Narra Mary.
Zayn no ha dormido. Malcom no ha dormido. Yo no he dormido. Liam no ha dado señales de vida. Mis padres están de camino y nada parece indicar que esta situación vaya a mejorar.Todos tenemos preguntas, quizás yo la que más, aunque decido pasar por alto aquellas que ya tendría que haber supuesto, o quizás las que no tienen sentido ser preguntadas en estos momentos; como por ejemplo, desde cuando Malcom sabe lo que le va a ocurrir a una persona, cómo lo hace, desde cuándo lo sabe Zayn, o por qué a mí no me lo han dicho. Son nimiedades, tal vez no para cualquier persona que lo escuchara, pero para mí, que vi desde las escaleras cómo Liam parecía despedirse para siempre, sin temor al dolor, a la distancia o a la misma muerte, el que las capacidades de mi pequeño sean aun más extraordinarias de lo que ya sabía, no me parece algo en lo que centrarse por el momento.
Me acerco con paso tranquilo a padre e hijo, quienes se encuentran en la ventana y en el sofá respectivamente, ambos con rastros de lágrimas más recientes de lo que me gustaría. Zayn no deja de mirar de la calle al teléfono móvil y acto seguido a M, el cual se mantiene en el sofá, con las piernas encogidas sobre su pecho y la mirada perdida en ninguna parte, con el ceño levemente fruncido.
Decido sentarme al lado de Malcom. Éste no tarda apenas segundos en colocarse sobre mi regazo para abrazarme con fuerza, escondiendo su rostro en mi cuello, antes de volver al llanto. Esto hace que Zayn se una a nosotros dos, sentándose junto a mí y colocando una mano en la espalda de su hijo, mientras que la otra se coloca en la mía, rodeándome con suavidad en un intento de reconfortarme.
--Está bien, M, van a volver-su padre habla con voz ronca a causa de las anteriores lágrimas-Van a volver y estarán bien.
Pero el pequeño solo niega con la cabeza contra mi cuerpo. Sus manos se agarran a mi camiseta y un destrozado sollozo sale de él. Mi mirada está posada únicamente en Malcom, pero sé perfectamente que Zayn está cogiendo cada pedazo de fuerza que queda en él y la está empleando en no romper a llorar junto con su hijo, cosa que no acaba por funcionar. Su padre, su valiente, todopoderoso e inmortal padre, apoya su frente en mi hombro mientras aprieta su brazo entorno a mí, ya no por intentar hacerme sentir mejor, sino como alguna especie de desahogo. Ambos dos lloran una vez más sobre mí, y yo siento que no podré mantenerme fuerte mucho más tiempo, aunque sea lo que tenga que hacer.
Muerdo mis labios, me trago las lágrimas y simplemente me levanto del sofá, con el pequeño en mis brazos y bajo la mirada llorosa y rota de Zayn.
--Venga, vamos a jugar a algo-digo din poder evitar el nudo en mi garganta, pero al menos me esfuerzo en sonreír.
--No me apetece jugar-escucho que la vocecita más aguda de la casa dice entre lágrimas.
--¿Cómo que no te apetece jugar?-exagero el tono de mi voz-¿Te das cuenta de que mis diabólicas hermanitas van a llegar esta tarde? ¡Hay que estar preparados para contraatacar!
Pero sus lágrimas siguen saliendo una tras otra por mucho que me esfuerce. Llevo mi mirada a Zayn, esperando a que él diga algo, a que haga algo para dejar de ver a Malcom llorar, pero parece que ni siquiera es capaz de hacer que deje de llorar él mismo.
Suspiro, pensando en que ya es difícil tratar de parecer contenta y de animar a un niño, como para encima tener que animar a dos.
--Está bien. Parece que solo dos de nosotros vamos a pasárnoslo bien, ¿verdad, M?
El aludido apenas levanta la cara de mi hombro para mirarme. Las gotas relucientes bañan su pálido rostro, sus ojos están cansados y rojos a más no poder. Acaricia su nariz con el dorso de su mano. Sé que él tiene conocimiento de lo que intento y de por qué, sé que sabe lo que voy a hacer, incluso sé que sabe lo que estoy pensando ahora mismo sobre toda la situación, y aún así, aún sabiendo todo lo que conoce, me pregunta con voz suave y llena de una ingenuidad que sé que no tiene.
--¿Papi no juega?
