El alma se me cae a los pies de un golpe que juro haber podido oír. Mi respiración se corta como cuando alguien te da una patada en el estómago. Mi corazón se acelera en apenas unos segundos.
¿Cómo lo ha sabido? ¿Quién se lo ha dicho? ¿Niall? ¿La propia Cassie? Eso ni siquiera tendría sentido, ¿para qué enfadar a alguien que parece que teme? Pero ¿por qué Niall iba a decirle nada? ¿Y cuándo? Porque nos hemos pasado el día juntos, en el hospital, pero juntos.
Es cierto que desde que llegó se está comportando de una manera extraña; apenas habla, mucho menos de lo que la ha ocurrido, de por qué o a donde se ha ido, por no hacer, apenas me ha besado, tan solo se ha mantenido muy cerca de mí, con Matt sobre su pecho, como si se estuviera escondiendo de algo o de alguien, pero eso tampoco soluciona el que se haya enterado de mi infidelidad.
No puedo negarlo, porque simplemente no me veo capacitado como para poder mirarla a los ojos y saber que no estoy siendo sincero con ella.
Por otro lado, si lo admito, se enfadará, porque es obvio que se enfadará, y por tanto, habrá posibilidades de que la pesadilla que he vivido hace unos momentos de que ella vuelva a irse, se convierta en realidad.
Mis ojos están puestos en ella, preocupados, sintiendo como me empiezan a picar por las lágrimas de arrepentimiento que amenazan con salir. Sin embargo, los suyos, están en Matt, quien come tranquilo con su manita cogida por la de su madre.
Mi respiración se mantiene entrecortada mientras pienso algo que decir o hacer, pero cuando sus grande ojos encuentran los míos, sé que estoy perdido y que no hay manera de que piense algo coherente que decirle.
--No te estoy culpando-dice con voz baja y tranquila antes de llevar la vista al niño de nuevo-no voy a decirte que me lo esperara-añade con el ceño fruncido-pero tampoco puedo enfadarme contigo, ya que al fin y al cabo, fui yo la que se fue sin más.
--Alejandra, yo...-trato de decir algo, pero solo salen balbuceos entrecortados-yo no quería, yo solo...te fui a buscar y...ella estaba allí, m-me salvó y-y-y luego...ayudó a María. Zayn estaba muy disgustado y...yo solo...yo solo quise ser amable y...la invité a dormir, pe-pero una cosa llegó a la otra y...yo no pude...quiero decir, ella no me...no me obligó, claro, p-pero yo no pude...evitarlo y...
--Liam-me corta de manera suave-tranquilo-añade con una pequeña sonrisa- Está bien, lo entiendo. No te preocupes...
--Sí que me preocupo-me defiendo-Porque...no quiere que l hagas daño, ella...ella no tuvo la culpa...
Veo como alza la vista desde Matt hasta mí para mirarme a los ojos y ver como parpadea con rapidez, sorprendida. Pero poco a poco su expresión va tornando a una de dolencia.
--Lo que te preocupa es que la haga daño-susurra retirando su mirada-La que te preocupa...es que la haga daño-repite, como si intentara comprenderlo.
--Sí, es lo que me preocupa-admito buscando sus ojos, tratando de saber cuál es su expresión facial en estos instantes.
Entiendo que se siente traicionada porque me preocupe más el que le haga daño a Cassie que el que ella me deje otra vez, pero si ya me ha prometido que nunca va a irse de nuevo, por lo que temo es por la vida de Cassandra, y de su hijo.
Aunque el motivo de su triste tono de voz viene dado por algo que no me esperaba.
--Piensas que voy matando a la gente por gusto-sisea con voz tensa, ya no triste. Vivan los cambios de humor incomprensible para el género masculino-Piensas...piensas que soy una asesina-insiste con lo mismo, mientras aleja a un satisfecho Matt de ella y le deja tumbado en el sofá, con expresión soñolienta-Piensas que soy peligrosa, añade con cierto aire de sorpresa mientras se levanta del sofá.
--Ale, yo no he dicho eso...-respondo con tono calmo, aunque por dentro estoy temblando, solo por como puede reaccionar.
--Es precisamente lo que estás diciendo, Liam-escupe clavando sus ojos en los míos, haciéndome sentir un ratón frente a una serpiente hambrienta-¿Me tienes miedo? ¿Tienes miedo de que te mate?
Sí.
--No-me contradigo a mí mismo, tratando de sonar lo más serio y contundente que puedo-Sé que a mí no me harías daño.
Ella suelta una risa cínica mientras camina por la habitación.
Admito que después de todo lo que he visto; después de su barrio, después de los disparos, después de los navajazos, después de los Cobra, después de haber vivido todo eso, creo que nunca he sentido tanto miedo como ahora. No sé lo que piensa, no sé por qué se está comportando así, no sé quién es ella, porque me niego en rotundo a pensar que es la misma chica que se fue de aquí hace meses.
--Estás mintiendo, Liam-dice como si le hiciera gracia todo esto-¿Me puedes decir qué motivos te he dado para que pienses que quiero hacerte daño? ¿Que pueda hacerle daño a ella?
--Llevas varias armas siempre contigo-me atrevo a reprochar mientras me levanto del sofá con lentitud, solo para llevar la discusión a otra sala, lejos de Matt-En cuanto alguien te sorprende ya tienes alguna de ellas puesto en él, en mí normalmente-hablo mientras me acerco a ella, tratando de parecer grande e intimidante, pero ella no se achanta, ni siquiera parpadea-Vienes de un barrio donde la gente se mata por ser el líder de...cuatro calles chapuceras y llenas de muerte. Has desaparecido del mapa durante meses, y cuando vuelves, no pareces la misma chica dulce y asustada, la pequeña chica que odiaba ese lugar con toda su alma. Realmente no sé quién eres Alejandra, no sé en qué te has convertido ni por qué lo has hecho, así que no me preguntes a mí el porqué de que te tema cuando pierdes los estribos, porque sabes perfectamente que eres peligrosa.
Mis palabras parecen ablandarla un poco, casi dolerla el hecho de que la esté acusando, de que la esté recordando quién o cómo es, de dónde viene, o el simple hecho de querer saber qué es lo que ha pasado en mi ausencia como para que ahora se esté comportando así. Porque sí, cuando está con los chicos es dulce y tranquila, es cariñosa y no parece tener que estar a la defensiva, tal y como era antes conmigo, pero ahora, ahora parece que también me ve como a su enemigo, y sé perfectamente lo que ocurre con sus enemigos.
