martes, 16 de octubre de 2018

Qué ha sido de mí

Hola chicas. Chicas porque la mayoría de las personas que comentábais lo érais, no por otra cosa.

Hace algo más de un año dejé una entrada en la que os informaba de por qué había dejado de subir capítulos, de por qué había dejado abandonado esto y de por qué había dejado de escribir en general. No lo he releído desde entonces, pero sé que no voy a estar de acuerdo con la mitad de las cosas que dije entonces.

Una de ellas tenía que ver con lo orgullosa que estaba de estudiar un Grado Superior, cosa de la que no me arrepiento, pero de la que ya no siento tanto orgullo. No es que sea algo malo el hecho de tener esta clase de estudios, sino que en mi caso me ha hecho ver que ese no era mi camino. Tristemente, esta sociedad sigue teniendo una mentalidad lineal y progresiva, que no progresista, con el que lo máximo a lo que puedes llegar en tu vida estudiantil es una carrera universitaria. Después del grado, ese camino era el que me tocaba coger, y no por gusto, ni por voluntad propia ni mucho menos.

Muchas veces vemos en las películas cómo un/x joven con un futuro prometedor como pintor/x o bailarín/x se ve obligado por sus padres y hasta compañeros a estudiar  para ser médico o abogado, algo que "realmente valga la pena". No es exactamente mi caso, ya que yo no es que quisiera estudiar algo distinto, es que no quería estudiar nada y me he visto obligada a escoger una carrera para así no tener que aguantar quejas, "consejos" y "ayuda", además de preguntas constantes sobre qué estoy estudiando, por qué no estoy estudiando y qué pretendo hacer en la vida sin estudios universitarios.

He escogido una fácil (y no científica) que pueda sacar, para que así al menos entienda alguna de las asignaturas y pueda terminar con esto cuanto antes. Pero sinceramente, después de un mes sólo siento que es cuesta arriba.

Sé que no os importa y que apenas van a leer esto un par de personas, si es que llega a leerlo alguien, pero este es el único sitio que me queda oara desahogarme sin que personas cercanas a mí piensen que soy una exagerada o sientan lástima por mí.

Además, os echo de menos. Echo de menos esto, escribir aquí, leer vuestros comentarios, contestaros y pensar en el siguiente capítulo.

Antes pensaba que mi vida era un horror por tener que estudiar matemáticas e Historia, asignaturas que se me daban (y se me dan) de pena. Asignaturas que no entendía ni quería entender y que, por tanto, me daban horas y horas de libertad mental en la que escribir toda esta tonta historia. Ahora sé que mi vida es un horror porque no tengo tiempo de pensar en algo que no esté estipulado.

Me gustaría poder volver atrás y de nuevo tener asignaturas en las que pensar qué hacer con uno u otro personaje, qué hacer para que os sorprendais, qué comentarios vais a dejarme y qué ideas vosotros mismos me vais a dar. Echo tanto de menos eso.

Ahora también me doy cuenta de que por un breve momento, tuve una pequeña fama que a muchos influencers ahora mismo no les valdría para nada, ¿pero para mí? Para mí fue lo máximo que podía pedir. Tener un blog en el que escribir todos los días y conseguir más de 80 mil visitas es algo grandioso, o al menos para mí lo es, y es algo que podría haber llegado a más, si hubiera sabido como.

Tristemente no puedo cambiar eso, pero no puedo evitar arrepentirme de no haberlo hecho bien en Wattpad, haber conseguido una editorial y haber metido un braguetazo editorial a lo Anna Todd. No me estoy comparando con ella, ni mucho menos estoy comparando nuestras historias, Dios me salve de pensar algo así, pero creo que podría haberlo hecho un poco mejor entonces y con ello que ahora estuviera bastante mejor.

Otra de las cosas que creo recordar que dije en la última entrada fue que en algún momento seguiría con esta fic, no por aquí y no dentro de poco. Eso sí que lo he intentado cumplir, pero no con la perspectiva adecuada. Mi idea principal era coger entrada por entrada tanto este blog como el anterior (la primera parte) y ponerlos en un Word, para ponerme a corregir y pum, tendría no sé cuantísimos libros, ya que de todo esto no se saca ni un libro ni dos, ya os lo aviso. Obviamente eso de coger todo y convertirlo en un libro de la noche a la malana no ha sido viable, pero creo que ya he dado con la forma de hacerlo.

Eso no significa que esto vaya a ser mi próximo proyecto.

Ahora mismo tengo dos proyectos en proceso. Uno de ellos está terminado y estoy tratando de corregirlo para así poder enviarlo a alguna editorial, aunque dudo que nadie lo quiera. Otro de ellos es la segunda parte de este primer proyecto. Además, hay una tercera parte de este proyecto que apenas está pensada, pero que ojalá pueda llevar a cabo, aunque lo veo difícil.

Si veo que nada de eso me funciona, podré centrarme en rehacer esta historia, aunque claro, prefiero la idea de tener al menos un libro publicado, uno de verdad que esté en librerías y plataformas y que vosotros podáis leer en vuestras casa, al igual que leíais todo esto.

Pero está claro que esto, estos dos párrafos que acabo de escribir, son sólo sueños imposibles con pocas esperanzas de ser cumplidos. Y no es porque quiera ser negativa, sino porque hay que volver a los primeros párrafos para darse cuenta de que ya no tengo tiempo, ni un entorno que me estimule o haga salir a flote la poca creatividad que me queda.

Creo que voy a tomar como costumbre escribir al menos una entrada al año, para poneros al día, para intentar contactar con alguna de vosotras de nuevo, ya que eso me alegraría bastante el día. No es por hacer spam, pero sigo teniendo una cuenta bookstagram con la que podéis contactar conmigo, no subo muy buenas fotos y tampoco mejores reseñas, pero al menos me saca un poco de la montonía. La cuenta es @littleflowersbooks.

Espero poder traeros una entrada más alegre el año que viene y esperanzadora el año que viene.

Os sigo queriendo y echando de menos.

Ane.

lunes, 6 de marzo de 2017

Sigo viva.

A todos los que se lo estaban planteando dado mi tiempo desaparecida; sí, estoy viva.

Sé que hace meses que no actualizo, pero no ha sido simplemente porque sí; un de repente que me ha dado y fuera. En los últimos capítulos que subí, caí en la cuenta de que muy poca gente los leía y de que nadie comentaba. Sí, puede ser una estupidez el no querer subir capítulo porque nadie comente, pero no sé, a mí me desanimó bastante; supongo que a cualquiera de vosotros, que también escriba, le pasará algo parecido.

Para mi mala suerte, durante ese período de tiempo mi vida personal tampoco fue algo para echar cohetes, y con esto me refiero a que estuve demasiado ocupada en recomponerme de algo que no tendría ni que haberme hecho daño. Además, por si no fuera poco, tuve que hacer la Selectividad (sí, en Septiembre; hay gente que suspende hasta en los exámenes finales de segundo de Bachiller). Pero vamos, que no os voy a contar aquí mi vida porque no os interesa a ninguno.

El caso es, que ahora mismo no tengo demasiado tiempo como para seguir esta fic. No os alteréis, no significa que no la vaya a terminar. En realidad tenía pensado no hacerlo, porque pensaba que a nadie le importaría, pero resulta que varias personas han comentado en los últimos meses, y bueno, me he sentido culpable por dejar todo esto empantanado, en medio de tantas y tantas movidas. Así que en cuanto pueda actualizaré, y ese "en cuanto pueda" es bastante, bastante literal.

¿Por qué es bastante literal? Porque todos crecemos chicos, todos avanzamos en la vida y con nosotros, nuestros queridos estudios.

Si a alguno le han hecho creer o sentir que estudiar un Ciclo formativo en vez de meterse a una carrera es de tontos, de vagos, de gente que no va a conseguir nada en la vida... por favor, borrarlo de vuestra mente. Y sé que no lo vais a hacer solo porque yo lo diga, porque yo no me quité esa idea pese a lo que tantas personas me lo dijeron .

Un Ciclo formativo ya sea de Grado Medio o Superior, no es ninguna clase de fracaso, y os voy a decir por qué: porque yo no soy una fracasada. Tengo una media de algo más de siete en Bachiller, no es una gran media, no podría entrar en Medicina, pero teniendo en cuenta la época en la que me pilló cursar esos estudios, creo que no puedo quejarme. He sacado un nueve en Selectividad; un nueve, con el que podría haber entrado (y más que de sobra) en Filología inglesa, que era mi querida y adorada carrera. Podría haber entrado, y no lo hice, ¿por qué? algunos os estaréis preguntando, otros estaréis pensando que soy estúpida por no entrar teniendo la posibilidad. Pues es  muy sencillo: porque no me dio la gana. Me cansé de estar sentada en una silla durante seis horas, con un profesor delante que me diera la lección y sin importarle si me interesaba, o si tan siquiera lo entendía. Así que cambié radicalmente: ni estudio en una universidad, ni estudio Filología, y no podría arrepentirme menos de haber escogido esta opción.

Con toda esta parrafada de mi vida, quería llegar al hecho de que en los Ciclos formativos también hay que estudiar, hay que estudiar mucho, y lo peor o mejor, depende de como lo vea cada uno, es que no solo hay exámanes: hay muchísimos trabajos, muchísimas exposiciones, muchísimas cosas prácticas que realmente te ocupan todo tu tiempo y más.

Pero como siempre, yo no iba a permitir que mi vida se quedara en los simples estudios, y puesto que el tema de escribir lo he dejado para uso y disfrute personal por el momento (y con eso me refiero a que estoy escribiendo algo que, bajo mi punto de vista, es bastante mejor que todo esto y que espero poder terminar de escribir dentro de poco para enviarlo a una editorial), decidí seguir mi camino en cuanto a la literatura por otro lado.

Antes de dejar de dar señales de vida por aquí, empecé con una cuenta literaria en Instagram; no recuerdo si os avisé o sino, o qué hice, pero de todas formas os informo ahora. En esa cuenta subo principalmente recomendaciones de libros. Pero como aún así no me parecía suficiente, he empezado un blog literario. Lo he empezado hace tan poco tiempo, que ni siquiera hay reseñas todavía, pero dentro de poco empezaremos (la chica que lo lleva conmigo y yo) a darle caña.

Así que, si os interesa, la cuenta de Instagram que llevo es @littleflowersbooks, como siempre, si queréis que os siga de vuelta avisadme y yo os sigo encantada. El link del blog para que os paséis si algún día os da curiosidad, o me queréis leer despotricando acerca de ciertos libros es Little Flowers Books (si pinchais tanto en la cuenta como en esto último os lleva directamente a la cuenta y al blog)

Por último, disculparme ante todos por haber dejado esto tan abandonado durante tanto tiempo. Sé que al menos tendría que haber informado, pero es que ni yo misma me di cuenta de que poco a poco lo estaba dejando de lado, hasta el punto de dejar de pensar en ideas para la historia. Si os sirve de consuelo, tengo gran parte de las ideas apuntadas, así que en cuanto me lea los últimos capítulos escritos y lo que tenía pensado hacer desde un primer momento, seguro que consigo sacar algún capítulo. Y si, por el contrario, veo que no hay forma de terminar esto, os lo haré saber. Si llega ese caso, solamente deciros que yo no soy de las que deja abandonadas para siempre las cosas, a menos que sea lo mejor; así que quizás algún idea encontréis un libro con ideas muy parecidas a las que hay entre toda esta marea de capítulos interminables, y os deis cuenta de que nunca dejé de lado esta historia. No os preocupéis, que intentaré no tener que llegar a esos extremos y terminaré la historia por aquí antes.

Muchas gracias a todos los que seguís por aquí después de tanto tiempo, y por supuesto a los que habéis comentado: sin esos comentarios ni siquiera me habría planteado escribir esta entrada.

Espero no tardar demasiado en volver por aquí.

Os quiero un montón.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Capítulo 83. Pintaúñas.

Narra Harry
Muerdo la uña de mi dedo meñique, la única que queda sin morder, en un intento de tranquilizarme. La puerta de Louis de nuevo está cerrada, conmigo al otro lado de ella, impidiéndome ver si está bien, si necesita algo, si le ha pasado algo malo. Me mantengo en el piso de abajo, sabiendo que eso es lo mejor, para los dos, pero no puedo dejar de girar mi cabeza hacia las escaleras, con la esperanza de verle aparecer.
¿Dónde estaba? ¿Por qué se ha ido? ¿Por qué se ha ido tan temprano? ¿Por qué...no me ha dejado una nota? Sé que no quiere verme, pero...seguimos siendo...compañeros de piso ¿verdad? Si él...sale de madrugada debería avisarme para no preocuparme ¿o no? No, definitivamente no. No tiene ninguna obligación de hacerlo, pero...quizás por lo que quede de nuestra amistad, por el hecho de que sepa que me preocupo por él, quizás debería haberme informado de alguna forma.
Me levanto del sofá, cansado de estar sentado y con el cuello para atrás, como si fuera un búho. Subo el volumen de la televisión, de nuevo para sentir que estoy acompañado y decido que lo mejor será que me entretenga con algo, con algo que me haga sentir mejor, realizado, algo que me distraiga aunque sea por unos minutos. Camino hasta la cocina, inquieto, todavía en busca de algo que hacer. La casa está reluciente, me ha dado tiempo de sobra a limpiarla dos veces a fondo, de arriba abajo, en estos días. Si sigo limpiando acabaré quitando el color al suelo.
Me apoyo en la mesa de la cocina, resoplando, escuchando desde aquí alguna pelea estúpida de Las Kardashian.
Podría hacer la comida, aunque todavía queden horas, algo muy elaborado, que me quite todo el tiempo posible. Pero para cuando abro el frigorífico no hay mucho con lo que experimentar. Louis utilizó gran parte de lo que había hace unos días, y lo que quedaba lo he utilizado para comer los días posteriores. Hacer la compra podría ser otra posibilidad, aunque sé que es me arriesgo a quedarme encerrado con él, pero eso sería el menor de mis problemas; el mayor de ellos sería volver y darme cuenta de que Louis ha vuelto a desaparecer, esta vez para siempre. Niego con la cabeza, sintiendo la angustia trepar de nuevo por mi estómago. No. No voy a dejarle solo. Si quiere irse. Si quiere abandonarme. Al menos tendrá que darme una explicación primero.
Caigo en que la balda superior del frigorífico tiene pequeños botes coloridos. Los cojo extrañado, sin saber qué pueden hacer aquí tantos pintaúñas. Doy por hecho que ha sido cosa de Ane, que en cualquier momento ha venido aquí con un bote, lo ha dejado por ahí tirado y ha acabado en el frigorífico. ¿Por qué en el frigorífico? Pues no lo sé, pero creo que es la única a la que se le ocurre traerse pintaúñas a mi casa, y también a la única que le parece lógico dejarlos en frío. Los saco de allí, con la idea de que al estar a baja temperatura se puedan estropear. Los dejo en la mesa de la cocina, esperando a que se atemperen un poco, y mientras tanto, me dedico a colocarlos. No hay mucho que colocar con tres botecitos, pero tampoco tengo mucho más que hacer.
Mientras, mi cabeza no deja de pensar en una y otra cosa: Marta y...Madison, mi familia aunque no sea mi familia; en mis amigos, a los que tengo más que abandonados, tal vez debería llamarles; en Lida, como no, en la dependencia que parece que estoy desarrollando hacia ella y que no es para nada bueno; en lo que voy a hacer con Louis; en lo que voy a hacer con mi vida... Ya no sé ni quien soy, ni lo que quiero, ni lo que espero de mí mismo o de lo que la vida ponga en mi camino. Sé que lo mejor es no pensar mucho en ello, esperar a que llegue el nuevo tour y así solo tener que preocuparme de cantar, de no olvidar letras de canciones y de no caerme en el escenario. Solo dos meses y no tendré que preocuparme nada más que de eso.
Dejo a un lado la laca de uñas y saco el teléfono. Pienso en a quien debería llamar primero, y simplemente abro la lista de contactos y decido que el primero que aparezca será el primero al que llame. De esa manera acabo llamando a mi amigo pelirrojo.

