar por completo sus vaqueros, lo cual aprovecho para ir repartiendo besos por sus torneadas piernas. con ligeras mordidas que realmente no quiero dejar, porque no quiero que tenga marcas de ninguna clase, pero no puedo evitarlo. Mientras estoy apartando sus pantalones, veo como su top acaba en el suelo, junto con otro arma de fuego, la que ya me conozco de memoria al haberla tenido tocando mi cabeza más de una y de dos veces, y junto a la navaja que ha estado conociendo mi cuello hace escasos veinte minutos.
Para cuando me levanto, apenas me da tiempo a besarla, ya que me media vuelta a mi cuerpo y me pega con la espalda a la pared. Ella no se lo piensa tanto y tan solo baja de un tirón mis pantalones hasta que acaban en el suelo, junto con mi ropa interior.
Estrella sus labios sobre los  míos cuando vuelve a subir, notando como hay una sonrisa proveniente ella que se me contagia sin saber el motivo, pero ella se encarga de explicármelo, llevando de nuevo sus labios a mi oído y sus manos a mi erección.

--Vamos a tener que tener cuidado con esto-susurra mientras siento como mueve una de sus manos de arriba abajo.

Yo solo puedo gemir, quizás demasiado alto como para estar nuestro niño durmiendo a unos metros y Cassandra en el piso de arriba, pero bueno, Matt ni siquiera se entera y Cassie ya estará enterada de lo que está pasando.

--¿Por qué?-soy capaz de preguntar con voz jadeante.
--Porque un día de estos me vas a matar tú a mí y con una mejor arma de fuego que cualquiera de las que yo tengo-bromea antes de besarme con fuerza de nuevo.

Siento como la temperatura sube en mis mejillas, aunque dada la situación, no le tomo importancia. Cojo sus piernas de nuevo para poder coger una buena posición. De nuevo otro giro entre nosotros, que esta vez la deja a ella con la espalda contra la pared.
No necesitamos preparación, ni un aviso ni pensárnoslo mucho, nuestros cuerpos ya están en llamas, nuestro corazón bombeando con fuerza, nuestras respiraciones sonando pesadas por toda la sala, acompañadas de débiles jadeos que se tornan fuertes gemidos en cuanto doy la primera estocada, y largos gritos que deben de estar asustando a todo el vecindario cuando apenas llevamos quince minutos.
No sé cuánto tiempo pasa, no sé si Matt debe de estar despierto, si Cassandra debe de estar tratando de dormir, si debería sentir miedo o si esto ha sido lo correcto para la situación en la que nos encontrábamos, pero cuando me dejo ir, ya nada me importa, salvo que siento como veo las estrellas. Ella me acompaña pocos minutos después, y a lo único que llegamos es a quedarnos tumbados en el suelo.
Siento mis brazos y mis piernas acalambrados de haber estado sujetándola durante todo este tiempo, pero tampoco me importa, al menos mañana tendré agujetas por una buena razón.
La miro a los ojos, próximos a los míos, viendo los mismo ojos de hace meses, viendo a la misma chica sonriente, dulce, no inocente, pero buena y tranquila, insegura y aparentemente inofensiva, la misma Ale de siempre, junto a mí. Por algún momento comenzamos a reír, y de manera extraña, eso es lo que causa que Matt se despierte y no nuestros anteriores gritos.
Decido levantarme a por él para poder acunarle contra mi pecho mientras le digo palabras dulces y tranquilas. Me siento en mi anterior posición, junto a Ale, para ver como ella sonríe de manera radiante, primero a mí y luego a Matt. Y pienso, que quizás no seamos la familia más normal del mundo, pero que tampoco seremos la más extraña, o mucho menos la que menos se quiera. En la que haya más confianza, más secretos o más peligro no lo sé, pero al menos nos queremos, y eso parece ser suficiente, al menos de momento.

-Moments-

Cuando abro los ojos no sé cuánto tiempo he dormido ni qué ha sido lo que me ha despertado. Sospecho de que la manta que hay sobre mí ha sido puesta por Ale, de la cual, no hay rastro. 
Matt sigue apoyado en mi pecho, dormido, tranquilo.
Miro a mi alrededor, pensando en si Ale de nuevo estará fuera, amenazando a alguien, aunque lo dudo, ya que hay demasiada luz como para no levantar sospechas de los vecinos.
Quizás esté en la ducha, puede que en el baño o desayunando-pienso sin alterarme, ya que siento su promesa de que no se volvería a ir sin darme una explicación, y además, Matty sigue conmigo.
Me levanto del suelo, viendo mi ropa, solo la mía, tirada por el suelo de anoche. Extraño, sin duda, pero aún nada de lo que sospechar. Dejo a Matt en el sofá por un momento mientras me visto de nuevo, solo para no no crear momentos embarazosos con Cassie, y le cojo de nuevo para dirigirme a la cocina, solo en busca de su presencia.
En isla de la cocina veo una figura femenina, alta, muy alta, con el cabello negro recogido en una coleta y un pijama largo que cubre sus piernas hasta los pies.

--Buenos días-me saluda con una brillante sonrisa, antes de seguir cortando lo que parece que es tomate.
--Buenos días, Cassie-respondo de la misma manera, pero aún algo confundido por no ser Ale a la que vea aquí.
--Entretenida la noche ¿eh?-dice con tono jocoso, sin levantar la vista del desayuno que debe de estar preparando.

Siento toda mi cara llenarse de rubor, pese a que ya daba por hecho que ella nos había escuchado.

--Mmm, sí-respondo en voz baja mientras me siento en un taburete, Matt aún dormido y pegado a mí-¿Has visto a Ale?-la pregunto, solo por curiosidad.

Veo como su ceño se frunce por encima de esos ojos azules tan puros y brillantes que impactan con los míos de manera breve antes de volver a agachar la cabeza e indicarme con un movimiento de cabeza que mire hacia mi derecha. Doy así con unos cinco biberones llenos de leche junto a un paquete enorme de pañales, chupetes, varias mantas y algo de ropa tamaño bebé.
La miro algo extrañada, tratando de saber a lo que se refiere con eso, ya que sí, esas son las cosas de Matt, pero no me dice nada acerca de Alejandra, pero la mirada no me es devuelta y simplemente actúa de manera fría y robótica mientras se da media vuelta para preparar algo relacionado con huevos.
Me levanto confuso del taburete y me dirijo a todas esas cosas que son de mi bebé para encontrar junto a un peluche de conejito, una nota con su estilizada caligrafía.

He tenido que irme esta mañana, parece que hay algunos problemas.
No te preocupes, volveré antes de la cena. 
Aquí tienes todo lo necesario para cuidar de Matt.
No dejes que Alexia se acerque a él.

Te quiere. Ale xxoo



Narra María.
--¿Qué ha pasado?-pregunto en voz baja, mientras él se tumba de nuevo en la cama, dejando salir un suspiro cansado.
--Nada-confirma mientras dejo el móvil en la mesilla de noche-Liam se ha puesto un poco nervioso porque pensaba que Alejandra se había ido de nuevo-añade en esa voz baja-pero en cuanto la ha encontrado se ha tranquilizado, o algo así.
--Está bien-respondo sin poder evitar una sonrisa tierna con el hecho de que Liam la necesite tanto.

Él asiente con la cabeza mientras se acurruca en su lado de cama, tapándose con las mantas hasta su nariz.
Puedo ver como sus grandes ojos están abiertos de par en par y no puedo evitar sonreír, sin apartar un segundo mis ojos de los suyos.

--¿Qué pasa?-susurra algo divertido, con la cara descubierta, haciendo que prácticamente sienta mis labios vibrar dada nuestra cercanía.
--Nada-contesto de la misma manera-Eres precioso.
--Ni siquiera me estás viendo-dice sin apartar el tono jocoso.

Y aunque sea verdad lo que dice, y ni le vea debido a la oscuridad de la noche, estoy segura de que sus mejillas se han enrojecido, solo porque haya alabado su belleza -una vez más-.

--Eso no quiere decir que no lo sea-susurro.

Me acerco a él el pequeño espacio que nos separa y encuentro sus labios sin problema, acariciándolos con los míos de manera suave, lenta, delicada y cariñosa.
Siento como una sonrisa escapa de sus labios en mitad del beso.

--Te quiero-susurro mientras con mi mano derecha acaricio su cuello con las yemas de mis dedos.

Entonces recuerdo, recuerdo nuestro primer "Te quiero". Recuerdo lo mucho que tuve que pavonearme y tirarle fichas para que se acostara conmigo, y lo mucho que él siempre se negaba, solo por no querer ser uno más. Recuerdo lo mucho que me gustaba y lo que realmente necesitaba que él quisiera estar conmigo. También recuerdo las veces que me negué a mí misma estar sintiendo algo por él, algo tan fuerte y poderoso que me hacía sentir débil y a su total merced. Obviamente, recuerdo la primera vez que lo hicimos, en el pasillo de la entrada de la misma casa en la que ahora estamos viviendo, ya que no quería -ni podía- esperar más a sentir su cuerpo contra el mío.
No fue algo tierno de película Disney, ni algo pasional y profundo a lo Crepúsculo. No fue un 'te quiero' de adolescentes de instituto, tipo High School Musical, ni mucho menos fue un te quiero, dulce, empalagoso y suave como sus canciones. Tan solo fue un 'te quiero' después de haber tenido sexo, un 'te quiero' que salió de manera totalmente inconsciente por mi parte, algo que no planeaba decirle a nadie en mucho tiempo, y que él me sonsacó apenas en unos días.
Siento cómo hace círculos por encima de mi tatuaje, aquel pájaro volando libre de la jaula porque yo no pertenezco a nadie y soy libre y nadie me puede frenar, ni encerrar, no tantas otras cosas. Pero la verdad, es que junto a Zayn y Malcom, no me siento encerrada ni presionada de ninguna manera.
Su pecho se infla, parece que para coger aire, antes de dejar salir de manera dulce y prácticamente pegado a mis labios un:

--Y yo a ti.

-Moments-
Escucho cómo mi móvil vibra con violencia contra la madera de la mesilla, indicándome que ya debe de ser hora de ir a clase.
Gruño algo molesta, acurrucándome junto al cálido pecho de Zayn por unos segundos, antes de obligarme a mí misma a levantarme, ya que sino me quedaré dormida.
Me despego con cuidado de Zayn, quien parece dormir profundamente, con sus labios gruesos, unidos de manera débil. Su pelo completamente despeinado. Su pecho subiendo y bajando con calma. Me permito el lujo de quedarme algunos minutos más observándole, viendo sus largas pestañas, su nariz, que deja salir un suspiro tranquilo cada poco tiempo. Algo de barba se muestra en su barbilla y por encima de su labio. Siempre me gustó que se dejara crecer algo de barba, puede que esta vez lo consiga.
De manera inconsciente acaricio su mejilla, haciendo que él mueve su cara en busca de más contacto por mi parte.
Sonrío antes de dejar salir un suspiro, y finalmente, levantarme tan cuidadosa y silenciosa como puedo, ya que él no tiene por qué levantarse pronto, al menos de momento.

--Buenos días-murmura de repente.

Me giro de golpe para ver como sonríe de manera ladeada mientras entreabre un ojo.

--Mierda, lo siento-respondo en un susurro-No quería despertarte.
--No te preocupes-dice aún sonriente antes de dejar salir un bostezo-¿Qué hora es?-pregunta con cierto aire desorientado, acariciando su pelo ya bastante desordenado.
--Las siete-contesto antes de dejar un beso en mi mejilla.
--¿Por qué tan pronto?-pregunta quejica con la cara contra la almohada.
--Me tengo que ir a clase-respondo mientras me muevo hasta el armario para coger algo de ropa y poder meterme a la ducha.

Oigo como gruñe molesto. Supongo que pensaba en quedarse otro día más en la cama hasta tarde junto a mí, hasta que viniera M a despertarnos y decirnos que es hora de levantarse, porque sino el día no cunde, tal y como haría una madre.
Y pensando en Malcom...