Su mirada por unos segundos parece la de la Alejandra buena e inocente de siempre, pero eso parece esfumarse como si el viento se lo llevara, ya que me vuelve a mirar de manera dura y amenazante.
--Si quisiera matarte llevarías muerto meses, Liam Payne-sisea muy cerca de mí-Si realmente lo quisiera llevarías bajo tierra desde hace tiempo.
--Yo no he dicho que quieras matarme-contesto, en voz baja, ya que estamos prácticamente pecho contra pecho-Pero eso no quiere decir que no seas peligrosa y que puedas hacerlo por un equívoco.
--Si tanto miedo te doy, si tan mala, horrible y peligrosa soy, dime, qué es lo que hago aquí. Por qué no me has denunciado, por qué no me has echado de tu casa y te has quedado con la perra de Alexia.
Y antes de que me dé cuenta, su espalda está contra la pared y mi pecho presionando el suyo. No como una defensa, mucho menos como un ataque, sino porque no he podido evitar besarla con tal fuerza. Ella no parece dudar, ya que me sigue el ritmo, metiendo sus manos por debajo de mi camiseta, acariciando mi abdomen con sus dos manos, mientras yo sujeto su cara con una de las mías.
Mierda. ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué estoy haciendo con ella? ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Estábamos discutiendo sobre lo peligrosa que puede llegar a ser, sobre que podría matarme a mí por un error o a Cassandra por un impulso de ira, y sin embargo, aquí estoy, dejando que ella retire mi camiseta y la tire por cualquier lugar mientras yo cojo sus piernas y hago que se coloquen en torno a mi cintura, apretando aún más su espalda contra la pared y mi cadera contra la suya, lo cual provoca que ella gima con fuerza.
Siento como sus manos bajan hasta mis pantalones y mete la mano en ellos para acariciar mi miembro por encima de los bóxers. Un gruñido sale por mi parte mientras aparto mis labios de los suyos con el ceño fruncido.
Escucho como ella ríe por lo bajo antes de dejar besar húmedos por mi barbilla, moviéndose por mi mandíbula hasta llegar a mi oído.
--¿No era peligrosa? ¿No tenías miedo de que te matara sin querer?-pregunta en un ronroneo antes de pillar el lóbulo de mi oreja entre sus dientes, lo cual hace que suelte un ligero jadeo.
--De algo hay que morir en esta vida-es lo único que respondo antes de atrapar sus labios entre los míos.
Con una de mis manos decido desatar sus zapatillas, encontrando así que en uno de sus tobillos hay lo que parece una pistola de tamaño pequeño. No digo nada, ni siquiera me preocupo, y la dejo caer al suelo mientras siento como ella sonríe en medio del beso al tiempo que sigue acariciando mi entrepierna sin descaro alguno. Para cuando voy a quitar su otra deportiva, encuentro una navaja.
--¿Es que no hay ni un lugar en el que tengas algo con lo que matar?-pregunto sobre sus labios mientras dejo caer el otro arma al suelo, junto con sus zapatillas.
--Sí, sí hay un lugar en el cual no llevo nada peligroso-responde antes de morder mi labio inferior y comenzar a succionarlo.
Me gustaría tener tanto miedo como el que tenía hace diez minutos, pero simplemente no puedo, ahora mismo el miedo se ha esfumado y en lo único en lo que pongo mi atención es en desabrochar sus vaqueros, encontrándome con otras dos armas de fuego. Ni siquiera sé cómo pasa los controles de seguridad en los aeropuertos.
Tengo que bajar un momento sus piernas al suelo para poder quitar por completo sus vaqueros, lo cual aprovecho para ir repartiendo besos por sus torneadas piernas. con ligeras mordidas que realmente no quiero dejar, porque no quiero que tenga marcas de ninguna clase, pero no puedo evitarlo. Mientras estoy apartando sus pantalones, veo como su top acaba en el suelo, junto con otro arma de fuego, la que ya me conozco de memoria al haberla tenido tocando mi cabeza más de una y de dos veces, y junto a la navaja que ha estado conociendo mi cuello hace escasos veinte minutos.
Para cuando me levanto, apenas me da tiempo a besarla, ya que me media vuelta a mi cuerpo y me pega con la espalda a la pared. Ella no se lo piensa tanto y tan solo baja de un tirón mis pantalones hasta que acaban en el suelo, junto con mi ropa interior.
Estrella sus labios sobre los míos cuando vuelve a subir, notando como hay una sonrisa proveniente ella que se me contagia sin saber el motivo, pero ella se encarga de explicármelo, llevando de nuevo sus labios a mi oído y sus manos a mi erección.
--Vamos a tener que tener cuidado con esto-susurra mientras siento como mueve una de sus manos de arriba abajo.
Yo solo puedo gemir, quizás demasiado alto como para estar nuestro niño durmiendo a unos metros y Cassandra en el piso de arriba, pero bueno, Matt ni siquiera se entera y Cassie ya estará enterada de lo que está pasando.
--¿Por qué?-soy capaz de preguntar con voz jadeante.
--Porque un día de estos me vas a matar tú a mí y con una mejor arma de fuego que cualquiera de las que yo tengo-bromea antes de besarme con fuerza de nuevo.
Siento como la temperatura sube en mis mejillas, aunque dada la situación, no le tomo importancia. Cojo sus piernas de nuevo para poder coger una buena posición. De nuevo otro giro entre nosotros, que esta vez la deja a ella con la espalda contra la pared.
No necesitamos preparación, ni un aviso ni pensárnoslo mucho, nuestros cuerpos ya están en llamas, nuestro corazón bombeando con fuerza, nuestras respiraciones sonando pesadas por toda la sala, acompañadas de débiles jadeos que se tornan fuertes gemidos en cuanto doy la primera estocada, y largos gritos que deben de estar asustando a todo el vecindario cuando apenas llevamos quince minutos.
No sé cuánto tiempo pasa, no sé si Matt debe de estar despierto, si Cassandra debe de estar tratando de dormir, si debería sentir miedo o si esto ha sido lo correcto para la situación en la que nos encontrábamos, pero cuando me dejo ir, ya nada me importa, salvo que siento como veo las estrellas. Ella me acompaña pocos minutos después, y a lo único que llegamos es a quedarnos tumbados en el suelo.
Siento mis brazos y mis piernas acalambrados de haber estado sujetándola durante todo este tiempo, pero tampoco me importa, al menos mañana tendré agujetas por una buena razón.