--¿Si?-pregunta con cierta duda, que no me extraña en lo más mínimo.
--Hola Ed, soy Harry-respondo de inmediato, concentrándome en buscar un tema de conversación con él, uno lo suficientemente jugoso como para hablar largo y tendido-¿Qué hay?
--Eh...nada, supongo... Suenas...
--Normal, lo sé. Ya estoy bien-respondo algo divertido.
--¡¡Enserio?! ¡Eso es fantástico, Harry!

De fondo puedo escuchar una voz femenina, doy por hecho que de Taylor, preguntando "¿Es Harry?" a lo que Ed la chista como respuesta. Río bajito, negando con la cabeza.

--Sí, estoy perfectamente. Fue un poco repentino, pero mejor, un problema menos-respondo con franqueza-¿Qué hay de ti? Hace mucho que no te veo.
--Sí, sí, lo siento, he estado un poco ocupado. Iba a ir a verte esta semana, enserio lo digo.
--¿Y qué es eso que te ha mantenido tan ocupado?

Todavía escucho a Taylor de fondo, quejándose y preguntando por cómo estoy. Ed responde con rapidez que me encuentro bien, y eso solo hace que ella comience a preguntar aún más. El pelirrojo parece que vuelve a chistarla, y empiezan una discusión tonta, digna de niños de cinco años. Mi risa es lo que le saca de la discusión, pese a que su acompañante parezca decidida a acabar con la pelea.
Ed me cuenta con rapidez la historia de "su chica", que ni siquiera es su chica, pero que al menos es la que le ronda por la cabeza. No me explica con muchos detalles, ni profundizando mucho, pero está claro que está emocionado e ilusionado con ella, y eso es más que suficiente como para distraerme unos minutos.
Terminamos la conversación poco tiempo después, por culpa del timbre de su casa. Escucho una vez más a la rubia hablar, esta vez diciendo que la persona que ha llamado es alguien que quiere verle a él, como es lógico, ya que no es la casa de Taylro, sino la suya.

--Iré a verte esta semana, te lo prometo.
--También puedo ir yo ¿eh? Puedo conducir perfectamente-respondo divertido.
--Sí, y sino puedes decirle a Louis que te haga de chófer-responde con la misma diversión, una que a mí no me llega.
--Sí, claro-digo algo tenso, pero él no parece darse cuenta.
--Bueno, que me esperan en la puerta. Luego hablamos. Adiós.
--Adiós, Ed-y la línea se corta.

Por un momento pensé que había funcionado la conversación con mi mejor amigo, pero él mismo ha sacado el tema que intentaba evitar a toda costa. No es culpa suya, de ninguna manera, pero no quita que yo ya esté mirando hacia la puerta de la cocina de nuevo, esperando ver a Louis en cualquier momento.
Niego con la cabeza y sigo con el turno de llamadas.
Por alguna razón, al llamar a Liam se me informa de que no existe tal número, que ha sido dado de baja. Miro confundido la pantalla y compruebo que es su número, su contacto. Al ver que no me he equivocado, llamo de nuevo, pero tengo la misma respuesta. De inmediato pienso que se ha filtrado su número entre las redes sociales y han empezado a llegarle llamadas y mensajes de todo el mundo, por lo que ha tenido que cambiarlo. Pienso en ir a visitarle, a ver a Alejandra, aunque Ane me dijo que no se la había visto mucho, a ver al pequeño Matt...luego me doy cuenta de que eso de nuevo podría ser dejarle a Louis la pista libre como para irse sin darme una explicación, y rechazo el plan de ir a verle. Tal vez Zayn ya tenga su número nuevo.
Cuando llamo al moreno, me dice que el número está apagado o fuera de cobertura. Quizás se le haya acabado la batería, o esté en el ascensor, o cualquier cosa que cause ese mensaje del contestador.
Pienso en a quien debería llamar más. Taylor ya sabe que me encuentro bien, mi hermana y Niall también, además les vi ayer, por lo que tampoco creo conveniente molestarles más. Además, Ane se volvería loca con mi llamada, dando por hecho que algo malo ha pasado. Podría llamar a Lida, hace unos días que no la veo y no sé nada de ella...pero la última vez que nos vimos fui un poco pegajoso, y no quiero que piense que soy un pesado.
En cuanto me doy cuenta de que mis padres todavía no saben que estoy bien, suelto el móvil casi de un golpe contra la mesa de la cocina. Me quedo muy quieto, agudizando el oído. Me ha parecido escuchar el chirrido de una puerta, de la de arriba, y mucho más lejos de asustarme por miles de razones que asusta a la gente escuchar ruidos en su casa, yo solo siento esperanza. mi corazón empieza a palpitar con rapidez en cuanto escucho unos pasos moverse por el piso de arriba.
Louis ha salido de la habitación.
Mi primer impulso es salir corriendo a por él, a verle, a comprobar que está bien, pero decido no seguir mi instinto, y me quedo sentado en la mesa de la cocina. Cojo de nuevo los pintaúñas, y hago como que el rosa es lo más interesante de este mundo, mientras presto atención a los sonidos de la casa. Ignoro la voz de Kim en la televisión, llorando por vete tú a saber qué, y me centro en los silenciosos pasos de Louis. Parece que se está asegurando de que no le vea. Hago una mueca involuntaria ante ello, pero de todas maneras, opto por ponérselo más fácil.
Me levanto de la silla de la cocina haciendo un gran estruendo, para hacerle saber que aunque la televisión del salón esté encendida, yo estoy en la cocina. Espero con paciencia, ya dándolo por supuesto, que se dará media vuelta y volverá a su habitación, que esperará a que yo me vaya a otro sitio para llegar a la cocina. Pero para mi sorpresa, continúo escuchando sus pasos, esta vez bajando las escaleras.
Muerdo mi labio inconscientemente, todavía esperando el siguiente movimiento de mi amigo. No sé si me asusto o me alegro cuando le veo en la puerta de la cocina.
Utilizo toda mi fuerza de voluntad para no empezar con mis miles de preguntas acerca de su estado de salud, y me limito a mirarle.
Doy por hecho que solo viene a por comida, a desayunar aunque sea un poco tarde. Sé que solo cogerá alguna galleta y un vaso de leche y volverá a su cuarto como un fantasma, en completo silencio.

--Hola-susurra para mi gran sorpresa.

Parpadeo rápidamente, más que sorprendido ante sus palabras. Desde...esa extraña discusión, si es que se le puede llamar así, no hemos cruzado palabra, y eso...fue hace casi una semana.

--Hola-respondo todavía alucinado, sin saber qué más decir o hacer.

Todavía sin hacer contacto visual por su parte, asiente con la cabeza y se dirige hacia el frigorífico. Saca un brick de leche y empieza a hacerse el desayuno como si tal cosa. Veo que empieza a abrir los armarios altos, en busca de algo. De inmediato sé lo que es, lo que está buscando, aunque no sé cómo decirle que está justo al otro lado de la cocina.
Me levanto con cuidado de la silla, y él por un momento se queda quieto, como una estatua, mas no huye. Me muevo con lentitud hasta otro de los armarios altos, y saco el bote de Cola Cao que sé que está buscando. Lo dejo a su lado con la misma tranquilidad, sin ni siquiera hacer ruido al dejar el bote contra la encimera, esperando no asustarle, y vuelvo a sentarme en mi sitio.

--Gracias-murmura, antes de volver a su tarea.
--No hay de qué-respondo casi en un susurro.

Y ahí parece que se acaba la conversación. Él termina de hacer su desayuno y guarda todo, a excepción del bote que he sacado yo. Lo deja a un lado, y doy por hecho que lo que quiere es que vuelva a su sitio, por lo que de nuevo me levanto y lo coloco. Esta vez no hay más agradecimientos por su parte, pero tampoco me importa. Al menos ha bajado, y estamos en la misma habitación, sin que me pida que me vaya, sin salir corriendo, sin llorar, y eso es más que suficiente para mí.
Para añadir más maravillosas sorpresas al día, Louis no vuelve a la habitación para desayunar, ni siquiera se dirige al comedor. Se queda en la cocina, se sienta frente a mí, al otro lado de la mesa, lo más alejado posible, pero se queda conmigo, y no puedo estarle más agradecido. Él desayuna en silencio, sentado como un indio en la silla, con la mirada puesta en su comida. Yo le lanzo miradas discretas, sin decir tampoco palabra.

--He ido a ver a Lucía-dice de repente.

Me sorprendo de lo mucho que me han dolido sus palabras. Claro, Lucía, su novia, su chica, la persona a la que quiere. Ni siquiera me acordaba de ella o de su relación con Louis, y eso cambia bastante las cosas. Louis puede estar confundido, puede estar planteándose muchas cosas, cosas que yo podría resolverle con sumo gusto (y suma torpeza)... si él estuviera soltero. Pero tiene una novia, y yo no soy nadie para romper una pareja, para romper la suya. Tal vez...sí que haya malinterpretado a Louis y todos sus gestos cariñosos, aunque los besos no encajen en algo únicamente cariñoso, no al menos los que nos hemos dado nosotros, pero... Niego con la cabeza con un suspiro. No, entre Louis y yo no puede haber nada, tengo que empezar a hacerme a la idea.

--¿Y cómo está?-pregunto más por cortesía que por interés. Mi voz no se alza demasiado, todavía en un intento de mantenerle tranquilo.
--Cansada de mí-responde de forma automática.

Frunzo el ceño confundido al no entender sus palabras y le miro de la misma manera. Él sigue sin devolverme la mirada, pero puedo ver el comienzo de una sonrisa en sus labios, justo antes de dar un sorbo a su taza.

--¿Cansada de ti?-pregunto al ver que no continúa con la explicación.

Puedo ver cómo abre la boca para responder, todavía con ese ápice de sonrisa, pero el timbre de casa lo elimina todo. Elimina la aparente tranquilidad en él, su postura relajad y su pequeña sonrisa. Se levanta de un golpe de la silla y parece con intenciones de volverse a meter en su cuarto.

--Es solo el timbre Louis, no pasa nada-respondo, todavía intentando mantener la calma.

Se detiene en la puerta de la cocina, dándome la espalda. Por un momento casi creo que me va a hacer caso, que se va a quedar y vamos a seguir la pequeña y extraña conversación. El timbre suena de nuevo y él niega con la cabeza, antes de desaparecer escaleras arriba.
Suspiro con frustración y me limito a caminar hasta la puerta, para ver quien es al que se le ha ocurrido aparecer justo en este momento. Al abrir, veo a mi hermana junto a Niall, por lo que me limito a suspirar, dejando mi molestia a un lado, ya que ellos no tienen culpa de nada,

--Hola pequeño-Ane me saluda de inmediato. Se pone de puntillas y besa mi mejilla, pero no pasa dentro de casa. como suele hacer.
--Hola-respondo tratando de no sonar tan frustrado como me siento. Pero al parecer mi intento no funciona, ya que Niall pregunta.
--¿Pasa algo?
--Estaba hablando con Louis y...se ha ido a su cuarto en cuanto ha escuchado el timbre-respondo con franqueza.
--¿Has conseguido hablar con él?-el rubio pregunta sorprendido. Yo asiento con la cabeza-¿De qué?
--¿Sinceramente? De nada, no ha dado tiempo a que habláramos mucho, solo ha dicho que esta mañana se ha ido a ver a Lucía-sé que hago una mueca al nombrarla, y no es que tenga algo en contra de ella... pero es la novia de Louis, y jode un poco en estos momentos.
--¿A ver a Lucía?-mi hermana pregunta, y sé que debe de estar pensando algo similar.
--Eso parece.
--¿Y qué? ¿Ha pasado algo? ¿Te ha dicho algo más?
--Nada-me encojo de hombros-Pero cuando se va con ella normalmente es para echar un polvo, así que...
--Vaya-Niall responde, también con una mueca-Que mal.
--Tampoco es culpa de nadie-respondo, intentando sonreír de nuevo-Es su novia al fin y al cabo.
--Ya, pero vosotros...-Ane empieza a hablar y sé como va a terminar la frase, por lo que la interrumpo.
--Somos amigos. Eso es todo.
--Pero Harry...-ella insiste.
--Sé aceptar un rechazo. No es gran cosa-de nuevo me encojo de hombros, todavía sonriente, aunque está claro que para nada me siento contento ante la idea.

Ninguno dice nada más, aunque puedo ver la pena en los ojos de Niall, y la preocupación en los de mi hermana. Yo amplío mi sonrisa, ya que no quiero que me tengan pena, mucho menos que se preocupen por algo así. Dudo bastante que el rechazo de Louis me haga tanto daño como el abandono de Marta... dudo que nada me vaya a hacer tanto daño nunca como el abandono de Marta. Pensar en que cualquier rechazo a partir de ahora me va a doler, es como temer que se te rompa un jarrón que ya está roto: lo peor que puede pasar es que hagas más pequeños los trozos, pero a fin de cuentas, nunca va a ser tan malo como el primer golpe.