--¿No tenías que ir con M al médico?-pregunto mientras me meto en el baño, sabiendo que podré escucharle.
--Sí-oigo que dice con voz adormilada-Pero aún quedan horas...

Río negando con la cabeza a sabiendas de que al final acabará por levantarse.
Me meto en la ducha, pensando en Malcom; en la cita con el médico, en su recuperación, en su posible futuro en el colegio...
Sus heridas están curadas, y de ellas, solo quedan algunas malas cicatrices que siempre le recordarán el daño que le hicieron, pero también lo fuerte que es como para superarlas. Su piel sigue pálida, pero porque es así, no porque esté desfallecido, no por el abandono. Prácticamente se encuentra recuperado, su cuerpo casi tolera las comidas como cualquier otro niño, aunque quizás haya que seguir controlando su peso para que no esté más bajo de lo debido. Pero eso no es importante, no cuando parece tan feliz como cualquier niño de su edad, como cualquier persona que no ha sufrido un trauma como el que realmente ha vivido.
Comienzo a lavar mi pelo tranquilamente, ahora pensando en cuanto tiempo llevaré aquí pensando o en si llegaré tarde, cuando siento como unos brazos rodean mis caderas.
Una parte de mí, la más lógica, me dice que sonría y me dé media vuelta para besar a Zayn y quizás poder tener unos buenos días entretenidos.
Otra, aquella que se encuentra al final de mi mente, en mi pasado, en mis recuerdos, obliga a mi cuerpo a reaccionar de otra manera distinta: como defensa.
Me giro y sin pensarlo apenas, mi puño impacta contra su nariz. Él pierde el equilibrio y resbala, quedando sentado en la bañera, como Dios le trajo al mundo, y de inmediato sangrando por la nariz de manera escandalosa.
Llevo una de mis manos a mi boca para reprimir el grito de sorpresa, que acaba saliendo de mí.

--¡Oh Dios! ¡Lo siento!-exclamo mientras se arrodilla para llegar a él-¡Lo siento! ¡Lo siento!

Él me mira perplejo, como si no se lo creyera, con su nariz golpeada y llena de sangre.
Pasados unos segundos, su rostro comienza a expresar una mueca de dolor.

--¡Joder!-chilla llevándose la mano derecha a la nariz-¡Me acabas de pegar!
--¡Me has atacado por la retaguardia sin avisar! ¡Me has asustado!-me excuso-Dios...perdón-añado tratando de llegar a mi nariz.
--Me duele-murmura-Mierda...¿por qué lo has hecho?-pregunta, sonando más curioso que acusador.

Cojo aire, sintiendo mi respiración pesada, mientras busco una respuesta lógica que darle, pero lo único que llega a mí son recuerdos de aquella nefasta noche, y de repente, siento como si mi cuerpo volviera a estar dolorido y sucio.

--Porque no me lo esperaba-susurro apartando la sangre con cuidado-No puedes hacer eso, Zayn...Aún recuerdo a Jason-añado en voz baja-y el hecho de que me toques sin que lo tuviera previsto y mucho menos de que te viera ha hecho que me defienda de manera inconsciente.

Nos quedamos por un momento en silencio, con las respiraciones algo agitadas por el mismo motivo: mi miedo inconsciente a Jason. Porque aunque lo haya superado, aunque haya entendido que es Zayn el que me toca y no ese monstruo, aunque sepa que él nunca me hará lo mismo, una parte de mi mente ha quedado marcada de por vida, aunque aquello ocurriera hace diez meses.

--Lo siento-murmura realmente arrepentido mientras se levanta con lentitud del suelo.
--Yo he sido la que te ha pegado-susurro con una sonrisa ladeada, divertida.
--Yo he sido el que te he asustado-contesta con voz gastada.

Antes de que diga nada, me rodea con sus brazos y me pega a su pecho.
Imágenes aún llegan a mi mente de aquel día. Inconscientemente, entierro mi cara en su cuello e inspiro con fuerza, sintiendo aún ese miedo atroz, pero no a Zayn o a lo que pueda hacerme, sino a los propios recuerdos que nunca abandonarán mi mente.

--¿Papi?-escucho esa dulce y fina voz llamar a Zayn, despierta y preocupada, desde el otro lado de la puerta.

Me separo para mirarle y ver como él también sonríe de manera amplia, aunque avergonzada, ya que hemos despertado a M con nuestros gritos llenos de miedo.
Trato de responder con un "¿Qué ocurre?", pero antes de que eso ocurra, las cortinas de la ducha son abiertas y los ojitos de Malcom llenos de preocupación llegan hasta nosotros.
Pero esa preocupación, rápidamente es sustituida por el más fuerte y horrible de los miedos. Su natural y brillante palidez se convierte en un pálido fantasmal y falto de vida. Sus ojos se llenan de lágrimas y todo su cuerpo tiembla con violencia.

--Hey, pequeño ¿qué te pasa?-pregunta Zayn mientras acerca una mano hacia él.

Entonces veo como la sangre de su propia nariz gotea de su mano. Su mirada llega hasta mí, al mismo tiempo que yo también me miro a mí misma para ver como mi torso también está lleno de sangre, al igual que el suyo y al igual que parte del suelo de la bañera. Y eso solo debido a un golpe en la nariz.

--No te preocupes, M, es solo sangre de la nariz, no pasa nada-le aseguro con una sonrisa mientras trato de acercarme a él.

Pero él se aleja con rapidez. Su rostro demacrado por el miedo y la agonía. Las lágrimas recorriendo sus mejillas. Su respiración agitada y rápida.

--Oye, que no pasa nada, es solo un poco de sangre-insiste Zayn, saliendo de la bañera, solo para que vea que no pasa nada.

Para mi sorpresa, me doy cuenta de que lo que le da miedo no es la sangre, ni que Zayn o yo estemos heridos, sino el propio Zayn.

--No me toques-sisea echando dos pasos hacia atrás.
--Malcom-consigue decir su padre con una mezcla de preocupación y confusión-sabes que no pasa nada, cariño, yo nunca te haría daño.
--No me toques. No me toques-sigue murmurando mientras se aleja de él hasta salir del baño, y entonces, echar a correr a algún lado de la casa.

Zayn se queda quieto en su sitio. Helado. Paralizado. Confundido. Perdido.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué huye de él? ¿Por qué de repente parece que nos tiene miedo, que tiene miedo a su propio padre, cuando hace dos meses que no tiene miedo a ningún adulto? ¿Qué ha ocurrido que le haga temer de nuevo? Sabe que ni Zayn ni yo nunca le dañaríamos, que nunca haría nada que le perjudicara, que le queremos como nunca a nadie hemos querido, y aún sabiéndolo, algo en su mente se ha descolocado lo suficiente como para que de repente olvide todo lo que nos importa.
Salgo de la ducha mojada, con jabón todavía en mi cuerpo y parte de mi pelo. Cojo una toalla y me rodeo con ella antes de coger otra y acercarme a Zayn, que ni se ha movido un pelo, aún por el golpe que ha debido provocarle que M le tenga miedo. Coloco una mano en su hombro derecho, haciendo que el se gire de un golpe para mirarme, con esos ojos grandes y castaños, ahora aguados y apunto de derramar lágrimas.

--Vamos a ver qué le ocurre-susurro acariciando su hombro, ya frío por haber estado mojado por un momento, con cariño antes de dejar un beso.

Lo único que hace es asentir con la cabeza antes de besar mis labios y volver a la habitación.
Nos colocamos cualquier cosa en el cuerpo y Zayn coloca un pañuelo en su nariz para que deje de sangrar antes de ir en busca de nuestro pobre niño asustado y marcado.
De inmediato vamos a su habitación, sabiendo que estará allí, posiblemente llorando, pero cuando entro, no encuentro nada. Su cama está sin hacer, la persiana aún bajada, pero nada de él.
Me meto en el baño, susurrando su nombre para que no se asuste si le llamo en voz más alta, pero no, tampoco está ahí, ni en la bañera, ni en el mueble del lavabo.
Salgo del baño con un nudo en el pecho, pensando en dónde o cómo podrá estar mi pequeño, en por qué teme a Zayn, en si estará llorando, en si piensa que no le quiero o que yo le voy a hacer daño.
Decido salir de su cuarto y buscar por el resto de la casa, sintiendo ese nudo de lágrimas y preocupación apretar cada vez con más fuerza, y por la cara de Zayn y la manera en la que revuelve toda la casa junto a mí, con lágrimas rodando por sus mejillas, doy por hecho que está igual.
Casi una hora pasa, y no hay señal alguna de Malcom; ni un ruido, ni una llamada, ni un llanto. Nada que nos indique que él siga en esta casa, pero si no esta aquí, ¿dónde iba a estar?
Sin decir nada, Zayn sale desesperado al jardín de atrás, dejando salir un sollozo sin importarle nada ni nadie, salvo su niño. Por otro lado, yo decido pensar de manera calma y serena, sabiendo que algo se nos ha pasado por alto y que seguro que él sigue en la casa, asustado y puede que llorando todavía, pero dentro de casa.
Por inercia vuelvo a su cuarto, a pasos lentos y sintiendo una fuerte corazonada que me dice que no estoy muy lejos de donde él se encuentra.
Miro de nuevo entre las mantas, debajo de la cama, en el armario, en la bañera de su cuarto, entre sus juguetes, pero no parece haber señales de él. 
Escucho como Zayn le llama en voz alta por el jardín, desesperado, llorando sin control, esperando encontrarlo fuera, pero la verdad es que sigo dudando de que haya salido de casa.
Suspiro resignada, pensando en qué otros rincones de la casa puedo buscar, cuando me doy cuenta de que sé dónde está.
Bajo las escaleras todo lo rápido que puedo hasta llegar a la cocina.
¿Cuál es su lugar favorito para esconderse en el escondite? ¿Cuál es el sitio en el que Zayn siempre le dice que tiene que meterse si hay peligro? ¿Cuál es precisamente el sitio en el que tanto Zayn como yo hemos olvidado mirar? Sin duda alguna, hemos sido mucho más lentos que él a la hora de pensar.
Abro las puertas de la alacena con cuidado, buscando algún paquete que esté fuera de su sitio que me indique en qué parte puede estar escondido, pero todo parece tan colocado como siempre. 
Tiene que estar por aquí, sé que tiene que estar por aquí.
De nuevo, trato de pensar con toda la lógica que puedo y pienso en que si está asustado y escondido, me habrá escuchado entrar, por lo que se estará esforzando en no hacer ni un ruido para que piense que aquí no está. Abro la puerta de la alacena y doy pasos en mi sitio, como si estuviera saliendo y cierro la puerta, esperando a que realmente esté aquí.
Pasa un largo e interminable minuto en el que no oigo nada, salvo mi propio corazón latir con fuerza, y por fin, un ligero sollozo se escucha a mi lado derecho. Me agacho de manera silenciosa, con intenciones de llamarle lo más tranquila y suave que puedo, cuando escucho como entre lágrimas comienza a cantar de manera débil y ahogada.

--Let the birds sing, dilly, dilly, and the lambs play, we shall be safe dilly, dilly, out of harm's way...

Se escucha como tiene la respiración ahogada y cómo se para en medio de las palabras para coger un aire que realmente le falta.
Siento su miedo, siento su miedo a pesar de todavía no verle, siento sus temblores y siento como trata de huir de los tormentosos recuerdos que no le dejan vivir, porque sí, no puede ser otra cosa que sus propios recuerdos lo que le hayan asustado de esa manera.
Una lágrima rueda por mi mejilla mientras muerdo mi labio inferior, sabiendo que mi miedo también es el suyo, sabiendo lo que siente y sabiendo que en su pequeño y dañado cuerpo, el dolor es más profundo y perdurará mucho más tiempo.
Cojo aire de manera silenciosa y comienzo a quitar cajas de manera lenta, haciendo que su dulce voz se apague y lo único que se escuchen son sollozos y una respiración muy ahogada, a punto de quitarle el aire.
Sé que le estoy asustado, sé que quizás esta no sea la manera de hacerlo, pero Dios, no puedo evitar querer abrazarlo y hacerle saber que todo está bien, por lo que sigo quitando cajas, cada vez más rápido, hasta que veo sus pies descalzos, encogidos.