Le agradezco mentalmente porque me siga el rollo, aunque sea solo para animar a su padre. Pero parece que ni por esas Zayn levanta la cabeza, que se encuentra apoyada sobre sus manos, demostrando toda su desesperación por saber algo de Liam. Por saber si al menos sigue con vida. Decido que tal vez solo necesite llorar un rato a solas, desahogarse, desesperarse, hacer lo que tenga que hacer, sin nadie a su alrededor que pague por ello.
Sonrío con amplitud hacia el pequeño y le guiño un ojo.
--No, papi no juega-respondo mientras camino hacia fuera del salón, con pasos largos y exageradamente "naturales".
Camino con el pequeño hasta la cocina, dejándole sentado en la encimera y le miro con una gran sonrisa que me cuesta toda una vida. Veo cómo él trata de sonreír, mientras se aparta las lágrimas de su rostro sin cuidado alguno.
No puedo evitar pensar en cómo tan siquiera él puede seguir en pie, después de ver a Liam marchar, después de saber que no hay futuro para Matt, después de ver a su padre romperse en pedazos, después de sentir todo el dolor que hay en este mundo. Por un momento siento que mis fuerzas decaen, pero afortunadamente, M no me deja.
--¿Y si en vez de jugar hacemos la cena? Así papi puede descansar-su voz llena de ternura resuena por toda la estancia.
--Bueno, podemos cocinar y luego jugamos-respondo revolviendo su pelo con una de mis manos.
--¡O jugar cocinando!-exclama con una gran sonrisa, dando una palmada de pura emoción.
--¡Claro que sí!-respondo en el mismo tono, solo que por mi parte, parece mucho más fingido.
Malcom no dice nada más, pero mantiene su gran sonrisa de niño, mientras balancea sus piernas.
Durante algo más de una hora, conseguimos preparar unas sesenta albóndigas, de las cuales, diez acaban siendo balas de cañón, que ahora se mantienen pegadas contra la pared. Decidimos que ya lo limpiaremos más tarde, y nos disponemos a hacer el primer plato, que teniendo en cuenta que vienen todas mis hermanas pequeñas (y Louis) será mejor hacer algo con lo que luego no se quejen, por lo que la pasta es nuestra mejor opción. Si no acaban reventando con los espaguetis, las albóndigas que han sobrevivido lo harán, y así, con un poco de suerte, no se pasarán horas y horas dándome dolor de cabeza.
--¿Más?
--Sííí.
--¿Seguro?
--Que sííííí.
--Está bien, está bien-río, haciéndole caso en cuanto a la cantidad de pasta que hay que poner en la cacerola.
--¿Y si luego sobra?
--No sobrará.
--¿Cómo lo sabes?
Me gano una mirada de "¿Enserio lo preguntas?" que me hace romper a reír, quizás porque es una mueca graciosa, tal vez porque necesitaba reírme . Él me acompaña riendo, hasta que escuchamos una voz rota que hace que nos giremos.
--¿Vais a cebarnos a todos?
El aspecto de Zayn muestra que , aunque se haya dado una ducha, se haya tranquilizado y trate de sonreír, no ha estado tan hundido desde que tuvo que luchar por Malcom. Le devuelvo la sonrisa y extiendo una mano para que se acerque a nosotros y se una.
--¿Quieres dar una comida súper elaborada a niñas de diez años? ¿Enserio?
--Podríamos intentarlo-se encoge de hombros, aún con esa sonrisa algo forzada.
--Van a estar aquí en poco más de una hora. Ni aunque quisieras podrías cambiar nuestro fabuloso menú-respondo con diversión, antes de dejar un beso en su mejilla-Además, los mejores chefs del mundo lo han hecho, así que es la mejor comida posible.
--Sí, sí... me gustaría que los mejores chefs del mundo me explicaran por qué hay carne en las paredes de mi bonita cocina-dice con una ceja alzada. Se cruza de hombros y nos mira tratando de parecer serio.
--Síp. Hay una muy buena respuesta para eso-respondo sin dejar de sonreír, mientras me acerco "sin que Zayn se dé cuenta" hasta Malcom-y te la vamos a dar...claro que sí... ¡HUYAMOS!-grito mientras cojo al pequeño en mis brazos.
Antes de que pueda escuchar una queja fingida de Zayn, nosotros ya estamos en mitad de las escaleras subiendo a toda prisa.