--¿Qué os trae por aquí?-pregunto, cambiando el tema de conversación. Me hago a un lado para dejarles pasar, pero ninguno hace el intento de entrar.
--Pues la verdad...-empieza a decir ella, mordiendo su labio inferior-es que nos vamos de viaje.
--Guau, eso está genial-respondo de inmediato-¿A dónde os vais?
--Solo a ver a mis padres, tampoco es el gran viaje ni nada por el estilo.
--Así que a ver a los suegros-bromeo con mi hermana, aunque para ser sinceros, en algún momento no muy lejano sí que van a convertirse en familia política.
--Eso parece-ella responde con una pequeña sonrisa-¿Te parece bien?
--Claro, ¿por qué no iba a parecérmelo?
--Por lo de...-duda un poco en responder-quedarte solo y eso.
--Ah, bueno-hago un gesto con la mano para quitarle importancia-No pasa nada, estaré bien. De todas maneras he quedado con Ed para vernos dentro de poco y también quiero ir a ver a Liam y a Zayn, así que voy a estar entretenido.
--Está bien-responde ella, aunque no parece del todo convencida-Si necesitas cualquier cosa ya sabes que puedes llamarnos.
--Estaré bien, no te preocupes-repito, algo divertido-¿Os vais ya entonces?
--Sí, ahora mismo. Nos está esperando el avión.
--Entonces no os entretengo más-le doy un abrazo a Niall, el cual me devuelve de inmediato.
--No fuerces las cosas con Louis, anda-me susurra en medio del abrazo, antes de separarnos. Yo asiento con la cabeza, de acuerdo a sus palabras.

También abrazo a mi hermana, de forma algo más larga, mientras me recuerda una y otra vez que les avise si pasa algo.

--Deja de preocuparte-respondo con gracia-A este paso no vais a llegar nunca. Y tampoco vas a disfrutar cuando estés allí si no dejas de pensar en que van a pasarnos cosas horribles...

Ella asiente con un suspiro y besa mi mejilla. Me despido con ellos con la mano mientras se meten en el coche, a lo cual ellos me responden de la misma forma, antes de marcharse. Cierro la puerta una vez dejo de ver su coche a lo lejos y vuelvo a la cocina.
Me pego un susto al ver a Louis ahí de nuevo, de pie y en silencio, con uno de los pintaúñas en la mano. Mierda, se los tendría que haber dado a Ane antes de que se fuera, quizás los eche en falta. Él se da cuenta de que de nuevo estamos los dos en la misma habitación y esta vez me mira a la cara y puedo ver cómo lo hace confundido. Alza uno de los botes, al igual que una de sus cejas. Cualquiera diría que es el mismo chico que huyó de mí esta misma mañana.

--Son de Ane, se los habrá dejado aquí-explico sin más.
--Pensé que eran tuyos-escucho que dice de inmediato.

Mis ojos se abren por la sorpresa, y de nuevo tengo que parpadear perplejo. Abro la boca para decir algo, pero sinceramente me he quedado sin palabras. Miro los pintaúñas y luego a Louis una vez más.

--¿Por qué...iba a tener yo eso?-consigo preguntar.

Él se encoge de hombros, dejando el que tenía en la mano junto a los otros.

--Tal vez porque te gustaba-de nuevo se encoge de hombros.

Sin decir nada más, sale de la cocina, evitando de cualquier manera tocarme. Me giro sobre mis propios pies, todavía confuso por sus palabras, y veo cómo se dirige al salón.
¿Porque me gusta? repito sus palabras, anonadado, pero... si es de...bueno, es sexista y no tiene mucho sentido en realidad, pero...es de chicas ¿no? No es como si los chicos no tuviéramos uñas o algo así, pero...no sé, nunca me lo había planteado. Entonces es cuando caigo en el porqué del razonamiento de Louis, en por qué ha decidido que me gusta eso, y no puedo evitar fruncir el ceño.
Salgo de la cocina y me dirijo al salón. Sé que no debo enfadarme con él, porque no tengo ni la menor idea de cómo va a reaccionar, pero no me parece justo. No es justo para nadie acusarle con estereotipos.

--¿Piensas que porque me gustas tengo que actuar como una chica?-pregunto sin más, de pie al lado del sofá en el que él está sentado.

Aparta la mirada de la televisión para mirarme y veo cómo de nuevo tiene el ceño fruncido. No responde nada.

--¿Piensas que porque soy...-me detengo al no saber cómo continuar la frase. En realidad no sé ni lo que soy, pero tampoco es relevante-que porque no soy hetero tengo que ser femenino? ¿Es eso?
--Yo no he dicho eso-responde sin alterar lo más mínimo la voz. Vuelve la vista a la televisión sin más. Ni siquiera ha cambiado de canal, por lo que se escuchan las voces de las Kardashian a nuestro alrededor-Puedes pintarte las uñas si quieres, puedes ser hetero y pintarte las uñas, a mí me da igual-añade en voz baja.
--Tampoco te estaba pidiendo permiso-respondo de la misma forma.

Me siento en el sofá sin pensármelo dos veces, todavía molesto. ¿Ahora va a creer en estereotipos? ¿Enserio? No le culpo, pero insisto en que no es justo para mí. Ni siquiera es justo para él. Él también debería ser femenino en todo caso, porque a la vista está que su heterosexualidad voló muy lejos de él hace tiempo.
Estoy tan metido en mis pensamientos acerca de lo injusto que es todo, que no soy capaz de entender su siguiente murmullo.

--¿Qué?-pregunto extrañado.

Louis suspira, con la cabeza gacha y acto seguido la gira hacia mí. Casi podría asegurar que está sonrojado.

--Nada-responde negando con la cabeza.
--Vamos, dímelo-comento, relajando mi tono y mi molestia. Tampoco es culpa de nadie que los estereotipos sean parte de nuestra vida, y mucho menos debería haberme molestado por algo así.

Él parece dudar un poco en su respuesta, mordiendo su labio inferior. Pasan un par de minutos en los que ninguno de los dos dice nada. Cuando doy por hecho que me voy a quedar sin saber qué es eso que me ha dicho y no he llegado a oír, escucho su voz, algo más alta que antes.

--Creo que te quedarían bien las uñas pintadas-escucho apenas sus susurro mientras se levanta del sofá.

Le miro más que perplejo, ya no solo porque se esté yendo, después de todo lo que hemos conseguido avanzar, sino por...el piropo. Creo que ha sido un piropo. Me lo voy a tomar como tal. No respondo nada, esperando que añada algo más, lo cual hace, una vez ha dado la vuelta sofá y se encuentra a mis espaldas.

--Y no he echado ningún polvo con Lucía. Hemos roto.


Narra Ane

Froto mis manos contra los vaqueros como gesto nervioso, como uno de tantos que tengo. Cuanto menos distancia pone en las distintas señales, me pongo más nerviosa. Cualquiera pensaría que es por culpa de ver a mis suegros, de saber que se van a enterar en unas horas, como mucho en unos días, de que me voy a casar con su hijo. Eso pondría de los nervios a cualquiera. También el hecho de dejar solo a mi hermano, después del poco tiempo que ha pasado desde su recuperación. Sí, ambas cosas me ponen nerviosa, pero ni de lejos tanto como cuando veo el aeropuerto a lo lejos, y a un avión despegar.
Nunca he sido fanática de las alturas, por descontado, nunca he sido amiga de los cacharros de metal que desafían a la lógica y a la gravedad al levantarse del suelo y atravesar el cielo. No es como si fuera mi primer vuelo. Ya he tenido que montar más veces, por culpa de los chicos y su trabajo en su mayoría, pero eso no quita que no tema el que el avión no vaya a despegar y nos convirtamos en tortilla de humano. Es más, cuantas más veces montas en avión, más probabilidades hay de que te toque estar en un accidente, y no es que yo lleve muchos vuelos, pero Niall sí, y no me deja más tranquila.

--¿Nerviosa?-me pregunta en cuanto aparca. Tiene una sonrisa divertida en la cara, y sé que debo de tener una expresión facial como para reírse en estos momentos.
--No, para nada-respondo sin poder evitar la ironía-Vamos a montarnos en una lata gigante que vuela. Me siento lo más tranquila del mundo.
--No pensé que te dieran miedo los aviones-veo cómo frunce el ceño ligeramente-Podrías habérmelo dicho, habríamos ido en coche otra vez.
--Se tarda mucho y acabas cansado-respondo con un suspiro-prefiero tentar a la suerte que hacerte atravesar medio país en coche.
--Lo dices como si me molestara-de nuevo tiene una sonrisa, algo más pequeña que la anterior-No me habría importado atravesarme medio país en coche. No me importaría atravesarme todos los países del mundo en coche si así te sientes más segura.
--No es momento de cursilerías, Horan. Vamos a tomar un vuelo-respondo más que nervios, saliendo del coche. Aún desde fuera puedo escuchar su potente voz.
--¿Quién dijo que a las chicas le gustaba lo romántico?
--Alguien que no me conocía estando nerviosa, seguro.
--Seguro-responde riendo entre dientes.

Él agarra mi mano mientras caminamos hacia el aeropuerto, cada uno arrastrando una maleta. No llevamos mucho equipaje, al fin y al cabo no vamos a estar ni una semana.
A cada paso que nos acercamos, siento algo apretarse en mi estómago, y por un momento me regaño a mí misma por haber desayunado tanto. Suspiro, intentando tranquilizarme, y Niall al darse cuenta, suelta mi mano para rodear mis hombros con uno de sus brazos. Deja un beso en mi cabeza y susurra un "Todo va a ir bien", al que yo respondo con un gemido lastimero.
Un montón de personas van de aquí para allá, arrastrando maletas y cargando con mochilas. Se escuchan diversos idiomas, que van desde el español y el francés hasta el chino...o tal vez japonés, no estoy muy al tanto de esos idiomas, mucho menos de cómo se diferencian. Nadie parece totalmente aterrorizado como lo estoy yo, y eso me hace prensar de inmediato en que me estoy tomando todo a la tremenda...otra vez.
Me pego más al cuerpo de Niall, si es que eso es posible y de nuevo suspiro. Él acaricia mi brazo con su mano intentando tranquilizarme. Ni siquiera me suelta cuando tiene que hablar con una azafata, o una señorita de atención o lo que sea. No presto atención a la conversación, pero supongo que están hablando de cómo y a dónde tenemos que ir para llegar al avión.
Es en este momento en el que estamos parados, en el que parece que llamamos la atención de un par de chicas. Niall sigue hablando con la azafata, con total tranquilidad, mientras ellas cuchichean con grandes sonrisas a su espalda, yo me encuentro de medio lado, mirándolas con discreción. Una de ellas se da cuenta de que las estoy mirando y las sonrío con cierta ternura, sobre todo cuando retiran la mirada como si no nos estuvieran mirando a nosotros. No puedo evitar reír por lo bajo, ganándome así una mirada confusa del rubio.
Parece que ha terminado de hablar, ya que la chica se ha ido  y él comienza a andar en otra dirección, supongo que dispuesto a irnos ya. Me sorprendo cuando veo a alguien coger nuestras maletas en brazos, con toda la confianza del mundo, pero Niall se encoge de hombros, con una sonrisa divertida.

--Son del aeropuerto, tranquila-responde como si tal cosa-¿Qué te hacía tanta gracia?
--Había unas chicas mirándote-comento, todavía con una sonrisa.
--Oh-se gira para mirar detrás de nosotros por un momento-Supongo que son esas que nos siguen-añade con cierta diversión-¿Son muchas?-pregunta ralentizando el paso.
--Cuatro o cinco, ¿por qué?

Hace una mueca y detiene su paso por completo. Yo me detengo junto a él de inmediato. Echa una mirada de nuevo hacia las chicas, que en efecto nos estaban siguiendo. Se han quedado aparadas a unos metros de nosotros, todavía haciendo como si no le hubieran visto.

--¿Te importa que haga de ídolo adolescente por un momento?-pegunta todavía con una mueca.
--Oh-respondo sorprendida-No, no, claro-me despego de él para que pueda caminar hacia ellas-Ve y deslúmbralas, pero no demasiado-añado divertida.
--No tardaré-deja un beso en mi frente y se separa de mí.

Veo cómo camina hacia el pequeño grupo, con las manos en los bolsillos y posiblemente con una gran sonrisa. Desde la distancia, distingo cómo las caras de las chicas cambian a una de completa sorpresa en cuanto se dan cuenta de que está caminando hacia ellas. No se escuchan chillidos, pero sí se ven algunas lágrimas. Niall las abraza con cariño por unos segundos, antes de que empiece la sesión de fotos. Mientras, yo espero sonriente,viendo que hace a tanta gente, solo con un abrazo y una foto,
Mi mirada se cruza de nuevo con una de ellas, con la misma de minutos atrás. La dedico una sonrisa, sin saber muy bien cómo reaccionar, ¿debo saludarla con la mano o algo así? Decido mantener mis brazos cruzados sobre el pecho, esperando a que Niall termine. La chica parece terminar con Niall, y camina hacia mí, mientras él sigue charlando con las otras.
Me remuevo incómoda en mi sitio, ya que si empieza a insultarme no me voy a quedar callada, y creo que no es momento ni lugar para armar un espectáculo, mucho menos para crearle problemas a Niall. Pienso en positivo y en que tal vez ni siquiera venga a hablar conmigo, pero está claro que ni pensamientos positivos ni nada: la chica se detiene delante de mí.
Lleva todo el pelo recogido en una gran coleta en lo alto de su cabeza y unas gafas de pasta negra demasiado grandes para su cara, que esconden unos ojos pequeños y castaños. Me mira de arriba a bajo por un segundo, mientras yo espero a que termine de pasarme revista.

--Hola-dice finalmente, con un tono cauto.
--Hola-respondo de la misma manera.
--Es un anillo de compromiso ¿verdad?

Me sorprende la repentina pregunta y de inmediato llevo la vista a mi mano. Acto seguido miro a Niall, con la esperanza de que esté volviendo ya, pero al parecer ahora ha entablado conversación con ellas. No es pública la noticia, y no sé si Niall quiere que se sepa. No quiero decir que sí, porque quizás le moleste, pero tampoco quiero negarlo.