--Lavender’s green dilly, dilly-comienzo a cantar la reconocida nana de cuna que él estaba cantando anteriormente, esperando que así, se tranquilice-Lavender’s blue, if you love me, dilly, dilly I will love you...

Veo sus grandes ojos rojos e hinchados, como si no hubiera parado de llorar por un segundo. Sus mejillas están húmedas por completo y parece que trata de apartarse esos mocos que a todo el mundo le salen cuando lloran. Contra su pecho aprieta un oso de peluche. Trata de apretarse más contra la pared que hay a su espalda.
Se encoge haciéndose aún más pequeño de lo que pensé que podría ser, esconde su cabeza bajo sus brazos y comienza a murmurar.

--No me pegues. No me pegues. Voy a ser un niño bueno. Voy a ser un niño bueno. Haré todo lo que quiera, pero no me pegues-dice entre lágrimas, con voz rota y absolutamente llena de terror.

Veo como un pequeño charco se forma a su alrededor de manera lenta conforme sus lágrimas aumentan. Está claro que se ha hecho pis, y no por ganas o necesidad, sino por miedo, por un miedo absoluto que no le deja ni siquiera pensar en quien soy o a quien le está suplicando clemencia.

--Malcom, cielo...-susurro con voz quebrada.
--No me hagas daño, por favor-me pide en un sollozo suplicante.
--Nunca te haría daño, pequeño-le aseguro en voz baja alargando mi mano para poder acariciar su mejilla, pero él aparta su cara con rapidez.

Veo como muerde su labio para evitar soltar más sollozos, hasta el punto que puedo ver como empieza a hacerse una herida. Suspira con la respiración entrecortada y los ojos cerrados con fuerza, aún tratando de alejarse más de mí, como si yo fuera a hacerle daño.

--M...soy yo, Mary, sabes que puedes confiar en mí...-susurro mientras me acerco a él con cuidado.

Pero él solo murmura más cosas acerca de que lo siente y de que va a ser un niño bueno.
Acabo en ese pequeño hueco de la alacena, encogida y no demasiado cómoda, pero al lado de mi pobre niño asustado al menos.
Tal vez debería dejarle solo, quizás solo debería quedarme aquí quieta y esperar a que se calme, puede que lo lógico fuera llamar a Zayn y avisarle de que está bien, y sin embargo, lo único que finalmente hago es cogerle para dejarle contra mi pecho.
Él ni siquiera trata de evitarlo o defenderse. Parece que no solo le hicieron aprender que debía ser un "niño bueno", estar callado, someterse a lo que le hicieran, no llorar ni huir, sino que también le inculcaron el pensamiento de que debía quedarse completamente sumiso, callado, sin oponer resistencia, a la hora de recibir un castigo.
Hago que se quede cómodo, con la cabeza contra mi pecho mientras yo me limito a acariciar su espalda y a dejar besos en su frente, en sus mejillas y en su pelo revuelto mientras susurro que no se preocupe, que todo va a ir bien, que nadie le va a hacer daño, que le quiero más que a nada en el mundo.
Nos quedamos de este modo durante un largo tiempo que no me veo capaz de calcular, pero que de igual manera ya sé que no voy a llegar a tiempo a clase, y la verdad es que no me puede importar menos.
El silencio nos rodea por completo, ya ni siquiera escucho a Zayn llamarle, lo cual no sé si me alivia o me preocupa. 
Su respiración se tranquiliza muy poco a poco y deja de sollozar asustado. Se mantiene con la cara en mi pecho, justo enca de mi corazón, con los ojos cerrados y las mejillas húmedas.

--Lo asiento-susurra rompiendo el silencio.
--No tienes por qué disculparte-resoondo muy segura antes de dejar otro beso sobre su cabeza.
--Lamento haber actuado de esa manera...

No puedo evitar sonreír, con mis labios sobre su pelo, preguntándome tantas cosas acerca de él y su mente...¿En algún momento habrá pensado o hablado como un niño? ¿Se dará cuenta de que los niños de su edad no hablan así? ¿Podrá ver que habla como los adultos?
Y también, pienso en lo que un niño de su edad hubiera dicho "Per rona po haber hacido esho" porque...Dios, ha cumplido cuatro años apenas hace unos meses, él debería estar empezando el primer curso de preescolar, debería estar pintando con ceras de colores dibujos sobre mariposas, debería estar pegando bolas de algodón en un muñeco de nieve, aprendiendo los colores, los números hasta el diez, las primeras letras, y sin embargo lamenta haber actuado de esa manera, de una manera en la que cualquier pequeño actuaría al meterse en la cama con la luz apagada, pensando en que hay monstruos en el armario que le van a comer.

--Veros desnudos...con sangre-murmura aún sin abrir los ojos, sin moverse un ápice de su posicion-veros así...me ha recordado a...él... Él se desnudaba y me decía que yo hiciera lo mismo, pero yo no quería, porque sabía lo que ocurriría después. Cuanto más me negaba más agotaba su paciencia. Me daba un bofetón, me dejaba tirado en el suelo...y me quitaba la ropa rompiéndola... Después me hacía daño, mucho daño y siempre me hacía sangre.
>>Me dolía mucho. Me hacía mucho daño. Yo le decía que parase, que haría cualquier otra cosa que pidiera...


Llegados a este punto, yo solo dejo que las lágrimas salgan silenciosas mientras le aprieto con cariño contra mi pecho, escuchando lo que tanto le tortura, lo más horrible que le hubiera podido hacer a nadie y mucho menos a un niño; violarle.
Su voz ha subido una octava debido al llanto que de nuevo atenaza su garganta, pero que no parece querer salir. Toma aire y continúa con su triste recuerdo.


--Pero él nunca paraba, no hasta que me ensuciara por completo...haciéndome sentir usado y menospreciado...
>>Le daban igual mis súplicas, mi llanto, mi edad...le daba todo igual...y a Kate también. Lo único de lo que ella se quejaba era de que no teníamos dinero como para que me rompiera la ropa cada vez que quería...-veo como muerde su labio de nuevo con fuerza.

Sus ojos se aprietan, queriendo despertar de la pesadilla de sus recuerdos. Su mano se aprieta en mi camiseta y puedo ver como deja salir un par de lágrimas. Yo me limito a acariciar sus mejillas para hacerle saber que estoy aquí y que le estoy escuchando.

--Él...-dice con voz ahogada y trémula-él siempre solucionaba todo diciendo que...cuando tuviera doce años y sirviera para algo me prostituirían...porque para eso es para lo único que serviría...para dejar que otros hicieran lo que quisieran conmigo a cambio de dinero.
--No...eso no es así, pequeño-le aseguro en voz baja, acariciando su espalda con mi mano-Eres maravilloso. Eres muy amable, muy bueno y muy inteligente. Tú vales para todo lo que te propongas...
--A veces me siento sucio...y me duele, me duele como si aún estuviera allí, como si todavía estuviera allí tirado, en mi manta sucia y rota, llorando en voz baja para que no me escucharan y se enfadaran...
>>Todavía siento que me voy a despertar allí, y que ni Zayn ni tú estaréis conmigo, que nunca fuisteis a por mí, que nunca me sacasteis, que nunca me quisisteis...
>>Me siento un penoso Segismundo, encerrado en su torre como una horrible bestia indomable a causa de la soledad, sin poder distinguir su vida de la de un sueño, sin saber lo que es real y lo que es una fantasía, sin saber lo que soy ni lo que merezco...

Ambos nos quedamos en silencio. Él con sus pensamientos, tranquilo, acurrucado en mi pecho. Yo, pensando en lo que estará queriendo decir, en quien es Segismundo y en por qué dice que se parece a él.
--La vida es sueño-murmura sacándome de mis pensamientos. Y antes de que responda, ya me está explicando a lo que se refiere-Es la obra más famosa de Calderón de la Barca, fue un escritor español... Escribe muy bien...
>>¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratais así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
del hombre es haber nacido-recita de un tirón, sin dudar, como si se lo hubiera estando estudiando-¿No te suena?-pregunta esta vez mirándome a los ojos por primera vez desde hace horas.

Veo como sus ojos están enrojecidos y sus mejillas con rastros de lágrimas, su labio inferior rojo, con una herida que deja salir algo de sangre.
Ahora se muestra mucho más tranquilo, y parece que todo ello debido a haber dejado salir todo, todos sus pensamientos, sus recuerdos, todo eso que le hacía daño, tal y como el doctor Smile le había dicho, pero que él no había querido dejar salir hasta ahora.
Niego con la cabeza y una ligera sonrisa.

--Aquí no se estudia a ese señor...aquí...pues Shakespeare, Dickens, Oscar Wilde, Jane Austen...

Él asiente con la cabeza antes de dejarla de nuevo en mi pecho, encima de mi corazón.

--Papá tenía ese libro en la estantería, me dijo que podía coger todos los que quisiera y ese me pareció bonito.
--¿De qué trata?-pregunto, sabiendo que cuanto más tranquilo esté, mejor será para cuando salgamos de este reducido hueco. Además, me ha entrado algo de curiosidad...
--Pues cuenta dos historias que al principio parecen paralelas, pero que luego se enlazan... Rosaura es una joven a la que han deshonrado, y como el que la ha deshonrando se supone que es el único que podría recuperar su deshonra, y por aquel entonces las mujeres no tenían derechos, se viste de hombre y parte a Polonia con Clarín, su escudero, para poder recuperar su honra. Entonces cuando llegan, escuchan a Segismundo lamentarse en su torre...

Y de esa manera, prácticamente me recita todo el libro de cabo a rabo, pese a que solo se lo haya leído una vez.
Él habla tranquilo y yo le escucho acariciando su espalda y su pelo, entretenida con la historia que decido que en algún momento debo de leer por mi cuenta, ya que realmente parece interesante.

--¿Qué os admira? ¿Qué os espanta,
si fue mi maestro un sueño,
y estoy temiendo en mis ansias
que he de despertar y hallarme
otra vez en mi cerrada
prisión? Y cuando no sea,
el soñarlo sólo basta;
pues así llegué a saber
que toda la dicha humana,
en fin, pasa como sueño.
Y quiero hoy aprovecharla
el tiempo que me durare,
pidiendo de nuestras faltas
perdón, pues de pechos nobles
es tan propio el perdonarlas.
>>Así termina-sentencia finalmente-¿No te parece una historia increíble?-pregunta de nuevo mirándome, esta vez, una gran sonrisa adorna su hermoso rostro.
--Muy interesante, sí-contesto sin dudar.

Durante todo su relato no he dejado de acariciar su espalda y su cabello con ternura, sintiendo su pecho moverse por cada palabra que daba y ahora, solo subiendo y bajando con lentitud, con su cabeza todavía apoyada en mi pecho.
Me pregunto cuanto tiempo llevamos aquí, cuantos minutos, cuantas horas, cuanta agonía debe de estar sintiendo Zayn todavía al no encontrarnos. Debe estar tan preocupado y asustado...

--M...-susurro con tranquilidad-¿No crees que debemos salir ya?

Por un momento su respiración parece detenerse antes de convertirse en su jadeo. Se queda completamente inmóvil y tenso, en silencio, sin hacer ni decir nada.

--Papá debe de estar preocupado-añado, buscando alguna manera de convencerle para que salgamos ya de aquí.
--Papá debe de estar enfadado-oigo que murmura.
--No cariño, él no está enfadado, solo asustado-le aseguro-Vamos Malcom, no podemos quedarnos aquí para siempre-añado con delicadeza.
--Va a estar enfadado-murmura con voz ahogada-Va a estar muy enfadado....-repite, esta vez con un ligero temblor.