--¡UY! ¡QUÉ MAL SE TE ESCUCHA! ¡MEJOR YA NOS LO CUENTAS LUEGO!-grito desde arriba, antes de meterme en el baño con M. Éste ríe como un loco, tapándose la boca con sus manitas para intentar que suene menos-Malcom...
--¿Si?-dice entre risas.
--Lo hemos conseguido-digo divertida antes de que choquemos nuestras manos.
--No estéis tan seguros-tararea Zayn desde el otro lado de la puerta.
Tanto M como yo nos quedamos callados, sin esperarnos que Zayn nos siguiera, pero no podemos soportarlo mucho, ya que de nuevo rompemos a reír. Puedo escucharle reír desde fuera, y al menos sé que, aunque haya una cocina que vayamos a tener que limpiar, todos tenemos un momento de felicidad, antes de volver a pensar en Liam y en Matt y en el estado en el que estarán.
Después de llegar a un trato con Zayn -en el cual él limpia la cocina mientras nosotros nos duchamos-, de arreglarnos un poco, y de poner la mesa, la locura de mi familia atraviesa la puerta de casa.
--¡MARY!-mis cuatro hermanas pequeñas se abalanzan sobre mí, por poco tirándome al suelo.
--¡MIS MOCOSAS FAVORITAS!-respondo a su abrazo, achuchándolas tan fuerte como puedo.
--¡No somos mocosas!-Fizzy se queja, sacándome la lengua-Bueno, ellas dos sí-señala a las pequeñas de la familia, que rápidamente saltan.
--¡No es verdad!-chillan al unísono.
--¡Sí que lo es!
--¡No lo es!
Y mientras ellas tres pelean -junto a Lottie, que más bien se centra en su teléfono móvil-, mis padres se acercan a darme un fuerte abrazo.
--Mi pequeña lianta-murmura mi padre en medio del abrazo.
--No soy una lianta, ese es Louis-me quejo con cierta diversión, separándome de él, para abrazar a mi madre, que tiene cara de cansancio infinito, pero aún así sonríe con calidez.
--Y hablando del rey de Roma, ¿dónde se supone que está?-pregunta mi padre, pese a que ya deba de saber la respuesta.
--¿Conociéndole?-mi madre interrumpe-Seguro que se acabará de meter en la ducha.
Los tres reímos a costa de mi hermano mayor, sin maldad alguna. Las pequeñas siguen discutiendo, solo que parecen moverse hasta el salón para seguir con su disputa. Por otro lado, Lottie se acerca a nosotros, dirigiéndome una mirada de curiosidad.
--¿Y Malcom?-pregunta con suavidad.
Sé que no lo dice con maldad alguna, solo con curiosidad, sabiendo verdades a medias que se cuelan en las redes sociales y que llegan a ella, junto con algo de lo que le conté yo misma a mi madre, y puede que lo que Louis y ella hayan hablado. Escucho como mi madre resopla, supongo que más molesta con la idea de que simplemente cogiera y me fuera de casa de Louis sin avisarles, que por el niño que aparece en brazos de Zayn. El miedo del más pequeño es palpable, pero parece que se relaja al ver que las más ruidosas y revoltosas no se encuentran aquí. No suelta ni por un segundo a su padre, quien parece casi más nervioso que el propio niño. Supongo que tiene entendido el carácter de mi madre, y no debe de hacerle ni la más mínima gracia.
--Hola, Jay-saluda con una sonrisa nerviosa-Mark.
--Se te viene una encima...que no lo quieras tú ver-es lo único que responde papá, con cierta diversión, que se acaba en el momento en el que mamá le lanza una mirada rápida-Es un tema muy grave esto, Zayn-añade, con total seriedad.
--Yo no quiero saber nada-mi madre habla, sorprendiéndome sus palabras-solo quiero echarle un buen rapapolvo a tu hermano por no contarme nada. No pienso añadir nada más.
Zayn me mira estupefacto, tanto como yo a él, y tanto como papá y Lottie a mamá. Está claro que ninguno esperábamos que se lo tomara así, aunque en el fondo, en ningún momento pensé que fuera a ponerse como una fiera, no después de que hablara con ella por teléfono.
Ella deja salir un resoplo, rodando los ojos al más puro estilo Louis, y tan solo se acerca a Malcom.