--Tranquila, no se lo voy a decir a nadie-comenta rápidamente, supongo que al darse cuenta de que no es una buena pregunta-Enhorabuena-dice con una gran sonrisa, pero su voz se rompe.

Antes de que la pida que no llore, me abraza con fuerza. Es algo más baja que yo, y quizás un poco más ancha, por lo que me estrecha con facilidad entre sus brazos, apoyando su cabeza en mi pecho. Yo me quedo con los brazos abiertos y supongo que una cara de completa alucinación, ya que para nada me esperaba algo así. Decido ser amable y devolverle el abrazo con cuidado.

--Es la mejor persona del mundo, ¿sabes?-murmura. Su voz ahora suena totalmente llorosa-Es el chico que medio mundo quiere, y te ha escogido a ti... no hagas que se arrepienta-muerdo mi labio superior ante esas palabras. Mi estómago de nuevo se ha contraído, pero esta vez no ha sido por culpa del miedo ni de las náuseas-Cuida muy bien de él. Hazle feliz. Se merece a alguien que le haga feliz, se merece ser feliz, y no dejar de sonreír todos y cada uno de los días de su vida. Eres la única que va a poder escucharle reír tantas veces como para cansarte de ello, así que disfrútalo por todos los que no podremos-se separa de mí con cuidado, con las mejillas de nuevo bañadas en lágrimas. Todavía tiene una sonrisa sincera en el rostro-Cuando...cuando le cojas la mano, hazlo muy fuerte ¿vale? Como si no fueras a soltarle nunca.
--¿Por qué?-me doy cuenta del nudo que se ha formado en mi garganta, y tengo que toser para disimularlo.
--Porque vas a estar sosteniendo el mundo de millones de personas, incluido el mío, y no me gustaría que mi mundo se viniera a bajo.

Abro la boca para responder algo, pero todas las palabras se quedan atrancadas en mi garganta. Ella ríe de una manera graciosa que me contagiaría en cualquier otro momento, pero no ahora. Me da un último abrazo, sin esperar mi respuesta, y se da media vuelta, de vuelta con sus amigas.
Niall ha terminado de hablar con ellas y camina de nuevo hacia mí. Frunce el ceño ligeramente cuando se encuentra frente a mí, y de inmediato me rodea con sus brazos, con menos fuerza pero más suavidad que la chica.

--¿Qué pasa? ¿Sigues nerviosa?-sigue la dirección en la que yo sigo mirando, dando así de neuvo con las chicas. Éstas se están despidiendo con la mano de nosotros-¿Te han dicho algo malo?

Niego con la cabeza, devolviéndole el abrazo. Yo sí que lo hago con fuerza, escondiendo mi cara en su cuello.

--Está bien, no te preocupes-responde él con suavidad mientras pasa su mano por mi espalda.
--Vamos al avión ya, por favor-le pido con voz algo temblorosa.

Todavía me mira extrañado, pero no dice nada. Vuelve a colocar su brazo sobre mis hombros, pero yo lo aparto. Antes de que pueda preguntarme de nuevo qué es lo que me pasa, agarro su mano. Agarro su mano con mucha fuerza, como si fuera a perderlo, como si fuera a ser la última vez que le veo, como si estuviera agarrando la vida de millones de personas. No quiero que el mundo de nadie se haga pedazos por mi culpa.







jueves, 28 de julio de 2016

Capítulo 82. Ámsterdam.

Narra Louis.
Llevo contados tres días sin salir de casa. Tres días encerrado en la habitación. Tres días asustado como un niño, o más bien como un imbécil. Tres días evitando a Harry.
Miro el reloj de la mesilla, encontrando así con que son casi las cinco de la mañana. He intentado dormir cuanto me es posible durante estos últimos días, aunque solo sea para dejar de pensar, para dejar de sentir ese miedo irracional. No es exactamente miedo a Harry. No le temo a él, sino a lo que pueda pasarle. Y en el fondo, es una estupidez, porque no va a pasarle nada malo, mucho menos a manos de mi padre. Pero aunque sepa que es una tontería...me cuesta evitar el pensamiento de que en cualquier momento puede aparecer y matarle a golpes, como un día quiso hacer conmigo.
Aprieto mis brazos alrededor de mi estómago al sentir algo apretarse, ante la simple idea de alguien haciéndole daño. Ante el pensamiento de que un día pueda no estar a mi lado, y que eso sea por mi culpa.
He intentado olvidarlo. Olvidar todos y cada uno de esos recuerdos, que hasta hace bien poco estaban en un lugar muy apartado de mi mente, pero es imposible. Cada vez que recuerdo el beso de Harry... Todavía siento la suavidad de sus labios sobre los míos. Inconscientemente, vuelvo a llevar mis dedos a ellos, acariciándolos con cuidado. Quiero sonreír de pura dicha, porque sí, sí que me hizo feliz ese beso, y sí que me sigue haciendo feliz el recuerdo. Pero de nuevo aparece su imagen rota, ensangrentada, desmadejada como si fuera un muñeco de trapo, en el suelo de mi antigua cocina, y de nuevo tengo que apretar los brazos contra mi estómago.
Por otra parte, Harry y el hecho de mantenerle a salvo de un peligro inexistente, no es mi única preocupación. Me ha tomado muy poco tiempo darme cuenta de lo que significó el beso, puede que porque siempre hubiera estado ahí, porque siempre hubiera sido obvio, puede que porque ya lo supiera, aunque me prohibía a mí mismo pensar en ello. Pero sí, así están las cosas, me gusta Harry y no puedo hacer nada por cambiarlo. Y con ello, llega mi segunda preocupación: Lucía.
No es que haya dejado de quererla, ni de preocuparme por ella. No quiero que la pase nada malo tampoco, eso está demás. Pero durante todo este tiempo que he estado sin verla, unos cuatro días si no me equivoco...no he tenido ninguna necesidad e ir a verla, de ver su sonrisa, o de sentir sus labios, mucho menos de acariciarla y llegar a mayores. No he sentido la necesidad de estar con ella de ninguna forma. Y sin embargo, me estoy desquiciando solo de saber que Harry está en la habitación de al lado, y no puedo dirigirle una simple mirada. No es que haya dejado de quererla, es que puede que nunca llegara a hacerlo. No al menos con la misma intensidad que con Harry. Y está claro, que seguir haciéndola creer eso, no es justo. Ni para ella ni para mí.
Me levanto de la cama con cuidado, asegurándome de que el colchón no haga ningún ruido. Por descontado, no paso por la ducha. Cualquiera de esas cosas podría despertar a Harry, y no tengo la más mínima necesidad de tener un ataque de miedo absurdo a estas horas, no cuando me dispongo a ir a ver a Lucía, y puede que a romper con ella. Ante ese último pensamiento sí que siento algo de tristeza, aunque no tengo claro si es una tristeza causada por perder el derecho a quererla, o por el daño que voy a hacerle.
Apenas abro el grifo del baño. Solo lo justo y necesario para lavarme la cara y los dientes. Camino tanto por mi habitación como por el pasillo de puntillas, sabiendo qué zonas hacen ruido y debo evitar. Lo mismo me pasa al bajar las escaleras.
Pienso en dejarle una nota a Harry, quien no ha dejado de roncar con suavidad durante todo el tiempo, pero tengo la idea de volver antes de que se despierte, así que lo dejo pasar. Me pongo el abrigo y salgo de casa.
De inmediato el frío corta mis mejillas. Saco el móvil de mi bolsillo, viendo cómo está a punto de morir a causa de la baja batería, aunque tampoco me preocupa dada la hora que es. 24 de Noviembre de 2012. 5:58 a.m me informa la pantalla. A estas horas no me va a llamar nadie.
Sé que a Lucía le debe de quedar una media hora para levantarse. Puede incluso que ya esté despierta, esperando a que aparezca en su jardín. La culpabilidad me golpea con más fuerza aún que el frío en mi cara. No he ido a verla en cuatro días, y ni siquiera la he enviado una mensaje con una explicación o una disculpa. Una parte de mí casi parece aliviada ante el pensamiento de que ella ya debe de estar sospechando lo que pasa entre nosotros, o más bien lo que no pasa. Puede que ella misma haya llegado a la conclusión de que lo nuestro está muriendo, y de que más vale quitarse la tirita, el trozo de cera caliente, rápido, antes de que sigamos engañándonos y acabemos peor.
No tardo más de veinte minutos en llegar a su casa, pese a que mi paso haya sido lento. Una parte de mí no quería llegar, todavía no quiere hacerlo, pero ya no hay vuelta atrás. No puedo seguir engañándola. No puedo seguir mintiéndola.
El jardín está tan oscuro, frío y vacío como lo está el resto de la calle. Con la poca esperanza de que me siga esperando, me acerco hasta quedar bajo su ventana. La luz de su cuarto está encendida, aunque no está abierta la ventana. No sé qué significa eso realmente, si sigue o no esperando por mí, pero decido no darle más vueltas.
Empiezo a chistar en bajo, esperando que eso sea suficiente, ya que eso de tirar piedrecitas a la ventana podría acabar en desastre y en una ventana rota, mucho más con estas temperaturas que hacen que sienta mi dedos completamente agarrotados. Veo su sombra al otro lado de la cortina, moviéndose con lentitud, como si no supiera si realmente alguien la está llamando desde fuera.

--Lu, soy yo-susurro, y de inmediato me muerdo la lengua. No debería haberla llamado Lu, no cuando estoy apunto de hacerla trizas sentimentalmente, pero es demasiado tarde para arrepentirse. Sobretodo cuando la cortina se mueve y la ventana se abre.

Pese a la escasa y mala luz que hay, puedo ver que algo falla. Tiene unas ojeras inhumanas, que parecen haber crecido en apenas cuatro días. No hay una sonrisa radiante como suele haber en ella, sino una mueca que me resulta difícil tanto explicar como comprender. Sus cejas están algo fruncidas, confusas.

--¿Qué haces aquí, Louis?-su voz suave débil, desgastada, completamente ronca. La culpabilidad me vuelve a golpear con fuerza.
--Necesito hablar contigo-confieso, tratando de no fijarme en el mal aspecto que tiene. Cualquiera diría que sigue viva.

Veo como sus delgados dedos se aprietan en el marco de la ventana. Su mandíbula también se endurece y un suspiro que se convierte en vaho ante la diferencia de temperatura, sale de sus delgados labios. Gira la cabeza hacia dentro de su casa, asegurándose de que no hay nadie cerca que pueda escucharla, y de nuevo la dirige a mí.

--No puedes subir-dice finalmente.
--No es necesario-respondo, todavía en un susurro.


Ella mantiene los labios apretados y en su mirada hay cierta lástima. Asiente con la cabeza, como si esperara a que yo siga hablando. Cojo aire y pienso en el discurso que llevo creando en mi cabeza desde que he salido de casa. Suspiro y me recuerdo que cuanto más rápido sea, mejor.

--Mira Lucía-me aseguro de no llamarla de forma cariñosa para no hacerla aún más daño-Sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad? Te quiero más que a nada y siempre lo he hecho, siempre lo has sido todo para mí.
--Louis, lo nuestro se ha acabado-me interrumpe de forma abrupta.

Abro los ojos sorprendido, sorprendido de que ella haya sido capaz de decirlo, de hacerlo con más rapidez que yo. En efecto ha sido indoloro, sobretodo por el hecho de que no te puede doler algo que ya no te importa, o que al menos no te importa como antes. Por unos segundos mantengo mis ojos como platos en ella, sin saber qué decir ahora. Su pálido y demacrado rostro cambia con rapidez en este corto periodo de tiempo, convirtiéndose en una mueca triste.

--¿Estás bien?-apenas murmura, mientras yo todavía sigo sin saber cómo reaccionar. Finalmente asiento con lentitud, sin apartar mis ojos de ella-Has sido muy importante para mí. Sigues siéndolo y siempre lo serás, pero...creo que no quiero seguir teniendo novio. No quiero estar con nadie ahora mismo ¿sabes? No es por ti, es por mí, y no lo digo como excusa, es enserio-el tono de su voz no cambia: se mantiene bajo, ronco y calmado.

Sé que debe de estar esperando alguna clase de reacción (exagerada o no) por mi parte. Que llore, que me enfade, que le pregunte por qué, aunque ya me lo haya explicado. Su rostro compungido y frustrado me indica que no debe de estar siendo fácil para ella. Mucho menos, cuando ve que empiezo a sonreír de lado a lado. Sus cejas casi se juntan al fruncirse, confundidas.

--Eso es genial, Lu-de nuevo no puedo evitar el apodo, pero esta vez ya no importa. Respondo con una gran sonrisa y sintiendo el alivio llenar mi pecho-Eso es...maravilloso.

Esta vez, los ojos como platos los tiene ella. Esa oscuridad en su mirada es similar a la de la noche que lentamente se está acabando. Puedo ver cómo a lo lejos empieza a llegar la claridad de un nuevo día.

--Louis, estoy rompiendo contigo-me repite con lentitud, me intenta aclarar, como si no la hubiese entendido. Esas palabras ya no solo me llenan de alivio, sino de felicidad.
--Y es lo mejor que podías hacer-confirmo, intentando evitar la risa que quiere salir de mí.
--¿Se te está yendo la olla o es que no escuchas bien? ¡Que te estoy dejando!-ahora parece casi más frustrada que antes, y eso es lo que finalmente causa que mi risa salga.
--¡Yo venía a romper contigo!-respondo entre medias de mi carcajada.
--¿Qué?-en su voz se aprecia la extrañeza y la misma diversión que en la mía-¿Cómo que venías a romper conmigo?
--Pues eso-me encojo de hombros, divertido. Veo como ella niega con la cabeza, sonriente, apartando su mirada de mí por un momento.

Sin decir nada, se mete a su cuarto, dejándome aquí solo y perplejo. Al menos se podría haber despedido o algo ¿no? Espero durante unos segundos, haciéndome a la idea de que no va a salir. Finalmente me doy media vuelta, dispuesto a volver a casa, ya sin ese miedo ni esa preocupación por haber hecho daño a Lucía.

--Espera, Lou-escucho su voz a mis espaldas cuando apenas he llegado a la calle. Me giro sobre mí mismo, todavía confuso.