Suspiro con pesadumbre, desesperada, ya sin saber qué es lo que le puede convencer de que Zayn nunca se podría enfadar con él, mucho menos por tener miedo y muchísimo menos hasta llegar al punto de querer dañarle física o mentalmente.
Entiendo su miedo, pero también entiendo la preocupación y el dolor que debe de estar sintiendo su padre, y ambos dos me hacen sentir a mí perdida y también dolorida.
No puedo culpar a M de su trauma, no puedo, simplemente no puedo hacerlo, porque es uno muy grave y muy delicado, parecido de manera débil a mi situación, y aunque a veces mi cuerpo reaccione mal y en contra de Zayn -o de cualquiera, pero sobre todo de Zayn- yo no le tengo miedo, yo hay ninguna clase de miedo hacia él, porque sé que él nunca me haría ninguna clase de daño. Porque le quiero, porque me quiere, porque es una buena persona, porque es un gran amigo, porque es el perfecto novio, marido, padre... porque es todo lo que cualquier persona querría en su vida.
Entonces comprendo la única manera en la que puedo hacer ver a Malcom que su padre es un ángel venido del cielo y que nunca nos haría daño.

--Cariño, sé que tienes miedo, pero él es bueno, es amable, es dulce y sobretodo, odia la violencia y la injusticia. Él nunca se mete en una pelea, y en caso de tener que hacerlo, solo es para defender a quien lo necesita.
--Pero yo he huido de él. Me he escondido. No quería que me encontrase... Debe de estar muy disgustado...y cabreado conmigo...
--Malcom-digo con un tono de voz algo más firme, cogiéndole con cuidado hasta colocarle de manera que sus ojos están puestos en los míos, viendo como éstos se llenan de lágrimas de manera inmediata-Yo también tuve miedo de Zayn-confieso sin apartar mis ojos de sus suyos-y también pensé que me iba a hacer daño, como otros me hicieron, pero él nunca me hizo, me hace, ni me hará daño. Él es paciente y saber esperar, saber escuchar y sabe comprender. Él entiende los miedos, las inseguridades y los traumas. Él es capaz de entender todo, por mí y por ti, porque nos quiere. Nunca nos va a hacer daño. Nunca.
--¿A ti también te hicieron daño?-pregunta con voz temblorosa.

Cierro los ojos mientras dejo salir un largo suspiro.
No esperaba que se quedara solo con eso, sino con todo lo demás, aunque seguro que se ha quedado con todo lo que le he dicho sin ni siquiera darse cuenta. Pero llegamos a este punto, ya no me parece tener sentido que no lo sepa, al fin y al cabo, solo es una manera algo -muy- reducida de su dolor y de su trauma, y no se va a asustar o a sorprender, no después de su propia vida.
Para cuando vuelvo a abrir los ojos, los suyos están todavía llenos de lágrimas y un puchero adorna sus labios.

--Sí, cielo, a mí también me hicieron daño.
--¿C-cómo?-balbucea, ciertamente asustado.
--De una manera muy fea-contesto con el ceño fruncido-un poco parecido a lo que te hicieron a ti, pero a mí ya de mayor.
--Te violaron-murmura de manera afirmativa, no como una pregunta.

Yo asiento con la cabeza, forzando una débil sonrisa para que él no se sienta aún peor -si es que eso es posible.

--¿Por qué?-pregunta en voz baja.
--Porque me porté mal con algunos chicos, y ellos decidieron vengarse de mí.
--Eso es muy injusto...y cruel.
--Lo sé, pero lo hicieron, y Zayn estuvo ahí para apoyarme y hacerme sentir mejor.

De nuevo otro pequeño silencio se cuela entre nosotros, y de nuevo Malcom habla para llenarlo.

--¿También te sientes sucia y usada?
--A veces-contesto con franqueza-Pero luego papá me abraza y me dice que todo está bien y me doy cuenta de que no merece la pena sentirse así, porque el pasado pasado es, nunca volverá y las cosas no se tiene por qué repetir.

M de nuevo muerde su labio ya herido mientras lleva la mirada a sus manos, con el ceño fruncido, como si pensara algo, algo que por mucho que quisiera puede que nunca entendiera, ya que está claro que mi mente está a un nivel muy inferior al suyo.
Lentamente y sin decir nada, se baja de mi regazo. Coge su oso de peluche, agarrándolo de un brazo y con un suspiro, sale a gatas del pequeño hueco. Sin dudarlo, salgo tras él, solo para ver hacia dónde se dirige o como va a actuar, pero está claro que su destino no es otro que Zayn.
Agarra mi mano con fuerza y algo de miedo y no camina hasta que yo empiezo a hacerlo. Nos movemos en silencio por toda la casa, viendo como a Zayn se le ha ocurrido revolver todo, pero sin embargo ni siquiera se ha acercado a la alacena. Cajones abiertos, platos fuera de sus armarios, papeles tirados por el suelo, sillas y mesas apartadas de su posición original; parece que un huracán acaba de destruir toda la casa.
A cada paso que damos, a cada cosa desordenada y fuera de su sitio por la desesperación, el pequeño parece pegarse más y más a mi pierna, agarrando mi mano y apretando a su peluche contra su pecho.
Para cuando damos con Zayn, se encuentra sentado en el suelo del patio, con unas amenazantes nubes sobre el cielo y un frío viento golpeando su cuerpo, pero él solo se mantiene sentado, con la cara entre las manos y las rodillas contra su pecho, sollozando por lo que él pensaba que iba a ser una pérdida.

--Zayn...-apenas dejo salir un susurro.

Él alza la cabeza con lentitud. Sus ojos hinchados, sus mejillas húmedas, su pelo alborotado, apenas vestido con un pijama; realmente da un aspecto desolador.
Sus ojos se abren de golpe y se levanta del suelo algo tambaleante, supongo que por el frío que ya estaba comenzando a atenazar sus músculos. Se acerca hasta nosotros, más específicamente hasta Malcom, sin decir palabra alguna, con el rostro serio e impenetrable, con pasos firmes que parecen retumbar en mi pecho. Por un momento, pienso que a cualquiera le daría miedo, al menos con el aspecto que lleva ahora mismo, pero solo hace falta ver en cómo sus ojos se llenan de lágrimas conforme llega a su hijo, y se puede ver que solo está asustado como un niño.
Malcom se esconde detrás de mi pierna por acto reflejo, sin apartar la mirada de su padre, el cual se detiene en cuanto ve cómo M parece seguir temiéndolo. Zayn le mira y se deja caer de rodillas, por la desesperación, por el dolor, por el intento de mostrarse aún más débil y sumiso de lo que ya es, para que su hijo no le tenga miedo. Miro a Malcom, encontrándome así con su mirada y yo solo le suelto la mano y espero a que vaya hacia él, porque yo no debo hacer ni decir nada, yo no me debo entrometer entre ellos dos en estos instantes, ya que es algo que ellos mismos deben de solucionar.
El niño parece comprender y solo coge aire antes de caminar, descalzo sobre la fría hierba, con pasos pequeños y cuidadosos, hasta que llega a su padre. Zayn le mira, sin decir nada, sin moverse apenas para respirar.

--Papi, lo siento...-susurra con voz trémula Malcom antes de abrazarse a su cuello.

Zayn le corresponde al abrazo y tan solo rompe a llorar.

--No me hagas esto otra vez, Malcom. Por favor, no me hagas esto otra vez...-le pide entre sollozos-Puedes rebelarte, puedes teñirte el pelo, puedes hacerte piercings, puedes tatuarte todo el cuerpo, puedes ser un mal estudiante...pero no te vayas así, no te vayas nunca, por favor....

Tal y como le dije a Malcom, Zayn únicamente está asustado, más por el hecho de no encontrarle que porque le temiera, porque el que a veces siga teniendo miedo lo entiende, todos lo entendemos, pero el hecho de no encontrarle ha sido lo que ha provocado la agonía del moreno.

--No me voy a ir, papi, nunca me iré. Te lo prometo...


---------------------------------
Creo que la única cosa peligrosa que hay aquí soy yo, porque...este es uno de los capítulos más tranquilitos que se avecinan.

¿Me podéis decir si todos habéis muerto o algo así? Porque me empiezo a preocupar con los comentarios, o sea, hay cien visitas a la anterior entrada y solo cuatro comentarios, creo que eso es motivo de preocupación porque...estamos en verano, y aunque tengáis que recuperar alguna asignatura o estéis de vacaciones en la conchinchilla creo que dedicarle cinco minutos a escribir un comentario acerca de una cosa con la que me puedo tardar cuatro horas en escribir no es algo que os vaya a costar la vida.

Queeestions! 

-Enserio muchisimas felicidades, ¿que te han regalado y que tal lo has pasado?
¿Cuando te dan las notas? (Anónima :3)


Muchas gracias ^^. Me han regalado libros y dinero, o sea, mi felicidad, porque los libros son mi felicidad y el dinero me sirve para comprar más libros y mi futura entrada para el concierto de los chicos (si es que vuelven algún año de estos y tal).

Me dieron las notas el martes y me enorgullece decir que, después de tres evaluaciones, al fin he aprobado Historia T-T con un cinco pelado, pero aprobado :')

That's all!

miércoles, 24 de junio de 2015

Capítulo 53. No soy nadie.

Narra Louis.
Su rostro se queda lívido. Sus grandes ojos negros se abren de par en par. Sus labios se despegan y quedan ligeramente abiertos. Su cuerpo se mantiene quieto y en tensión. Parece como si el aire, la sangre, la vida se hubiera ido de ella solo por mis palabras, las cuales pensé que la alegrarían, pero después de todo, voy a tener que aceptar que no soy tan bueno ni con las palabras ni con los regalos como pensaba.

--¿Qué?-susurra ella apenas en un hilo de voz.
--Quiero regalarte un bebé-confirmo-¿No quieres?-pregunto con una ceja alzada por la confusión, claramente fingida, pero solo para ella.

Una parte de mí quiere reír por su cara y la manera en la que está reaccionando, que es la verdad ante una frase como la que he enunciado. Otra, quiere descubrirla ya qué es lo que realmente significan mis palabras.
Una gruesa voz se escucha atravesar desde el salón hasta llegar a la entrada y la que seguimos de pie, uno frente al otro

--Espero que estés pensando lo que estás diciendo, Tomlinson-su padre me advierte en tono serio, pero no lo suficiente como para que él mismo venga de donde sea que está.
--Sé de lo que estoy hablando, Señor Gagslow-respondo con seguridad sin poder soltar una sonrisa de diversión.
--Más de vale. Sabes que podría hacer que ciertas partes de tu cuerpo acabaran separadas de un manera dolorosa-me informa (como si no lo supiera ya) de lo que me ocurriría si dejase embarazada a su pequeña niña.

Ruedo los ojos con exageración antes de poner mi mirada en Lulu de nuevo, quien no puede salir de su asombro de ninguna manera.

--¿Qué?-pregunta de nuevo. Parece que es lo único capaz de decir-¿Estás...estás hablando en serio?
--¡Claro que sí!-contesto entusiasmado.
--Pero...Louis-habla con voz desconcertada-No puedo...no puedo quedarme embarazada ahora. Tengo que acabar el instituto. Ir a la universidad. Vivir la vida. Irme a vivir contigo. Casarnos. Y luego ya, después de muchos años, llegan los niños, pero...ahora...así de repente... ¿por qué quieres tenerlo?
--Ya te lo he dicho; es tu regalo de cumpleaños-confirmo sonriente.
--Sabes que el hecho de "hacer un niño" pero evitando el tener al niño, es de las cosas que más de gusta hacer contigo, pero...no quiero un bebé.

Hago un puchero, aún divertido con que no entienda la verdadera situación.