--Vaya, qué niño más guapo-dice con la dulzura propia de una madre. El pequeño reacciona sonrojándose hasta las orejas.
--Gracias-murmura en voz baja-Usted también es muy guapa.
--Usted, dice-mi madre niega con la cabeza-como me vuelvas a hablar de usted te vas a enterar, que no soy tan vieja-dice con diversión.
Malcom asiente con la cabeza y una pequeña sonrisa, todavía sin soltarse de Zayn.
--Está claro a quien ha salido-mi madre continúa hablando, y haciendo sonrojar con sus palabras, esta vez a Zayn.
--Sabes que tú sí que eres preciosa, Jay-responde completamente sonrojado.
Mamá ríe con sonoridad, negando con la cabeza. Mis padres entablan conversación con él, por lo que yo cojo a M y me escabullo a la cocina, con una de mis hermanas pisándome los talones.
--Un problema menos-digo divertida, mientras me dejo caer en una silla de la cocina-Pensé que sería más duro.
--Mamá tiene paciencia, mucha-responde ella con la misma diversión-Y sabes que nos apoya, pase lo que pase.
--Por eso es nuestra madre-río, dejando a M sobre mis piernas, rodeándole con mis brazos con suavidad.
--Tú eres Malcom, ¿verdad?-mi hermana cambia por completo la conversación, al centrarse en el pequeño. Éste asiente con la cabeza.
--Y tú Lottie-habla en tono bajo, todavía precavido.
--Oye, que las peligrosas son mis hermanas, yo soy muy pacífica-responde ella con tono amigable.
--Salvo que la quites el móvil, en ese caso ya puedes correr bien rápido-digo divertida.
--Mi móvil es sagrado-confirma ella con diversión-¿Cuántos años tienes?
--Cuatro-él responde, y Lottie asiente con la cabeza.
Antes de que mi hermana pueda seguir intentando ganarse la confianza de mi pequeño, una segunda hermana llega, la más mayor de las tres que se encontraban discutiendo. Un ceño fruncido surca su frente y cruzada de brazos, se sienta en una silla junto a nosotras.
--No es justo, son dos contra uno-se queja con un puchero, que se desvaneces en cuanto ve a M-Hola-dice con una gran sonrisa-¿Quieres jugar conmigo? Así podemos ser dos contra dos.
Malcom me mira con duda, a lo que yo respondo dejando un beso en su cabeza. Él sonríe y se baja de mis piernas con habilidad, para acercarse a Fizzy, quien de nuevo se ha puesto en pie, dispuesta a intentar un contraataque a las gemelas, que no tarda en llevarse a cabo. Las mencionadas aparecen como un rayo, quedándose frente a M y Fizzy. Ambas dos parecen dispuestas a continuar la pelea ya acabada, pero de nuevo, el encanto de Malcom lo vence todo, y solo sueltan un "Aw" a coro, antes de ponerse a preguntarle una y otra cosa. El pequeño no parece agobiado, tan solo tímido, y responde a las preguntas tan rápido como puede, ya que son tres quienes preguntan, y él solo uno.
Charlotte y yo les miramos, sin movernos de nuestras sillas, burlándonos por lo bajo de nuestras hermanas, porque son hermanas, y son pequeñas, porque son unos trastos y porque nosotras también, por lo que es algo que nos sale todo. Nos reímos de ellas a un metro de distancia, sabiendo que en cualquier momento se puede dar la vuelta a la tortilla, y ser ellas quienes nos pongan verdes a nosotras solo para chinchar, pero de momento se mantienen haciéndole una y otra pregunta al pequeño, que varían desde su color favorito a con quién de ellas quiere irse, lo cual causa una nueva discusión entre las tres. Primero tratan de negociar con él, ofreciéndole chuches, una pulsera o incluso ser llevado a caballito, pero M no parece saber qué responder, por lo que ellas comienzan a amenazarse entre ellas, sacando trapos sucios, como quién rompió el jarrón de la abuela, o quién fue la que usó las corbatas de papá como comba. Sus chillidos y sus "amenazas" no provocan otra cosa que risas para Lottie y para mí, ya que así es más divertido hacerlas burla y opinar cual parece más enfadada.