Lleva un pijama de monos que le llega hasta los pies y un abrigo cubriendo su torso. Todavía conserva el moño mal hecho, la palidez y las ojeras violáceas preocupantes, pero al menos ahora, tiene una gran sonrisa en la cara. Supongo que también debía de haberla preocupado el hecho de hacerme daño, pero al ver que no es el caso, toda su posible dolencia ha desaparecido.
Por un segundo pienso en su madre, en que pueda ver que ella no está en la habitación, y en ganarme una última regañina antes de volver a casa. Sería una manera muy original de despedirme también de ella. Por otro lado, me gustaría ver a Ben, su padre, una última vez, aunque solo sea para decirle que ha sido un placer tenerle como yerno temporal.

--Yo te he dicho mis motivos-comenta sin más, sin borrar su sonrisa-No quiero tener un novio, no hasta que pueda entenderme con mi madre. ¿Cuáles son los tuyos?

Arrugo la nariz al darme cuenta de mis motivos, de mi motivo: Harry es mi motivo, y no tengo muy claro que eso vaya a sentarle bien. De todas formas, ella ha sido sincera conmigo, lo menos que puedo hacer es devolverle el favor.

--Me gusta...otra persona-evito un pronombre o palabra que indique que no es una chica. Ella de nuevo abre los ojos, algo sorprendida, aunque tampoco parece dolida esta vez.
--Está bien-responde finalmente, de nuevo con una sonrisa sincera-¿Puedo saber quién es? Solo por curiosidad.
--Eh...
--Vamos, confía en mí, no voy a ir detrás de ella como una psicópata-ríe entre dientes, divertida-¿Estáis en una relación secreta o algo? ¿Es famosa? ¿La conozco? Dime que no es Elena, por favor-por un momento hace una mueca de asco, a la que yo no puedo evitar reír.
--No estamos en una relación, técnicamente-ahora mismo no sé ni siquiera si seguimos siendo amigos, la verdad sea dicha-Sí que es famoso y sí que le conoces-muerdo el interior de mi mejilla al darme cuenta de que no me he seguido refiriendo a "esa persona" como una chica. Lucía se da cuenta, y alza una ceja, sin perder la sonrisa.
--Le conozco...-remarca el pronombre masculino, y yo solo asiento con la cabeza, sintiendo mis mejillas coger color-Ya me parecía muy difícil que no pasara nada entre vosotros... Marta me debe quince pavos, esté donde esté.
--¿Cómo?-pregunto, algo desorientado. Me alegra saber que no se molesta, ni se enfada ni nada, pero...es como si ella lo tuviera más asumido que yo ¿es eso posible?
--Creo, creo firmemente, que no debería decirte esto...-se lleva un dedo a la boca, dando toques en su labio, como si realmente se estuviera pensando si debe decírmelo o no. Ya ha conseguido mi plena atención y mi total curiosidad, así que más le vale seguir hablando-Siempre he shippeado Larry-dice finalmente, mordiendo su labio superior, para evitar reír.

Me tengo que parar un momento a pensar en sus palabras. Shippea Larry, cree en Larry como pareja, cree que Harry y yo realmente somos una pareja, y no se aleja de la realidad, pero...

--Lucía. Hemos follado-suelto sin más, todavía sorprendido-Hemos follado mucho, en muchas partes. Nos hemos besado, hemos dormido juntos, tu madre por poco me mata al pensar que estabas embarazada. Nos hemos dicho "Te quiero". T-te pedí matrimonio...-siento un escalofrío recorrer mi espalda al pensar lo cerca que estuvimos de liarla, pero de liarla mucho.
--¡Lo sé!-exclama ella, todavía intentando no reír-Al principio me parecía extraño. Pensaba que...no sé, te obligaban a salir con una chica o algo así. Después simplemente pensé que te habías peleado con Harry y lo hacías para fastidiarle. Luego llegué a la conclusión de que lo mismo eras bi y por eso...pues eso, sentías cosas por mí...-acaba diciendo lo último en voz baja. Doy por hecho que mi cara de sorpresa debe de haber frenado su diversión-¿Estás...enfadado?

Parpadeo un par de veces, todavía alucinado, con mis ojos puestos en ella. ¿Enfadado? ¿Cómo voy a estar enfadado? ¿Cómo voy a estar enfadado con ella por algo así? El que estalla a reír soy yo, y antes de que pueda decir nada, me acerco a ella y la abrazo con fuerza.

--Eres la mejor novia, exnovia, amiga y ser humano en este puto planeta, Lucía Gagslow-la digo con toda la sinceridad del mundo, apretándola entre mis brazos hasta el punto de levantarla del suelo. Ella como respuesta me acompaña en las risas, enganchando sus piernas a mi cintura como tenemos, o teníamos, la manía de hacer.

Acabamos como tantas otras veces lo hemos hecho: ella en mis brazos, con los suyos en mi cuello, sonriéndonos, mirándonos como si no hubiera más en el mundo...y sin embargo los sentimientos, el contexto de la situación, ha cambiado tanto... Ella deja un beso en mi frente, antes de llevar una de sus manos a mi flequillo, peinándolo para que no se me meta en los ojos.

--¿Por qué Marta te debe quince libras?-pregunto, todavía sin bajarla al suelo.
--Tampoco debería decírtelo...-comenta mientras peina mi pelo con suavidad. Siento la necesidad de cerrar los ojos ante su caricia, pero me lo prohíbo, al menos hasta saber qué habían apostado sobre mí, o sobre nosotros.
--Vamos, no puede ser tan malo...-la animo.
--No es que sea malo, es...-tuerce sus labios, creando una mueca extraña que me hace sonreír-...es brusco.
--¿Brusco?-frunzo ligeramente el ceño, sin seguir el hilo de sus pensamientos. Ella mantiene la mueca por unos instantes antes de responder.
--Le dije que follábais más entre vosotros que con nosotras.
--¡Lucía!-exclamo, sintiendo mis mejillas coger color.
--¡Te dije que era brusco!
--Eso no es ser brusco, eso es ser una cerda integral-ruedo los ojos, de nuevo sonriente pese a mis mejillas rojas-Y no, no te los debe porque no es cierto. Entre Harry y yo solo pasó eso una vez...y fue mucho antes de conoceros.
--¿Tú arriba?-alza de nuevo una ceja, inquisitiva.
--¿Para qué demonios quieres saber eso?-pregunto tratando de no reír. Si fuera posible, me pondría aún más rojo de lo que ya estoy.
--Tú solo dímelo, por favor...-hace un puchero, batiendo sus pestañas en un intento (muy conseguido) de parecer adorable.
--Yo arriba-confirmo, negando con la cabeza débilmente-¿Es que ahora te va el porno gay o algo? ¿Quieres que convenza a Harry de que te hagamos un vídeo dedicado?
--No lo rechazaría...-contesta, con una gran sonrisa divertida. Y lo peor es, que sé que habla enserio-Y Marta me debe otras quince libras-añade antes de dejar otro beso en mi frente, para acto seguido saltar fuera de mis brazos.
--Estás muy salida. Pero que muy, muy salida.
--¿Acaso puedes culparme?-se encoge de hombros.
--Supongo que no-resoplo, llevando una mano a mi nuca.

Nos quedamos mirando el uno al otro durante un momento, antes de que una voz grave se escuche desde la puerta de su casa. Ambos dos nos giramos para ver a su padre.

--Tu madre se acaba de despertar-susurra con voz preocupada-Será mejor que lo dejéis para otro momento...

Poso mi mirada en Lucía, al igual que ella lo hace en mí. Dudo de que vaya a haber otro momento, pero de todas formas, nos acercamos para despedirnos, solo por si acaso. Poso mis labios sobre los suyos con brevedad, siendo así nuestro último beso. Ella lleva una mano a mi mejilla, que se mantiene ahí aunque nos separemos.

--Ya nos veremos-susurra, todavía cerca de mí.
--Ni lo dudes-confirmo sonriente.

Lucía me devuelve la sonrisa, antes de darse media vuelta, dispuesta a entrar en su casa antes de que su madre me proclame la guerra. Entonces me doy cuenta de algo que quizás debí haber pensado antes. Algo más que importante, no solo para ella, sino para mí...y para Harry. Corro apenas tres pasos para coger su mano, haciendo que ella se dé media vuelta, confusa.

--Nadie puede saberlo-digo con rapidez-Ni Larry ni...ni nada de eso. Por favor-mi voz suena repentinamente temblorosa y preocupada.

No sé hasta qué punto debe de hacerles gracia a nuestros managers el tema, pero prefiero no comprobarlo. Además de que todavía no soy capaz e hablar con Harry, por lo que no sería lo idóneo que se enterase de que...me gusta, por culpas de las redes sociales. Y por encima de todo, si las redes sociales estuvieran llenas de Larry...mi padre lo sabría, sabría que su intento por hacerme "normal" ha fracasado después de todo,  y...siento cómo la sangre debe de haber huido de mi rostro de una manera drástica, ya que en sus oscuros ojos de nuevo hay preocupación.

--No se lo voy a decir a nadie, Lou. Puedes confiar en mí-dice con voz muy segura-Nunca te haría algo así. Nunca os haría algo así.

Un suspiro de alivio se queda atrancado en mi garganta. Asiento con la cabeza, agradecido aunque todavía preocupado, y dejo un último beso en su frente, antes de dejarla marchar, susurrando un "Gracias". Espero a que ella se meta en casa y me despido con la mano de ella una última vez, al tiempo que de su padre, quien me sonríe desde la distancia. Le devuelvo la sonrisa antes de que ambos dos cierren la puerta tras de sí.
La vuelta a casa se me hace mucho más rápida, sobretodo por el hecho de que esta vez no quiero evitar mi llegada. Lucía no está enfadada, ni mucho menos dolida, está bien con el tema, con que hayamos roto, y con que sigamos siendo amigos. No ha habido lloros ni gritos, solo risas, como siempre ha habido entre nosotros. Además, cree en Larry, le gusta Larry, le gustamos como pareja... No me doy cuenta de la sonrisa boba que tengo en mi cara hasta que llego a casa, donde se borra de inmediato.
El grande cuerpo de Harry casi me placa, y por muy poco no me tira al suelo. Sus brazos me rodean con fuerza, y mi cuerpo se tensa de inmediato. De nuevo intento pensar en que nadie nos ve, en que nadie, y menos mi padre, sabe que nos estamos abrazando, que nadie sabe que...nos queremos de alguna forma, más que Lucía, quien ha prometido mantener el secreto. Pero ninguno de mis pensamientos me convence, y acabo sintiendo mis lágrimas rodar por mis mejillas. De nuevo el pensamiento, la posibilidad de que le hagan daño, por mi culpa.
Sé que me está diciendo algo, pero no soy capaz de escucharle. Llego a la conclusión de que está llorando por algo, y eso solo me provoca más lágrimas. Le estoy haciendo llorar, le estoy haciendo daño...

--Harry...-dudo de que mi voz haya sido audible, pero es todo lo que el nudo en mi garganta me permite-Por favor, aléjate...Apártate...-casi le suplico.

Él no tarda en reaccionar, dejándome mi espacio, lo cual agradezco. Me mira a un par de pasos, con esos grandes ojos verdes suyos, llenos de lágrimas que rebosan al igual que las mías.

--Perdona-balbucea de manera torpe y ronca-¿Estás...estás bien? ¿D-dónde estabas? Pensé...pensé que te habías ido y que...me habías dejado solo-su voz se rompe y sube casi una octava, doy por hecho que el causante es el mismo nudo en la garganta que apenas me deja respirar. Ni siquiera intenta disimularlo.
--Estoy bien-susurro, alejando mi mirada de la suya.

No añado nada más y le esquivo con facilidad, para llegar a las escaleras. Una vez allí, corro hasta llegar al piso de arriba, y me encierro en mi cuarto una vez más, como todo un niño asustado. Me siento contra la puerta, con las rodillas contra mi pecho, y las manos en mi cara, intentando frenar las lágrimas de alguna manera.

--Nunca te dejaría solo, nunca te dejaría-no sé si tan siquiera digo en voz alta. De lo que sí estoy seguro es de que no me oye, pero necesito de alguna manera o por algún motivo, decirlo, dejarlo bien en claro-Ni aunque eso fuera lo mejor para ti...


Narra Zayn.
--El móvil está localizado en Spijkenisse, es una pequeña ciudad a veinte kilómetros de Róterdam-en la ronca voz de Tanner se puede apreciar la excitación, la emoción que le está provocando todo este rastreo.

No sé si es por el hecho de que le encanta esta parte de su trabajo, o porque después, Malcom será parte de su grupo. Un escalofrío me recorre de arriba abajo solo de recordarlo.
Me giro instintivamente hacia la puerta, la puerta de una sala cualquiera de este extraño hospital. Pienso que en cualquier momento María va a atravesar esta puerta, que va a venir con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su torso, pero que se va a quedar, dispuesta a ayudar y a apoyarnos. Pero después de tres días...después de tres días sin habernos intercambio más que unas cuantas palabras, empiezo a dudar de que vaya a volver.
Sé que no le hace gracia que Malcom esté metido en esto, pero él lo ha decidido, él sabe que no le va a pasar nada malo. No se puede luchar contra el destino, ya está escrito, y M estaba dentro de esta organización, en las oficinas o en los laboratorios, por supuesto, no en misiones con armas y malvados de película. Nunca permitiría algo así, que le pasara algo malo, por mi culpa.
Pese a los tres días que llevamos viniendo aquí, este es el primero en el que realmente nos dicen algo. Antes teníamos que arreglar no sé qué papeles para asegurar que no intentaríamos huir una vez Liam estuviera a salvo. Han sido muchos folios que leer, qué duda cabe, pero una parte de mí sigue sin fiarse de ellos, y por tanto, me veo obligado a leer cada palabra del contrato. Malcom me repitió una y otra vez que es todo seguro, que se limitará a estar a cubierto y fuera de la acción, que no trabajará más de dos horas al día, porque al fin y al cabo, sigue siendo un niño, y que con su persona aquí, podrá salvar a muchas persona. Aún así me fijé en cada letra de aquellos papeles, para asegurarme de que no hubiera letra pequeña.

--Vale, han pasado por Los Países Bajos-resuelvo con rapidez-¿Y qué pasa con eso? ¿Alguien los ha visto? ¿Han dejado una nota o algo?
--Solo una mujer ha comentado que vio pasar a un coche negro, a juzgar por la descripción un Renault Mégane-hago una mueca al no tener ni la más mínima idea de cómo es un coche así. Malcom no tarda en hacerme llegar una imagen del dicho coche.
--No me suena de nada-murmuro, haciendo que Tanner asienta con la cabeza-Salieron de aquí con...con uno granate-añado, tratando de recordar algún rasgo más de aquel vehículo, pero lo vi hace más de una semana, en la madrugada, con los ojos llenos de lágrimas, y la mente ocupada con la idea de que mi mejor amiga se iba a enfrentar a la propia muerte.
--Un Citroën C4-Malcom dice con rapidez, con nerviosismo incluso, aunque rápidamente ese sentimiento desaparece de él.
--¿Visteis la matrícula por algún casual?