--¿Eso quiere decir que no quieres a Galleta?-pregunto haciendo que la cabeza de su regalo de cumpleaños asome por mi chaqueta mojada.

Un pequeña y suave cabeza asoma por mi chaqueta. Sus grandes ojos azulados tratan de abrirse puesto que ha venido durmiendo todo el camino. Su pelo negro como la noche, como el de Lucía, se ve mucho más que alborotado por lo que trato de acariciarlo para que quede peinado, pero eso solo hace que él cierre los ojos, a gusto, cerrando los ojos de nuevo. Agacha la cabeza y se acurruca de nuevo contra mí, olisqueando con su naricita pequeña y respingada dentro de la manta en la que lo he traído para que no se mojara bajo la lluvia torrencial.
Los ojos de Lucía se abren aún más si puede ser, pero su rostro ya no denota la sorpresa o el miedo de mis anteriores palabras, sino una profunda ternura que estalla en un sonoro "Aw".
Se acerca a mí rápidamente por tercera vez. Ahora sí que dejo que lo haga, ya que antes temía que aplastase a Galleta, o que le descubriera antes de tiempo. Pero ella, en vez de abrazarme, coge al pequeño y adormilado gato que apenas debe acabar de despertarse. Rápidamente se lo lleva al pecho.

--Oh Dios mío-susurra mientras lo acuna sobre su pecho; como si realmente fuera un bebé de verdad.

Sabía que le gustaría la idea de algo pequeño, dulce y mimoso, pero al mismo tiempo pasotista e independiente como es todo gato, del que pudiera cuidar y mimar, sobre todo teniendo en cuenta que dentro de unos días vamos a estar todo el día de ensayos, y dentro de tres meses, viajando de una punta a otra del mundo. Y sé lo mucho que nos echa de menos y lo triste que está por no poder pasar conmigo todo el tiempo que querría. Así que un nuevo amiguito, un bebé, nuestro bebé, se encargará de mantenerla distraída.

--¿Te gusta?-pregunto mordiendo mi labio inferior, el cual conforma una sonrisa involuntaria al ver como acaricia al animalito con ternura, haciendo que éste alargue su cuello y ronronee.
--Me encanta, Lou-confirma alejando su mirada del gatito para ponerla en mí.

Una gran sonrisa cubre su rostro. Sus ojos ya no se ven tristes como cuando he llegado. Se ve radiante y feliz, emocionada, entusiasmada con su regalo.
Rápidamente se coloca entre mis brazos. Coloca su cabeza en mi hombro y deja a nuestro bebé entre nuestros pechos.
Llevo mi mano derecha hasta sacar la mantita y así poder arropar a nuestro bebé para que no sienta frío, dado que yo, al contrario que él, sí que estoy calado hasta lo imposible.

--Gracias, Lou-susurra antes de dejar un beso en mi cuello-No tenías por qué hacerlo...-añade mientras se acurruca contra mi cuerpo frío y mojado.
--No me agradezcas nada-contesto mientras llevo mis brazos a su espalda para poder abrazarla con cariño-Me alegro de que te haya gustado, cielo.
--¿Cómo has dicho que de llama?-pregunta agachando su cabeza, aún apoyada en mi cuerpo, para ver al pequeño, quien bosteza y parece que aún trata de despertar.
--Galleta-digo con seguridad mientras uno de mis dedos acaricia su cabeza.

Un ligero ronroneo sale de él con ese simple tacto. Entonces me doy cuenta de lo mimoso que es, de toda la atención que pedirá de todo el mundo-sobre todo de Lulu- para que le acaricien.
Escucho unos pasos detrás de nosotros, y aunque no me gire, sé que son de ese padre protector que ha venido a confirmar que no estoy haciéndole un bebé -literalmente-a su hija. Un carraspeo me lo deja claro. La cara con el ceño fruncido de mi suegro, mirándome con ojos de advertencia cuando me giro, me lo confirma.

--¿Qué está pasando aquí?-pregunta mientras se cruza de brazos, tratando de parecer aún más intimidante, aunque la verdad a mí no es que me intimide demasiado, y sé que a su hija mucho menos, pero hacemos como que sí para que el hombre se sienta bien con su faceta de padre.
--Louis me ha regalado a nuestro bebé-contesta ella con una gran sonrisa mientras se separa de mí con cuidado.

Su padre por mi momento me mira con una mezcla de enfado y miedo, pero al igual que su hija, los miedos se van cuando comprende que nuestro primogénito no es humano, sino felino.
Veo como deja salir un suspiro, para nada disimulado antes de llevar su mirada a mí, solo para advertirme por millonésima vez.

--Cuidado, Tomlinson-me dice con tono firme.
--Siempre, señor-confirmo con una sonrisa divertida.

El señor Gagslow relaja su rostro duro y enfadado para dejar salir una sonrisa mientras rueda los ojos, antes de volver al salón o a donde fuera que estuviese.
Sé que a él le caigo bien. Su madre ya es otro cantar. Pero afortunadamente no tengo que hablar demasiado con ella.
Me voy a girar de para ver a Lulu, quien siento unas pequeñas y afiladas uñas clavarse en mi cuello, y sé que mi pequeño bebé no ha llegado hasta ese lugar sin ayuda.
Giro mi cabeza para ver como el animalito hace equilibrios para no caerse y como finalmente lo hace, pero llegando a mis brazos.

--Eres un gran escalador, Galletita-digo como si hablara con el gato, escuchando así una aguda risa-¿Qué? ¿Que no has subido tu solo? ¿Entonces cómo has llegado? ¡¿Mamá te ha subido?! ¡Qué mamá más irresponsable!
--¡No le pongas de tu parte!-habla Lucía en su propia defensa, cogiendo a Galleta de mis brazos-No hagas caso a papá-dice con tono ñoño, acercando el gato a su cara-Es tonto. Tú tienes que querer a mamá.
--¡Oye!-me quejo fingiendo un puchero-No soy tonto-añado encogiendome de hombros.
--Claro que lo eres-responde sacándome la lengua-Ahora me voy con nuestro hijo a dormir.

Antes de que pueda decir nada, ella ya se encuentra en el piso de arriba, y segundos después, dentro de su cuarto.
Dejo escapar una risa desenfadada mientras subo por las escaleras, siguiendo su camino.
Aún sabiendo que puedo abrir la puerta sin más, ya que ella está visible y yo hay ninguna clase de cerrojo en su puerta, me decido por llamar, solo para seguirle el juego.

--¿Quién es?-pregunta con una diversión que no puede evitar.
--El padre de tu hijo-respondo de la misma manera.

Entonces es cuando las cosas se tuercen.
De la nada aparece una mujer de estatura baja, pelo castaño, corto y rizado. Grandes ojos de un color parecido a su pelo y un muy, pero que muy marcado entrecejo debido al enfado.

--Señora Gagslow-saludo tratando de evitar mostrarme nervioso, aunque por mi voz una octava más aguda de lo que ya es, doy por hecho que no ha sido así.
--Qué le has hecho a mi hija-ni siquiera pregunta, solo dice en un tono bajo, separando las palabras muy lentamente.

Siento como un escalofrío recorre mi espalda. Inconscientemente trago saliva de manera ruidosa. Empiezo a sentir demasiado calor por los nervios. Y una parte de mí quiere pedirle perdón y asegurarle de que nunca más lo volveré a hacer, como si fuera mi propia madre, pero ni siquiera me da tiempo a disculparme o mucho menos explicarme.

--¡FUERA DE MI CASA!-chilla haciendo que me sobresale.
--Pero...-trato de excusarme, pero se acerca a mí con paso amenazador y yo me veo obligado a retirarme conforme ella avanza.
--¡MALDITO PICHA FLOJA! ¡VETE! ¡HUYE ANTES DE QUE TE DENUNCIE POR ABUSO A MENORES! ¡ENFERMO! ¿¡NO VES QUE ES SOLO UNA NIÑA?!
--¡Mamá!-interrumpe Lucía, gracias a Dios-¡No es lo que parece!-añade mientras se pone entre su madre y yo.
--¡ENCIMA NO LE DEFIENDAS LUCÍA!
--¿Qué está pasando aquí?-una grave voz hace acto de presencia, supongo que debido a que se nos oye desde kilómetros, o mejor dicho, se le oye a ella-¿Qué pasa, Minerva?-pregunta con tono tranquilo, colocándose a mi lado derecho.
--¡Este...este...ESTE APROVECHADO HA DEJADO EMBARAZADA A NUESTRA HIJA! ¡Y AÚN ASÍ BROMEA SOBRE ELLO!
--¡Eso no es así! ¡No me acuse de algo que no es cierto, señora!-me defiendo.
--¿¡SEÑORA?! ¿¡A QUIÉN LLAMAS TÚ SEÑORA?! ¡PODRÍA SER PERFECTAMENTE TU HERMANA!-insiste en chillar aunque no lo merezca realmente la ocasión-¿¡ES QUE NI VAS A HACER NADA, BENJAMIN?!-grita de nuevo, esta vez a su marido, quien solo parece retener una carcajada, sin mucho éxito debo admitir.
--Mimi, no es lo que parece. El chico está diciendo la verdad-dice con tono divertido.
--¿¡Y TÚ COMO LE CREES?!

Un agudo y hambriento maullido interrumpe esta discusión. Todos de inmediato miranmos hacia la puerta de la habitación de Lucía, de la cual asoma una cabezita peluda, restregándose contra la puerta de madera mientras deja salir un ronroneo.
Sonrío satisfecho y me doy el placer de mirar a mi insoportable suegra con toda la superioridad que me es posible. Me agacho y doy golpecitos en el suelo con mis dedos, captando la atención del pequeño. Se mueve apenas dos pasitos pequeños y cautelosos, quedándose a una distancia prudente de mis dedos. Agacha la cabeza, alza el trasero, el cual sacude un par de veces, con la mirada puesta en mis dedos, que siguen moviéndose. Y como un león -versión bastante reducida- se abalanza sobre mis dedos como si fuera la presa más peligrosa del mundo.
Río por lo bajo mientras le cojo con una sola de mis manos y le dejo pegado a no pecho.
Los castaños ojos de la mujer histérica se abren, pero de sus labios no sale ni media disculpa.
Tanto Ben como Lulu se acercan a mí y acarician por la cabeza y el cuello al gato, quien olvida eso de cazar por un momento y se deja acariciar.

--¿No vas a saludar a tu nietecito?-pregunto con ambas cejas alzadas.

Eso solo parece molestar -aún más- a la señora. Me mira con el ceño fruncido, bufa, se da media vuelta y se va escaleras abajo, mal diciendo y perjurando contra mí.
No dejo de seguir su cuerpo, con el ceño fruncido, hasta que desaparece por la cocina, aún murmurando enfadada.
Una pequeña y suave mano se coloca en mi mentón y hace fuerzas para que gire mi rostro. Doy de esta manera con mi bonita y tranquila novia, quien solo me mira con ojos llenos de disculpa por los gritos de su madre, pero para nada es su culpa. 
Relajo mi ceño de manera automática y esbozo una ligera sonrisa antes de besar sus labios de manera corta

--Lo siento-susurra sobre mis labios.
--No es tu culpa-la aseguro en el mismo tono de voz. 

Junto nuestros labios de nuevo, sintiendo coló una sonrisa escapa de sus labios.
Por una parte me duele que mi futura suegra me tenga tanto asco y odio, y mucho más sin un motivo aparente, ya que yo no la he hecho nada malo y mucho menos a su querida hija. Pero el odio y la rabia son palpables aún a kilómetros de ella.
Por otro lado, son cosas que pasan. Niall tiene la suegra liberal que prácticamente le deja hacer lo que quiera con su hija -aunque ahora haya algo de rencor entre ellos. Zayn tiene una buena suegra también, aunque mamá todavía no conozca al moreno personalmente, aún después de tanto tiempo. En fin, a cada uno de nosotros le ha tocado una suegra distinta, al igual que a ellas, pero la suegra es la prueba de oro; si te quedas con alguien aún teniendo una suegra horriblemente insoportable, es que de verdad quieres a esa persona. Pero aparte del amor de Lucía, lo que merezco ganarme es el puesto de Santo, porque de verdad que no hay por donde coger a esta mujer.
Una palmada en la espalda, también llena de disculpa, por parte de mi suegro y éste baja en dirección a la cocina.