Pero para mi suerte o desgracia, todas se callan de repente, lo cual no es una buena noticia ni mucho menos. Se miran entre ellas y acto seguido miran a M, quien se mantiene de espaldas a mí. Todas ellas me miran, con pánico y miedo en sus ojos, y de inmediato yo me levanto de mi silla, sin esperar a que ellas digas nada. Me coloco delante del pequeño, viendo como está rígido y pálido, su mirada está perdida en la nada, y no parece reaccionar.
No, otra vez no, no puede ser, simplemente...no es posible; no sé ni cómo ni por qué se queda así, pero definitivamente, no puede ser algo normal que le pase tan de seguido, cuando antes no le pasaba, o al menos, yo no lo veía.
--Zayn-digo en voz alta, sin llegar a chillar, solo para no empeorar la situación, que sé perfectamente cómo puede acabar-Charlotte, lleva a las niñas con mamás y papá-añado, sin apartar la mirada de Malcom, esperando alguna reacción por su parte.
--Mary, creo que mejor sería que llamaras a un hospital-es su respuesta temblorosa.
--Charlotte, que te las lleves-es mi única respuesta, antes de volver a llamar al único que puede tener medio claro qué hacer con nuestro hijo-¡Zayn!
--¿Qué? ¿Qué ocurre?-aparece en la cocina nada más termino de llamarle por segunda vez. Mis padres le siguen de cerca y mis hermanas siguen todas aquí, la familia casi al completo se encuentra en esta pequeña cocina, y dudo mucho que eso vaya a ayudar en nada-¿Qué ha pasado?-pregunta rápidamente, acuclillándose frente al pequeño-Malcom, cariño-habla con suavidad, con nervios, qué duda cabe, pero suavidad por encima de todo.
--Mary, ¿qué está pasando?-escucho a mi madre a mis espaldas.
--Voy a llamar a una ambulancia-añade mi padre, claramente preocupado.
Pero no es necesario, ni una ambulancia, ni salir corriendo, ni dejar que el caos vuelva a nosotros, ni tratar de sacar a M de lo que puede causarle un gran dolor: él mismo vuelve a la normalidad. Parpadea al vernos tan cerca de él, pero no dice nada, tan solo esboza una sonrisa de lado a lado que da bastante repelús.
--¿M?-pregunta dudoso Zayn-¿Estás bien, cielo?
--Liam-murmura con esa brillante sonrisa, que no tarda en borrarse-Le veo. Está bien-dice con ojos llorosos-E-está bien...
--Oh Dios-responde su padre, abrazándole con fuerza, emotivo, feliz con la idea de que Liam siga bien, y de que siga en la mente del pequeño. Sin embargo, la sonrisa y la felicidad no parecen formar parte de M.
--¿Qué va mal?-pregunto preocupada, sabiendo que si no sonríe, si no se alegra por aquello que le ha hecho llorar durante horas, es que hay algo peor detrás.
--M-Matt...-murmura con voz rota, las lágrimas de vuelta a sus mejillas-Él no...él... no está...
Miro a Zayn de inmediato, viendo como la preocupación y el dolor también le contagian de inmediato. Me devuelve la mirada, y suspira sin decir nada, antes de coger a Malcom en sus brazos. Éste se vuelve a agarrar a él con fuerza, llorando en silencio. Coloco una mano en la espalda del pequeño, tratando de tranquilizarle, sin entender nada de nada; ni por qué Liam no formaba parte del mundo hace horas y ahora sí, ni por qué aparece de repente, ni mucho menos cómo Matt sigue sin tener un futuro, cómo se supone que Liam está sin él, que Liam haya dejado que algo le ocurra.
Para cuando levanto la vista, seis pares de ojos nos miran con preocupación y clara sorpresa. Ninguno parece atreverse a preguntar, ni siquiera a romper el silencio, aunque está claro que hay alguien destinado para romper todos los momentos tensos.
--¡Hola familia!-chilla Louis-Malik, la próxima vez, cierra la puerta con llave amigo, podría haber entrado cualquiera-dice con clara diversión y una sonrisa que le ocupa todo el rostro, hasta que cae en la situación en la que todos nos encontramos- ¿Qué me he perdido?
Narra Ed.
--Té para el inglesito pelirrojo. Café para la sexy estadounidense-mi amiga comenta con diversión mientras me acerca una taza humeante.--¿Y por qué mi mote es tan simple y triste, y el tuyo incluye la palabra "sexy"?-pregunto con la cejas alzadas mientras acepto de buena gana la taza de té.