La miro a los ojos, próximos a los míos, viendo los mismo ojos de hace meses, viendo a la misma chica sonriente, dulce, no inocente, pero buena y tranquila, insegura y aparentemente inofensiva, la misma Ale de siempre, junto a mí. Por algún momento comenzamos a reír, y de manera extraña, eso es lo que causa que Matt se despierte y no nuestros anteriores gritos.
Decido levantarme a por él para poder acunarle contra mi pecho mientras le digo palabras dulces y tranquilas. Me siento en mi anterior posición, junto a Ale, para ver como ella sonríe de manera radiante, primero a mí y luego a Matt. Y pienso, que quizás no seamos la familia más normal del mundo, pero que tampoco seremos la más extraña, o mucho menos la que menos se quiera. En la que haya más confianza, más secretos o más peligro no lo sé, pero al menos nos queremos, y eso parece ser suficiente, al menos de momento.
-Moments-
Cuando abro los ojos no sé cuánto tiempo he dormido ni qué ha sido lo que me ha despertado. Sospecho de que la manta que hay sobre mí ha sido puesta por Ale, de la cual, no hay rastro.
Matt sigue apoyado en mi pecho, dormido, tranquilo.
Miro a mi alrededor, pensando en si Ale de nuevo estará fuera, amenazando a alguien, aunque lo dudo, ya que hay demasiada luz como para no levantar sospechas de los vecinos.
Quizás esté en la ducha, puede que en el baño o desayunando-pienso sin alterarme, ya que siento su promesa de que no se volvería a ir sin darme una explicación, y además, Matty sigue conmigo.
Me levanto del suelo, viendo mi ropa, solo la mía, tirada por el suelo de anoche. Extraño, sin duda, pero aún nada de lo que sospechar. Dejo a Matt en el sofá por un momento mientras me visto de nuevo, solo para no no crear momentos embarazosos con Cassie, y le cojo de nuevo para dirigirme a la cocina, solo en busca de su presencia.
En isla de la cocina veo una figura femenina, alta, muy alta, con el cabello negro recogido en una coleta y un pijama largo que cubre sus piernas hasta los pies.
--Buenos días-me saluda con una brillante sonrisa, antes de seguir cortando lo que parece que es tomate.
--Buenos días, Cassie-respondo de la misma manera, pero aún algo confundido por no ser Ale a la que vea aquí.
--Entretenida la noche ¿eh?-dice con tono jocoso, sin levantar la vista del desayuno que debe de estar preparando.
Siento toda mi cara llenarse de rubor, pese a que ya daba por hecho que ella nos había escuchado.
--Mmm, sí-respondo en voz baja mientras me siento en un taburete, Matt aún dormido y pegado a mí-¿Has visto a Ale?-la pregunto, solo por curiosidad.
Veo como su ceño se frunce por encima de esos ojos azules tan puros y brillantes que impactan con los míos de manera breve antes de volver a agachar la cabeza e indicarme con un movimiento de cabeza que mire hacia mi derecha. Doy así con unos cinco biberones llenos de leche junto a un paquete enorme de pañales, chupetes, varias mantas y algo de ropa tamaño bebé.
La miro algo extrañada, tratando de saber a lo que se refiere con eso, ya que sí, esas son las cosas de Matt, pero no me dice nada acerca de Alejandra, pero la mirada no me es devuelta y simplemente actúa de manera fría y robótica mientras se da media vuelta para preparar algo relacionado con huevos.
Me levanto confuso del taburete y me dirijo a todas esas cosas que son de mi bebé para encontrar junto a un peluche de conejito, una nota con su estilizada caligrafía.
He tenido que irme esta mañana, parece que hay algunos problemas.
No te preocupes, volveré antes de la cena.
Aquí tienes todo lo necesario para cuidar de Matt.
No dejes que Alexia se acerque a él.
Te quiere. Ale xxoo
Narra María.
--¿Qué ha pasado?-pregunto en voz baja, mientras él se tumba de nuevo en la cama, dejando salir un suspiro cansado.
--Nada-confirma mientras dejo el móvil en la mesilla de noche-Liam se ha puesto un poco nervioso porque pensaba que Alejandra se había ido de nuevo-añade en esa voz baja-pero en cuanto la ha encontrado se ha tranquilizado, o algo así.
--Está bien-respondo sin poder evitar una sonrisa tierna con el hecho de que Liam la necesite tanto.
Él asiente con la cabeza mientras se acurruca en su lado de cama, tapándose con las mantas hasta su nariz.
Puedo ver como sus grandes ojos están abiertos de par en par y no puedo evitar sonreír, sin apartar un segundo mis ojos de los suyos.
--¿Qué pasa?-susurra algo divertido, con la cara descubierta, haciendo que prácticamente sienta mis labios vibrar dada nuestra cercanía.
--Nada-contesto de la misma manera-Eres precioso.
--Ni siquiera me estás viendo-dice sin apartar el tono jocoso.
Y aunque sea verdad lo que dice, y ni le vea debido a la oscuridad de la noche, estoy segura de que sus mejillas se han enrojecido, solo porque haya alabado su belleza -una vez más-.
--Eso no quiere decir que no lo sea-susurro.
Me acerco a él el pequeño espacio que nos separa y encuentro sus labios sin problema, acariciándolos con los míos de manera suave, lenta, delicada y cariñosa.
Siento como una sonrisa escapa de sus labios en mitad del beso.
--Te quiero-susurro mientras con mi mano derecha acaricio su cuello con las yemas de mis dedos.
Entonces recuerdo, recuerdo nuestro primer "Te quiero". Recuerdo lo mucho que tuve que pavonearme y tirarle fichas para que se acostara conmigo, y lo mucho que él siempre se negaba, solo por no querer ser uno más. Recuerdo lo mucho que me gustaba y lo que realmente necesitaba que él quisiera estar conmigo. También recuerdo las veces que me negué a mí misma estar sintiendo algo por él, algo tan fuerte y poderoso que me hacía sentir débil y a su total merced. Obviamente, recuerdo la primera vez que lo hicimos, en el pasillo de la entrada de la misma casa en la que ahora estamos viviendo, ya que no quería -ni podía- esperar más a sentir su cuerpo contra el mío.