--Me odia-confirmo en mitas del beso.
--No te odia.
--¿Acabas de ver que casi me mata por bromear acerca de Galleta? Porque acaba de pasar.
--Lo sé-responde con un resoplido-pero no te odia. Solo intenta protegerme.
--¿Protegerte de qué? ¿De mí?-digo ciertamente molesto-¿Desde cuando soy peligroso para ti?
--No lo eres, pero ella lo ve así-confirma.

Tanto el beso como el abrazo quedan deshechos, quedándonos uno frente al otro, no discutiendo, solo hablando.
Galleta mira todo expectante desde mis brazos, aunque rápidamente se cansa de mirar y se acurruca en mi brazo para dormir.

--¿Así cómo?-pregunto con el ceño fruncido, sin saber o sin querer saber a lo que se refiere.

Ella suelta un gran suspiro de derrota que tampoco me deja más tranquilo ni mucho menos me indica qué es lo que puede estar pasando por su cabeza.
¿Peligroso? ¿Yo? ¿Por qué se supone que soy un peligro para ella? Apenas la saco una cabeza y diez kilos; soy pequeño y para nada musculoso ¿Dónde la peligrosidad?

--No es por tu físico-ella parece leer mi mente-Es por tu fama.

De un plumazo entiendo donde está el problema en nuestra relación según su madre. Y aún así, quiero que ella misma lo diga, solo para saber si ella lo piensa de igual manera.

--¿Qué tiene que ver eso con que piense que te voy a hacer daño? 
--Louis...-dice en tono bajo y suplicante.
--Dímelo.
--Ya sabes el porqué.
--Quiero escuchártelo decir.
--Piensa que tienes un amante en cada puerto.

Y sí, aún ya sabiendo lo que era, me duele escucharlo. Y sí, también es normal que una madre piense eso de su hija independientemente de la pareja que tenga. Y sí, todo el mundo piensa eso de la gente famosa. Sí, claro que sí, pero aún así me duele.

--¿Y tú?-me atrevo a preguntar, sintiendo un nudo en medio de mi estómago.
--¿Yo qué?
--¿También lo piensas?

Frente a lo que todo el mundo -incluido yo- pensaría, de ella no sale un "No" de manera automática, segura e incluso enfadada u ofendida por decir algo así. Sus ojos dejan de estar puestos en los míos para llegar hasta el suelo, acompañados de su cabeza, también agachada. Y esto es lo que clava la última daga en mi pecho.

--¿De verdad, Lucía?-pregunto con toda una mezcla de sentimientos arremolinarse en mi garganta-¿No confías en mí? ¿Piensas que en cuanto salgo del país, o incluso de la ciudad estoy con otra persona?
--Sí que confío en ti-es lo único que responde, en voz baja.
--Pero piensas que te engaño...Eso no es confiar en mí.
--Entiéndelo Louis-dice con voZ temblorosa, llevando sus ojos, ahora aguados, a los míos-Estás mucho tiempo fuera, hay muchas personas a tu alrededor, cada una más guapa que la anterior, ¿cómo no puedes pensar que me siento insegura y dudosa ante lo que me dices?
--¡Precisamente porque te lo digo!-exclamo sin apenas creerme lo que me está diciendo-¿Si no te quisiera qué demonios es lo que hago aquí? ¿Por qué te habría pedido que te casaras conmigo? ¿Por qué a la mínima que puedo haría que estuviéramos juntos? 

De sus labios no sale respuesta y lo único que hace es agachar la cabeza de nuevo, como si la estuviera regañando, como si ella no pudiera decir algo.

--¿Por qué?-pregunto de nuevo, esta vez sintiendo ese nudo que antes había en mi estómago, subir hasta llegar a no garganta-¿Acaso he hecho algo para que no confíes en mí? ¿Alguna vez te he mentido? ¿Alguna vez te he engañado? ¿Alguna vez te he tratado de mala manera?
--No...-contesta en un hilo de voz.
--¿Entonces por qué no confías en mí? ¿Solo porque tu madre no lo hace?

De nuevo silencio por su parte, que sentencia mi propia pregunta como respuesta afirmativa por su parte. 
Tanto aguantar, tantos meses en la otra punta del mundo echándola de menos, tantas horas con ella en mi mente, tantos planes de futuro que me he imaginado con ella, para nada, para que se deje guiar por lo que dice y piensa su madre y no por lo que ella realmente siente.

--Es tu vida, no la suya, Lulu, solo recuerda eso-digo sin más.

Me doy media vuelta y bajo por las escaleras sin prisa alguna, pese a que solo quiera huir de todo y de todos a alguna parte en la que no me duela el pecho de la manera en la que lo hace.

--¿Estás rompiendo conmigo?-su ahogada voz me pregunta aún desde el piso de arriba.

Me detengo a un par de escalones de llegar al piso de abajo. Aprieto con cuidado a Galleta contra mi pecho. Cojo aire. Trato de regular mi respiración. Intento que mi corazón no se desboque y evito con toda mi alma que laslágrimas no salgan de mis ojos.
Sin ni siquiera darme media vuelta respondo.

--No lo sé. Preguntale a tu madre si es lo que ella quiere.

El silencio. Otra vez ese silencio. Esa falta de sonido alguno salvo el de mi corazón golpear mi pecho y el de mi respiración quebrarse. Ese vacío que siento entre nosotros de manera extraña y repentina, puesto que miles de kilómetros no lo han conseguido, pero su desconfianza y su propia madre sí. Ese atormentante, vacío y denso silencio que solo responde de la más dolorosa manera mis sospechas y pensamientos.
Dado que ella no dice nada, yo prosigo con mi camino hacia la puerta. Nadie me detiene. Nadie me evita irme. Nadie me lo prohíbe. Pero lo hago de manera lenta, muy lenta, esperando que ella misma lo haga, pero eso no llega a ocurrir.
Las únicas palabras que salen de su boca son:

--Ella solo quiere lo mejor para mí.

Y de la mía, como respuesta, salen otras:

--No es ella de quien yo estoy enamorado.

Así salgo de su casa, con el corazón en un puño, presionándome, perforandome el pecho, impidiéndome respirar.
La lluvia de nuevo cae sobre mí, sobre mi cabeza, sobre mi pecho, sobre mi rostro, haciendo así que las lágrimas se vean pequeñas y sin sentido, haciendo que se pierdan y que ya no me sienta tan patético por llorar en medio de una fría calle en Londres, en la media noche de un día de principios de Noviembre.
Unas pequeñas y afiladas uñas se clavan en mi pecho justo antes de que comience a sentir un ligero tiriteo contra éste. Agacho la mirada para ver como el pelo negro, negro como los ojos de la chica que quiero, como su pelo, como la boca del lobo en la peor pesadilla, como el corazón de un asesino, como la noche de Luna Nueva en la que me encuentro, se encuentra mojado y haciendo que sus orejas se agachen mientras con su nariz trata de hacerse un hueco entre mi camiseta para no perder el calor.

--Lo siento, pero mamá se ha quedado con tu mantita-murmuro mientras le coloco en mi codo por dentro de mi chaqueta, el cual doblo para que no se caiga y al menos no se muera de frío en lo que llego a casa.

Sus temblores cesan al encontrar ese pequeño hueco de calor que apenas está mojado -por el momento- y su cuerpo se hace una pequeña bola en la que no distingo su cabeza de su trasero.
Sonrío de manera casi inapreciable al ver la ternura que me produce, y con un suspiro, comienzo a caminar de vuelta a mi vacía casa.
No dudo que ella me quiera, pero lo que no puedo soportar es que no lo quiera o pueda demostrar sólo porque su madre no lo quiera, que no pueda confiar en mí pese a todo lo que he hecho por ella, solo porque su madre la meta pensamientos erróneos en la cabeza que están contra mí. 
Tampoco estoy diciendo que se revele contra su propia familia, ni que deje de hablarles por mí, pero que al menos confíe un poco más en mí en vez de creer con fe ciega en su madre, la cual es obvio que me odia, pero estoy seguro que de que por algún motivo ajeno a mí.

--La lluvia y la noche son buenas compañeras a la hora de pensar.

Pego el mayor -y menos masculino- grito que en esta vida haya podido dar al escuchar esa voz aparecer de la nada a mi lado, junto a ese chico raro de cojones.
Me giro aún con un infarto en mi cuerpo y veo su sonrisa ladeada pese a que la única luminosidad de la noche sean esas farolas que hay cada cierto tiempo. Lleva una capucha, parecida a la mía, de una sudadera de tela. Su pelo castaño escapa por la capucha, mojándose y pegándose a su frente.

--¿¡De dónde mierdas sales?!-grito con el miedo en el cuerpo-¿¡Acaso eres un puto fantasma que viene a torturarme?!

Una risa baja escapa de él, sin miedo o enfado alguno por mis gritos. ¿Cuántas libras ganaría si apostara a favor de que está fumado otra vez? ¿O quizás debería plantearme el hecho de que no es real? Aunque si así fuera...¿por qué Taylor y Ed le vieron?
Este es un chico raro, pero de lo más raro que hay en este mundo, y la verdad no sé cuándo o de dónde aparece o por qué tan siquiera solo aparece cuando estoy solo. No sé si ni siquiera vive cerca como para decir que está dándose un paseo. No lo sé.

--No soy un fantasma...pero estaría guay-admite divertido.
--Enserio Andrew, ¿de dónde coño sales?
--De mi casa-responde encongiéndose de hombros-¿Y tú?
--De la de mi novia-murmuro sin saber si eso es mentir o no.

¿Realmente hemos roto? ¿O solo ha sido una pelea? Ella y yo nunca hemos peleado, no hasta el punto de tener que irme de su casa y mucho menos sin que ella me lo impida.

--Eso suena mal.
--Supongo.
--¿Te ha pasado algo con ella?-pregunta con cierto interés.

Me detengo de golpe y le miro con el ceño fruncido. El agua de lluvia aún cayendo sobre mi cabeza, hombros y espalda.
Él frena un par de pasos por delante de mí, girándose con una expresión confusa en su rostro. Sus ojos castaños me preguntan con la mirada el motivo de mi parada.

--¿Por qué te importa?
--No lo sé-responde aún con expresión de confusión-¿Porque somos amigos?
--No somos amigos-le respondo, quizás más cortante de lo que pretendían apenas te he visto tres veces en mi vida.
--¿Y qué?-una sonrisa nuevamente ladeada aparece en mi cara. Sus ojos todavía puestos en los míos-¿No podemos ser amigos?
--¿Qué es lo que haces en medio de la calle a estas horas y con este tiempo?-pregunto sin hacer caso a sus palabras-¿Y por qué siempre apareces de la nada? 
--Supongo que hago lo mismo que tú: caminar-responde con simpleza-Y...¿casualidad?-dice con algo de diversión.
--¿Eres real o me estoy volviendo loco?

Eso hace que su sonrisa cambie a una mueca de extrañeza por un momento, como si estuviera pensando en la respuesta.

--No soy real, pero no te estás volviendo loco-dice con voz pausada y casi ronca.
--¿Y eso qué significa?-pregunto entre asustado y confundido.
--No es relevante.
--¿Quién eres realmente?
--No es relevante.

Jadeo ciertamente asustado. De repente todo se ha puesto mucho más raro de lo que ya era.
No es real, pero no es de mi invención. ¿No es quien dice ser? ¿O solo está drogrado y no sabe lo que dice?