--Sí, bueno déjame pensarlo...-dice mientras se deja caer en el sofá junto a mí-Canción sobre una prostituta drogadicta que se muere, canción sobre un aborto, canción sobre como beber para olvidar a alguien, canción, canción sobre una versión de Cupido que acaba muriendo... Sí, pareces lo bastante depresivo como para que tu mote sea simple y triste-comenta antes de dar un sorbo a su café, ocultando así su risa contra mí.
--En mi defensa, tengo que decir que escribo acerca de lo que veo...¡Y en Give me love no se muere!-exclamo con fingida indignación-Al final abre los ojos.
--Sí, sí, se muere, todos lo vemos. Eres deprimente, Sheeran-responde con un aspaviento de mano, quitándole importancia a mi explicación, con una sonrisa que de nuevo oculta en su taza.
La miro con los ojos entre cerrados, pretendiendo parecer amenazante, pero dada la carcajada que ella suelta doy por hecho que no lo consigo. Al echarse a reír en mitad de un sorbo, me riega con café de arriba abajo, café que ha salido disparado de su propia boca, claro está. Tal vez a cualquier otro le habría parecido asqueroso (que lo es), pero creo que tanto ella como yo estamos más que acostumbrados a estos percances, y como tal, también tenemos una manera de solucionar otro esto. Mientras ella continúa riendo tratando de no ahogarse con su propia bebida, yo me inclino sobre ella y limpio sus babas y su café en su ropa, lo cual provoca más carcajadas por su parte, al tiempo que un intento de patada hacia mi persona.
--¡Das asco!-chilla dejando su taza en cualquier parte, para acto seguido "devolverme" las babas que ella me había escupido.
--¡Has sido tú la que me ha escupido! ¡Tú sí que das asco!-respondo imitando sus gestos.
--¡Jamás!-se queja, ya en vez de devolviéndome unas babas inexistentes, dándome un golpe en el brazo que da inicio a una batalla en toda regla.
Cuando no éramos más que un par de mocosos, mucho antes de que se fuera, siempre acabábamos de esta manera: a golpes, como cualquier niño. El problema era que ella siempre ha sido más mayor que yo, por lo que me sacaba siempre como una cabeza, y por eso tenía ventaja sobre mí. Está claro que ahora sus escasos sesenta kilos no pueden competir contra mis pasados setenta, por lo que acabo tumbado sobre ella en el sofá, agarrando sus muñecas mientras ella patalea y chilla como si la estuviera matando, como si eso fuera a hacer que la soltara.
--¿Ahora quién se ríe?-digo con un tono infantil, sacándola la lengua, mientras ella sigue en su intento inútil de fuga.
--¡Au! ¡Au! ¡Me haces daño!-gimotea, ya dejando de patalear.
--¿Piensas que soy tan tonto para creerme eso?-ruedo los ojos, aún divertido con la situación. Sé perfectamente que no la estoy haciendo daño, apenas estoy sujetando sus muñecas con mis manos.
--Ed, enserio, me has hecho daño en la muñeca-responde con absoluta seriedad.
La miro dudoso, pensando en las probabilidades que hay de que me esté vacilando, pero ya que ha dejado de patalear y su rostro se mantiene serio, mirándome hasta con algo de enfado, decido soltar sus muñecas. Inocente de mí. De un movimiento inesperado ella se encuentra sobre mí, con la taza de café de nuevo en su poder, y una sonrisa malvada en sus labios.
--¿No te he dicho que nunca te fíes?-pregunta con cierta diversión, inclinando la taza hacia mí.
--Ah no, no Taylor, café en mi hermosa cara no-respondo con pánico.
--Bueno, hermosa...eso es discutible-contesta con diversión, inclinando más la taza, a punto de desparramarse encima mía.
--¡Oye!-me quejo.
Como consecuencia de ese movimiento inesperado para ella, no solo el café, sino que la taza entera cae sobre mi frente. Un largo chillido de dolor sale de mí, y de inmediato ella deja de hacer fuerzas. Pienso por un momento en que me acaba de abrir la cabeza como nunca antes (ya que no sería la primera brecha que acabo haciéndome gracias a ella) sin embargo, el líquido caliente y espeso que cae desde mi pelo huele demasiado bien como para pensar que es sangre.
--Oh Dios, Dios, Dios, Dios-oigo que murmura ella, mientras se levanta de encima mía. Escucho como se va a vete-tú-a-saber-dónde pronunciando esa mantra.