Mi respuesta es una negativa con la cabeza. Mi pequeño tarda más en responder, supongo que esforzándose en sobrepasar el punto ciego, que ya les cubría desde ese momento.

--Era...era una matrícula inglesa-murmura, y aunque no puedo verle, sé que está arrugando el ceño-No...no era de Londres. Tal vez...¿de Kent? Llevaba una G al principio y...llevaba un once, así que...de Marzo del 2011...-casi parece que se pelea con su propia mente, con su propia boca para poder volver.

A nuestro alrededor, hay una serie de...agentes, científicos o simples apuntadores, que recogen cada dato que sale de la boca de mi pequeño. Yo le aprieto un poco contra mí, con suavidad y subo una mano hasta su mejilla, para acariciar de la misma manera.

--Tranquilo...-susurro-No te fuerces demasiado a ti mismo...

Puedo ver en la mirada grisácea que hay tras la mesa, que no está de acuerdo en mis palabras. Claro está, que él no es padre, sino, tal vez tendría un mínimo de compasión y comprensión. Me gustaba más la acompañante, la mujer morena. Tenía cierto toque maternal, y no era para nada fría.

--Está bien, supongo que con eso será suficiente para localizarlo-dice sin más, todavía con frialdad y cierta hostilidad.
--Lo has hecho muy bien, cielo-le arrullo con cariño, aunque solo sea para hacer contrapeso a la indiferencia del caballero de pelo cano.

Malcom no se gira para sonreírme o tan siquiera para mirarme, supongo que porque no quiere perderse detalle de lo que nos están diciendo. Sin embargo, sí que coloca una mano sobre la mía, haciéndome saber que me agradece sus ánimos.

--Nos han permitido revisar las cámaras de seguridad de una de las casas que hay por allí-según habla, una pantalla se ilumina a su espalda, mostrándonos la grabación.

El coche negro que han dicho, parado en un lugar cualquiera, sin el menor atisbo de sospecha. Los cristales están tintados, así que no se puede ver lo que está ocurriendo dentro del coche. A los pocos segundos, sale una figura alta, con ropas de abrigo y una bufanda que cubre la mitad de su rostro.

--¡Es Cassandra!-exclama Malcom de inmediato.
--Sí, es la señorita Heilch-confirma Tanner, con el ceño algo fruncido.
--Espere..-le interrumpo-¿Heilch? ¿Como...como los Heilch? ¿Los multimillonarios relacionados con la Familia Real?-mi voz se va haciendo más aguda cuanto más asombrado me encuentro.
--La antigua heredera-confirma él, lanzándome una mirada chispeante-Pensé que ya sabía que era ella-añade encogiéndose levemente de hombros.
--No, no, yo no...no tenía ni idea-admito en un murmullo. No hace falta que mire a mi hijo para llegar a la conclusión de que él ya lo sabía. Decido pasar por alto el tema de que me lo haya ocultado, ya que supongo que tendrá sus motivos, personales o simplemente relacionados con su pasado o su futuro.

La grabación continúa, dejando ver cómo Cassandra tira algo a una basura cercana. Está en una bolsa, por lo tanto no podemos ver lo que es. Acto seguido, se mete de nuevo en el asiento del copiloto, o...tal vez sea un coche europeo, así que seguramente sea el asiento del piloto. De cualquier forma, se marcha de allí.

--Al menos sabemos que han...han llegado allí bien ¿no?-me apresuro a preguntar, al ver que ninguno de mis acompañantes responde.
--No exactamente-Tanner de nuevo habla-Ella ha pasado por Ámsterdam. No sabemos si iba acompañada o si se ha quedado allí.
--Pero...pero también estaba el móvil de Liam ¿verdad?
--Podría habérselo llevado ella, sabiendo que intentaríamos seguirles.
--¿Cómo iba a saber ella que les íbamos a seguir?
--¿Por qué iba a tirar los móviles entonces?

Me callo ante la respuesta, más que válida y lógica. Todavía no entiendo cómo es que sabían, o ella más bien, sabía que les íbamos a seguir.

--El coche se encuentra abandonado en un pueblo alemán que hace frontera prácticamente con Dinamarca.

Imágenes del coche negro en medio de un paraje verde pasan por la pantalla que hay a sus espaldas.

--Enviamos un pequeño equipo de rastreo para que fuera a verlo. En estos momentos deben de estar desmantelándolo para encontrar alguna clase de ADN y confirmar quienes eran sus ocupantes.
--Entonces...entonces estarán en Dinamarca ¿no?
--Tal vez-se encoge de hombros, todavía con una arruga en el ceño de concentración-Quizás solo hayan intentado despistarnos y ahora mismo estén en algún lugar de Canadá.
--¿Para qué harían eso?-pregunto confuso.
--Para despistar, papá-Malcom me repite las palabras anteriores, como si fuera lo más obvio del mundo-No quieren que les encontremos-añade en voz más baja.
--Eso tampoco tendría sentido-añado con rapidez-No están huyendo de nosotros.
--¿Y de quién se supone que están huyendo?-la mirada fría de Tanner se clava en mí, dudoso, de nuevo con la emoción de seguir con todo este plan-No me había dicho que estuvieran huyendo de nadie.
--No...no estoy seguro de que estén huyendo-respondo con cautela-Sé que se fue muy rápido, sin decir a dónde, ni cómo, ni si alguien iba con él. Simplemente...se fue.
--La gente no se va sin más-responde él, encogiéndose de hombros-¿Tendría algún sentido que su amigo se fuera sin más, sin darle una localización aproximada y dejando atrás su teléfono móvil?-alza una ceja, astuto, sabiendo la respuesta a esa pregunta.
--No.
--Entonces están huyendo de algo o de alguien.
--O están buscando a alguien-la aguda voz de mi pequeño interrumpe nuestra conversación. Todos los que nos encontramos en esta sala le miramos con atención. Tanner incluso le mira con sorpresa, como si no se esperara esa posibilidad-Vi a Ale...pero ella se había ido antes, a lo mejor la están buscando.
--¿Quién es esa tal Alejandra?
--Su novia, la madre del niño-respondo sin dudarlo-Era...un tanto extraña. Aparecía y desaparecía sin dar muchos datos acerca de ello. Se fue...hace muchísimos meses, plantando a Liam en el altar, estando embarazada y...volvió a principios de mes, con el bebé en brazos-el resto de personas que hay a nuestro alrededor siguen escribiendo como locos cada cosa que decimos. Empieza a resultar agobiante.
--No parece una buena madre, ni una buena esposa-comenta asintiendo con la cabeza-¿Descripción física?
--Diecisiete años. No superaba el metro setenta. Delgada. Piel más pálida que la mía. Pelo castaño y largo, ondulado. Ojos...castaños si no recuerdo mal-enumero las pocas cosas que recuerdo de, la nuevamente desaparecida, Ale.
--¿Algún rasgo que la haga distinta del resto? Esos no son datos muy útiles.
--No era destacable, a decir verdad-respondo de la misma manera cortante y desagradable que él. Ni siquiera se molesta por ello: mantiene la mirada fría puesta en nosotros. De vez en cuanto mira a aquellos que están tomando nota-No tenía piercings, ni tatuajes que yo sepa, tampoco ninguna cicatriz visible, aunque...una vez la apuñalaron-Tanner se envara en un segundo ante la palabra. Sus ojos se abren con curiosidad y algo de sorpresa-así que...tendrá una cicatriz en el costado.
--¿La apuñalaron?
--Sí, en su antiguo barrio. No era un muy seguro.
--Tottenham Hale-M añade con rapidez. Me gustaría decir que me sorprende que lo sepa, ya que en ningún momento se ha mencionado tal lugar...luego recuerdo que no hace falta que alguien lo diga para que él lo sepa.
--Un mal barrio, sin duda. ¿Tenía problemas?
--Siempre lo sospechamos. Tuvo una pelea con una banda rival y...algunos no le tenían mucho aprecio, pero dudo que sea tanto el odio como para huir del país.
--Hay algunas bandas callejeras muy...digamos que concienzudas en su trabajo-Tanner me informa. Aparentemente no descarga la posibilidad de que dos bandas callejeras de poca monta, con algo de droga y prostitución de por medio, sean capaces de hacer huir a toda una familia de Londres-¿Algo más sobre tal joya?
--Tiene un hermano, Josh Devine. Él está adoptado, por eso lo del apellido. Creo que ella no se apellidaba así.
--¿Descripción?
--Metro setenta y cinco. Le gusta el gimnasio, así que no está delgado precisamente. Mucho más pálido que su hermana. Pelo negro y corto. Ojos castaños. Tiene...un piercing en una oreja y...creo que un par de dilataciones. Un tatuaje en su brazo derecho.
--Parece que le conoce bien-de nuevo ya está su delgada y cana ceja arqueándose, mirándome con curiosidad. Otra cosa que empieza a sacarme de mis casillas.
--Es el batería del grupo. He pasado mucho tiempo con él-hace una mueca que no sé descifrar, pero que tampoco hace que gane puntos en cuanto mi amistad hacia él.
--¿Le ha visto últimamente?
--La verdad es que no-admito con sinceridad-Pero en Febrero empezamos la nueva gira, así que el mes que viene tendremos que empezar los ensayos, por lo que le veré.
--¿Podría especificar dónde se encuentra él ahora?
--Pues no-respondo con una ceja fruncida-Pero puedo llamarle.
--Hágalo.

Un por favor y un gracias no hacen daño a nadie pienso con cierta molestia. Escucho una risa baja provenir de Mlaocm, por lo que supongo que le ha hecho gracia mi pensamiento. Tanner mantiene su rostro serio, a la espera de que llame a Josh. Saco el teléfono de mis pantalones y sin dudar marco su número. De inmediato me informa de que el número al que llamo, no existe. Miro confundido la pantalla, sin entender cómo es eso posible.

--¿No está localizable?-inquiere, de nuevo con sus cejas alzadas.
--No parece-respondo dudoso. Hago otro intento para llamarle, pero me responde lo mismo. ¿Eso quiere decir que Josh está con Ale, esté dónde esté?
--Tampoco veo a Josh-Malcom murmura-Están...todos cerca del punto ciego.
--¿A cuántas personas has dejado de ver, Malcom?-esta vez el hombre tras la mesa se dirige a mi pequeño.
--Liam, Matt, Cassandra, Alejandra y Josh-enumera sin dudar.
--¿No creen que es un poco sospechoso? Me refiero, son todos de la misma familia, a salvedad de la señorita Heilch, claro.

Me quedo con las ganas de preguntarle qué es lo que está insinuando con eso, ya que Malcom se tensa de inmediato. De nuevo todos los ojos están puestos en él, y sin embargo, los suyos están puestos en la nada. Empieza a mover la mano como si estuviera dibujando algo. Antes de que pueda pedir lápiz y papel, alguien ha colocado ambas cosas a su alcance. Coloco el lápiz en su mano, y aún con la mirada perdida, empieza a dibujar.
Ante nuestros ojos curiosos (los de Tanner, más bien asombrados), no tardan en aparecer objetos reconocibles. Una carretera no demasiado bien pavimentada. A ambos lados, se puede ver un bosque denso, de árboles increíblemente altos. En primera plana, lo que parece ser un cartel, escrito en otro idioma, pero en nuestro alfabeto: "Velkommen til  Kornsjø". Todo ello da la sensación de estar cubierto por nieve.
Malcom suelta el lápiz contra la mesa, sobre el dibujo, y se gira para mirarme con ojos abiertos como platos.

--Kornsjø-murmura él, como si yo pudiera seguir la conversación a la misma velocidad que él.
--¿Kornsjø?
--Noruega, Señor Malik-Tanner capta mi atención lo suficiente como para que deje de mirar a mi hijo. Hay una gran sonrisa de satisfacción en su rostro y detrás de él, la pantalla muestra un mapa en el que se ve Noruega y Suecia, con un punto marcado en la línea de ambos países-Han pasado por Noruega.

viernes, 22 de julio de 2016

Capítulo 81. Oscuridad.

Narra Ed.
Intento sonreír de alguna manera, pero siento cómo mis labios también tiemblan, por lo que supongo que estoy haciendo más una mueca que otra cosa. Carraspeo, esperando que o bien ella o bien su tío digan algo, pero éste se ha retirado silenciosamente, en un intento de darnos privacidad. No quiero privacidad ahora, quiero a alguien que me diga lo que tengo que hacer, lo que tengo que decir, o cómo tengo que tratar con ella en general.
Opto por aprovechar su primera y única palabra, en continuar con la conversación, de una forma desenfadada.

--Sí, Ed. Ese soy yo.

Pero ella no reacciona a mi intento de sonar divertido. Solo se me queda mirando con los ojos muy abiertos, de arriba  bajo, como si estuviera comprobando que soy yo. Aparto la mirada de ella, buscando algo en la habitación que me dé una idea sobre lo que hablar, que pueda sacar un tema de conversación. Pero no soy capaz de discurrir nada en estos momentos.

--Veo que te encuentras mejor-continúo mi patético intento de parecer amigable y tranquilo, cuando solo soy un gran y tembloroso flan.

Bella sigue sin decir palabra. Mi primer pensamiento es llamar a James, preguntarle si es normal que ella no diga palabra, que se quede así mirándome sin más. Pero de mi boca no salen más palabras. Decido devolverle las miradas, inspeccionándola al igual que ella lo hace conmigo.
Está claro que las perspectivas de una persona cambian completamente cuando no están tiradas en el suelo sufriendo una sobredosis, o en el hospital recuperándose de ello. Su piel tiene algo más de color, de vida en general. Su pelo cae en ondas rubias hasta su pecho. Lleva ropa de invierno, cómoda y cálida, bajo la cual doy por hecho que debe de haber una cantidad indecentes de marcas de aguja. Un mal escalofrío me recorre, y decido dejar eso a un lado. Me centro en cosas, como en sus ojos castañas, tan poco interesantes para muchas personas, y tan atrayentes para mí; también me paro a mirar el color de sus uñas, moradas, un color demasiado oscuro, pero que no la queda del todo mal; su pijama tiene dibujos adorables de gatitos que me hacen sonreír.