--¿Por qué estás aquí?-pregunto sin más.
--¿Aquí dónde?
--En la calle, a estas horas, conmigo.
--Intentar librarme de mis propios fantasmas.

Le miro confuso, tratando de saber de lo que habla, pero él solo sonríe de nuevo, agachando la cabeza, con una apariencia sombría que hace que un escalofrío -completamente ajeno al frío y la humedad de la calle- me recorra el cuerpo.
Nos quedamos uno frente al otro sin decir nada, con la lluvia calándonos hasta los huesos.
¿Quién es este chico?

--¿Qué te ha pasado con Lucía, Tomlinson?-pregunta de repente.

Me sobresalto al escuchar su voz baja, aún con esa sonrisa en sus labios que verdaderamente da miedo. Más miedo da que sepa el nombre de mi novia, sin que yo se lo haya mencionado.

--¿C-cómo sabes que se llama Lucía?-pregunto sin poder evitar sonar nervioso, lo cual hace que su sonrisa se ensanche.
--La conozco. He hablado con ella-responde con diversión.
--¿Cuándo?
--No es relevante.

No da ningún dato, pero sabe todo. Ha hablado con Lucía, pero ella nunca me lo ha mencionado. Aparece en medio de la nada, sin un motivo aparente, sin razón alguna. Y como siempre, en cualquier momento desaparecerá, con su misterio y su extrañeza.

--¿Quién demonios eres?-me atrevo a preguntar.
--No soy nadie. No existo. Mi nombre no aparece en ningún lado. No hay constancia de mi vida. No soy nadie, Louis. Pero no me temas, no estoy muerto ni soy producto de tu imaginación, tan solo me enamoré de quien no debía.

Y sin decir nada más, se da media vuelta y comienza a caminar con la cabeza gacha.
Le miro sin poder creerlo. No es nadie... Pero es real. No es un fantasma ni algo de mi cabeza. Entonces...¿quién es?

Narra Liam.
Para cuando consigo coger el sueño después de toda la escalofriante y para nada agradable visita, siento como mi cama está fría de nuevo, y sé perfectamente que eso no debería ser así, no cuando me metí en la cama con mi pequeña Ale.
Me levanto confuso, buscándola con la mirada, y hallando lo mismo que tantas otras noches de pesadilla: soledad.
No hay nadie a mi alrededor, estoy yo solo a un lado de esta gran cama, buscando con desesperación algo que me diga que ella es real, que ha estado aquí, que tiene que seguir por aquí, pero no, no hay nada; no está su chaqueta, no está su pequeña maleta, no está su bolso, no está Matt. No hay nada. De nuevo, todo se ha esfumado.
Pero no, no puede ser de nuevo un sueño, ella estaba aquí, me besó, todos la vieron, los chicos la vieron, hablamos, fuimos a visitar a Harry, ella estaba ahí, no puede...no puede haber sido todo un sueño. Y si no ha sido un sueño...significa que ella de nuevo se ha ido, que de nuevo me ha abandonado y que de nuevo se ha llevado a Matt con ella.
Me levanto de la cama de un salto, aún buscando algo que me indique que su presencia ha sido real, pero lo único que encuentro son mis cosas, mis pensamientos, mi tristeza.
Agarro el móvil con la mano temblorosa y marco el primer número de los chicos que encuentro, esperando a que alguien me diga si es que todo esto, desde la aparición de Alejandra hasta el problema de Harry fue un sueño.
Me coloco una camiseta con una mano mientras suplico porque me lo coja, ya que son cerca de las tres de la mañana, y sé que la gente normal a esta hora duerme, pero para mi gran alivio, Zayn coge el teléfono cuando estoy bajando las escaleras de mi casa, aún buscándola.

--¿Qué ocurre?-pregunta con voz dormida.
--Necesito que me digas algo-le respondo con nerviosismo, sintiendo cómo mi voz tiembla.
--¿Qué ha pasado?-pregunta algo más despierto-¿Estás bien, Liam?
--S-Sí-contesto, aunque ni siquiera yo sé cómo estoy-Pero necesito que me contestes una cosa.
--Sí, sí, lo que sea-dice con seguridad.
--Alejandra...Alejandra...-comienzo a decir, mi voz cada vez sonando más débil.
--¿Qué ocurre con Alejandra?-pregunta con una mezcla de preocupación y extrañeza.
--Ella...ella estaba aquí...¿verdad?

La línea se queda en silencio por unos segundos, los cuales siento como años y los cuales no sé a qué se deben, si a que no hay cobertura, si a que Zayn no entiende la pregunta o a que no sabe lo que responderme, porque diga lo que diga, me hará daño.
Si me dice que ella nunca ha estado aquí, que nunca ha vuelto, me sentiré como el mayor perdedor que hay en este mundo, y de alguna manera, tendré que acostumbrarme de nuevo a su falta y a la de mi niño.
Si me dice que sí, que ella ha estado conmigo, significará que de nuevo me ha abandonado, solo que esta vez ni siquiera con una nota y con mi pequeño con ella.

--¿A qué te refieres?-pregunta con voz pausada.
--Que ella...ella ha vuelto, ella ha estado aquí hoy, ¿cierto?-mi voz poco a poco se va rompiendo, y acaba por sonar bastante más lamentable de lo que me esperaba.
--Sí Liam, claro que sí, ella...ella ha vuelto y ha estado con nosotros...¿Es que no te acuerdas?-la extrañeza ahora cubre su voz-Liam, ¿has bebido?

Niego con la cabeza ante su pregunta mientras aparto las lágrimas que lentamente van quemando mis frías mejillas, pero al darme cuenta de que no me está viendo, me veo obligado a contestar con palabras.
Las piernas me tiemblan y sé que la debilidad es absoluta cuando me veo necesitado de sentarme en uno de los escalones.

--No, no he bebido-contesto en un susurro.
--¿Qué ocurre, Liam? ¿Por qué lloras? ¿Qué ha pasado?
--No está...-confieso aún tratando de apartar mis lágrimas.
--¿El qué no está?
--Ella...
--¿Ella?
--Se ha ido...

De nuevo la línea se queda en silencio. Un ligero sollozo que trataba de evitar sale de mis labios al tiempo que sigo tratando de apartar mis lágrimas como sea, aunque tampoco le veo mucho sentido, ya que nadie me ve.

--¿Cómo que se ha ido?-pregunta con seriedad-¿Estás seguro de que se ha ido?
--No está en casa, y dudo mucho que se haya ido con Matt y con sus cosas de fiesta-respondo sin más.
--Dios mío...-son las únicas palabras que salen de la boca de mi amigo-Voy para allá.
--No...-le respondo negando con la cabeza-No tienes por qué venir...estás con tu familia...no tienes por qué venir a mi casa a estas horas solo porque la mía haya huido de nuevo.
--Liam, sabes perfectamente que tú también eres de mi familia, somos hermanos...

Y de repente, a mis oídos llega un confuso sonido que hace que agudice mi escucha, buscando de donde puede proceder.
Por un segundo pienso que es solo ni imaginación, pero el sonido vuelve a repetirse. Las palabras de Zayn se quedan en el aire cuando reconozco el sonido del que se trata: un gimoteo.
Me levanto de un salto de las escaleras, girando mi cabeza hacia todas partes, en del niño del que necesita de mí, de su padre.
Camino por la casa, a oscuras, dejándome guiar por mis oídos, mientras Zayn parece seguir diciéndome algo, pero yo ya solo puedo pensar en si me estoy volviendo loco y estoy escuchando cosas en mi cabeza, o realmente mi familia sigue aquí, al menos Matt.
Mi corazón palpita con celeridad. La adrenalina recorriendo mis venas. Mi respiración es agitada. Mis ojos, todavía llorosos.
Mis pasos me llevan hasta el comedor, y siento como si todo estuviera bien de nuevo, como si el mundo volviera a girar y yo, a respirar.
Veo como unas manitas se agitan con fuerza en forma de sobras en medio del sofá acompañado de ese sonido que me ha llevado a él. Me acerco con premura para confirmar que mi pequeño bebé se encuentra a punto de llorar, tumbado en el sofá con unas sillas a los bordes de éste que eviten que ruede y se caiga.

--Matty-susurro en mitad de un sollozo.

Dejo mi móvil en cualquier parte y cojo con todo el cuidado que puedo a mi hijo, pegándolo con fuerza y ternura a mi pecho, y la verdad, no sé quien de los dos está llorando más.
Él está aquí. Está aquí. No se ha ido. No me ha dejado. Está entre mis brazos, pidiendo atención y posiblemente comida o un pañal limpio. Entonces la pregunta es ¿dónde está su madre?

--¿Liam? ¡Liam!-una angustiada voz se escucha muy de lejos.

Cojo mi móvil con rapidez para poder contestar a mi preocupado amigo.

--Zayn-susurro con una sonrisa que siento que va a romper mis mejillas-Matt está aquí-añado antes de dejar un beso en su pequeña y cálida cabeza escasa de pelo-Él no se ha ido...
--¿Y Alejandra?-pregunta con un tono algo más tranquilo.
--Eso sí que no lo...

Pero de nuevo un sonido me interrumpe, solo que en vez de ser un gimoteo lastimero de un niño, que ha quedado reducido a una respiración algo agitada por el anterior berrinche, es un grito lleno de ira y frustración en ese idioma que aún no he sido capaz de descubrir.

--KOPELE! Vuzmozhno li e da se opitva da te ubie?!

Mi cabeza gira como la de un búho hasta quedar puesta en las cortinas que tapan la ventana. Me acerco a pequeños y cautelosos pasos hasta que llego a ésta y me asomo de manera discreta, como si estuviera apunto de presentar un asesinato -que realmente no quiero vivir-. 
La que se supone que es mi dulce princesa se encuentra en mi jardín delantero, con sus vaqueros apretados de talle bajo, un ligero top encima, con el que cualquiera sentiría frío, pero ella no, ya que el enfado debe de proporcionarle suficiente adrenalina como para calentar su cuerpo. Su largo pelo castaño cae desordenado sin orden alguno. Apenas puedo ver su cara dada la oscuridad de la madrugada, pero apostaría lo que fuera a que no está de muy buen humor. Como último dato cabe destacar que una pequeña, muy pequeña luz cercana a su mano, se mueve con violencia conforme se mueve su mano, antes de acercarse a su cara y acto seguido encenderse con más violencia, para que así ella suelte una larga ráfaga de humo antes de seguir hablando a gritos incomprensibles.

--Creo que ya sé dónde está-digo sin poder apartar la mirada de la que yo sé que es una buena chica-Mañana te llamo, Zayn. Gracias por todo-añado.
--No hay de qué. Llámame si necesitas algo más.

Y de esta manera rápida acaba nuestra llamada.
Llevo mi móvil a los vaqueros para guardarlo mientras que la otra mano está en la espalda de Matt para que no se caiga. Mis ojos solo están puestos en Ale, mientras ella se mueve de un lado al otro, dando una y otra calada a a su cigarrillo.
Escucho un sonidito, esta vez uno que pretende que le haga caso sin necesidad de llorar.
Bajo la mirada hasta Matt para ver como sus labios están colocados en un puchero mientras me mira con esos grandes ojos castaños.

--¿Qué te pasa, cielo? ¿Tienes hambre? ¿El pañal sucio?-le pregunto como si me fuera a responder.

Me muevo de manera rítmica y calmada para que así no llore, lo cual me hace sentir...poderoso y al mismo tiempo débil, ya que su vida, sus necesidades, todo está en mis manos, y yo debo proporcionarle todo lo que necesite, para que crezca fuerte y sano, y se convierta en una buena y amable persona.
Agacho mi cabeza hasta su pañal, esperando encontrar algún olor fuera de lo común, pero no, solo huele a bebé limpio.

--Entonces vamos a necesitar a mamá-confirmo al ver que lo que tiene es hambre y no sé si aparte de darle el pecho toma biberón, y aunque así fuera, no tengo ni idea de donde sacar uno.