--Sí, abandona a pobre pelirrojo al que acabas de intentar asesinar-me quejo llevando una de mis manos a mi frente, solo para confirmar que no estoy sangrando. Lo único que cubre parte de mi pelo, mi frente y mi cara es café con leche. Con un poco de suerte, solo llevaré un huevo gigantesco en medio de la cara, nadie lo notará.
Me quejo al sentir dolor en la zona golpeada, cerrando los ojos ligeramente, y buscando un puesto para este accidente dentro de la lista de "Veces en las que casi muero con ayuda de Taylor". Para cuando ella vuelve, con un rollo de papel de cocina en la mano, he decidido que el golpe se encuentra justo después de la vez que me caí de un árbol, pero antes de la vez que ella me empujó -accidentalmente, claro- y acabé cayendo en un charco de barro que ambos pensábamos que me iba a tragar, cuando apenas tenía ni medio metro de profundidad. Hasta el día de hoy, creo que hemos tenido una cantidad indecente de accidentes mientras jugamos.
--¿Y tú para qué te mueves? ¿Me lo explicas?-parece que me regaña, rodeando mi cara con papel de cocina.
En mi mente, sus palabras aún suenan como si fuera una niña marisabidilla que regaña a su hermano pequeño. No puedo evitar sonreír ante el recuerdo, y ante la idea de que más que ayudar, parece que me está intentado asfixiar.
--¿Ahora quieres momificarme? Para eso antes tienes que sacarme el cerebro por la nariz.
--¿¡Ves como das asco?! A veces se me olvida que tu neurona se quedó en la infancia-bufa, aún haciendo cualquier cosa menos ayudarme. Hay que dar gracias a que no es una situación de extrema urgencia, sino es posible que ya hubiera muerto.
--Vaya mentira...-respondo divertido, negando con la cabeza, lo cual provoca que mi frente duela.
Mientras ella no hace más que dejar papeles sobre mi cabeza mojada y pegajosa, yo los voy quitando, tarea difícil, ya que para cuando quiero librarme de tanto papel, ella casi ha acabado con el rollo entero, que estaba prácticamente nuevo.
Siento como de nuevo se levanta de encima de mí, en lo que yo intento volver a ver algo, ya que lo único que hay a mi alrededor es blanco.
--¿Ahora es cuando vas a por la pala para enterrarme?-me burlo mientras termino de desenrollarme.
Antes de que pueda darme cuenta, una bolsa de guisantes congelados cae en mi cara.
--¡Au!-chillo, no sé si por el golpe, por el frío repentino o por ambas cosas.
--Si no te hubieras quitado el papel, ahora no te hubiera dolido el golpe-dice con una sonrisa triunfadora.
--Eres mala conmigo-bufo mientras me coloco en condiciones los guisantes en medio de la cara, poniendo bajo éstos el más que útil papel.
--Soy buena contigo, solo que eres un poco gafe, y siempre acabas golpeándote. No es mi culpa-responde con diversión, quitando mis piernas de encima del sofá para sentarse ella.
--Casualidades de la vida que solo me llevo golpes cuando estoy contigo-murmuro, ciertamente agradecido por el frescor que recibe mi frente golpeada.
--Definitivamente casualidades-responde mientras enciende la tele.
Voy a quejarme una vez más, aún con cierta diversión por toda esta situación, cuando el teléfono de mi amiga suena -irónicamente con mi You need me, I don't need you-. Ésta lo agarra y, apenas mirando la pantalla, una gran sonrisa cubre su rostro. Murmura un "Ahora vuelvo" que casi no entiendo, y se levanta del sofá como alma que lleva el diablo, saliendo de la habitación del salón de la misma manera. Su voz apenas se escucha, pero desde aquí y con la televisión encendida, siento el tono de alegría y nervios en ella.
Todavía sigue creyendo que no la vi besarse con esa chica; o piensa que no la vi, o prefiere hacer como si no supiera que la vi. No era mi problema, tampoco lo es ahora ni lo será en ningún momento, simplemente no es un problema, aunque parece que para ella sí lo es, o al menos que yo lo sepa, cosa que tampoco entiendo. Es mi mejor amiga, siempre lo ha sido, aunque robe un banco, aunque mate a alguien, aunque me chinche y aunque critique mis canciones, pase lo que pase, siempre va a ser mi amiga, mi mejor amiga. Por eso no la juzgo, ni puedo, ni debo, ni lo hago, y mucho menos por la persona a la que quiera.