No fue algo tierno de película Disney, ni algo pasional y profundo a lo Crepúsculo. No fue un 'te quiero' de adolescentes de instituto, tipo High School Musical, ni mucho menos fue un te quiero, dulce, empalagoso y suave como sus canciones. Tan solo fue un 'te quiero' después de haber tenido sexo, un 'te quiero' que salió de manera totalmente inconsciente por mi parte, algo que no planeaba decirle a nadie en mucho tiempo, y que él me sonsacó apenas en unos días.
Siento cómo hace círculos por encima de mi tatuaje, aquel pájaro volando libre de la jaula porque yo no pertenezco a nadie y soy libre y nadie me puede frenar, ni encerrar, no tantas otras cosas. Pero la verdad, es que junto a Zayn y Malcom, no me siento encerrada ni presionada de ninguna manera.
Su pecho se infla, parece que para coger aire, antes de dejar salir de manera dulce y prácticamente pegado a mis labios un:
--Y yo a ti.
-Moments-
Escucho cómo mi móvil vibra con violencia contra la madera de la mesilla, indicándome que ya debe de ser hora de ir a clase.
Gruño algo molesta, acurrucándome junto al cálido pecho de Zayn por unos segundos, antes de obligarme a mí misma a levantarme, ya que sino me quedaré dormida.
Me despego con cuidado de Zayn, quien parece dormir profundamente, con sus labios gruesos, unidos de manera débil. Su pelo completamente despeinado. Su pecho subiendo y bajando con calma. Me permito el lujo de quedarme algunos minutos más observándole, viendo sus largas pestañas, su nariz, que deja salir un suspiro tranquilo cada poco tiempo. Algo de barba se muestra en su barbilla y por encima de su labio. Siempre me gustó que se dejara crecer algo de barba, puede que esta vez lo consiga.
De manera inconsciente acaricio su mejilla, haciendo que él mueve su cara en busca de más contacto por mi parte.
Sonrío antes de dejar salir un suspiro, y finalmente, levantarme tan cuidadosa y silenciosa como puedo, ya que él no tiene por qué levantarse pronto, al menos de momento.
--Buenos días-murmura de repente.
Me giro de golpe para ver como sonríe de manera ladeada mientras entreabre un ojo.
--Mierda, lo siento-respondo en un susurro-No quería despertarte.
--No te preocupes-dice aún sonriente antes de dejar salir un bostezo-¿Qué hora es?-pregunta con cierto aire desorientado, acariciando su pelo ya bastante desordenado.
--Las siete-contesto antes de dejar un beso en mi mejilla.
--¿Por qué tan pronto?-pregunta quejica con la cara contra la almohada.
--Me tengo que ir a clase-respondo mientras me muevo hasta el armario para coger algo de ropa y poder meterme a la ducha.
Oigo como gruñe molesto. Supongo que pensaba en quedarse otro día más en la cama hasta tarde junto a mí, hasta que viniera M a despertarnos y decirnos que es hora de levantarse, porque sino el día no cunde, tal y como haría una madre.
Y pensando en Malcom...
--¿No tenías que ir con M al médico?-pregunto mientras me meto en el baño, sabiendo que podré escucharle.
--Sí-oigo que dice con voz adormilada-Pero aún quedan horas...
Río negando con la cabeza a sabiendas de que al final acabará por levantarse.
Me meto en la ducha, pensando en Malcom; en la cita con el médico, en su recuperación, en su posible futuro en el colegio...
Sus heridas están curadas, y de ellas, solo quedan algunas malas cicatrices que siempre le recordarán el daño que le hicieron, pero también lo fuerte que es como para superarlas. Su piel sigue pálida, pero porque es así, no porque esté desfallecido, no por el abandono. Prácticamente se encuentra recuperado, su cuerpo casi tolera las comidas como cualquier otro niño, aunque quizás haya que seguir controlando su peso para que no esté más bajo de lo debido. Pero eso no es importante, no cuando parece tan feliz como cualquier niño de su edad, como cualquier persona que no ha sufrido un trauma como el que realmente ha vivido.
Comienzo a lavar mi pelo tranquilamente, ahora pensando en cuanto tiempo llevaré aquí pensando o en si llegaré tarde, cuando siento como unos brazos rodean mis caderas.
Una parte de mí, la más lógica, me dice que sonría y me dé media vuelta para besar a Zayn y quizás poder tener unos buenos días entretenidos.
Otra, aquella que se encuentra al final de mi mente, en mi pasado, en mis recuerdos, obliga a mi cuerpo a reaccionar de otra manera distinta: como defensa.
Me giro y sin pensarlo apenas, mi puño impacta contra su nariz. Él pierde el equilibrio y resbala, quedando sentado en la bañera, como Dios le trajo al mundo, y de inmediato sangrando por la nariz de manera escandalosa.
Llevo una de mis manos a mi boca para reprimir el grito de sorpresa, que acaba saliendo de mí.
--¡Oh Dios! ¡Lo siento!-exclamo mientras se arrodilla para llegar a él-¡Lo siento! ¡Lo siento!
Él me mira perplejo, como si no se lo creyera, con su nariz golpeada y llena de sangre.
Pasados unos segundos, su rostro comienza a expresar una mueca de dolor.
--¡Joder!-chilla llevándose la mano derecha a la nariz-¡Me acabas de pegar!
--¡Me has atacado por la retaguardia sin avisar! ¡Me has asustado!-me excuso-Dios...perdón-añado tratando de llegar a mi nariz.
--Me duele-murmura-Mierda...¿por qué lo has hecho?-pregunta, sonando más curioso que acusador.
Cojo aire, sintiendo mi respiración pesada, mientras busco una respuesta lógica que darle, pero lo único que llega a mí son recuerdos de aquella nefasta noche, y de repente, siento como si mi cuerpo volviera a estar dolorido y sucio.
--Porque no me lo esperaba-susurro apartando la sangre con cuidado-No puedes hacer eso, Zayn...Aún recuerdo a Jason-añado en voz baja-y el hecho de que me toques sin que lo tuviera previsto y mucho menos de que te viera ha hecho que me defienda de manera inconsciente.
Nos quedamos por un momento en silencio, con las respiraciones algo agitadas por el mismo motivo: mi miedo inconsciente a Jason. Porque aunque lo haya superado, aunque haya entendido que es Zayn el que me toca y no ese monstruo, aunque sepa que él nunca me hará lo mismo, una parte de mi mente ha quedado marcada de por vida, aunque aquello ocurriera hace diez meses.
--Lo siento-murmura realmente arrepentido mientras se levanta con lentitud del suelo.
--Yo he sido la que te ha pegado-susurro con una sonrisa ladeada, divertida.