--¿Eres...eres tú de verdad?-pregunta en un tono de voz apenas audible, ganándose mi atención de nuevo.
--¿A qué te refieres?-pregunto, sin estar seguro de si se refiere a que si de verdad soy Ed Sheeran, o a si soy el vecino.
--El que canta...el que siempre canta en el jardín de al lado-murmura, sin apartar sus ojos de los míos. Yo asiento con la cabeza.

En mi mente había imaginado cosas como que se enfadara conmigo, por no habérselo dicho antes; que me pidiera que la dé entradas para mis próximos conciertos, o que le firme un disco o un póster o algo así. Me había imaginado muchas cosas...salvo que me abrazara de la manera en la que ahora lo está haciendo. La miro sorprendido, y de la misma manera la rodeo con mis brazos. Ninguno de los dos dice nada. Al poco tiempo, comienzo a sentir unas tibias gotas mojar mi cuello, y de inmediato sé que está llorando.

--No....no llores-susurro, sin estar muy seguro de qué decir en estos casos. Me tomo la confianza como para llevar una mano a su pelo, acariciando con cuidado.
--Lo siento. Lo siento mucho-apenas consigo entenderla, con la voz rota y contra mi cuello.
--¿Qué es lo que sientes?
--No haber salido a cantar contigo.

Esa respuesta me pilla más que por sorpresa. De todas formas, no detengo mis movimientos en su pelo, cuidadosos. Bella se aprieta contra mí de manera más fuerte, con un ligero temblor que me preocupa que desencadene de nuevo en algo mucho peor, pero por el momento no digo nada.

--No te disculpes. Estabas molesta, es normal que no quisieras salir-contesto con franqueza, ya que entiendo que no se sintiera a gusto después de todo.
--Lo siento-repite, y yo sonrío con debilidad.
--No importa. No hay nada que perdonar.

Siento cómo ella asiente con la cabeza, todavía contra mí. Yo lo la suelto ni por un segundo, agradecido y aliviado ante su compañía.
Al final voy a tener que agradecérselo a Taylor y todo... aunque creo que no lo voy a hacer, solo por lo mal que me lo ha hecho pasar.
Suspiro, apoyando mi mejilla en su cabeza. No sé cómo ha pasado ni cuándo ha empezado, pero ambos dos nos movemos de un lado a otro, nos balanceamos, como si estuviéramos bailando. Más bien parece que nos estamos acunando mutuamente, pero eso no es lo importante.
Veo cómo James asoma apenas la cabeza desde la cocina, con una gran sonrisa en el rostro y ojos vidriosos. Le devuelvo la sonrisa con debilidad, antes de cerrar los ojos, disfrutando de esta repentina calma.
Nos mantenemos en silencio por unos minutos, sin dejar de balancearnos con suavidad. Bella ha dejado de llorar, pero no ha separado. Mantiene la mejilla apoyada contra mi hombro, y de alguna manera sé que tiene los ojos cerrados, al igual que yo. De repente, la sala se llena de una suave melodía de guitarra. Doy por hecho que ha sido James, quien al ver el momento, ha decidido que era la ocasión idónea como para poner pasteloso y todo romanticón el asunto. Me gustaría carraspear y pedirle que parase, ya que creo que se está precipitando, no por mí, sino por ella. Aunque a Bella no parece preocuparle. Se mantiene tranquila contra mí.
Me gustaría decir que no reconozco la canción, pero para mi suerte o mi desgracia, es una canción mía. Más aún, es la canción con la que nos conocimos. ¿Estaría él por allí cuando ocurrió? ¿Se lo habrá contado ella? ¿O ha sido simple casualidad? Sea como sea, ella también se da cuenta, ya que se separa de mí con cuidado. Y más allá de parecer feliz, solo está terriblemente avergonzada. Sus mejillas sonrojadas me lo confirman.

--James, por favor-masculla ella. Como respuesta se escucha una risa desde la sala de al lado.

 La música no se detiene y sus ojos castaños se posan en mí, arrepentidos. Se separa de mí con cautela, apartando sus ojos momentáneamente de mí. Se da media vuelta y es ella misma la que apaga la música con rapidez.

--Lo siento, mi tío no sabe cuando no debe meterse donde no le llaman-está claro que está dirigiéndose más al rubio que a mí.
--¡Estaba intentando ayudar!-éste reprocha, todavía desde la otra sala.

Muerdo mi labio inferior en un intento de no echarme a reír ante la situación. Mis mejillas también están rojas de vergüenza, pero claro está que no puedo evitar verle la gracia a la situación. Me alegra ver que más que tío y sobrina parecen hermanos. Dada la juventud de James, casi podrían serlo.

--¿Y a ti quien te ha dicho que necesitamos ayuda?-tanto la expresión de su rostro como el tono de su voz cambian tan drásticamente, que de inmediato dejo de sonreír.
--Tranquila, no importa-intervengo, con la ligera sospecha de que no debería hacerlo.

Sus ojos vuelven a los míos, y no veo más allá de la disculpa y la vergüenza en ellos. Niega con la cabeza débilmente, suspirando. Escucho que murmura un "Lo siento" más, antes de salir del salón. Frunzo el ceño confundido, sin saber qué es lo que acaba de pasar. Escucho una puerta cerrarse en el piso de arriba, y doy por hecho de inmediato que se ha encerrado en su habitación, lo cual provoca que frunza aún más el ceño. Giro sobre mis propios pies, todavía alucinado y sin saber qué pensar, en busca de James. El rubio aparece por la puerta por la que antes se había asomado, manteniendo la sonrisa, pero también mirándome con disculpa.

--No te preocupes, está bien-se apresura a decir-No está en uno de sus mejores días. Se altera con facilidad.
--¿Es por mi culpa?-pregunto sin poder ocultar la preocupación en mi voz.
--No, no, que va.  He sido yo el que ha estirado demasiado del hilo. De verdad que solo quería ayudar, pensé que lo estaba haciendo, pero...-suspira, llevándose una mano a la frente-Hay veces que no sé ni por donde cogerla...

Llevo la mirada a la puerta por la que se ha ido, sabiendo que no creo que vaya a verla ya más. Al menos no hoy. Acto seguido la vuelvo a los ojos azules de mi acompañante, que siguen pareciendo dulces y comprensivos, sin el menor atisbo de enfado hacia Bella por su comportamiento.

--Entonces...no está enfadada conmigo, ¿verdad?-me atrevo a preguntar.
--No, no lo creo-su sonrisa se ensancha un poco más. Le creo sin dudarlo, sintiéndome aliviado al instante.
--La otra vez...-intento decir, de nuevo recordando que ella no quería ni verme en pintura.
--La otra vez, ya es pasado-me interrumpe-No merece la pena que sigas pensando en eso. Ella no está enfadada contigo y estoy seguro de que quiere seguir en contacto contigo. Solo que hoy no es el día, tal vez mañana.
--¿Mañana?
--O bueno, tal vez pasado...o cuando te apetezca-contesta sin perder un ápice de alegría en su voz-o cuando puedas, claro. Esta casa siempre va a estar abierta para ti.
--También podéis...no sé, venir a mi casa. También está abierta para vosotros, cuando queráis-digo, todavía con la confusión y la preocupación atrancadas en mi garganta. De todas formas intento sonar tan entusiasta como él, aunque no creo que eso sea posible.
--¡Eso es una idea genial!-exclama, lleno de júbilo. A esto me refiero con lo de que es imposible ser tan entusiasta como él-En cuanto se encuentre un poco mejor nos acercamos ¿te parece?
--Claro-confío con debilidad-Pero antes avísame, porque tengo que ir a Londres esta semana, y no me gustaría que fuerais y no estuviera en casa.
--Sin problema.

Me acompaña hasta la puerta, después de haberme ofrecido tomar algo. Me he visto obligado a rechazarlo, ya que no me parecía del todo correcto, aunque de todas formas se lo he agradecido. Antes de que me dé tiempo a despedirme de él, me da un abrazo que no me esperaba. Me rodea casi por completo y me aprieta contra él con fuerza, con tanta que por poco no tengo que decirle que no  puedo respirar.

--Muchas gracias-escucho que susurra, casi contra mi oído-Muchas gracias por venir.
--No hay problema-respondo algo confuso, devolviéndole el abrazo con torpeza.

Se separa de mí con cuidado, palmeando mi espalda con suavidad. Todavía está sonriendo cuando cierra la puerta.
Me doy media vuelta con un suspiro y me dirijo a casa. En los pocos pasos que me lleva ir de una casa a otra, me fijo en el cielo. No hay una razón aparente, simplemente me paro a ver la noche tanm oscura y vacía. No soy capaz de ver la luna, por lo que tal vez haya una Luna Nueva. Las estrllas tampoco brillan con demasiada intensidad, supongo que eso es por culpa de la contaminación lumínica que hay en el pueblo, pese a que sea uno pequeño.
No tengo ni siquiera que preocuparme porque Taylor no vaya a dejarme entrar, ya que se encuentra en el marco de la puerta, esperándome. Sus cejas están arqueadas, esperando que le cuente una gran historia de amor, de un primer encuentro, de la reacción de Bella al verme demás. Me encojo de hombros como si tal cosa y paso por su lado para entrar en casa. Dejo el abrigo en el perchero mientras escucho cómo la puerta se cierra. Camino hacia el salón, escuchando como ella viene corriendo detrás de mí, todavía esperando que hable. Al ver que no empiezo a contarle nada, y simplemente me siento en el sofá, ella decide empezar la conversación.

--¿Y bien?
--Hemos hablado un poco-resumo los minutos escasos que hemos estado juntos.
--Y tan poco, no te ha llevado mi veinte minutos.
--¿Ya? ¿Eso es todo? ¿Qué ha pasado? ¡Cuéntame algo!-exclama, histérica perdida.

Suspiro, girando mi cabeza hacia ella. En sus ojos azules puedo ver más curiosidad junta de la que he visto en mi vida.

--No estaba en uno de sus mejores días-contesto en un suspiro, negando con la cabeza-Solo...se ha disculpado conmigo por no salir a cantar al jardín y...se ha ido a su habitación.
--¿Y ya?-de nuevo pregunta sorprendida-¿No habéis...no sé, hablado de vosotros?
--No estaba en uno de sus mejores días-repito, antes de girar la cabeza de nuevo hacia la televisión-Al menos no está enfadada conmigo, ni...ha perdido la cabeza con eso de que soy su ídolo-añado en voz baja.
--¿Cómo puedes ser capaz de confortarte con tan poco?

Y algo en el tono de su voz hace que la vuelva a mirar. Veo como hay algo de molestia ahora en su rostro, y en el mío de inmediato se instala un ceño fruncido. No me ha gustado nada cómo lo ha dicho, como...ha sido como si la hubiera insultado.

--Es suficiente para mí. Y suficiente para ella. No se encuentra bien y no quiere hablar conmigo, ni con nadie. No voy a obligarla a hacer algo que no quiere.Ya sabe quien soy y sabe que me preocupo por ella. Si quiere hablar conmigo me lo hará saber de una manera u otra. No me estoy conformando, estoy al tanto de que no está bien y me adapto a ella y a sus necesidades para que no se sienta peor. Eso es todo.

Taylor no responde. Se limita a girar la cabeza hacia la pantalla, sabiendo que no debe de pinchar más en el tema. No a menos que quiera empezar una discusión.


Narra Harry.
Muevo de un lado al otro los pocos trozos que quedan de mi cena en el plato. Dirijo mis ojos al reloj para ver cómo son casi las nueve, y acto seguido los llevo al plato de enfrente. Louis ni siquiera ha bajado para cenar, y eso que le he llamado desde el otro lado de la puerta, sin irrumpir en su espacio vital. Incluso le he pasado una nota por debajo de la puerta, solo por si no quería hablar conmigo directamente. No me ha llegado a devolver la nota, así que doy por hecho que quizás ni la haya visto.
Me meto en la boca lo que queda de pescado del plato y me levanto para llevarlo al lavavajillas. Cojo el de Louis, le pongo encima un papel de film transparente, y lo meto en el frigorífico, con la esperanza de que en algún momento baje a la cocina (posiblemente mientras yo esté durmiendo) y coma algo.
Salgo de la cocina, dejando la luz apagada tras de mí, y todo se sume en la negrura a mi alrededor. No hay ni un solo ruido en toda la casa, todo es silencio y oscuridad. Algo empieza a trepar por mi pecho al encontrarme tan solo, en medio de mi recibidor, que dada la poca luz se ha convertido en la nada. Tanteo con mis manos por la pared, cerca del marco de la puerta, sabiendo que tiene que haber un interruptor de la luz, pero por algún motivo no lo encuentro, y empiezo a sentir como eso que trepa por mi pecho, no es otra cosa que histeria.
Para cuando consigo encontrar el dichoso interruptor, me encuentro sudando y jadeando, asustado como un niño por un poco de oscuridad. Pero el problema no es la oscuridad, es el sentimiento de vacío, el recuerdo del vacío, de la nada, de la soledad. Por eso le pedí a Louis que viviera conmigo: para no estar solo, para que siempre hubiera alguien que hiciera ruido en la casa. Pero ahora es como si él no estuviera, y el sentimiento que me produce no me gusta en lo más mínimo.
Apoyo mi espalda contra la pared, recordándome que soy estúpido, que me estoy asustando por una chiquillada. Para cuando me convenzo de eso y creo estar más tranquilo, el timbre de la casa suena repentinamente, y yo tengo que taparme la boca para no soltar un chillido histérico. Recuerdo la hora que es, y pienso en que no es excesivamente tarde, aunque sí lo suficiente como para andar haciendo visitas. Bien podría ser una emergencia, que a alguien se le hubiera parado el coche en medio de la calle y haya decidido acercarse a preguntar si pueden usar mi teléfono. También podría ser Anne, o sea, mamá, que necesita hablar conmigo, al fin y al cabo también está sola en casa ahora. O incluso alguno de los chicos solo por hacer una visita. Quizás hasta sea mi hermana, que ha decidido volver pese a que le haya dicho que no se preocupara, ahora me estoy arrepintiendo de no haberla pedido que se quedara conmigo. Pero ya puestos a mencionar todas las posibilidades, podría ser un maníaco peligroso, un asesino en serie, un secuestrador... y yo aquí solo, sabiendo que a Louis no se le ocurrirá salir de su habitación pese a que esté pidiendo auxilio.
No, está claro que no debería abrir la puerta, solo por mi propia seguridad. El timbre suena de nuevo, esta vez acompañado por un toque en la puerta. No, no voy a abrir, no sin saber quien es. Y como si lo hubiera dicho en voz alta, escucho una aguda voz al otro lado de la puerta.