Para cuando ella vuelve, lleva la mayor sonrisa que haya podido nunca ver, acompañada de unas mejillas levemente sonrojadas. Se sienta en el sofá sin decir palabra y fija la mirada al televisor. Yo la miro, dudoso, sin saber si tendría que preguntar algo. Aparto la bolsa helada de mi cara, acariciando mi frente para notar como un gran bulto empieza a crecer, y decido actuar como cualquier amigo actuaría en estas situaciones.
--¿Es tu novia?
--Nop-es su respuesta, todavía sin intenciones de girarse para mirarme.
--Vale...Pero te gusta.
--Sí.
--¿Y tú a ella?
--También-tarda en responder, pero igualmente lo hace.
--¿Entonces?
--Apenas nos conocemos...y parece como si me ocultara cosas-murmura lo último con bastante molestia.
--¿Qué cosas?-pregunto confundido.
--Estaba en el hospital en que el que estaba Harry cuando ocurrió todo aquello-por fin parece atreverse a mirarme, mostrándome un ceño fruncido bastante marcado-Y no me digas que no, porque yo sé que sí... Me fijé en ella en cuanto puso medio pie en la habitación-añade volviendo la vista al frente, todavía con el ceño fruncido.
--¿Pero cómo iba a ser enfermera de Harry? Hay como...cuatro horas de Londres a Bradford, a menos que hubiera alguna clase de emergencia extraña que necesitara de su ayuda...
--Me dijo que estaba en Londres-me corta tajante, enfadada-¿Por qué me dijo que estaba en Londres cuando no era así?
--Taylor, quizás ella...
--Ni quizás, ni nada-de nuevo me interrumpe, con un bufido que se debe de haber escuchado desde la casa de enfrente-Si no me lo quiere contar pues bien por ella, me da igual. Ni que fuera el amor de mi vida.
--Oye, lo mismo...
Me interrumpe una tercera vez, pero esta vez no son necesarias las palabras: su mirada rebosante de furia hace que cierre la boca y me centre en la televisión. Decido dejar de preguntar por el momento, antes de llevarme otro golpe (este sería intencionado) y me centro en ver Anatomía de Grey. Antes de que tan siquiera pueda ubicarme en la urgencia que están atendiendo, ella levanta mi brazo izquierdo, para quedar colocada bajo éste, con la mejilla apoyada sobre mi pecho y uno de sus brazos rodeándome por encima del estómago. Sonrío con ternura, mirándola por el rabillo del ojo para ver cómo todavía parece cabreada, pero lejos de imponer tanto como para hacerme callar, parece más bien como si fuera una niña enfadada. Dejo un beso en su cabeza y vuelvo al intento de pensar cómo podrían salvar la pierna cancerígena de un bailarían de ballet realmente bueno.
Como nos ocurre la gran mayoría de las veces, ambos nos quedamos dormidos en el salón con la televisión puesta. Me despierto al sentir como la parte que no cubre Taylor se me ha quedado congelada. Agarro la manta que cuelga por el respaldo y la coloco sobre mí y sobre la rubia, que sigue durmiendo sin enterarse de nada. Dejo salir un bostezo, pensando en cuántas horas habrán pasado desde que resolvieron el problema de aquel joven talentoso, y agarro mi móvil para ver la hora. Al hacerlo doy con que tengo un par de llamadas perdidas y varios mensajes de Whatsapp. Frunzo el ceño al ver lo solicitado que he estado durante mi pequeña siesta nocturna, y abro los mensajes, la mayoría de grupos que ya leeré mañana. Me despierto de un golpe al ver que tengo varios mensajes de Will, exactamente el mismo que me ha estado llamando. Lo abro, y es cuando veo que tal vez hoy era la noche menos indicada para quedarme dormido.
-Hey, Ed, acaban de dar el alta a Bella :) ¿Estás por aquí cerca? 20:25
-No importa, supongo que estás ocupado ;) 21:13
-Acabamos de llegar a casa. Está preguntando por ti, creo que tal vez deberíais hablar, seguro que se alegra de saber quién eres ^^ 00: 01
-Quizás ya mañana, se acaba de quedar dormida 00:16