--Yo he sido el que te he asustado-contesta con voz gastada.
Antes de que diga nada, me rodea con sus brazos y me pega a su pecho.
Imágenes aún llegan a mi mente de aquel día. Inconscientemente, entierro mi cara en su cuello e inspiro con fuerza, sintiendo aún ese miedo atroz, pero no a Zayn o a lo que pueda hacerme, sino a los propios recuerdos que nunca abandonarán mi mente.
--¿Papi?-escucho esa dulce y fina voz llamar a Zayn, despierta y preocupada, desde el otro lado de la puerta.
Me separo para mirarle y ver como él también sonríe de manera amplia, aunque avergonzada, ya que hemos despertado a M con nuestros gritos llenos de miedo.
Trato de responder con un "¿Qué ocurre?", pero antes de que eso ocurra, las cortinas de la ducha son abiertas y los ojitos de Malcom llenos de preocupación llegan hasta nosotros.
Pero esa preocupación, rápidamente es sustituida por el más fuerte y horrible de los miedos. Su natural y brillante palidez se convierte en un pálido fantasmal y falto de vida. Sus ojos se llenan de lágrimas y todo su cuerpo tiembla con violencia.
--Hey, pequeño ¿qué te pasa?-pregunta Zayn mientras acerca una mano hacia él.
Entonces veo como la sangre de su propia nariz gotea de su mano. Su mirada llega hasta mí, al mismo tiempo que yo también me miro a mí misma para ver como mi torso también está lleno de sangre, al igual que el suyo y al igual que parte del suelo de la bañera. Y eso solo debido a un golpe en la nariz.
--No te preocupes, M, es solo sangre de la nariz, no pasa nada-le aseguro con una sonrisa mientras trato de acercarme a él.
Pero él se aleja con rapidez. Su rostro demacrado por el miedo y la agonía. Las lágrimas recorriendo sus mejillas. Su respiración agitada y rápida.
--Oye, que no pasa nada, es solo un poco de sangre-insiste Zayn, saliendo de la bañera, solo para que vea que no pasa nada.
Para mi sorpresa, me doy cuenta de que lo que le da miedo no es la sangre, ni que Zayn o yo estemos heridos, sino el propio Zayn.
--No me toques-sisea echando dos pasos hacia atrás.
--Malcom-consigue decir su padre con una mezcla de preocupación y confusión-sabes que no pasa nada, cariño, yo nunca te haría daño.
--No me toques. No me toques-sigue murmurando mientras se aleja de él hasta salir del baño, y entonces, echar a correr a algún lado de la casa.
Zayn se queda quieto en su sitio. Helado. Paralizado. Confundido. Perdido.
¿Qué ha pasado? ¿Por qué huye de él? ¿Por qué de repente parece que nos tiene miedo, que tiene miedo a su propio padre, cuando hace dos meses que no tiene miedo a ningún adulto? ¿Qué ha ocurrido que le haga temer de nuevo? Sabe que ni Zayn ni yo nunca le dañaríamos, que nunca haría nada que le perjudicara, que le queremos como nunca a nadie hemos querido, y aún sabiéndolo, algo en su mente se ha descolocado lo suficiente como para que de repente olvide todo lo que nos importa.
Salgo de la ducha mojada, con jabón todavía en mi cuerpo y parte de mi pelo. Cojo una toalla y me rodeo con ella antes de coger otra y acercarme a Zayn, que ni se ha movido un pelo, aún por el golpe que ha debido provocarle que M le tenga miedo. Coloco una mano en su hombro derecho, haciendo que el se gire de un golpe para mirarme, con esos ojos grandes y castaños, ahora aguados y apunto de derramar lágrimas.
--Vamos a ver qué le ocurre-susurro acariciando su hombro, ya frío por haber estado mojado por un momento, con cariño antes de dejar un beso.
Lo único que hace es asentir con la cabeza antes de besar mis labios y volver a la habitación.
Nos colocamos cualquier cosa en el cuerpo y Zayn coloca un pañuelo en su nariz para que deje de sangrar antes de ir en busca de nuestro pobre niño asustado y marcado.
De inmediato vamos a su habitación, sabiendo que estará allí, posiblemente llorando, pero cuando entro, no encuentro nada. Su cama está sin hacer, la persiana aún bajada, pero nada de él.
Me meto en el baño, susurrando su nombre para que no se asuste si le llamo en voz más alta, pero no, tampoco está ahí, ni en la bañera, ni en el mueble del lavabo.
Salgo del baño con un nudo en el pecho, pensando en dónde o cómo podrá estar mi pequeño, en por qué teme a Zayn, en si estará llorando, en si piensa que no le quiero o que yo le voy a hacer daño.
Decido salir de su cuarto y buscar por el resto de la casa, sintiendo ese nudo de lágrimas y preocupación apretar cada vez con más fuerza, y por la cara de Zayn y la manera en la que revuelve toda la casa junto a mí, con lágrimas rodando por sus mejillas, doy por hecho que está igual.
Casi una hora pasa, y no hay señal alguna de Malcom; ni un ruido, ni una llamada, ni un llanto. Nada que nos indique que él siga en esta casa, pero si no esta aquí, ¿dónde iba a estar?
Sin decir nada, Zayn sale desesperado al jardín de atrás, dejando salir un sollozo sin importarle nada ni nadie, salvo su niño. Por otro lado, yo decido pensar de manera calma y serena, sabiendo que algo se nos ha pasado por alto y que seguro que él sigue en la casa, asustado y puede que llorando todavía, pero dentro de casa.
Por inercia vuelvo a su cuarto, a pasos lentos y sintiendo una fuerte corazonada que me dice que no estoy muy lejos de donde él se encuentra.
Miro de nuevo entre las mantas, debajo de la cama, en el armario, en la bañera de su cuarto, entre sus juguetes, pero no parece haber señales de él.
Escucho como Zayn le llama en voz alta por el jardín, desesperado, llorando sin control, esperando encontrarlo fuera, pero la verdad es que sigo dudando de que haya salido de casa.
Suspiro resignada, pensando en qué otros rincones de la casa puedo buscar, cuando me doy cuenta de que sé dónde está.
Bajo las escaleras todo lo rápido que puedo hasta llegar a la cocina.
¿Cuál es su lugar favorito para esconderse en el escondite? ¿Cuál es el sitio en el que Zayn siempre le dice que tiene que meterse si hay peligro? ¿Cuál es precisamente el sitio en el que tanto Zayn como yo hemos olvidado mirar? Sin duda alguna, hemos sido mucho más lentos que él a la hora de pensar.