Dejo mi posición al lado de la ventana, aún viendo como mi dulce niña despotrica en medio satánico o lo que sea, para caminar hasta el sofá. Con una mano y atientas aún, busco algo con lo que cubrirle y así poder salir en busca de una mamá cabreada.
Arropo lo mejor que puedo a mi bebé y además me coloco una chaqueta encima que me capacite para poder cubrirle un poco más, aparte de taparme a mí
Pienso muy bien en mis palabras, en lo que tengo que decir y cómo actuar, pero la verdad es que estoy en blanco.
No sé si puedo seguir ignorando el hecho de que mi novia me haya mentido acerca de su lugar de origen, aunque tampoco lo veo como algo muy importante, ya que al fin y al cabo es lo que menos importa. Pero lo que realmente me preocupa es que haya estado ocultándomelo, porque eso no tiene pinta de ser algo bueno.
Salgo de casa con cuidado, a pasos lentos, aún pensando qué es lo que voy a hacer o decir, pero de momento avanzo con lentitud hasta llegar a su espalda, mientras ella sigue hablando, aparentemente sin darse cuenta de que estoy tras ella.

--Stoite dalech ot semeistvoto mi. Tryabva da znaete...

Su voz suena como un rugido bajo, como si advirtiera al que sea con el que está hablando, de algo. Si yo fuera él o ella, ni siquiera intentaría repricarla.
Coloco mi mano izquierda en su hombro con gentileza. En el siguiente parpadeo, me encuentro con una navaja al cuello y una mirada casi animal clavada en mí. 
Siento como si ahora mismo ella no fuera ella; se muestra agresiva, compulsiva, peligrosa, y todo ello, a apenas unos centímetros de mi niño.
Contengo la respiración, sin moverme ni medio centímetro, solo para que no me haga daño sin quererlo, ya que una parte de mí aún confía en que me quiere a pesar de las circunstancias.
Sus ojos se suavizan en apenas segundos y con velocidad pasmosa aleja la navaja lejos de mí, guardándola en cualquier lugar con rapidez.

--Mamka mu! En pravi toba!-exclama en un bufido.
--A-Ale...-la llamo algo asustado por lo ocurrido, pese a que ya debería estar acostumbrado a que me apunte con armas, pero que también Matt sea puesto en peligro...
--Kakvo?-pregunta antes de dar una larga calada a su cigarrillo casi acabado, dejando salir el humo lejos de nosotros.

Se pone a murmurar algo con tono ñoño. Si ya no entendía ni media, ahora sí que ya no entiendo nada, puesto que habla en tono ñoño haciendo carantoñas al bebé, quien solo gruñe a disgusto por el hambre.
Algo que realmente me sorprende es que no parezca asustada por haber puesto en peligro a su hijo, ya que igual que ha puesto una navaja en mi cuello podría no haber calculado bien las distancias y haber dañado a nuestro pequeño, pero ella no parece consciente de ese peligro ya que solo le dice cosas tiernas a Matt, como si nada hubiera pasado.

--¿Podrías hablar de alguna manera en la que te entienda?-la pregunto dudoso, sin saber si ahora su mente estará trabajando en otro idioma y no me comprenderá.

Ella deja de murmurar en dirección a Matt para poner sus ojos en los míos. Se muestra confusa y sorprendida al mismo tiempo. Acto seguido se aparta un poco para poder mirarme mejor -supongo- y me observa con atención, como si no entendiera de lo que hablo.

--¿Ale?-pregunto dudoso.

Ella parece con intenciones de responder, pero se calla y parece pensárselo mejor. Acaricia sus ojos con frustración antes de dar una ultima calada a su cigarrillo antes de apagarlo.

--Lo siento-dice sin más, en un tono cansado-Me he liado un poco-añade con cierta diversión.
--¿Qué idioma es ese?-pregunto directamente.

Ella cambia su expresión divertida por una con el ceño fruncido, no sé si molesta o preocupada.

--No importa-responde con calma.
--También hablaste con Josh de esa manera.
--Lo sé, pero no importa ¿vale?-dice sin pizca de enfado o nerviosismo, solo con un tono, en efecto, cansado, pero aún dulce.

Asiento con la cabeza. Pensé que confiaba en mí lo suficiente como para contarmelo todo, ya que me habló de la muerte de sus padres, de su vida en la calle, de su trabajo, de todo, y aún así parece que hay algo más detrás de todo esto. Si ella dice que no es importante, supongo que debo confiar en ella.
Aprecio una sonrisa en su rostro antes de que sus labios se unan a los míos en un beso rápido. Acto seguido coge a Matt de mis brazos y lo acuna con ternura, pero éste solo sigue quejándose por su comida.

--Vamos dentro, cariño y te doy de comer-dice con suavidad.

Deja un beso en su cabeza con cuidado. Me mira aún sonriente, esperando a que vaya con ella, cosa que hago de inmediato.

--¿Por qué estabais fuera?-pregunta una vez dentro de casa.
--Te estábamos buscando-contesto sin más.
--¿Y cómo que te has levantado a estas horas? No he oído que Matt llorase-dice con algo de extrañeza mientras se dirige al sofá.

Aparta las sillas que hacían de tope para que Matt no se cayera y se sienta en medio del sofá, con las piernas cruzadas como un indio y acomodándose con la espalda contra el respaldo, buscando una buena posición

--Sentí que no estabas en la cama y pensé que te habías ido de nuevo, o que tu regreso había sido solo un sueño-confieso en un tono bajo mientras me siento a su lado.

La estancia se queda en silencio por un momento, pero ella se encarga de rellenarlo con su suave voz.

--Liam...-mientras dice mi nombre siento como su mano se posa sobre la mía, lo cual me obliga a mirarla.

Sus grandes ojos castaños me muestran arrepentimiento y un fuerte dolor. 
Se acerca con lentitud a mí hasta que nuestros labios se unen, provocando esa chispa que hace que el vello de mi nuca se erice como nunca y al mismo tiempo como siempre.

--Me fui porque era lo que debía, pero no volveré a hacerlo. Te lo prometo-susurra contra mis labios.

Asiento con lacabeza débilmente antes de hacer que nuestros labios se encuentren de nuevo, esta vez con más necesidad, casi de manera violenta. Ella no se queja o me frena, sino que sigue el beso como si no fuera a haber mañana.
Al menos hasta que un pequeño gimoteo nos interrumpe.
Frenamos el beso, quedando nuestras frentes unidas y nuestras respiracionds aceleradas. Una sonrisa acompañada de un jadeo sale de sus labios. Deja un último y corto beso antes de separarse de mí.
Se sienta de nuevo en el sofá de esa manera cómoda y pone toda su atención en Matt.

--Mi niñito pequeñito y blandito tiene hambre...¿a que sí?-dice con voz ñoña y haciendo muecas extrañas que sacan una sonrisa al pequeño-Pues eso tiene solución,cariño-confirma.

Le coge en sus brazos y con un movimiento rápido se sube la camiseta y aparta el sujetador lo suficiente para que Matt coma. El pequeño de inmediato se agarra como un desesperado y empieza a comer como si fuera a ser la última vez.

--Vaya hambre feroz-digo divertido mientras peino su escaso pelo con mis dedos.

Ale no dice nada, pero sonríe mirándole con esos ojos que solo una madre puede poner hacia su hijo; llenos de amor, de paciencia, de sabiduría, de ternura, de cariño, de protección...
Ante mis ojos concurre una de las escenas más hermosas que hasta el momento haya podido ser presente -o bueno, otra de ellas.
Sonrío sin apenas darme cuenta, sin poder apartar mis ojos de ellos, temiendo a que si cierro los ojos de nuevo, su presencia se desvanecerá.
Sus palabras en un extraño lenguaje aún retumban en mi cabeza. La sensación en mi pecho de que algo no va bien, de que hay mucho que no sé y aún más que me oculta, pero mi corazón solo está puesto en ellos y en que se encuentran bien y en que están conmigo.
No sé cuánto tiempo me quedo mirándoles, pero cuando salgo de mi ensimismamiento, me doy cuenta de que Ale me está diciendo algo y de que yo no he estado prestándole demasiada atención, pero me tiende a nuestro pequeño con una sonrisa llena de vida e ilusión. Cojo a mi niño aún sin entender, pero le coloco contra mi pecho con ternura.

--No, no-dice con diversión-en tu hombro o en tus rodillas-añade.
--¿Qué?-pregunto confuso.
--Necesita tener el abdomen apoyado contra algo, para hacer presión, así salen los gases-contesta con un tono dulce y paciente.
--Oh, los gases, sí.

Cojo a Matt de manera que su pecho queda algo por encima de mi hombro y comienzo a darle pequeñas y suaves palmaditas, sin querer hacerle daño. Ale solo sonríe, por lo que supongo que debo estar haciéndolo bien.
La estancia se queda en silencio mientras sigo dando las palmaditas a mi pequeño, aunque me parece que más que echar los gases va a quedarse dormido.
Todo es tranquilo y sin preocupación alguna, y por unos minutos, siento que nada malo va a ocurrir entre nosotros. 
Al menos hasta que ella habla de repente.

--Sé que te has acostado con Cassie.



---------------
Holiiiiwiiis :'3
Sé que no están los ocho comentarios que pido para subir el siguiente, pero bueh, estoy feliz (aunque haya suspendido Historia...otra vez xD) pero qué deciros, es mi cumpleaños y estoy feliz :'3 (en realidad ya nos es mi cumpleaños bc ya pasaron de las doce pero...ES MI NO CUMPLEAÑOS :'3 ¿De cuántos es hoy vuestri no cumpleaños?)
Así que nada, rayaros un poco la mente con este capítulo. Sacad teorías precipitadas y sin sentido y por supuesto, comentadmelas porque me encantan vuestras teorías *-*

Queeeeessstiooons!!

-PREGUNTAS PARA TI (A PESAR DE QUE HABLO TODOS LOS DIAS CONTIGO Y TE LO PUEDO PREGUNTAR PERO ME LA SUDA):
-Cuantos penes gigantes flácidos dolorosos espinosos quieres que NB tenga por donde le quepan?
-Si sabemos que la intensidad de 4'5V del corriente eléctrico se ve disminuida al cruzar una resistencia de 7oms, y teniendo en cuenta que Juanito tiene tres manzanas y se come dos, calcula usando el numero de pigmentación de la piel del elefante rosa para decirme CUAN ZORRA ES MARTA. Tienes que poner el cálculo. No me vale solo la respuesta. Esto es un examen. (Anónima no tan anónima)

Eres guay y aunque nos pasemos 24/7 hablando comentaremos y preguntaremos bc dibas.

Pueeeees no quiero que nadie tenga penes flácidos, dolorosos y espinosos por el culo :c (aunque quizás se merezca unos cuantos)

Pues a ver...soy de Letras y lo sabes, así que ponerme un problema es un poco ir a pillar, pero yo lo intento...
Por una parte tenemos 4'5V (que nunca he sabido sin son Vatios o Voltios, creo que Voltios) y como es de voltaje (?) pues en el cuerpo de un humano equivale a un...pongamos que un 14% de maldad. Si a eso le sumamos la resistencia de 7oms (que no tengo ni idea de lo que es) pues tenemos un 21%. Por otra parte, si Juanito tiene tres manzanas y se come dos pues le queda una, así que ya tenemos un 22% de maldad. Y ahora, para calcular la pigmentación  de la piel de un elefante rosa tenemos que ver la masa media que tiene un elefante...la superficie que ocupa su piel...cuan rosa es su piel y cuántas hadas pintaron la pintaron...creo que eso se nos queda en 30.
De esta manera, si sumamos 30+22, nos queda 52%, ese 52% lo multiplicamos por la masa corporal de Marta y nos queda...Que es bastante zorra (aunque dependiendo de como tenga el día, u know)


Love u all xoxo :3.