--¿Hola? ¿Hay alguien? Soy Lida.

Lida. Ella siempre me hace sentir mejor. Seguro que es capaz de rellenar el silencio y el vacío que Louis ha provocado, al menos durante unos minutos. Ni siquiera echo un vistazo por la mirilla para comprobar que es ella. Abro la puerta de un tirón, sintiendo como ya debo de estar sonriendo como un idiota.
Pese a que la única iluminación que hay es la del pasillo, puedo ver cómo sus ojos ahora están completamente grises, y su pelo hoy tira más hacia el castaño que hacia el pelirrojo, además de estar revuelto, como de costumbre. Me río entre dientes al pensar cómo me recuerda a una de esas brujas buenas de los cuentos, que viven en el bosque entre flores y hadas, y al mismo tiempo, me sorprendo de lo rápido que puede cambiar mi miedo por la ilusión, por la felicidad que me causa verla.
Veo cómo frunce el ceño ligeramente, dudosa, y antes de ser capaz de decir nada, la rodeo con mis brazos, pegándola a mí. Siento cómo me devuelve el abrazo lentamente, con inseguridad, pero de ninguna manera se separa de mí, lo cual agradezco. Sé que rompemos el tiempo que hay limitado entre un abrazo normal, o un abrazo de saludo, y uno que ya tiende a ser raro y preocupante, pero tampoco me importa, no mientras a ella no le moleste.

--¿Harry?-su voz resuena en mi pecho. Me veo obligado a romper el abrazo para dejarla hablar. Repentinamente la vergüenza sube a mis mejillas, ya que no tenía derecho ninguno a abrazarla así sin más, pero está claro que no he podido evitarlo.
--Lo-lo siento-respondo y me aparto de ella un pie más hacia atrás, solo por darle espacio, por no hacerla sentir incómoda-Es que...me alegro de verte-admito sin mirarla a los ojos. Tarda unos segundos en responder, segundos en los que yo me planteo disculparme de nuevo, o al menos mirarla a la cara, para saber qué expresión tiene.
--Estás bien-no es una pregunta, sino una afirmación, llena de sorpresa. Sonrío débilmente, todavía con mis ojos puestos en el suelo, y asiento con la cabeza.

Entonces es cuando sus brazos me rodean a mí de improvisto. La miro algo sorprendido, encontrando poco más que pelo rizado, ya que su mejilla está colocada contra mi pecho, de todas formas sonrío, de nuevo devolviéndola el abrazo.

--Estoy bien-confirmo en voz baja, aprovechando para colocar mi mejilla en la cima de su cabeza. Resulta sorprendentemente cómoda la postura, puesto que sale de forma natural gracias a nuestros respectivos tamaños.
--Me alegro de que lo estés...-susurra, todavía sin despegarse de mí, lo cual agradezco.

De nuevo nos pasamos los límites de un abrazo normal, y nos quedamos largos minutos de esa manera: en la puerta de mi casa, rodeándonos, sin decir nada. Tampoco hay necesidad de romper el momento con palabras sin sentido.
El sonido de una puerta es lo que me hace reaccionar. Me doy media vuelta, quizás de forma demasiado brusca para estar abrazando a alguien. Louis está en lo alto de las escaleras, mirándonos con los ojos muy abiertos. Esos mismo ojos ya no solo muestran el pánico y el cansancio de hace horas, sino también cierta dolencia que contrasta con el miedo a estar cerca de mí. Por lo que creo entender, no quiere estar cerca de mí, pero tampoco quiere que otros lo estén. No es justo para mí, pero lo entiendo, y entiendo que le duele encontrarme así.

--Lou, no es lo que pa-

No me da tiempo a terminar la frase, ya que se da media vuelta y se vuelve a la habitación.
Genial. Sale por la razón que sea, puede que porque ha escuchado la puerta abrirse y no cerrarse, y lo que se encuentra es conmigo abrazando a Lida. Insisto en que no tiene derecho a molestarse, pero aún así me preocupa haberle hecho daño.
Muerdo mi labio inferior, cerrando los ojos por un segundo, antes de girarme hacia mi acompañante. Sus ojos grisáceos ahora están llenos de confusión de nuevo, antes de dirigirlos a mí. Siento la imperiosa necesidad de apartar la mirada, ya que no me resulta de lo más cómodo mirarle a los ojos a alguien, mucho menos a esa distancia, pero de alguna forma, no puedo dejar de hacerlo. Es terriblemente contradictorio y placentero.

--¿Qué le ocurre?
--Nada. No es nada-respondo tratando de no parecer tan nervioso como lo estoy.
--¿Estás seguro?-arquea una de sus cejas, haciéndome saber que no se ha tragado mi respuesta. Me limito a encogerme de hombros como si eso fuera a quitarle importancia al asunto.

Antes de que me pregunte de nuevo, hago que pase, cerrando la puerta detrás de ella. Llegamos al salón, y después de ofrecerle algo de comer o de beber, y de preparar un té para ella, nos sentamos en el sofá. Trato de mantener una conversación banal y sin sentido durante todo el tiempo que me es posible, pero los temas se me acaban y finalmente es ella la que habla. Para mi sorpresa, no es acerca de mi repentina recuperación, lo cual en el fondo agradezco: temo que si hablo mucho de ello, vuelva a encontrarme en una cama, luchando contra mi propio cuerpo.

--Louis sigue celoso, ¿verdad?-pregunta antes de darle un sorbo a su bebida caliente. Pese a sus movimientos, sigue manteniendo la mirada en mí.
--Algo así-murmuro. Ahora lo que se me hace difícil es dejar de mirarle directamente.
--¿Y tú?-esta vez el que arquea una ceja soy yo, confundido por esa pregunta tan ambigua a la que no sé qué espera que responda.
--¿Yo qué?
--Que si sientes algo por él, ya sabes-lo dice como si tal cosa, dejando la taza en la mesita del salón.

Mis mejillas empiezan a sentirse cálidas de nuevo, y finalmente aparto mis ojos de los suyos, sintiendo cómo la vergüenza ya es insoportable. Carraspeo un poco y cambio mi posición en el sofá, buscando tiempo para responder, buscando una respuesta clara que darle. Ella espera con paciencia, sin una sola mueca que me indique que debo de darme prisa en responder.

--Eh...sí, creo...supongo que sí-apenas susurro. Lida no parece ni siquiera sorprendida, sino más bien orgullosa de sí misma.
--Te dije que hacíais una pareja súper mona.
--Seguimos siendo solo amigos-me apresuro a decir, antes de que se apunte un tanto que todavía está a medio camino (si es que así puede decirse).
--¿Y eso por qué?
--Tiene bastante miedo.

Miro hacia otro lado, con una mueca de sorpresa y extrañeza. ¿Por qué le estoy contando todo esto? ¿Cómo es que me infunde tanta confianza si solo me está preguntando como cualquier otro podría hacerlo? Niego ligeramente con la cabeza, todavía confuso, para volver a dirigirme a ella.

--Es normal que lo tenga, ¿no crees?-su tono de voz es tan comprensivo, como si entendiera a la perfección la mente de Louis, que me hace olvidar lo joven que es y me hace pensar de inmediato en Ally. Es como si estuviera hablando con ella de alguna forma... De todas formas tendría que llamarla para hacerle saber que ya me encuentro bien.
--Supongo-admito en un suspiro.
--¿Acaso tú no lo tienes?
--He pasado por muchas crisis de identidad a lo largo de este último año, acompañadas de experimentos con mi sexualidad-respondo de nuevo como si tal cosa, sin saber qué me empuja a decirle esas cosas con una tranquilidad similar a que si le estuviera hablando del tiempo. Aún así, me encojo de hombros, quitándole importancia-Ya me espero de mí mismo y de mis inclinaciones cualquier cosa-añado con una sonrisa, que rápidamente le contagio.
--Eso está bien-confirma con un asentimiento de cabeza, antes de inclinarse a coger su taza de nuevo.
--Me toca preguntar-digo con seguridad, aprovechando que está bebiendo-¿Qué haces aquí tan tarde?
--Venía a ver cómo estabas-responde sin dudarlo, una vez ha dado otro sorbo a la bebida.
--Pero es tardísimo.
--Bueno, tengo una vida ¿sabes?-ríe bajito, antes de dar otro sorbo y acto seguido volver a colocar la taza en la mesa-Ya sabes, estudios, familia, amigos, una vida personal...

Me gustaría poder decir lo contrario, pero el término "vida personal" me ha llevado directamente al término "Novio" y a su vez, a un sentimiento de celos que, al igual que los de Louis, son injustificables e injustos, en este caso para ella.
Lida es solo mi amiga, y tal y como están las cosas con Louis, casi que mejor que solo lo sea, a fin de cuentas, no sé cuándo voy a ser capaz de hablar con él. Bien podría ser dentro de una semana, o bien mañana mismo. Sea cuando sea, de alguna forma podríamos debilitar su miedo hacia mí y lo que sea que le preocupa, hasta que vuelva a sentirse cómodo conmigo y...bueno, lo que tenga que ocurrir ocurrirá.
Y por mucho que lo piense, sigo sintiéndome engañado de alguna forma por ella. Nunca ha hecho ningún movimiento ni ningún comentario que me haga pensar que es una muy clara indirecta, aunque claro está, que en mi cabeza o bien todo son indirectas, o nada lo son, por lo que tampoco puedo fiarme de mí mismo. En cualquier caso, no tengo derecho a sentirme dolido porque tenga una vida aparte de mí, una vida íntima y amorosa con otra persona. Sé que nunca llegaré a creerme algo así.

--¿Pasa algo?-pregunta extrañada, sacándome de mis mil y un pensamientos enrevesados.
--No, no-sonrío de forma que parezca convincente-¿Por qué lo dices?
--No lo sé... te has quedado muy quieto y...muy callado. Pensé que...te habías ido de nuevo-dice lo último casi en un susurro, como si tuviera el mismo miedo que yo a que a fuerza de hablar de ello, vuelva a aparecer. Niego con la cabeza, todavía sonriente, haciéndole saber que sigo aquí.
--Estoy bien.
--Me alegro-de nuevo repite, con un tono lleno de sinceridad.

De alguna manera, el tiempo pasa lo suficientemente rápido como para que, lo que a mí me han parecido minutos, se conviertan en más de una hora. Ella también parece darse cuenta de ello, ya que mira el móvil y frunce levemente el ceño.

--Puedes quedarte a dormir, si quieres-ofrezco con amabilidad.

En mi cabeza me voy haciendo a la idea de dormir en el sofá, ya que Louis no va a estar dispuesto a abrirme la puerta, mucho menos a dormir conmigo, y no me parece correcto dormir con ella. Sé que lo ha hecho con anterioridad, pero no era la misma situación: ella lo hacía porque sabía que me hacía sentir bien. Ahora ya sabe que estoy bien, por lo que no habría excusa para dormir juntos, aunque solo fuera cosa de amigos.
Ella niega con la cabeza, sonriente, mientras se levanta del sofá. Yo imito sus movimientos.

--No te preocupes, todavía pasan autobuses.
--Puedo llevarte a casa en coche-insisto en no dejarla ir, no tan rápido. No quiero quedarme solo de nuevo.
--Muchas gracias, pero de verdad que no hace falta. No quiero molestarte.
--De verdad que no es molestia-y sé que mi voz ha sonado más desesperada de lo esperaba, ya que me mira algo dudosa. De alguna manera, ella sabe lo que debe de estar pasando por mi cabeza como para que insista tanto.
--Bueno, está bien...Puedes llevarme en coche.

Muerdo mi labio de nuevo y asiento con la cabeza. Me trago la vergüenza y el sentimiento de patetismo que me inunda. Ahora sabe lo desesperado que estoy por estar junto a ella. Perfecto.
Escribo una nota rápida en un papel cualquier y la meto por debajo de la puerta de Louis, haciéndole saber que no tardaré en volver. Cojo las llaves del coche y con una sonrisa lo más estable que puedo mantener, le abro la puerta para que salga. Realizo el mismo movimiento en la puerta del coche, y a ambas cosas ella me sonríe mínimamente, susurrando un gracias.

--¿Estás bien?-pregunta de repente, entre indicaciones de como llegar a su casa.
--Sí, ¿por qué?-digo sin apartar la mirada de la carretera, sabiendo perfectamente la respuesta.
--Me ha sorprendido la insistencia en acompañarme-contesta ella-He pensado que tal vez querías hacer tiempo para hablar conmigo de algo.
--No, no-digo con rapidez-¿Giro por aquí?
--Sí, por aquí-confirma ella, antes de volver al otro tema-Está bien si quieres hablar conmigo, de lo que sea, a mí no me molesta. Me gusta saber que puedo ayudarte-de nuevo el tono de su voz es increíblemente sincero.
--Me gusta hablar contigo-confieso-Me hace sentir mejor. Me haces sentir mejor.
--Entonces puedes hacerlo, no hay problema. Me gusta hablar contigo-confirma, esta vez con voz alegre, que por alguna razón a mí no me contagia. Me veo obligado a forzar una sonrisa de nuevo.

Minutos después estamos en la puerta de su casa. Se despide de mí con un "Hasta mañana" y un beso en mi mejilla, y sale del coche. Espero hasta ver cómo se mete en casa, y se despide de mí con la mano una última vez antes de desaparecer tras esa puerta. El sentimiento de soledad vuelve a mí me inmediato.
Dejo caer la cabeza contra el volante, asegurándome de no apoyarme en el claxon y despertar a medio vecindario.

--¿Qué se supone que estoy haciendo?-me pregunto a mí mismo, con los ojos cerrados-¿En qué te estás metiendo ahora, Harry Styles? Eres todo un imán para los problemas. Eres el mayor creador de problemas de la historia. Están los creadores de la bomba nuclear y después tú-me regaño a mí mismo, sin moverme de mi posición.

Finalmente cojo aire y separo la cabeza del nombrado volante. Enciendo la radio para así sentir que hay ruido a mi alrededor, que hay alguien a mi alrededor, aunque solo sea un programa de bromas de mal gusto. De esa manera vuelvo a casa, donde me espera otro problema, otro problema con nombres y apellidos.