Abro las puertas de la alacena con cuidado, buscando algún paquete que esté fuera de su sitio que me indique en qué parte puede estar escondido, pero todo parece tan colocado como siempre.
Tiene que estar por aquí, sé que tiene que estar por aquí.
De nuevo, trato de pensar con toda la lógica que puedo y pienso en que si está asustado y escondido, me habrá escuchado entrar, por lo que se estará esforzando en no hacer ni un ruido para que piense que aquí no está. Abro la puerta de la alacena y doy pasos en mi sitio, como si estuviera saliendo y cierro la puerta, esperando a que realmente esté aquí.
Pasa un largo e interminable minuto en el que no oigo nada, salvo mi propio corazón latir con fuerza, y por fin, un ligero sollozo se escucha a mi lado derecho. Me agacho de manera silenciosa, con intenciones de llamarle lo más tranquila y suave que puedo, cuando escucho como entre lágrimas comienza a cantar de manera débil y ahogada.
--Let the birds sing, dilly, dilly, and the lambs play, we shall be safe dilly, dilly, out of harm's way...
Se escucha como tiene la respiración ahogada y cómo se para en medio de las palabras para coger un aire que realmente le falta.
Siento su miedo, siento su miedo a pesar de todavía no verle, siento sus temblores y siento como trata de huir de los tormentosos recuerdos que no le dejan vivir, porque sí, no puede ser otra cosa que sus propios recuerdos lo que le hayan asustado de esa manera.
Una lágrima rueda por mi mejilla mientras muerdo mi labio inferior, sabiendo que mi miedo también es el suyo, sabiendo lo que siente y sabiendo que en su pequeño y dañado cuerpo, el dolor es más profundo y perdurará mucho más tiempo.
Cojo aire de manera silenciosa y comienzo a quitar cajas de manera lenta, haciendo que su dulce voz se apague y lo único que se escuchen son sollozos y una respiración muy ahogada, a punto de quitarle el aire.
Sé que le estoy asustado, sé que quizás esta no sea la manera de hacerlo, pero Dios, no puedo evitar querer abrazarlo y hacerle saber que todo está bien, por lo que sigo quitando cajas, cada vez más rápido, hasta que veo sus pies descalzos, encogidos.
--Lavender’s green dilly, dilly-comienzo a cantar la reconocida nana de cuna que él estaba cantando anteriormente, esperando que así, se tranquilice-Lavender’s blue, if you love me, dilly, dilly I will love you...
Veo sus grandes ojos rojos e hinchados, como si no hubiera parado de llorar por un segundo. Sus mejillas están húmedas por completo y parece que trata de apartarse esos mocos que a todo el mundo le salen cuando lloran. Contra su pecho aprieta un oso de peluche. Trata de apretarse más contra la pared que hay a su espalda.
Se encoge haciéndose aún más pequeño de lo que pensé que podría ser, esconde su cabeza bajo sus brazos y comienza a murmurar.
--No me pegues. No me pegues. Voy a ser un niño bueno. Voy a ser un niño bueno. Haré todo lo que quiera, pero no me pegues-dice entre lágrimas, con voz rota y absolutamente llena de terror.
Veo como un pequeño charco se forma a su alrededor de manera lenta conforme sus lágrimas aumentan. Está claro que se ha hecho pis, y no por ganas o necesidad, sino por miedo, por un miedo absoluto que no le deja ni siquiera pensar en quien soy o a quien le está suplicando clemencia.
--Malcom, cielo...-susurro con voz quebrada.
--No me hagas daño, por favor-me pide en un sollozo suplicante.
--Nunca te haría daño, pequeño-le aseguro en voz baja alargando mi mano para poder acariciar su mejilla, pero él aparta su cara con rapidez.
Veo como muerde su labio para evitar soltar más sollozos, hasta el punto que puedo ver como empieza a hacerse una herida. Suspira con la respiración entrecortada y los ojos cerrados con fuerza, aún tratando de alejarse más de mí, como si yo fuera a hacerle daño.
--M...soy yo, Mary, sabes que puedes confiar en mí...-susurro mientras me acerco a él con cuidado.
Pero él solo murmura más cosas acerca de que lo siente y de que va a ser un niño bueno.
Acabo en ese pequeño hueco de la alacena, encogida y no demasiado cómoda, pero al lado de mi pobre niño asustado al menos.
Tal vez debería dejarle solo, quizás solo debería quedarme aquí quieta y esperar a que se calme, puede que lo lógico fuera llamar a Zayn y avisarle de que está bien, y sin embargo, lo único que finalmente hago es cogerle para dejarle contra mi pecho.
Él ni siquiera trata de evitarlo o defenderse. Parece que no solo le hicieron aprender que debía ser un "niño bueno", estar callado, someterse a lo que le hicieran, no llorar ni huir, sino que también le inculcaron el pensamiento de que debía quedarse completamente sumiso, callado, sin oponer resistencia, a la hora de recibir un castigo.
Hago que se quede cómodo, con la cabeza contra mi pecho mientras yo me limito a acariciar su espalda y a dejar besos en su frente, en sus mejillas y en su pelo revuelto mientras susurro que no se preocupe, que todo va a ir bien, que nadie le va a hacer daño, que le quiero más que a nada en el mundo.
Nos quedamos de este modo durante un largo tiempo que no me veo capaz de calcular, pero que de igual manera ya sé que no voy a llegar a tiempo a clase, y la verdad es que no me puede importar menos.
El silencio nos rodea por completo, ya ni siquiera escucho a Zayn llamarle, lo cual no sé si me alivia o me preocupa.
Su respiración se tranquiliza muy poco a poco y deja de sollozar asustado. Se mantiene con la cara en mi pecho, justo enca de mi corazón, con los ojos cerrados y las mejillas húmedas.
--Lo asiento-susurra rompiendo el silencio.
--No tienes por qué disculparte-resoondo muy segura antes de dejar otro beso sobre su cabeza.
--Lamento haber actuado de esa manera...
No puedo evitar sonreír, con mis labios sobre su pelo, preguntándome tantas cosas acerca de él y su mente...¿En algún momento habrá pensado o hablado como un niño? ¿Se dará cuenta de que los niños de su edad no hablan así? ¿Podrá ver que habla como los adultos?
Y también, pienso en lo que un niño de su edad hubiera dicho "Per rona po haber hacido esho" porque...Dios, ha cumplido cuatro años apenas hace unos meses, él debería estar empezando el primer curso de preescolar, debería estar pintando con ceras de colores dibujos sobre mariposas, debería estar pegando bolas de algodón en un muñeco de nieve, aprendiendo los colores, los números hasta el diez, las primeras letras, y sin embargo lamenta haber actuado de esa manera, de una manera en la que cualquier pequeño actuaría al meterse en la cama con la luz apagada, pensando en que hay monstruos en el armario que le van a comer.
--Veros desnudos...con sangre-murmura aún sin abrir los ojos, sin moverse un ápice de su posicion-veros así...me ha recordado a...él... Él se desnudaba y me decía que yo hiciera lo mismo, pero yo no quería, porque sabía lo que ocurriría después. Cuanto más me negaba más agotaba su paciencia. Me daba un bofetón, me dejaba tirado en el suelo...y me quitaba la ropa rompiéndola... Después me hacía daño, mucho daño y siempre me hacía sangre.
>>Me dolía mucho. Me hacía mucho daño. Yo le decía que parase, que haría cualquier otra cosa que pidiera...
Llegados a este punto, yo solo dejo que las lágrimas salgan silenciosas mientras le aprieto con cariño contra mi pecho, escuchando lo que tanto le tortura, lo más horrible que le hubiera podido hacer a nadie y mucho menos a un niño; violarle.
Su voz ha subido una octava debido al llanto que de nuevo atenaza su garganta, pero que no parece querer salir. Toma aire y continúa con su triste recuerdo.
--Pero él nunca paraba, no hasta que me ensuciara por completo...haciéndome sentir usado y menospreciado...
>>Le daban igual mis súplicas, mi llanto, mi edad...le daba todo igual...y a Kate también. Lo único de lo que ella se quejaba era de que no teníamos dinero como para que me rompiera la ropa cada vez que quería...-veo como muerde su labio de nuevo con fuerza.
Sus ojos se aprietan, queriendo despertar de la pesadilla de sus recuerdos. Su mano se aprieta en mi camiseta y puedo ver como deja salir un par de lágrimas. Yo me limito a acariciar sus mejillas para hacerle saber que estoy aquí y que le estoy escuchando.
--Él...-dice con voz ahogada y trémula-él siempre solucionaba todo diciendo que...cuando tuviera doce años y sirviera para algo me prostituirían...porque para eso es para lo único que serviría...para dejar que otros hicieran lo que quisieran conmigo a cambio de dinero.
--No...eso no es así, pequeño-le aseguro en voz baja, acariciando su espalda con mi mano-Eres maravilloso. Eres muy amable, muy bueno y muy inteligente. Tú vales para todo lo que te propongas...
--A veces me siento sucio...y me duele, me duele como si aún estuviera allí, como si todavía estuviera allí tirado, en mi manta sucia y rota, llorando en voz baja para que no me escucharan y se enfadaran...
>>Todavía siento que me voy a despertar allí, y que ni Zayn ni tú estaréis conmigo, que nunca fuisteis a por mí, que nunca me sacasteis, que nunca me quisisteis...
>>Me siento un penoso Segismundo, encerrado en su torre como una horrible bestia indomable a causa de la soledad, sin poder distinguir su vida de la de un sueño, sin saber lo que es real y lo que es una fantasía, sin saber lo que soy ni lo que merezco...
Ambos nos quedamos en silencio. Él con sus pensamientos, tranquilo, acurrucado en mi pecho. Yo, pensando en lo que estará queriendo decir, en quien es Segismundo y en por qué dice que se parece a él.
--La vida es sueño-murmura sacándome de mis pensamientos. Y antes de que responda, ya me está explicando a lo que se refiere-Es la obra más famosa de Calderón de la Barca, fue un escritor español... Escribe muy bien...
Durante todo su relato no he dejado de acariciar su espalda y su cabello con ternura, sintiendo su pecho moverse por cada palabra que daba y ahora, solo subiendo y bajando con lentitud, con su cabeza todavía apoyada en mi pecho.
Me pregunto cuanto tiempo llevamos aquí, cuantos minutos, cuantas horas, cuanta agonía debe de estar sintiendo Zayn todavía al no encontrarnos. Debe estar tan preocupado y asustado...
Por un momento su respiración parece detenerse antes de convertirse en su jadeo. Se queda completamente inmóvil y tenso, en silencio, sin hacer ni decir nada.
--Papá debe de estar preocupado-añado, buscando alguna manera de convencerle para que salgamos ya de aquí.
--Papá debe de estar enfadado-oigo que murmura.
--No cariño, él no está enfadado, solo asustado-le aseguro-Vamos Malcom, no podemos quedarnos aquí para siempre-añado con delicadeza.
--Va a estar enfadado-murmura con voz ahogada-Va a estar muy enfadado....-repite, esta vez con un ligero temblor.
Suspiro con pesadumbre, desesperada, ya sin saber qué es lo que le puede convencer de que Zayn nunca se podría enfadar con él, mucho menos por tener miedo y muchísimo menos hasta llegar al punto de querer dañarle física o mentalmente.
Entiendo su miedo, pero también entiendo la preocupación y el dolor que debe de estar sintiendo su padre, y ambos dos me hacen sentir a mí perdida y también dolorida.
No puedo culpar a M de su trauma, no puedo, simplemente no puedo hacerlo, porque es uno muy grave y muy delicado, parecido de manera débil a mi situación, y aunque a veces mi cuerpo reaccione mal y en contra de Zayn -o de cualquiera, pero sobre todo de Zayn- yo no le tengo miedo, yo hay ninguna clase de miedo hacia él, porque sé que él nunca me haría ninguna clase de daño. Porque le quiero, porque me quiere, porque es una buena persona, porque es un gran amigo, porque es el perfecto novio, marido, padre... porque es todo lo que cualquier persona querría en su vida.
Entonces comprendo la única manera en la que puedo hacer ver a Malcom que su padre es un ángel venido del cielo y que nunca nos haría daño.
--Cariño, sé que tienes miedo, pero él es bueno, es amable, es dulce y sobretodo, odia la violencia y la injusticia. Él nunca se mete en una pelea, y en caso de tener que hacerlo, solo es para defender a quien lo necesita.
--Pero yo he huido de él. Me he escondido. No quería que me encontrase... Debe de estar muy disgustado...y cabreado conmigo...
--Malcom-digo con un tono de voz algo más firme, cogiéndole con cuidado hasta colocarle de manera que sus ojos están puestos en los míos, viendo como éstos se llenan de lágrimas de manera inmediata-Yo también tuve miedo de Zayn-confieso sin apartar mis ojos de sus suyos-y también pensé que me iba a hacer daño, como otros me hicieron, pero él nunca me hizo, me hace, ni me hará daño. Él es paciente y saber esperar, saber escuchar y sabe comprender. Él entiende los miedos, las inseguridades y los traumas. Él es capaz de entender todo, por mí y por ti, porque nos quiere. Nunca nos va a hacer daño. Nunca.
--¿A ti también te hicieron daño?-pregunta con voz temblorosa.
Cierro los ojos mientras dejo salir un largo suspiro.
No esperaba que se quedara solo con eso, sino con todo lo demás, aunque seguro que se ha quedado con todo lo que le he dicho sin ni siquiera darse cuenta. Pero llegamos a este punto, ya no me parece tener sentido que no lo sepa, al fin y al cabo, solo es una manera algo -muy- reducida de su dolor y de su trauma, y no se va a asustar o a sorprender, no después de su propia vida.
Para cuando vuelvo a abrir los ojos, los suyos están todavía llenos de lágrimas y un puchero adorna sus labios.
--Sí, cielo, a mí también me hicieron daño.
--¿C-cómo?-balbucea, ciertamente asustado.
--De una manera muy fea-contesto con el ceño fruncido-un poco parecido a lo que te hicieron a ti, pero a mí ya de mayor.
--Te violaron-murmura de manera afirmativa, no como una pregunta.
Yo asiento con la cabeza, forzando una débil sonrisa para que él no se sienta aún peor -si es que eso es posible.
--¿Por qué?-pregunta en voz baja.
--Porque me porté mal con algunos chicos, y ellos decidieron vengarse de mí.
--Eso es muy injusto...y cruel.
--Lo sé, pero lo hicieron, y Zayn estuvo ahí para apoyarme y hacerme sentir mejor.
De nuevo otro pequeño silencio se cuela entre nosotros, y de nuevo Malcom habla para llenarlo.
--¿También te sientes sucia y usada?
--A veces-contesto con franqueza-Pero luego papá me abraza y me dice que todo está bien y me doy cuenta de que no merece la pena sentirse así, porque el pasado pasado es, nunca volverá y las cosas no se tiene por qué repetir.
M de nuevo muerde su labio ya herido mientras lleva la mirada a sus manos, con el ceño fruncido, como si pensara algo, algo que por mucho que quisiera puede que nunca entendiera, ya que está claro que mi mente está a un nivel muy inferior al suyo.
Lentamente y sin decir nada, se baja de mi regazo. Coge su oso de peluche, agarrándolo de un brazo y con un suspiro, sale a gatas del pequeño hueco. Sin dudarlo, salgo tras él, solo para ver hacia dónde se dirige o como va a actuar, pero está claro que su destino no es otro que Zayn.
Agarra mi mano con fuerza y algo de miedo y no camina hasta que yo empiezo a hacerlo. Nos movemos en silencio por toda la casa, viendo como a Zayn se le ha ocurrido revolver todo, pero sin embargo ni siquiera se ha acercado a la alacena. Cajones abiertos, platos fuera de sus armarios, papeles tirados por el suelo, sillas y mesas apartadas de su posición original; parece que un huracán acaba de destruir toda la casa.
A cada paso que damos, a cada cosa desordenada y fuera de su sitio por la desesperación, el pequeño parece pegarse más y más a mi pierna, agarrando mi mano y apretando a su peluche contra su pecho.
Para cuando damos con Zayn, se encuentra sentado en el suelo del patio, con unas amenazantes nubes sobre el cielo y un frío viento golpeando su cuerpo, pero él solo se mantiene sentado, con la cara entre las manos y las rodillas contra su pecho, sollozando por lo que él pensaba que iba a ser una pérdida.
--Zayn...-apenas dejo salir un susurro.
Él alza la cabeza con lentitud. Sus ojos hinchados, sus mejillas húmedas, su pelo alborotado, apenas vestido con un pijama; realmente da un aspecto desolador.
Sus ojos se abren de golpe y se levanta del suelo algo tambaleante, supongo que por el frío que ya estaba comenzando a atenazar sus músculos. Se acerca hasta nosotros, más específicamente hasta Malcom, sin decir palabra alguna, con el rostro serio e impenetrable, con pasos firmes que parecen retumbar en mi pecho. Por un momento, pienso que a cualquiera le daría miedo, al menos con el aspecto que lleva ahora mismo, pero solo hace falta ver en cómo sus ojos se llenan de lágrimas conforme llega a su hijo, y se puede ver que solo está asustado como un niño.
Malcom se esconde detrás de mi pierna por acto reflejo, sin apartar la mirada de su padre, el cual se detiene en cuanto ve cómo M parece seguir temiéndolo. Zayn le mira y se deja caer de rodillas, por la desesperación, por el dolor, por el intento de mostrarse aún más débil y sumiso de lo que ya es, para que su hijo no le tenga miedo. Miro a Malcom, encontrándome así con su mirada y yo solo le suelto la mano y espero a que vaya hacia él, porque yo no debo hacer ni decir nada, yo no me debo entrometer entre ellos dos en estos instantes, ya que es algo que ellos mismos deben de solucionar.
El niño parece comprender y solo coge aire antes de caminar, descalzo sobre la fría hierba, con pasos pequeños y cuidadosos, hasta que llega a su padre. Zayn le mira, sin decir nada, sin moverse apenas para respirar.
--Papi, lo siento...-susurra con voz trémula Malcom antes de abrazarse a su cuello.
Zayn le corresponde al abrazo y tan solo rompe a llorar.
--No me hagas esto otra vez, Malcom. Por favor, no me hagas esto otra vez...-le pide entre sollozos-Puedes rebelarte, puedes teñirte el pelo, puedes hacerte piercings, puedes tatuarte todo el cuerpo, puedes ser un mal estudiante...pero no te vayas así, no te vayas nunca, por favor....
Tal y como le dije a Malcom, Zayn únicamente está asustado, más por el hecho de no encontrarle que porque le temiera, porque el que a veces siga teniendo miedo lo entiende, todos lo entendemos, pero el hecho de no encontrarle ha sido lo que ha provocado la agonía del moreno.
--No me voy a ir, papi, nunca me iré. Te lo prometo...